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Lo que no te cuentan de Arguineguín y la oleada de pateras en Canarias

20/10/2020 | Magreb

En este momento hay más de 800 personas hacinadas en Arguineguín. Más de 9.100 migrantes y refugiados llegaron en lo que va de año en cayucos y botes. Más de 8 veces los que lo hicieron en todo 2019. No es turismo, llegar supone sobrevivir a una travesía infernal desde Dajla en la que las probabilidades de muerte son altas. Dajla está en la frontera del Sáhara Occidental con Mauritania, en el extremo sur del territorio bajo control marroquí. Zarpar desde Dajla supone aguantar sin moverse, durante una semana, durmiendo y defecando entre los demás en una de las zonas de corrientes más fuertes del Atlántico, sin agua ni comida suficientes bajo un sol abrasador. Lo que no hace sino más llamativo que ahora no solo se trate de malienses huyendo de la guerra de Francia en el Sahel o guineanos huyendo de las narcomafias. Las últimas pateras están llenas de jóvenes marroquíes. Jóvenes, trabajadores en su gran mayoría, que al llegar encuentran... el embudo. Porque como afirman los caciques de Coalición Canaria:

La estrategia del Gobierno central es clara: concentrar a los inmigrantes en Canarias impidiendo su traslado al continente, lo que convierte a las islas en una cárcel para ellos

Es una política deliberada cocinada en la UE, la misma que llevó a monstruosidades como Lampedusa. Como reconoce el periódico oficialista, El País, en la Península, entre el 55% y el 60% de las plazas de acogida están libres, pero el Ministerio del Interior solo ha autorizado traslados a cuentagotas tanto desde Melilla, donde se hacinan 2.000 migrantes a la espera, como en Canarias.

Se imprime el mensaje de que llegar a Canarias no es llegar a Europa, una estrategia ensayada en otros territorios aislados que ejercen de tapón migratorio del continente. Con números mucho menores, el embudo canario recuerda al que vivió la isla italiana de Lampedusa o ahora la griega de Lesbos

¿Por qué esta oleada?

Colas de migrantes en el puerto de Arguineguín esperando hacer su test Covid.[/caption]

La llamada crisis migratoria de 2018 en la UE reforzó el papel de Marruecos como tapón: fondos europeos y aguinaldos españoles sirvieron para reducir rápida y drásticamente el flujo migratorio. Todos felices y con los ojos bien cerrados a las barbaridades que estaban ocurriendo.

Pero, bien regado de fondos, el Majzen también absorbió migrantes. Cincuenta mil refugiados de Malí, Guinea Conakry y Senegal obtuvieron papeles y oportunidades de trabajo... en el Sáhara. El Sáhara, aunque el gobierno diga que es una provincia más, vive en realidad bajo un nivel de vigilancia social y represión política aun mayor que el resto del país. El atractivo para el capital de la provincia reside en realidad en que las leyes de protección de los trabajadores se hacen mucho más laxas al cruzar la frontera, que la organización de los trabajadores es perseguida con saña y que el escrutinio público es aun menor que en el resto del país. Además, todos esos permisos estaban y están condicionados a tener un contrato de trabajo. Si el patrón te echa, te deportan.

¿Qué ha pasado ahora? Que la crisis en todo Marruecos es brutal. Los trabajadores son despedidos a miles en todo el país... y los migrantes confinados en Sáhara deportados de a cientos manu militari a sus países de origen sin importar que estén en guerra.

Para migrantes y refugiados la única solución es bajar a Dajla y huir. Pero para los trabajadores jóvenes de pasaporte marroquí despedidos con la pandemia tampoco es mucho mejor. Si se quedan, las posibilidades de empleo en mitad del estado de emergencia son pocas o nulas. Y en Marruecos el soporte familiar está rompiéndose: el número de familias con todos los miembros en paro crece y para cada vez más trabajadores perder el puesto de trabajo significa no tener con qué comer. Además, si enferman en el país más afectado por el Covid del Magreb lo más probable es que ni siquiera puedan acceder a una de las escasas 1600 camas UCI, concentradas en la capital, Casablanca y las zonas más ricas. En el conjunto de Marruecos el 42% de los jóvenes ha considerado migrar. No es efecto llamada, el que tiene trabajo en una cadena en una empresa marroquí, que viene a ganar 150 euros mensuales por 12 horas de trabajo seis días a la semana, no se arriesga a cruzar en patera el Atlántico pagando 2.000€ por un pasaje a la deshidratación y, muchas veces, la muerte.

¿Son racistas los vecinos de Arguineguín?

El ministro de Seguridad Social y Migraciones interpelado por un vecino.[/caption]

Mogán no es precisamente un lugar donde se concentren las grandes fortunas. La renta disponible media es de 16.655€. Solo 6.400 de los 23.400 habitantes ganan lo suficiente como para tener que pagar el impuesto de la renta. Y Arguineguín es un pueblo de pescadores dentro del municipio de Mogán. Como servicios públicos tiene una línea de buses municipal y un centro de salud. Tenía una escuela, pero las lluvias de 2018 la dañaron y nunca se permitió la reapertura a pesar de las protestas y movilizaciones de los vecinos. Ese centro se reabrió para alojar a los migrantes que llegaban ya en pateras este verano. Cuando en julio apareció el ministro Escrivá con el alcalde de las Palmas, los vecinos se congregaron a la puerta para pitar e increpar a los políticos.

Aquí hay mucho paro y poca inversión. Pasa una sola guagua cada hora. Es normal que la gente se enfade si ven que sí hay dinero para traer inmigrantes pero no para que sus hijos vayan al colegio.

En Arguineguín el que no depende de cobrar los ERTEs, depende de las ayudas de emergencia. Así que cuando el alcalde y el ministro encargado de haber repartido las ayudas y pagado los ERTEs que seguían pendientes desde hacía cuatro meses, argumentaron a los vecinos que los migrantes lo estaban pasando mal, no faltó quien respondiera:

¿Esos lo están pasando mal? Lo están pasando mal las familias de aquí, que no tenemos para comer

Para qué queremos más. Los mismos medios y políticos que durante décadas han alimentado la xenofobia en todas sus formas -contra el trabajador godo, moro, venezolano o subsahariano- llamaban racistas a los vecinos y se auto-titulaban como valientes por enfrentarlos. ¿La verdad? El cinismo infinito de unos políticos que niegan las necesidades más básicas de los trabajadores y les regañan por egoistas. Cinismo que al final utiliza el mismo principio mentiroso de los racistas. Cuando el ministro y el alcalde afean a los vecinos reivindicar servicios públicos básicos porque hay una emergencia humanitaria que atender, están enunciando de otro modo el discurso racista y mentiroso según el cual lo que va a la atención vital de los migrantes sale de lo que debería ir a los servicios básicos para los trabajadores. Es difícil ser más mezquino y moralmente miserable.

Los responsables

Sánchez pasa revista a las tropas españolas en Mali.[/caption]

Se podría hacer una buena lista de responsables, empezando por el estado francés y sus aventuras imperialistas en Africa, secundadas por Alemania y España entre otros; siguiendo por la UE que acordó pagar a Marruecos para aflojar la presión migratoria sin reparar en medios -y ya sabemos qué medios se gasta el Majzen-; continuando por el gobierno español que convierte islas y ciudades enteras de la España africana en CIEs y los CIEs peninsulares en verdaderos campos de la vergüenza; y acabando con la comunidad autónoma y el ayuntamiento, estructuras caciquiles que gravan a los pobres para animar la acumulación de la burguesía hostelera y contrabandista local. Un cuadro impresionante... y universal.

El pastor maliense que huye de las masacres semanales azuzadas por la presencia de los militares franceses y españoles, el joven obrero marroquí que se juega la vida para encontrar trabajo, y el trabajador de Arguineguín al que no acaban de pagar el ERTE y le cierran la escuela de sus hijos, están sufriendo a manos de los mismos y por los mismos motivos.

La pandemia nos ha dado la oportunidad de ver cómo se las gasta la clase dirigente, cómo no le tiembla el pulso a la hora de descartar confinamientos, así se lleven miles y miles de vidas por delante solo en España, con tal de mantener el negocio produciendo beneficios. Y es que a estas alturas, solo saben mantener el negocio en marcha, con los beneficios esperados, haciendo un balance entre salud y economía, es decir entre nuestros muertos y sus beneficios. Sea en España, en Brasil, en Argentina, en EEUU, en Mali o en Marruecos. En todos lados es así. Los medios de la clase dirigente aplauden y corean funerales simbólicos por el dinero perdido por los bares, pero no tienen ni un minuto para las 3.000 personas que fallecieron ya en la segunda oleada, mucho menos para preguntarse cómo podría haberse evitado porque, a fin de cuentas, la respuesta es obvia pero mala para el negocio.

¿Cómo vamos a creer los cínicos desvelos de los políticos o la falsa solidaridad de las empresas y las ONGs? Más bien tenemos que preeguntarnos por qué nos ponen reportajes conmovedores que culpabilizan a los trabajadores locales con superficialidades pero renuncian a preguntarse lo más básico: qué mueve a un trabajador marroquí a jugarse la vida en esas condiciones para optar a un trabajo hiper-precario.