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Los perdedores de la guerra de Ucrania

07/04/2022 | Actualidad

Nadie duda ya de que el capital ruso va a salir muy malparado de la invasión de Ucrania. Sin embargo, no será el único perdedor, ni su derrota será la que marque con mayor fuerza el curso de los conflictos imperialistas en los próximos años. Alemania y China se descubren más frágiles de lo que ya se sabían. Y los propios EEUU tienen que aceptar abiertamente que sólo pueden mantener su hegemonía fragmentando contra toda lógica productiva el mercado mundial.

El modelo exportador alemán es insostenible en el nuevo mapa imperialista

Fábrica de Volkswagen en Wolfsburg (al frente el Ritz-Carlton). La fabrica emplea 60.500 trabajadores que producen más de 850.000 coches al año en una superficie de 6,5 millones de m2.

Esta semana el temor a una quiebra de la filial de Gazprom en Alemania -los bancos no querían operar con ella en el marco de las sanciones- y el impacto sobre la industria de los eventuales cortes de gas llevó al gobierno de Berlín a expropiarla. La medida, que provocó una inmediata amenaza de represalias del Kremlin, «ilustra la catastrófica adaptación de la economía líder de Europa al nuevo orden mundial», según Le Monde.

No exagera. El rápido salto adelante hacia el militarismo del capital y el estado alemán está lejos de funcionar como bálsamo: la inflación de costes energéticos y el desabastecimiento de chips y cables están poniendo a la maquinaria industrial alemana, literalmente a medio gas a base de reducciones forzosas de jornada.

Pero el problema tiene mucho más fondo. En primer lugar deja en evidencia que el diseño del Pacto Verde, pensado a la medida de Alemania y sobre la base de una alianza implícita con Rusia, se ha convertido en un desastre espectacular por una profunda incomprensión del imperialismo que, por cierto, ya pasaba factura (de gas) antes de la guerra.

Hubo un consenso de política nacional en el que todos participaron: neutralidad climática para 2045, eliminación gradual de la energía nuclear y el carbón; luego solo quedaría el gas, al menos hasta que las energías renovables estuvieran disponibles en cantidad suficiente. Nunca imaginamos que Vladimir Putin actuaría en contra de los intereses intrínsecos de Rusia

Lars-Hendrik Röller, jefe del departamento de política económica y financiera de la cancillería entre 2011 y 2021 y ex sherpa de Angela Merkel en una entrevista en Handelsblatt

La ruptura de la estructura de costes del Pacto Verde va más allá lo coyuntural

Desde finales de los 90, la fórmula ganadora del «made in Germany» ha consistido en importar materias primas, energía y productos intermedios a buenos precios, para construir y ensamblar en Alemania productos de alto valor agregado, exportados a todo el mundo con una fuerte margen, particularmente a China. Ningún otro país de este tamaño se ha beneficiado tanto de la globalización.

Con la guerra de Ucrania, Alemania se ve obligada a replantear su modelo económico. Le Monde.

Las consecuencias de la aceleración de los movimientos que impulsan una nueva división internacional del trabajo serán por tanto doblemente dolorosas para el capital alemán. Mientras el Consejo de Expertos Económicos del gobierno alemán, en su última evaluación sobre el impacto económico de la guerra hacía sonar las sirenas de alarma, sus economistas más destacados publicaban artículos de opinión en medios y think tanks advirtiendo de que el modelo de competitividad alemana tendrá que «reinventarse» eliminando el gas y reduciendo la dependencia de China.

¿Cómo? Nadie enuncia nada, pero el camino resulta previsible: crear una «pequeña China» a medida bajo el paraguas UE, reforzar el papel del euro como succionador de rentas de los países del Sur europeo y compensar los aumentos de costes de abastecimientos con bajadas de los salarios reales de los trabajadores en suelo alemán. Resumiendo: más imperialismo y más explotación para mantener costes y aún más imperialismo para buscar mercados alternativos.

China ganó la guerra comercial a EEUU, pero se descubre desarmada para la guerra económica con la que amenaza Biden

Biden y Xi

En un mundo con mercados cronicamente insuficientes para la producción global a «realizar», las oportunidades de reinvertir las ganancias no son tampoco suficientes para la cantidad de capital acumulado. De ahí el grotesco desarrollo del capital ficticio y las cíclicas huidas hacia delante como la financiarización.

El crecimiento prodigioso del capital chino desde los 90 gracias a un acceso inédito a los mercados mundiales (lo que se llamó «globalización») no escapó a este condicionante histórico. A pesar del crecer a ritmos que el mundo desarrollado ya ni recordaba, China nunca generó por sí misma oportunidades de inversión suficientes para todo el capital que acumulaba. De ahí que se hiciera masivamente con deuda de EEUU. El pasado enero, según el regulador cambiario chino, la masa de reservas chinas en deuda estadounidense alcanzó los 3,22 billones de dólares.

Problema: EEUU tiene tal empeño en la guerra de Ucrania y teme tan abiertamente que China pueda anular sus peores efectos para el capital ruso, que ahora amaga con congelar las reservas chinas en su propia deuda... aunque la devalúe.

Evidentemente el Banco Central chino es consciente del peligro desde hace tiempo. Y desde 2015 viene sustituyendo deuda americana por otras divisas y activos. Pero no tiene muchas alternativas. Invertir en deuda de países semicoloniales sería tomar un riesgo demasiado alto. Y virar hacia el euro ni les pondría a salvo completamente de EEUU ni mejoraría las relaciones con Europa. A fin de cuentas cambiar dólares a euros haría subir el precio de los euros reduciendo aún más la competitividad de las industrias europeas en el exterior.

Al implementar las sanciones, Washington ha demostrado que el control sobre el sistema de pago global le da una enorme cantidad de poder. Países como China, Irán, Rusia y Venezuela, que están muy preocupados por el ejercicio de ese poder, ahora tienen un mayor incentivo para tener algo más que el dólar. Pero no pueden ir mucho más allá de eso... ¿qué otra cosa podría comprar si no?

Declaraciones de Michael Pettis, profesor de finanzas en la Universidad de Pekín, al South China Morning Post

Dicho de otro modo, China ha pasado de enfrentar con éxito la guerra comercial con EEUU a descubrirse impotente en cuanto se esboza la guerra económica. Ante el órdago solo puede tragar o plantearse seriamente una guerra directa con EEUU. Así que la consecuencia inmediata ha sido la aparición, por primera vez en décadas, de una fractura clara en la burocracia china en torno a su orientación imperialista... que rápidamente ha moderado la posición oficial china.

EEUU: ¿Un ganador pírrico?

La VIª Flota de EEUU surcardo el Mediterráneo.

La impotencia rusa, europea y china frente al ímpetu de la respuesta de EEUU a Rusia parecería recuperar el papel de EEUU, al menos por un tiempo como potencia imperialista hegemónica mundial. Según algunas lecturas -como la que se intuye bajo los últimos movimientos de Sánchez o Draghi- estaríamos volviendo a unos «nuevos años noventa» y su «nuevo orden mundial».

Nada más lejos en realidad. En los 90, EEUU también impulsaba una nueva división internacional del trabajo. Pero aquella profundizaba y unificaba el mercado mundial capitalista, distribuyendo las cadenas de producción sobre el tablero global. EEUU se sentía capaz de gobernar el sistema en su conjunto mediante instituciones multilaterales y mecanismos automáticos, reservando las sanciones y las acciones militares para países semicoloniales y periféricos como Irak que jamás podían convertirse en «retadores globales» para su capital nacional.

Ahora, EEUU vuelve a dirigir la orquesta imperialista mundial. Pero sólo para fracturar el mercado mundial rompiendo unidades económicas gigantescas y concentrando cadenas de producción que habían demostrado ser extremadamente eficientes en coste. Es decir, no cabalga y lidera un aumento de capacidades productivas, sino las fuerzas que concurren a su destrucción. Y desde luego, el juego de automatismos, instituciones multilaterales y, eventualmente sanciones, quedó muy atrás, definitivamente superado por los acontecimientos. Y ahora, como rival imperialista abierto, no tiene a un país semicolonial, sino a la segunda potencia mundial.

Resumiendo: Alemania y China pierden, pero EEUU solo consigue imponerse colocando a sus rivales ante el abismo de una guerra económica abierta. Washington está lejos de «liderar» ofreciendo acceder a mercados e inversiones rentables a los demás capitales concurrentes a cambio de sincronizar su juego y aceptar las reglas de Washington, como hizo en los noventa. Lo que está imponiendo en la práctica es una situación en la que cada capital nacional sólo puede ver pérdidas por delante y, como ahora Taiwan, intenta minimizarlas cediendo sus ventajas tecnológicas o comerciales al patrón de Washington.

Una situación así no va a generar un periodo de estabilidad. Nunca quedó más lejos la «Pax Americana». La guerra de Ucrania es sólo el prólogo de conflictos imperialistas mayores.