Los limites del mundo mercantilizado
Como vimos ya en el artículo anterior de esta serie, la riqueza en el capitalismo ascendente se multiplica como los panes, crece desmesuradamente... O eso parece, porque el concepto de riqueza es uno de esos conceptos que todo el mundo parece entender pero nadie sabe describir con precisión. ¿En qué piensa el lector si decimos «riqueza»? En el mundo mercantilizado actual, probablemente piense en el dinero. El dinero existe desde hace milenios1, ¿qué tiene de capitalista esta riqueza? ¿O es que es la moneda y no el dinero como tal lo que existe desde hace milenios?
El fetiche individual y el fenómeno social no son lo mismo. La moneda forjada a partir de metales preciosos existe desde hace milenios y tiene valor de uso intrínseco como tal. En Mesopotamia y muchos otros lugares se usaba para financiar ejércitos de mercenarios -a los que no se puede pagar en tierras-, para intercambios de bienes de lujo o escasos a larga distancia y para pagar los salarios de trabajadores públicos. Pero es el carácter de esta última función lo mas sorprendente cuando se compara con el capitalismo, el estado estaba obligado a pagar salarios con moneda preciosa justamente porque no encontraba mano de obra disponible... Debido a que los campesinos mantenían sus tierras y no se interesaban en trabajar para el estado:
Los siervos del templo cavan sólo mil codos del lote de cuatro mil codos que se nos ha repartido; los asalariados han cavado todos (el resto). No hay obreros aquí excepto dos [...]; y cuando le dije al residente real, contrata a algunos hombres, (él) me dijo: no tenemos plata. Ahora, o me envías un complemento completo de trabajadores o le traes plata al residente real para que contrate hombres y de esta manera reúna el número necesario de trabajadores. Veinticinco trabajadores (de un determinado contingente) se van a marchar el primero de Ululu porque no se les paga: (mis) señores deben saber que todos estos son asalariados y que un asalariado sólo trabaja por tres shekels (por mes). No hay nada que pueda darles.
Traducciones de tablillas de arcilla neo-Babilonicas, primer milenio aEC[*](http://www.academia.edu/12080742/Labor_in_Babylonia_in_the_First_Millennium_BC)
En lugar de crecer como la multiplicación de los panes, la moneda desaparecía continuamente en un pozo sin fondo. Refinanciarse en moneda era justamente una de las principales fuerzas que empujaban a los estados precapitalistas hacia la guerra. Por ejemplo, Castilla perdía hacia el extranjero 100.000 maravedíes por año que se usaban para comprar artículos de lujo, materiales militares y productos manufacturados. ¿De dónde salían esos maravedíes? De refundir los metales preciosos obtenidos en las conquistas militares en el sur de la península. Como ya vimos, pasaba lo mismo con el oro y la plata de América. Los estados absolutistas estaban obligados a bien hacer la guerra y ganar o a endeudarse continuamente para ganar la próxima.
El capital
Solo existía un lugar en el que las reservas de moneda parecían crecer continuamente: la Inglaterra post-revolucionaria. De algún modo Inglaterra era capaz de comprar cantidades ingentes de oro y metales preciosos y éso la convirtió en reina y señora de la época. Mientras los estados absolutistas se endeudaban a muerte e imponían elevados impuestos a la población, Gran Bretaña era capaz de financiar potencias enteras para impedir que apareciese un poder fuerte en la Europa continental:
En todas las grandes guerras del siglo XVIII el gobierno gastó cantidades sustanciales de dinero en subsidiar ejércitos extranjeros para luchar las guerras de Gran Bretaña. Durante la Guerra de Sucesión española mas de 7 millones de libras -aproximadamente el 25% de todos los gastos militares aprobados por el parlamento- se usaron para financiar ejércitos extranjeros.[...] Entre 1702 y 1763 el gobierno británico gastó mas de 24.5 millones de libras de este modo. A veces este dinero era gastado para financiar pequeños grupos de tropas extranjeras que luchaban junto a los británicos, a veces, como durante la Guerra de los Siete Años, subsidiaron un ejercito entero como los 40.000 soldados del Duque de Brunswick.
John Brewer, The Sinews of Power: War, Money and the English State
Mientras contenía a Europa con los impuestos que se imponían a sí mismas las clases propietarias en el parlamento, Gran Bretaña se expandía en los mares sin gran peligro... Es prácticamente la Oceana de Harrington hecha realidad. Después de la guerra de los siete años, el estado francés quedó tocado de muerte, subió los impuestos brutalmente y desencadenó la ola de acontecimientos que acabaría al mismo tiempo en la Revolución Francesa y la pérdida de la cabeza de un tal Lavoisier, científico pero sobretodo jefe de la recolección de impuestos del estado absolutista -y uno de los blancos favoritos de un tal Marat.
¿Cuál era el secreto de Gran Bretaña? Tenían dinero de verdad y no solo moneda, así como un tipo muy especial de organización social -el capitalismo- que les permitía hacer crecer la masa de dinero de manera aparentemente continua. Contrariamente a las sociedades de clases anteriores donde la riqueza existía en forma de tierras o botín, en el capitalismo la riqueza se encuentra específicamente en forma de mercancía. Es el circuito que permite aumentar el dinero a través de la producción de mercancía lo que se conoce como capital. Era posible incrementar la moneda a través de las «formas antediluvianas» del capital, como los préstamos, pero solo el capital productivo es la forma madura del capital. Es la acumulación de dinero a través del circuito del capital el verdadero objetivo que mueve a la sociedad capitalista.
Pero ¿qué le ha pasado a la moneda? ¿Sobre qué se está expandiendo la cantidad de dinero? Si la economía se hunde, ¿bastará con quitarle ceros a la derecha para aumentar lo que vale el dinero cual genio bolivariano?
El valor
Hemos dicho que el dinero «vale» algo, pero ¿qué es ese algo? ¿El oro contenido en una moneda? Si fuera así, ¿en qué se diferenciaban una moneda de oro francesa de una moneda de oro británica en el siglo XVIII? Los fetiches tienen la misma composición. ¿Y el papel moneda? Hasta hace relativamente poco, era directa o indirectamente convertible a oro. ¿Vale más el dinero de los países que tienen más oro? ¿Tenía Gran Bretaña un caldero mágico de oro como un Leprechaun? El oro lo tenian que comprar fuera, pero... ¿Por qué podían comprar mas que otros? Todos estos argumentos son circulares, hay algo que falla en nuestro razonamiento.
Se trata de fetiches y, como vimos, tomados uno por uno esconden completamente las relaciones sociales que subyacen bajo su circulación. El fenómeno no está relacionado con las calidades físicas del dinero, sino con su papel social. El objetivo de la sociedad capitalista es aumentar el capital, es decir, aumentar la cantidad de dinero a través de la producción de mercancía. La mercancía es el aspecto central y no los Leprechauns, los subterfugios financieros que amenazan con estallar o las máquinas de imprimir billetes o el endeudamiento a lo loco, como predican algunos monetaristas.
Mercancías... Pero ¿qué tienen en común las mercancías para que puedan intercambiarse entre sí a través del dinero? Cambio frambuesas por tornillos mediante dinero, pero no parecen tener nada en común a primera vista. Cambio mercancías por dinero y dinero por mercancías. Pero nos hemos vuelto a saltar la naturaleza de la sociedad que produce estas mercancías. Estamos abstrayendo algo en cada círculo de intercambio. Sí, las frambuesas se comen y los tornillos pueden servir para fabricar coches, pero eso son valores de uso. Tienen algo en común, una «tercera cosa» que media entre ellas. Se necesita trabajo, las mercancías no se fabrican solas. Y no cualquier tipo de trabajo, los esclavos no valen.
Se necesita trabajo asalariado, pagado a su valor -cuidado, ¡punto importante!- según la cantidad de horas trabajadas. Proletarios móviles que se puedan contratar y despedir libremente (eso es, libremente para el capitalista), es la movilidad entre ramas lo que vuelve a este trabajo «prácticamente abstracto» y permite que se venda como fuerza de trabajo.
Es la masa de la fuerza de trabajo de la sociedad, y no de una rama o empresa en particular, lo que determina el valor:
Podría parecer que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquel necesitaría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo, el trabajo que genera la sustancia de los valores es trabajo humano indiferenciado, gasto de la misma fuerza humana de trabajo. El conjunto de la fuerza de trabajo de la sociedad, representado en los valores del mundo de las mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza humana de trabajo, por más que se componga de innumerables fuerzas de trabajo individuales. [...]
Tras la adopción en Inglaterra del telar de vapor, por ejemplo, bastó mas o menos la mitad de trabajo que antes para convertir en tela determinada cantidad de hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manual inglés necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo de trabajo que antes, pero el producto de su hora individual de trabajo representaba únicamente media hora de trabajo social, y su valor disminuyó, por consiguiente, a la mitad del que antes tenia. [...] Cada mercancía es considerada aquí, en general, como ejemplar medio de su clase. [...]
La magnitud de valor de una mercancía se mantendría constante, por consiguiente, si también fuera constante el tiempo de trabajo requerido para su producción. Pero este varía con todo cambio en la fuerza productiva del trabajo. La fuerza productiva del trabajo está determinada por múltiples circunstancias, entre otras por el nivel medio de destreza del obrero, el estado de desarrollo en que se hallan la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, la coordinación social del proceso de producción, la escala y la eficacia de los medios de producción, las condiciones naturales.
Carlos Marx. El Capital Volumen I, 1857
Es sobre esta enorme masa total de valor en crecimiento que reside el secreto de la expansión de la masa de dinero. Fíjense en como Marx enfatiza repetidamente la importancia del progreso técnico sobre el total del circuito productivo, como veremos pronto ahí reside el verdadero truco de prestidigitador del capitalismo. El valor solo puede expresarse en forma de dinero, no existe como átomos metafísicos dentro de cada mercancía, pero ¿cómo es posible? ¿Es el precio lo mismo que el valor?
¡No! Nos hemos saltado aposta una característica necesaria y central del capitalismo: la competencia. La manera mas fácil de explicar la diferencia entre valor y precio es justamente con la fuerza de trabajo. El valor de la fuerza de trabajo es la cantidad promedio de trabajo medida en horas necesaria para (re)generar esa misma fuerza de trabajo. Sin embargo, el precio de esa fuerza de trabajo que obtiene cada trabajador es el resultado de su competencia contra otros trabajadores y/o sindicatos en el mercado de fuerza de trabajo. Obviamente el valor solo se puede expresar como precio individual, pero no es lo mismo 2. Pero, un momento... Por mucho que el trabajador venda su fuerza de trabajo, no obtendrá una cantidad cada vez mayor de dinero.
Plusvalia y ganancia
El error mortal de los economistas clásicos y los utópicos como Proudhon fue confundir el valor de la fuerza de trabajo que el proletario alquila al capitalista con el valor que el trabajo del proletario añade a la mercancía final. Realmente no se trata de un intercambio de equivalentes. No olvidemos que por el momento estamos hablando de valor, esto es sobre el total de la mercancía en la sociedad sin competencia. Es la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor añadido a la mercancía por el trabajador lo que se llama plusvalía, y es esta plusvalía la que se reparten entre ellos los capitalistas. Dado que el valor se expresa como dinero, lo que obtienen el total de los capitalistas al extraer plusvalía de los trabajadores es una cantidad mayor de dinero.
Pero, ¿Cómo lo hacen? De hecho no hay uno sino dos mercados, uno de los cuales esta monopolizado por los capitalistas. En el segundo, el mercado de capitales, es donde ocurre la «magia». Aquí es donde se compran y venden los medios de producción y donde se colocan las inversiones – hoy en dia agilizado y ayudado aun mas por las sociedades de capital, fondos, etc.-. En el mercado de capitales los capitalistas compiten entre ellos por producir al máximo y obtener el máximo de inversiones. Se reparten entre ellos el botín de la producción de toda la sociedad, compitiendo por aumentar su capital individual. Al competir entre ellos el resultado son los precios de producción. La diferencia entre el precio final del cúmulo de mercancía y los precios de producción en cada empresa individual es su ganancia.
Es por arriba, a través de los capitales, y no por abajo -el mercado de bienes de consumo- que se interconecta el valor en la sociedad. La generación «mágica» del dinero no está en la mercancía individual. Es el resultado del flujo y circulación del dinero y la producción de mercancía a gran escala a lo largo del circuito entre los dos mercados. No es algo que pueda producirse en una única empresa individual. En la explotación de una clase trabajadora desposeída por otra que monopoliza el acceso a medios de producción e inversiones. Los arboles no dejaban ver el bosque.
Utopías vacías
Es un mecanismo bello, pero extremadamente problemático. Dicho muy rápidamente: muchas ramas de producción viven en realidad subvencionadas por unas pocas. Si se intentara realizar un sistema utópico, a lo Proudhon, de producción de mercancías donde los trabajadores «obtienen el valor equivalente a lo que han agregado» el resultado seria que un montón de trabajadores debería pagar a unos pocos que son los que en realidad producen la mayor parte de plusvalía. Por mucho que la mercancía que producen los primeras sea de igual necesidad. Es una barbaridad monstruosa. Ese es el error garrafal de Proudhon:
Así, pues, en vez de considerar las categorías político-económicas como abstracciones de relaciones sociales reales, transitorias, históricas, el señor Proudhon, debido a una inversión mística, sólo ve en las relaciones reales encarnaciones de esas abstracciones.
Carlos Marx, Miseria de la Filosofía, 1847
Si en lugar de éso, nos propusiéramos producir mercancías pero eliminar su circulación y desligar la moneda del tiempo de trabajo abstracto, nos veríamos obligados a racionar mercancías a una masa de trabajadores atados a plantas particulares. No habría manera de coordinar la producción a través del mercado de capitales y acabarían en un desastre demencial. Es el ejemplo de la URSS.
Peor aun, todo lo expuesto previamente solo se aplica al capitalismo ascendente. Las mercancías no se venden mágicamente en el vacío, hace falta que alguien las compre para realizar la plusvalía y los mercados extracapitalistas son insuficientes hace mucho para la masa de plusvalor a realizar. El estado-nación y el capitalismo hace tiempo, aproximadamente 100 años, que ya no tienen futuro alguno salvo a golpe de genocidio y reconstrucción.
La risible utopia burguesa de la Laputa ascendiendo hacia el cielo se ha topado con la realidad y se hunde. No hay movimiento perpetuo ni cielo al que llegar. Se acabó el progreso permanentemente acelerado. La era de la mercancía, debe acabar.
Notas
1. En un articulo anterior dijimos que el «dinero» había existido siempre. No es técnicamente cierto, pero aun no había llegado el momento de introducir el aspecto fetichista del dinero.
2. No es que haya que «convertir al valor en precios» es que el valor es una ficción explicativa... Solo existen los precios como tales.