Lo que los demócratas no te cuentan sobre los trabajadores de la automoción en EEUU y México
El 17 de agosto, la gobernadora demócrata de Michigan, Gretchen Whitmer, dio un discurso en la convención demócrata. Sus primeras palabras fueron que la industria automotriz habría muerto sin el trabajo del gobierno Obama. Luego exigió a los trabajadores su parte y aseguró que gracias a unos supuestos voluntarios, los demócratas, dirigiendo a los trabajadores de la automoción, habían salvado miles de vidas. ¿Es verdad?
Whitmer prosiguió asegurando que:
Cuando nuestra nación comenzó a luchar contra el COVID-19, los trabajadores de la industria automotriz en Michigan entraron en acción! Comenzaron a fabricar equipos de protección para médicos y enfermeras en primera línea. Déjenme explicarlo: El presidente Obama y el vicepresidente Biden salvaron la forma de vida de estos trabajadores de la automoción. Después estos trabajadores hicieron su aporte para salvar vidas americanas. Esa es la historia de esta gran nación... Desde el principio, tomamos esta pandemia en serio en Michigan. Escuchamos a los expertos médicos y planeamos. Y con mucho trabajo de los trabajadores de la automoción y muy poca ayuda de la Casa Blanca, ejecutamos nuestro plan. Salvamos miles de vidas.
General Motors y Chrysler estaban en la bancarrota en 2009. El grupo de trabajo del gobierno(The Presidential Task Force on the Auto Industry) exigió la reestructuración de las empresas de automóviles a cambio de préstamo. General Motors recortó miles de puestos de trabajo mientras que el sindicato UAW (United Auto Workers) aceptó reducir los salarios y prestaciones sociales. Los salarios de los nuevos empleados se redujeron a la mitad, se prohibieron las huelgas durante seis años, se recortaron las ayudas médicas y las pensiones, etc.
La diferencia entre el plan de Obama y la propuesta de Mitt Romney -que había sido el candidato presidencia republicano ese mismo año- no era de fondo, sino de forma. Mientras Romney quería utilizar los tribunales de quiebra para romper los contratos sindicales y recortar unilateralmente prestaciones y salarios, Obama confió en los UAW para que lo hicieran por sí mismos. Por eso la UAW está tan agradecida con el gobierno Obama.
El impacto devastador que todos estos cambios significaron para los trabajadores de la automoción salvó a General Motors, Chrysler y por supuesto a la UAW, pero significó un brutal deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores.
El COVID en Michigan
Siguiente cuestión. ¿Se tomaron en serio el COVID en Michigan desde el principio? En marzo, cuando las escuelas ya habían cerrado para frenar la propagación del virus, la industria automotriz siguió operando como si no pasara nada. Tanto la dirección como el sindicato se limitaron a decir a los trabajadores que se lavaran las manos. Muchos trabajadores se preocuparon por la falta de equipo de protección personal y la suciedad de las plantas y los baños. Poco después, comenzarían a sufrir las consecuencias.
En la planta del Norte de Jefferson en Detroit, los trabajadores escuchan que alguien dio positivo en COVID. En la de de FCA en Sterling Heights, varios trabajadores dan positivo en COVID. El dirigente sindical de la Ford Dearborn Truck en Dearborn, informa a los trabajadores que la planta no se puede cerrar porque concentra demasiada producción. Lo mismo está ocurriendo en el resto del sector, en las instalaciones de Ohio, Indiana, Illinois, Texas, Missouri, México y Canadá.
En Canadá los trabajadores de la planta Fiat Chrysler Windsor entran en huelga el 12 de marzo. La Warren de Fiat Chrysler se suma el 16 de marzo. Al día siguiente, cientos de trabajadores de Indiana se negaron a trabajar en el segundo turno de la planta de transmisión Tipton de Fiat Chrysler.
La UAW y las tres grandes compañías de automóviles habían llegado a un acuerdo que declaraba que sólo se aplicarían cierres parciales rotativos pero se tomarían algunas medidas de seguridad. El sindicato y la dirección, interesados en mantener las plantas abiertas, lucharon constantemente para evitar y romper las huelgas. Amenazaron a los trabajadores de Tipton Transmission y lograron evitar que la huelga en Warren de Fiat Chrysler se extendiera por toda la planta. Pero a partir de la noche siguiente, los trabajadores en dos plantas en Michigan, Fiat Chrysler's Sterling Heights (SHAP) y Jefferson North Assembly Plants (JNAP) [hicieron huelga](https://www.fox2detroit.com/news/fca-workers-walk-off-the-job-after-employee-tests -positive). Los trabajadores de la Planta de Motores de Dundee en Ann Arbor, Michigan, también se negaron a trabajar al día siguiente. La huelga pronto cruzó las líneas estatales cuando los trabajadores de la planta de Toledo North Assembly en Ohio se unieron. Ante todo esto, los siguientes turnos fueron cancelados, así como los turnos en otras plantas, como en las instalaciones de Ford en Michigan.
Las huelgas y el sindicato
Los trabajadores se estaban infectando y tanto la UAW como la gerencia se negaron a detener la producción. Cuando un trabajador daba positivo, se le mandaba a casa sin informar a ninguno de sus compañeros. Se esperaba que los demás trabajadores siguieran trabajando como si nada hubiera pasado. Tampoco se limpió nada. En las cadenas de automoción todos trabajan muy cerca y los mismos vehículos se tocan en rápida sucesión. La posibilidad de contagio es alta. Así que los trabajadores acabaron descubriendo que el origen de las infecciones estaba en su centro de trabajo y, una vez que lo descubrieron, se negaron a trabajar.
Tras estas huelgas espontáneas que UAW no pudo evitar, los Tres Grandes (Fiat Chrysler, Ford y General Motors) anunciaron que cerrarían todas sus plantas en América del Norte hasta el 30 de marzo.
Lo que siguió fue un bloqueo mediático. CNN, el Wall Street Journal, el New York Times, el Washington Post, y otros, publicaron artículos que ocultaron la razón del cierre de las plantas. Afirmaban que las plantas habían cerrado porque la UAW lo exigía. Pero, como declaró un trabajador de la planta de Toledo:
Lo que realmente me enfurece es que el sindicato intentara atribuirse el mérito del cierre en marzo. Eso dijeron. ¡No! Los trabajadores protestaron y se fueron. Todo el mundo vio el video donde el dirigente del sindicato le dice a los trabajadores que «se calmen». Estamos pagando cuotas sindicales a la gente que mima a la empresa. Saben exactamente lo que está pasando en la planta y no hacen nada. Nuestras cuotas sindicales se usan para pagar los honorarios legales de nuestros dirigentes sobornados. Ni siquiera lucharán contra un agravio, así que ¿cómo podemos depender de ellos para luchar por nuestras vidas?
Si los hospitales no pueden conseguir los EPI que necesitan, ¿cómo lo conseguirán los trabajadores de la industria automovilística? Muchos de mis compañeros de trabajo tienen asma, diabetes y otras patologías previas. No hay forma de que estemos seguros ahí dentro. Tenemos 6.000 trabajadores en dos turnos, además de camioneros, y gente de repuestos. ¿Cómo vamos a estar seguros en ese ambiente? Antes de la pandemia, la compañía siempre mantuvo la cadena en movimiento cuando los trabajadores se lesionaban o caían muertos. ¿Cómo será con mucha gente enferma?
La compañía nos ve como prescindibles. Les gustaría que nos despidiéramos o muriéramos, para poder pagarle a otro 15 dólares la hora en vez de pagarme 29 dólares la hora. Producimos 500 Jeeps cada turno, así que cuanto menos nos paguen, más beneficios para la empresa. Menuda opción se nos da: o ir a trabajar y probablemente morir, o perder el trabajo.
El sistema de voluntarios
Como los casos confirmados en Michigan siguieron aumentando, la gobernadora Whitmer, anunció una orden de cierre en todo el estado en la mañana del 23 de marzo, que entraría en vigor hasta el 13 de abril. Más tarde, Ford y Fiat Chrysler anunciaron que sus plantas se reabrirían un día después la terminación del cierre estatal.
Sin embargo, al mismo tiempo, la orden de cierre eximía a la infraestructura crítica... una categoría que incluye a la industria automotriz. La UAW acabó llegando a un acuerdo con las empresas que permitía la continuación de la producción en los almacenes de distribución de piezas... en los que iban a trabajar unos supuestos voluntarios. En realidad se dio a los trabajadores de la distribución de piezas la opción de seguir trabajando y correr el riesgo de infección o de ser despedidos y sustituidos por estos voluntarios, que en realidad eran trabajadores temporales.
Es a esto a lo que la gobernadora se refería cuando afirmó que los trabajadores de la industria automovilística se habían ofrecido como voluntarios para fabricar los equipos de protección personal.
Las huelgas en México
El 30 de marzo, el gobierno mexicano ordenó el cierre de todas las actividades no esenciales hasta finales de abril. Pero la trampa ya estaba inventada. Al igual que en Michigan, la industria automotriz se consideraba esencial y la idea era mantener las fábricas abiertas.
Tan sólo un día después, los trabajadores de VDO y Novalink dejaron las fábricas en Matamoros. Al día siguiente, los trabajadores de Autoliv y Edemsa hicieron huelga. Les siguieron Tridonex, Parker, Tyco y Kwalu. Como las huelgas paralizaron la producción contra la oposición de la dirección y del sindicato, las plantas se vieron obligadas a cerrar y pagar a los trabajadores durante el cierre.
Sin embargo, otras fábricas en México siguieron abiertas y 120.000 maquiladores seguían operando. El 19 de abril, los trabajadores descubrieron que 29 maquiladores habían muerto por COVID-19 solo en Ciudad Juárez. Las huelgas se extienden a Mexicali, Ciudad Juárez, Matamoros, Nogales y Gómez Palacio en plantas de electrónica, robótica y autopartes. Fueron estos trabajadores en huelga salvaje, no los sindicatos que intentaban frenarlas, losque lograron obligar a las fábricas a cerrar y pagarles durante los días de cierre.
Pero el capital estadounidense en sumamente dependiente de la producción en México, así que Trump comenzó a presionar a AMLO para que reabriera las plantas esenciales y AMLO, el anti-imperialista de izquierda, declaró que se encargaría de que todo estuviera abierto y en marcha el 17 de mayo.
Los demócratas no tienen nada que envidiar a Trump
A todo esto, los casos de COVID en EEUU seguían aumentando. En Michigan la orden estatal original se extendió hasta finales de abril. 1232 casos y 15 muertes por coronavirus fueron confirmados en este momento en Michigan. Una semana antes de que esta orden de quedarse en casa expirara, la gobernadora la prorrogó por segunda vez. Esta vez iba a terminar el 15 de mayo. Pero más tarde, la orden fue extendida por tercera vez. Iba a durar hasta el 28 de mayo. Sin embargo la gobernadora, además de relajar algunas restricciones, anunció que los trabajadores de la industria manufacturera, por ser esenciales, volverían a trabajar el 11 de mayo.
A principios de mayo, se reportaban más de 1.000 nuevos casos diarios y más de 100 personas morían diariamente en Michigan. Entre esas muertes se encuentran las de no pocos trabajadores automotrices. Sin embargo, el objetivo de hacer trabajar a los obreros de la manufactura antes que a los demás seguía en marcha.
Reabriremos la industria como parte de mi plan de inicio seguro para relanzar la economía. Estos son los dos grandes temas en este orden. A partir del lunes 11, los trabajadores de la industria pueden comenzar a trabajar. Así que, es un momento muy importante que creo que es crítico para reconocer algo. La manufactura es una parte importante de nuestra economía, no hay duda. Y ya que hemos hecho la evaluación de riesgos, nos sentimos cómodos porque con estos protocolos de seguridad podemos volver a trabajar de forma segura.
Y creo que es importante saber que la manufactura es alrededor del 19% de nuestra economía, y ya tenemos entre el 4 y el 5% que ya se ha comprometido como esencial. Así que esta es una parte considerable de nuestra economía, pero es un paso incremental. Los tres grandes proveedores de automóviles, de acuerdo con la UAW, comenzarán a trabajar el día 18, y comenzarán con una capacidad del 25% que se irá incrementando a partir de ahí. Es una noticia excelente para nuestro estado. Es un gran paso adelante en nuestro plan «My Safe start» para reincorporar nuestra economía de forma segura y responsable.
Pero a medida que se acercaba las fechas de reapertura, los trabajadores, tanto en Estados Unidos como en México, aumentaban su resistencia a volver a las fábricas. Los casos de COVID-19 seguían aumentando y las nuevas medidas de seguridad que anunciaban las empresas automotrices eran menos que suficientes... y los trabajadores lo sabían. Como señaló un trabajador:
¿Qué pasa con los trabajadores de la fábrica? ¿Qué vamos a hacer? Si nos negamos a volver a trabajar, perderemos nuestro seguro médico para el 30 de mayo, y no podremos optar a la compensación por desempleo. Si entramos el lunes, y no queremos volver, podemos ir a FMLA [baja médica bajo la Ley de Licencia Familiar y Médica], que sólo cubre 12 semanas. He usado cuatro semanas y una semana de vacaciones para cuidar de mi padre enfermo a principios de año, así que no hay mucho a que recurrir.
La pandemia me ha abierto mucho los ojos. Veo lo que todo el gobierno nos hace, veo cómo se trata a la clase trabajadora. La apertura de Elon Musk en Tesla lo dice todo. No les importa si vivimos o morimos. No tenemos voz ni voto.
Los trabajadores también expresaban su desconfianza hacia los sindicatos en vísperas de la reapertura.
Hay una carta de Relaciones Laborales diciéndonos que no vengamos a hablar de nada con ellos. Dijeron que lo pusiéramos por escrito y lo enviáramos. Así que no quieren que vayamos a reunirnos allí, para protegerse, ¡pero quieren que vayamos a trabajar!
Esta cosa con la toma de temperatura es sólo una tirita. Puedes ser portador del virus e infectar a otros y no mostrar ningún síntoma. Entonces, ¿cómo va a ayudar la toma de temperatura? ¿Voy a contagiarme y llevarlo a casa a mi hijo?
No tengo fe en nuestro sindicato. He estado muy activo en el sindicato en el pasado, muy involucrado. Incluso fui a esas convenciones en Las Vegas, y después de ver las cosas que pasaron allí me volví muy escéptico. Lo único que hacían era sacar adelante sus propios objetivos.
Pero año tras año lo que vi fue el favoritismo. Todavía existe. Les di una oportunidad tras otra para cambiar las cosas, pero nunca sucedió. Me llevó mucho tiempo decidirme, pero después de dos años y medio finalmente dejé el sindicato por completo. Dejé de pagar mis cuotas y todo. Cuando vi el último convenio, ya no daba para más. Renuncié porque el sindicato no nos representaba.
El sindicato dice que une a los trabajadores pero en realidad los están dividiendo. El convenio acabó y todavía hay todas estas divisiones. Tienen un lema: «Una Ford». Pretenden decir con ese lema que los trabajadores y Ford están de alguna manera unidos. Lo que realmente quieren decir con «Una Ford» es que el sindicato y la dirección están todos unidos.
He dicho antes que deberíamos poder votar por el presidente del sindicato. Pero también he considerado la reivindicación de formar nuevos comités en las plantas, de tener nuestros propios comités. No fue una decisión fácil llegar a esta conclusión, pero estoy listo para moverme
La reapertura segura significó una nueva matanza
Los trabajadores llevaban razón al temer. Una vez que las plantas se reabrieron, los contagios resurgieron inmediatamente. En México, a principios de mayo se abrieron cien maquiladoras. Para el 18 de mayo, estaban funcionando al 60 por ciento. Y aunque la producción de autopartes tenía planeado reabrir el 1 de junio, las plantas comenzaron a abrir en la semana del 18 de mayo. Cientos de trabajadores de las maquiladoras murieron por las prisas por reabrir las fábricas.
El COVID también se extendió en las plantas en Detroit, Chicago, Kentucky, Nueva York e Indiana tan pronto como se produjo la reapertura. Durante el primer mes de la reapertura de las plantas, el sindicato y la gerencia amenazaron a los trabajadores que intentaban tomar bajas médicas. También se esforzaron constantemente por evitar que las huelgas se extendieran cerrando temporalmente las plantas donde los trabajadores se negaban a trabajar.
La formación de comités de huelga con los sindicatos enfrente
https://twitter.com/GIMMEAPCNOW15/status/1276501389158617088
El 20 de junio la muerte de dos trabajadores provocó una huelga espontánea de 3.200 trabajadores en tres plantas de autopartes en Matamoros. Y el 25 de junio, los trabajadores de la JNAP en Detroit se negaron a trabajar (https://www.wsws.org/en/articles/2020/06/27/jeff-j27.html). La huelga, además, terminó extendiéndose a la planta de la FCA Sterling Heights.
Se crearon comités, formados por los huelguistas, que imponían reivindicaciones compartidas con los demás huelguistas de las otras plantas. Los trabajadores que se hicieron la primera huelga en Estados Unidos tras la reapertura, los de JNAP, plantearon seis reivindicaciones.
[info]1. Los trabajadores deben ser notificados inmediatamente de cualquier caso de COVID-19 y de las áreas afectadas. Esta información no puede mantenerse en secreto para los trabajadores.
2. Cuando se confirme un caso, la fábrica debe cerrarse durante 24 horas para realizar una limpieza profunda, no sólo del área afectada, sino de toda la planta. Se necesita un mantenimiento preventivo para asegurar un ambiente de trabajo seguro y cómodo.
3. El distanciamiento social debe implementarse al entrar y salir de la planta y durante las horas de baño, almuerzo y otros descansos.
4. La cadena debe detenerse durante 10 minutos cada hora para permitir a los trabajadores quitarse las máscaras, descansar y refrescarse.
5. Los trabajadores deben someterse a pruebas regulares y universales. Los controles de temperatura y los síntomas declarados por ellos mismos no son suficientes.
6. Si las condiciones no son seguras, los trabajadores tienen el derecho de negarse a trabajar sin la amenaza de represalias por parte de la dirección y el sindicato.[/info]
Todos los demás comités que se formaron después, en FCA Sterling Heights, en Toledo Jeep Assembly, en Ford Dearborn Truck Plant, en Ford Chicago Assembly, y en Indiana Faurecia, basaron sus reivindicaciones en estas seis.
El descaro canalla de los demócratas
Después de hacer este recuento de hechos, volvamos a repasar lo que nos toca de la convención demócrata. La gobernadora nos dice que los trabajadores de las empresas de automoción fueron salvados por las políticas de Obama y Biden y que por lo tanto están en deuda con ellos. Ahora, nos dice, debemos aportar sacrificando nuestras propias vidas y, si no acabamos en cuidados intensivos o muertos antes de noviembre, votarles porque aún así, nuestras vidas estarían mejor protegidas por un gobierno demócrata.
Sería difícil imaginar un cinismo mayor o más canalla si no estuvieran los sindicatos. No vale salvarlos recordando llos escándalos de corrupción de la UAW para culpar a los dirigentes sindicales y exonerar a los sindicatos. No se trata de individuos corruptos. El problema no son los burócratas sindicales ni el gobierno trumpista. El problema es para qué están, cuál es la función de los sindicatos y el estado. Los demócratas pretenden que miremos a otro lado cuando culpan a Trump por la crisis pero sus planes seguros, en automoción o en enseñanza, no son distintos en lo fundamental ni en sus consecuencias para los trabajadores. Y lo mismo pasa con los defensores de luchar por una nueva dirección en los sindicatos. Es el mismo juego.
La experiencia en toda Norteamérica no refleja una particular mezquindad de los sindicalistas autóctonos, refleja el empeño de los sindicatos en todo mundo por mantener la producción para salvar las inversiones de las empresas, poniendo al capital por encima de la seguridad y las vidas de los trabajadores.