Malvinas China entra en escena
Malvinas es definitivamente un nuevo punto candente en el conflicto imperialista global. Mientras Gran Bretaña militariza las islas a marchas forzadas y Argentina refuerza defensas apresuradamente, China carga contra los británicos, América del Sur se divide en dos, y la UE, animada por España y Alemania, está cada vez más tentada de abrir un nuevo frente diplomático contra Londres.
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La militarización de Malvinas
En los primeros meses de 2021 la llegada de arrastreros chinos al Mar de Hoces levantó las alarmas de EEUU, que inmediatamente envió un patrullero a aguas argentinas. La Casa Rosada, poco deseosa de incordiar a su principal socio comercial negó el atraque al buque estadounidense. Envió una sorprendentemente amplia representación de mandos militares y políticos a Montevideo para organizar desde el país vecino una respuesta contundente frente a China... y a Argentina.
Primera señal: Gran Bretaña empezó a fletar vuelos directos a Malvinas desde Uruguay, rompiendo los acuerdos de Madrid que obligan a que todos los vuelos a las islas salgan de territorio argentino. Uruguay, tradicional bastión anglo-estadounidense en el Cono Sur, rechazó los subsiguientes pedidos argentinos. Siguieron ejercicios militares británicos con misiles en las islas y, a partir de agosto, una inversión masiva para la construcción de un puerto de aguas profundas que convertirá a Malvinas en la mayor fortaleza británica fuera de Europa.
El triunfo de Boric en Chile en diciembre dio algo de aire a una Argentina que se veía cercada militar y políticamente desde prácticamente todos los frentes. Pero la posibilidad del apoyo chileno no aflojó la belicosidad británica. Pocos días después de las presidenciales chilenas, en los actos de celebración del «Día de Margaret Thatcher» el secretario de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, aseguró que haría frente a los «matones» para defender Malvinas.
Nuestros enemigos no deben dudar de la determinación de Gran Bretaña de enfrentarse a los matones, defender a los que no pueden defenderse a sí mismos y a nuestros valores
La referencia a los «indefensos» era una nueva afirmación de la política oficial británica que dice tener como guía la defensa del derecho a la autodeterminación de los 2.400 ciudadanos británicos que pueblan ahora el archipiélago. Un bonito ejemplo más de cómo en el último siglo la «autodeterminación» se ha convertido en una consigna reaccionaria, parte rutinaria del arsenal retórico de los intereses imperialistas.
El gobierno argentino respondió exacerbando en el interior la propaganda nacionalista sobre las islas mientras comenzaba un rearme sistemático. Drones de fabricación propia, cazabombarderos rusos, helicópteros para infantería de marina, blindados ligeros y transportes chinos, armamento anti-minas navales... se irán sumando a los nuevos patrulleros oceánicos, a los recursos llevados desde otras regiones y a las adquisiciones de la Armada en el refuerzo de las regiones australes y el «puente logístico» con la Antártida.
Pero la clave, como recordó el ministro de Defensa, estaba en buscar aliados, tanto en la región como fuera, porque la cuestión de fondo es que lo que se está gestando es la afirmación de AUKUS en la conexión estratégica entre el Pacífico y el Atlántico.
El 15 de enero los cuatro ex-presidentes vivos españoles, el ex-Mr Pesc y ex-Secretario General de la OTAN, Javier Solana, y toda una cohorte de «figuras de estado» españolas conformaron, bajo el auspicio del embajador argentino, hijo del ex-presidente Alfonsín, un «grupo de trabajo» para apoyar la apertura de un proceso de negociación sobre el futuro de las islas que fue inmediatamente interpretado como un triunfo en Buenos Aires.
¿Respuesta británica? Un nuevo despliegue militar: la instalación del sistema anti aéreo Sky Sabre que triplica el alcance de los tradicionales Rapier británicos... como si Argentina fuera su enemigo más inminente y peligroso.
El nuevo papel de China en Argentina... y Malvinas
Pero en ésto llegaron las Olimpiadas y con ellas un acuerdo estratégico con China para atraer las inversiones y financiamientos que desesperadamente necesita el capital argentino. Hoy mismo se negociaban los detalles de un swap (crédito para comprar la propia divisa) con el que salvar in extremis el peso de una devaluación.
El acuerdo llevaba dentro unos pocos huevos de Pascua. El más evidente: extender y profundizar las conversaciones sobre armamento con China, hasta entonces limitadas a la apertura de una fábrica de blindados ligeros y a una improbable compra de aviones de combate, para convertirlas en la base de un tratado de cooperación militar con sentido estratégico. El de más fondo: el apoyo abierto de China a la posición argentina sobre Malvinas.
La primera respuesta británica ya fue airada. La ministra de Exteriores, Truss, lanzó un twit reafirmando el «derecho de autodeterminación» de las Malvinas [sic] y exigiendo a China el «respeto a la soberanía» británica sobre las islas. La réplica de la embajada china en Londres añadió leña al fuego, reiterando la visión «consistente» de Pekín sobre Malvinas.
La formación de bloques llega al Cono Sur y apunta maneras en Europa
La entrada de Malvinas en el mapa estratégico de AUKUS produjo decantaciones inmediatas. No sólo Uruguay, Brasil se ha convertido en un verdadero portaviones británico y los militares brasileños, con el apoyo de Bolsonaro, están decididos a convertirse en el socio logístico necesario de Londres en su revivificación militar de las islas.
Y sin embargo, el cambio más relevante estratégicamente es el de Chile. Dejando de lado las desproporcionadas esperanzas argentinas por un twit de Boric en 2013, lo cierto es que la trayectoria de las nuevas ministra de Exteriores, Antonia Urrejola y Defensa, Maya Fernández, apunta claramente a un giro ya insinuado por Boric durante la campaña y coherente con las expectativas de integración comercial levantadas a ambos lados de los Andes.
No es baladí que los dos países del sur del continente tengan una posición común sobre Malvinas, los estrechos y las islas australes. Evitarla fue durante décadas un eje de la política regional de EEUU, reforzada a partir de la experiencia de la guerra de 1982, donde fue una de las claves del triunfo británico.
Las clases dirigentes de Argentina y Chile parecen haber entendido que no podrán sacar partido del Pacto Verde y la nueva importancia estratégica del Litio y la minería si no protagonizan y comparten el esperado corredor transoceánico... que Brasil quiere para sí con Perú.
Una de las consecuencias de esta alianza puede ser acabar de decidir a la UE para que tome una posición activa. Es lo que postulan los grandes aparatchiks españoles e intentan desde el gobierno argentino desde que el referendum del Brexit dejara a Malvinas fuera del territorio UE.
De momento la diplomacia argentina, en plena ofensiva, dice encontrar buena receptividad. La evolución del juego franco-alemán en Ucrania y sus roces con EEUU y Gran Bretaña podrían pronto generar un movimiento con consecuencias a largo plazo. Entre otras cosas porque Alemania y su industria (BMW y el litio argentino) cada vez están más presentes tanto en inversiones como en influencia en Buenos Aires.
El gran juego de China y la importancia estratégica de Malvinas
Cuando la prensa hongkonesa se preguntaba de dónde salía tanta determinación en Pekín sobre Malvinas, daba la respuesta en términos estrictamente internos: China quería responder a las acusaciones británicas sobre su política en Hong Kong denunciando las prácticas colonialistas de su rival. Desde el punto de vista de la propaganda imperialista desde luego es así. Pero no es lo determinante.
China tiene ahora tan sólo una base fuera de su territorio, en Djibuti. Su intención es asegurar las rutas marítimas del Índico hacia el Atlántico y del Pacífico al Atlántico con un par de bases más. La primera de ellas en Guinea Ecuatorial... lo que ha preocupado especialmente a EEUU. La segunda debería estar en relativa proximidad del paso interoceánico. Y China ya tiene una base de escuchas en Neuquén, Argentina, que nadie cree que se limite a escuchar el espacio profundo.
La militarización de Malvinas es un movimiento «preventivo» de EEUU y Gran Bretaña, para los que es estratégico controlar la entrada a las rutas atlánticas. De hecho, la importancia de Malvinas se proyecta más allá, hasta el tercer socio de AUKUS, Australia, temerosa de perder a manos de China una parte del territorio antártico que reivindica (casi la mitad).
La unión de la competencia entre China y AUKUS por controlar las rutas comerciales transoceánicas australes, con la competencia entre Brasil/Perú y Argentina/Chile por convertirse en base del corredor transoceánico, está formando el eslabón que, todo parece indicar, unirá el conflicto imperialista global con el regional de una manera nueva: integrando económicamente sus protagonistas regionales entre sí y con una potencia de referencia exterior en dos grupos relativamente estables.
Es decir, el conflicto de Malvinas, como el de Taiwán y con más claridad que el de Ucrania, apunta a convertirse en uno de los hitos del proceso de construcción de bloques militares globales. No se trata de unas islas remotas ni de un «problema distinto y distante». Estamos asistiendo a los primeros pasos de la mundialización de la guerra imperialista.