Los trabajadores se hacen visibles en plena crisis bielorrusa
La situación en Bielorrusia parecía haber amainado desde el día de las elecciones: la candidata de la oposición había huido a Lituania y solo algunas marchas pequeñas y cortes de calles nocturnos en Minsk se enfrentaban a los antidisturbios. Pero hoy el país se ha despertado con una serie de huelgas en más de una decena de grandes empresas. Hay concentraciones y manifestaciones en muchas otras más. Algo parece haber cambiado, pero... ¿qué?
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La situación hasta ayer
La oposición llevaba meses llamando a hacer una huelga general desde el día de las elecciones si se declaraba oficialmente la victoria de Lukashenko, la prensa rusa lo anunciaba gustosamente y sitios de internet específicos montados por la oposición insistieron en ello diariamente desde junio. La oposición tenía algunos pequeños grupos en las grandes plantas de propiedad estatal como la siderúrgica BMZ o la fábrica de fertilizante Grodno Azot que se movilizaron inmediatamente pero no consiguieron siquiera aparecer en foto en ningún medio. Los sitios de la oposición anunciaban huelgas en varias plantas, pero las que llegaron a producirse eran tan pequeñas que el gobierno bielorruso no tuvo problema alguno en negar su existencia. Por ejemplo, la policía pudo entrar en la central eléctrica de Minsk el martes y detener a un par de huelguistas sin problema alguno.
El número de huelgas bajó marcadamente ayer miércoles, cuando los medios pro-oposición trataban desesperadamente de encontrar huelgas de tres o diez personas en institutos de investigación o en los propietarios de mercadillos. Mientras tanto, el número de manifestantes por las calles aumentó, con todo tipo de performances para los medios, desde copias de la famosa chica del Maidan, chicas paseando flores ante la policía antidisturbios y cantando consignas ultranacionalistas con banderas del… Gran Ducado de Lituania reconvertida en antigua bandera de la república de Bielorrusia. La represión subió en intensidad ayer por la tarde y noche, dejando gran cantidad de heridos y detenidos.
Los trabajadores aparecen en escena
Sin embargo, hoy van apareciendo más y más empresas en huelga. Ya no se trata de la Grodno Azot o la BMZ donde había grupitos de la oposición, sino de empresas que antes no habían ido a huelga. Muchas son empresas de la construcción en varias ciudades de Bielorrusia y una de las que más trabajadores agrupa es la automotriz estatal BelAz. No se pudo confirmar siquiera si hubo o no huelga el martes, pero esta mañana había centenares de trabajadores agrupados en una asamblea con representantes de sección. Ahora mismo están marchando por las calles. Ya no se trata de huelgas testimoniales, hoy circulan montones de vídeos y fotos de grupos de trabajadores en huelga, desde la construcción hasta los hospitales.
Las razones de tal respuesta se aclaran si miramos de más cerca lo que ocurre en plantas como BelAz:
Hay un montón de gente, varios centenares de trabajadores se han juntado. Todo esto ocurre al lado del taller de prensa mecánica. Un hombre sostiene una bandera que dice «No somos esclavos», los otros corean «¡Bien hecho!», -dice nuestro corresponsal. La administración de la empresa viene a la gente y la gente grita «no nos asusta». Los coches que pasan por la calle tocan el claxon. […] Los trabajadores de una de las más grandes empresas del país continúan haciendo preguntas a la administración de la planta y de la ciudad. Le preguntan al jefe del comité ejecutivo local, Dmitry Zabolotsky, por qué no se permitieron observadores independientes en las elecciones, por qué no se detuvo la violencia en las calles. Una de las preguntas principales sobre los «disturbios» es si algún manifestante rompió de verdad una luna de un coche o el escaparate de una tienda. El alcalde es incapaz de responder afirmativamente.
O en la empresa de construcción Grodnozhilstroy:
El equipo de la empresa Grodnozhilstroy se juntó en asamblea, muestran determinación. […] La gente discute los sucesos de estos últimos días y noches: el despliegue militar en la ciudad, las palizas de las fuerzas de seguridad contra los civiles. «Da miedo salir, tengo hijos» dice indignado uno de los empleados de la compañía.
La administración de la empresa y la de la ciudad intentan calmar a la gente. Un cargo público promete «hacer lo correcto a partir de hoy». […] Le responden que no hubo ninguna provocación el primer día, y que todos los hombres, mujeres y hasta niños recibieron palizas.
Los trabajadores acusan a las autoridades locales de inacción y que eso provocó el disturbio policial. Se oyen aplausos. «Enseñadnos un vídeo donde la gente atacase a la policía de tráfico o antidisturbios!».
Centenares de personas han venido a la reunión. Nadie tiene miedo a las cámaras, no esconden sus caras, los hombres expresan claramente su enfado hacia la situación.
Algún trabajador aparece apoyando a la candidata opositora en los vídeos, pero la respuesta de los trabajadores hoy aparece mayoritaria y claramente como reacción a la violencia policial de estos días y especialmente de ayer. No es una respuesta patriótica de apoyo a la opositora huida, sino una respuesta en defensa de las necesidades más básicas, de no tener que temer recibir un porrazo o una bala al salir de casa -o que las reciban sus hijos, como decía el trabajador de Grodnozhilstroy-.
Los trabajadores han aparecido por fin sobre el tablero en Bielorrusia, con sus propias preocupaciones y no encuadrados por las llamadas iniciales de la oposición. Ahora se presentan como una fuerza durante esta crisis, pero el resultado aún no está decidido. ¿Serán encuadrados por el esbozo de revuelta popular como quiere la oposición, o bien avanzarán en su propia lucha como clase añadiendo sus propias consignas a este movimiento incipiente?