Lo que el Parlamento y las empresas no quieren que veamos ni pensemos
La matanza ya está aquí... y a plena máquina
Ya hay cuatro regiones con una incidencia de más del 500 por cien mil. En Navarra pasa del 1000 por cada 100.000. El gobierno lleva toda la semana comunicando más de 150 nuevas muertes al días. Los centros de atención primaria y los hospitales denuncian colapso y no faltan los centros que ante la perspectiva se plantean o rechazan pacientes de otras enfermedades.
¡¡Más carne a la caldera!! ¡¡Que no pare la acumulación!!
Basta mirar la curva de evolución de la pandemia para darse cuenta de cuál es la causa de la segunda ola: la epidemia redujo drásticamente su incidencia con una semana de cierre de la producción no esencial, pero la salida de los confinamientos a toda velocidad para salvar el turismo y recuperar la acumulación cuanto antes tardó poco en iniciar una nueva escalada de casos y muertes... y lisiados: ahora sabemos que el 10% de los pacientes de covid quedan como crónicos, incapacitados para llevar una vida normal.
¿Qué conclusión sacó nuestra clase dirigente, políticos y empresarios, derechas e izquierdas al alimón? Que nunca más harían un confinamiento total. Desde septiembre llevan en un juego siniestro de medidas insuficientes que no pueden parar los contagios. La última: instaurar el toque de queda.
Roig, el propietario de Mercadona, alabado mediática y sindicalmente como el buen patrón dice que nos hemos desviado mucho hacia la salud y poco hacia la economía. No se puede ser más claro: en el famoso y tétrico balance entre vidas y beneficios, cree que hay que salvar más beneficios a costa de más muertos y lisiados. Mientras lo decía el gobierno comunicaba 170 muertes registradas más en las anteriores 24 horas. Nadie contradijo a Roig. En el mismo evento, Goirigolzarri, el presidente in pectore del nuevo mega-banco resultado de la fusión de Bankia y Caixabank, apuntó que concentrar las esperanzas en la vacuna es un error extraordinario. Por supuesto, se trata de hacer como si la pandemia no existiera, olvidarse de las vidas humanas y concentrarse en lo que importa: en palabras de Garamendi, el presidente de la patronal, ganar dinero primero y ayudar a la sociedad después, y para eso impulsar la hoja de ruta del capital español: más flexibilidad laboral, es decir precarización, reforma de las pensiones para convertirlas en un nuevo campo de acumulación para el capital sin destino, pacto verde... y toda la pléyade de medidas para transferir en masa rentas del trabajo al capital.
Espectáculo grotesco
Y mientras, en el Parlamento, el espectáculo grotesco de lo declarativo. Moción de censura de Vox y discurso de Abascal con típicas referencias anticapitalistas de pequeño propietario bruto -regadío para el minifundio castellano, contra las élites globales, contra el capitalismo chino, contra el capitalismo moralista...- y los obligados minutos publicitarios para los patrocinadores: Trump, Bannon y hasta Taiwan. El PP escandalizado, encuentra una línea roja: ¡criticar a Bruselas! El bloque de gobierno PSOE, Podemos, regionalistas, nacionalistas e independentistas invisibilizando la masacre como si no hubiera pasado nada, orgullosísimos de su papel de creadores de un escudo social que no hay día que no produzca más miseria, enarbolando al papa Francisco cual experto a sueldo y encantados de tener a Vox para blanquearles la inanidad.
El parlamento mostró bien los límites de la revuelta de la pequeña burguesía. Vox, tras listar los desastres de la gestión sanitaria de la pandemia en la primera oleada, llegó a la conclusión de que... había que mantener todo abierto, empresas, comercios y hasta bares. En el discurso de Podemos, ERC o CUP, la masacre es paisaje -si es que se nombra- y ni se cuestionan por qué la matanaza ni la nueva oleada parece urgirles a nada.
Debajo: una pequeña empresa en quiebra, empresas aligerando la carga no solo de trabajadores sino de cuadros medios y todos muy asustados. Y cuando se asustan... cierran filas con el negocio. Hasta ahí llega todo. Y ahora que tendrían que empezar a devolver los créditos ICO, resulta que ni la mitad lo ve claro: el 28,5% de las empresas no tiene de dónde pagar y el 26,5% duda si podrá. El gobierno, el mismo que no refuerza hospitales ni confina de una vez para poner coto a los contagios masivos, está en esto al quite y negocia una ampliación de plazos en Bruselas. ¿Cómo no van a jugar en equipo en el Parlamento? ¿Cómo no van a defender juntos Vox y Podemos reanimar la industria armamentística y militar que es otro campo de acumulación garantizada a base de impuestos? Impuestos pagados en su gran mayoría por los trabajadores, que los grandes destinos de capital, los campeones nacionales, ya vienen dopados a base de bien desde hace años pagando poco más del 6%. ¡No van a hacerse trampas en el solitario!
Los altares de un dios voraz
Al final el altar en el que quieren sacrificarnos unos y otros, Roig y el gobierno, Vox y la CUP, es el mismo: la economía, es decir, la rentabilidad del capital. Ni parecido entre el escudo social que empobrece pero no protege y el escudo a las aseguradoras. No hay color entre el cacareado control del gasto en los hospitales y la bicicleta financiera con la que el BCE subvenciona en masa a los bancos.
Pero ni por esas. Las empresas son instrumentos para rentabilizar el capital. Compiten entre sí por darle usos más rentables. Así que en situación normal tienen reservas mínimas, dedican lo máximo posible a crear valor para el accionista, es decir generar dividendos y expectativas de crecimiento. ¿Qué ha pasado cuando la actividad y el consumo han caído por temporal que en principio fuera esa caída? Que las empresas faltas de liquidez pasan, en tiempo recórd del 10 al 70% del total. Según el gobernador del Banco de España el número de empresas cuya deuda superará el 75% del valor de sus activos aumentará 7 puntos porcentuales, 20 en algunas ramas. ¿Recomendación? Hacer quiebras ordenadas y prepararse para un paro de larga duración masivo concentrado en los los sectores de salarios más bajos.
Pero más paro y más incertidumbre es también menos demanda efectiva para lo que las empresas producen. Los datos de la industria en agosto, recién publicados, cuando se comparan con los de agosto de 2019 muestran una bajada de ventas global del 9,9%. Las previsiones para 2021, se rebajan ya a un 5% de crecimiento, lejos de compensar el hundimiento de la producción en 2020.
El capital español se queda irremediablemente atrás de sus competidores. No es el único, por eso el nuevo eje de Sánchez con Conte, con cumbres y todo, para aflojar las condiciones de Bruselas.
Pero no nos dejemos engañar: ni en Italia, ni en España, ni en Portugal ni en ningún lado, el capital va a volver a ponerse en marcha a base de créditos. De hecho Calviño y Costa ya han anunciado que evitarán usar los créditos baratos europeos y que de momento no se plantean ni siquiera gestionarlos. La liquidez que falta a las empresas, especialmente a las de bienes de consumo y a las PYMEs, tiene que salir de un aumento del consumo y la facturación. Y para eso hace falta que sigamos yendo a trabajar todos los días y que salgamos a comprar mucho más. ¿Confinar? Ni de casualidad. Malo para las ventas.
Ese es todo el secreto del altar de la economía en el que ya han sido sacrificadas decenas de miles de personas y ante el que están dispuestos a sacrificar las que hagan falta hasta recuperar la rentabilidad. Como dice Roig no van a desviarse por la salud y la vida de nadie.