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Las nuevas «huelgas del coronavirus» y la responsabilidad de los gobiernos

12/03/2020 | Actualidad

En Italia se extienden las «huelgas del coronavirus» mientras se publica evidencia que demuestra que si la epidemia se desbocó fue porque en no pocos países -entre ellos Italia, España, Francia, Alemania y EEUU- los gobiernos priorizaron otros objetivos en vez del de detener la propagación a toda costa para reducir las muertes.

Las «huelgas del coronavirus» y los sindicatos

Mientras en EEUU empieza la primera oleada de despidos producto de la epidemia, en Italia, como avanzábamos ayer, las «huelgas del coronavirus» se multiplican: Asti, Vercelli, Cuneo, Brescia... Los estibadores del puerto de Génova, una decena de plantas en el Piamonte, la fábrica de Electrolux... en la metalurgia los propios sindicatos se han unido al movimiento y amenazan huelga si las fábricas no cierran hasta el día 22 de marzo.

En España sin embargo, los sindicatos están cancelando huelgas y pidiendo mano a mano con las patronales facilidades para que los empresarios hagan ajustes temporales de empleo en mitad de la primera avalancha de EREs de la epidemia. En Francia, que se siga obligando a trabajar en una fábrica de PSA-Peugeot-Citroen en la que han aparecido ya casos de neumonía de Wuhan, ha comenzado a producir protestas todavía contenidas por los sindicatos.

No cerrar las fábricas y centros de trabajo, ni siquiera cuando se convierten en focos de propagación del covirus es mandar a los trabajadores a ser contagiados de una enfermedad grave. Dar como única alternativa el despido temporal o total, es un chantaje criminal. La integridad física y la vida son necesidades humanas básicas. Hemos llegado al punto de tener que luchar, en mitad de una crisis sanitaria mundial, para imponerlas a la necesidad del capital -que trabajemos caiga quien caiga para producir dividendos- y luchar contra unos sindicatos que están encantados de que nos manden a casa... sin sueldo.

Podía haberse contenido

El gráfico de arriba, publicado por el Financial Times, muestra que los países que no tomaron contramedidas rapidamente siguen la misma trayectoria de saturación que la que sufrió Corea. Los que tomaron medidas rápidamente sufren mucho menos casos. Si comparamos la información «tranquilizadora» difundida durante semanas con los resultados y descripciones científicas es evidente la intencionalidad. La realidad no es solo la de un virus muy fácil de contagiar pero con muy poca mortandad. La realidad es que en un 17,5% de los casos la neumonía se hace grave y se requieren cuidados intensivos. De ahí la necesidad de respiradores, de tratamientos intensivos y la presión sobre los hospitales que, en Italia, están ya al borde del colapso. El peligro hoy es que la saturación hospitalaria se convierta en una mayor mortandad.

Pero evitarlo era una cuestión de prioridades. Hoy mismo tuvimos un nuevo ejemplo de la forma de pensar de los estados y sus gobiernos. En una rueda de prensa televisada del gobierno de la Generalitat, el vicepresidente Pere Aragonès lanzaba perlas como que «la salud de las personas es lo primero porque sin salud no hay demanda para las empresas» y que era un objetivo que «los trabajadores lleguen al puesto de trabajo». Más claro no se puede ser. Las personas y sus necesidades -su integridad física- no son objetivos en sí mismos sino medios para un fin: seguir explotando, produciendo y facturando hasta el último minuto posible. Esa es la lógica que primó en la mayoría de los gobiernos... y la que ha producido la situación actual.

La saturación hospitalaria que hoy supone un peligro para miles de personas habría sido evitable si no se hubieran erosionado los sistemas de salud sistemáticamente y si los gobiernos actuales hubieran tomado medidas contra la propagación en las primeras fases.