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Lo que la propaganda te oculta de la guerra de Ucrania

23/03/2022 | Ucrania

La verdadera guerra, la que no conoce límites, la que evidencia las contracciones que desgarran a la Humanidad, no es una guerra entre países, ni siquiera entre sus clases dominantes. Es siempre la guerra de «los dueños de todo esto» contra aquellos a los que explotan y a cuya costa siempre están dispuestos a llegar a un acuerdo si representa un buen negocio... incluso mientras vuelan los misiles.

Mientras la represión se intensifica en ambos lados...

Desertores ucranianos detenidos por el ejército mientras intentan cruzar los helados montes de la Carpatia para huir del país.

En Rusia el acelerador de la represión se pisó desde el primer momento, cuando despuntaron las primeras protestas antimilitaristas. A día de hoy hay varios miles de personas detenidas, procesadas y encarceladas por una gama de delitos que van desde manifestarse a escribir «No a la guerra» sobre la nieve.

La decapitación de decenas de radios y «agencias» que en realidad son colectivos de «periodistas ciudadanos» con un canal de Telegram, han evidenciado la impotencia frente al estado de un movimiento que no supo salir de las fronteras de clase de la pequeña burguesía urbana para unirse al descreimiento de los trabajadores en las fábricas y los barrios. Descreimiento que se vuelve cada vez más enfado ante los impagos de salarios, los despidos masivos y la creciente carencia de bienes básicos como medicinas.

En Ucrania, mientras tanto, hemos pasado a un nuevo nivel de represión y totalitarismo con la legalización de la caza (literal) al desertor, la prohibición de los partidos de izquierda y la centralización de todos los informativos en una única cadena nacional de propaganda de guerra.

Mientras Zelensky comparaba la guerra al genocidio de judíos durante la guerra mundial en el Parlamento israelí, daba luz verde a sus aliados ultranacionalistas -en su día aliados de la Alemania hitleriana y copartícipes de los genocidios de polacos y judíos en lo que hoy es la región de Leópolis- para desencadenar la represión étnico-política e intensificar los asesinatos extrajudiciales en la retaguardia. Hoy nos llegaban las primeras noticias de búsquedas casa a casa por los grupos paramilitares del OUN como el regimiento Azov. «Nuestros valores» en acción, que diría Sánchez.

...la burguesía rusa y la ucraniana siguen colaborando sobre el terreno para vender gas en Europa (y forrándose con ello)

Gasoductos que unen Rusia a la UE a través de Ucrania

Pero mientras siguen los bombardeos, la represión, la escasez y las matanzas, ambas burguesías tienen mucho cuidado en mantener la infraestructura de transporte de gas a Europa intacta y a pleno rendimiento.

De hecho, mientras el gasoducto Yamal-Europa, que transporta gas a través de Bielorrusia y Polonia hasta Alemania, cambió a modo inverso hace una semana y sigue así, el gasoducto ucraniano está al límite de su capacidad, comercializando el grueso de la oferta de GazProm: 930$ por 1000 metros cúbicos frente a los 1.077 del mercado europeo.

Tanto las agencias rusas como las ucranianas se felicitaban hoy porque las perspectivas de precio del gas siguen en alza ante la caída del viento en Europa y con él de la energía eólica producida. Y por supuesto, el gobierno ucraniano ha declarado que mantendrá su parte del negocio con sus pares rusos «mientras sea posible». Es decir, seguirá pagando por adelantado y añadiendo su porcentaje.

Ellos mismos nos enseñan dónde esta el verdadero frente de guerra

El chaval de 17 o 18 años que intenta escapar del reclutamiento forzoso puede ser asesinado por cualquiera que lo vea en Ucrania, o ser acribillado por un batallón propio si es ruso. Zelensky ha convertido el uso del ruso, de lengua de uso común -no deja de ser la lengua materna de millones de ucranianos, co-oficial hasta 2014- en motivo de señalamiento y sospecha; y los sicarios de Putin, siguiendo el mandato de su líder de «purificar» a base de represión a Rusia y «distinguir patriotas de traidores», andan demoliendo ya hasta los viejos carteles breznevianos -tan monumentales como hipócritas- que clamaban «Paz en el mundo».

Nada apunta a que esta situación vaya a cambiar: la represión se mantendrá e incluso aumentará a ambos lados de la línea del frente, desvaída cuando no invisibilizada por unos medios de comunicación europeos tan interesados en blanquear al corrupto y etnicista régimen ucraniano como en ocultar que Rusia no es un homogéneo desfile de putinistas descerebrados. Y al mismo tiempo ambas burguesías pondrán todo el cuidado para que ni siquiera «accidentalmente», se interrumpa el negocio del gas que tan buenas rentas genera a ambas clases dirigentes.

A fin de cuentas ambas clases dirigentes fueron a la guerra, llevando a miles a la matanza, por el bien de sus negocios. ¿Por qué iban a abandonar su mejor negocio conjunto mientras los cuerpos de miles de soldados y civiles de ambos lados dirimen sus cuitas?

Nada nuevo, la lógica del beneficio resulta tan implacable y antihumana como siempre, pero al aumentar las contradicciones se hace todo más revelador aún que habitualmente. La verdadera guerra es cotidiana, está ahí siempre presente bajo la forma de una dictadura global y permanente: el dividendo del capital sobre la vida humana, las burguesías y sus estados sobre los trabajadores y el conjunto de la vida social.

En su siniestra lógica, es lo más normal del mundo forrarse en negocios conjuntos mientras mandan a los braceros de sus propios corralitos a despedazarse y reprimen sin piedad a los que apostatan de la canalla religión nacionalista. Nos muestran que la verdadera guerra, la que no conoce límites, la que evidencia las contracciones que desgarran a la Humanidad, no es una guerra entre países, ni siquiera entre sus clases dominantes. Es siempre la guerra de «los dueños de todo esto» contra aquellos a los que explotan y a cuya costa siempre están dispuestos a llegar a un acuerdo si representan un «buen negocio».