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Mare of Easttown

19/04/2021 | Artes y entretenimiento

HBO comenzó ayer la emisión de Mare of Easttown, una serie policíaca protagonizada por Kate Winslet que promete ser lo mejor de la temporada, pero que divide a la crítica en EEUU.

En este artículo

Mare of Easttown: realismo y las vidas precarizadas del común de trabajadores en EEUU

https://youtu.be/miQqyfO66uw

Mare of Easttown es la heredera de lo que un lejano día, hace ya décadas, fue This American Life: un encuentro cara a cara con la vida en EEUU de verdad. La vida en las antípodas del Manhattan corporativo que HBO nos mostró en The Undoing. La vida de una masa de trabajadores que parecen alienígenas peligrosos a la pequeña burguesía Apple que conocimos en Servant.

Esa es la primera fortaleza de Mare of Easttown: personajes de carne y hueso demasiado atareados en sobrevivir a la pobreza primermundista como para permitir una trama proteica a lo Netflix en la que todo lo que pasa significa algo para la resolución del misterio central. Aquí todo tiene significado pero no es necesariamente instrumental al caso, y aunque zancadillee la trama, si enriquece el relato nos da igual. Realismo manda.

Tan logrado está el realismo de Mare of Easttown que incluso a las críticas de The Guardian y Los Angeles Times, que lo celebran, se les hace transparente lo más llamativo para los que solo conocen EEUU por su relato audiovisual. Todas esas cosas que los críticos consideran tan normales en la vida de los barrios de trabajadores precarizados que no merece la pena ni reseñar:

Las maternidades adolescentes que se suceden generación tras generación. El bebé que entendemos quedará sordo porque los 1.800$ que cuesta operarle no son responsabilidad de nadie que quiera hacerse cargo. Los mac and cheese precocinados y las bandejas para micro-ondas como dieta universal de unas familias sin rituales diarios de comidas compartidas. O el escritor al que no preguntan sobre qué trataba su novela sino si tuvo éxito.

Es decir, lo que clama y sobrecoge es la pobreza que buena parte de la clase trabajadora del mundo consigue evitar a base de solidaridad comunitaria y lazos familiares y de amistad. Y clama porque desde la primera escena y comenzando por la protagonista -que no deja de ser una policía local quemada que intenta evitar que le caigan responsabilidades- buena parte de los personajes adultos se afanan por encontrar como inventar formas de apoyarse... de las que han sido desposeídos no se sabe cuándo. Tal vez en ese pasado en el que el equipo de baloncesto femenino aun los reunía a todos y del que solo quedan almacenes vacíos y casas ajadas cuando no desvencijadas.

Joe Biden no autoriza este mensaje

Cartel de Mare of Easttown

La principal virtud de Mare of Easttown es pintarnos este panorama social como quien fotografía una playa pedregosa, sin angustiarnos ni cargar las tintas, desde una normalidad que es la de los personajes y no la de una producción audiovisual convertida desde siempre en negación de la mayor parte de su propio público. Sobre esa base levanta una estructura argumental con todos los tópicos del género y todos los ganchos y giros predecibles que el espectador tiene grabados ya en la memoria de mil series y novelas... y engancha.

Y sin embargo, en EEUU, a una parte de la crítica empezando por el New York Times, la serie les ha producido ampollas. Que no tenga la moralina habitual del feminismo televisivo ni cante virtudes del Pacto Verde, ayuda, sin duda. Pero lo imperdonable para el crítico del Times es reflejar como un modo de vida general lo que es tabú llevar más allá del retrato-dramón de una situación particular y concreta. Miserabilismo americano, lo llama, descalificándolo.

Moraleja: Joe Biden no aprueba este mensaje. A partir del 2 de noviembre pasado hay que narrar una nueva América feliz y diversa entretenida en elegir pronombre y coche eléctrico. En ningún caso enfocar sobre la miseria material y moral de una civilización capitalista agotada que rodea a los personajes como el laberinto a los ratones de un sádico laboratorio conductual.

No, Mare of Easttown no es un canto derrotista. No señala salidas al laberinto porque no las hay y tiene el pudor suficiente para no intentar mentir con sentimentalismo. Tampoco nos ilumina mostrando por dónde romperlo. Muestra unos ratones agotados, embrutecidos a veces, pero decididamente vivos y más capaces de lo que ellos mismos creen. Y en esa capacidad colectiva esbozada a carboncillo y con muchas sombras, alberga si no una perspectiva, al menos una esperanza.