Las contradicciones de fondo del capitalismo en la prensa de hoy
Hoy es sábado, en nuestro canal de Telegram ni siquiera hemos hecho un «peinado» exhaustivo a las noticias de la prensa de cinco continentes como tantos otros días. Y sin embargo... afloran en las propias notas periodísticas contradicciones de fondo del sistema que retratan con brutalidad el momento histórico que vivimos.
Los mecanismos básicos del «progreso» están definitivamente rotos
The Economist descubre ahora que bajo el desabastecimiento de combustibles hay un mecanismo perverso. La escasez aumenta los precios y los márgenes. Las refinerías no tienen ningún deseo de invertir y aumentar producción sólo para que los precios vuelvan a bajar y las rentas del capital invertido en ellas se reduzca.
Ni siquiera tendrían que esperar a construir ampliaciones. La producción, donde no está detenida, está por debajo de la plena capacidad. Obviamente es un coste encender unidades apagadas, pero no es comparable al de construir nuevas unidades.
Este divorcio entre productividad física y productividad en términos de ganancia, es un elemento característico de la decadencia capitalista, una contradicción del sistema que refleja su carácter de freno al desarrollo de las capacidades productivas del trabajo humano.
Mientras el crecimiento de la productividad del capital en términos de ganancia (la ganancia obtenida para el capital por contratar una hora de trabajo) iba pareja al incremento de la productividad física del trabajo (lo que una hora de trabajo medio produce en términos de bienes y servicios), el crecimiento del capital supuso también desarrollo humano.
Aumentó la capacidad del sistema para las satisfacer necesidades de los trabajadores (todo era más barato), se redujo progresivamente la jornada laboral (jornada de ocho horas, vacaciones pagas, etc.) y mejoraron las condiciones generales de explotación (servicios sanitarios para los trabajadores, formación, etc.).
Eran los mecanismos característicos del progreso bajo el capitalismo ascendente: el desarrollo del capital impulsaba el crecimiento de las capacidades productivas de la Humanidad -sus «fuerzas productivas»- y éste a su vez tendía a producir desarrollo humano.
El divorcio entre productividad-ganancia y productividad física no sólo se manifiesta en casos como el de las refinerías y tantas otras industrias más o menos monopolitas que hacen de la escasez artificial la forma «normal» de mejorar resultados (desde las farmacéuticas a las industrias de la propiedad intelectual).
Cuando empresas industriales de toda la vida quieren aumentar la productividad física, lo que se produce en una hora de trabajo medio de la plantilla, ya no incorporan o desarrollan innovaciones aumentando la capitalización... al revés, aumentan los ritmos de trabajo destruyendo nervios y cuerpos de los trabajadores. Otra noticia de hoy nos daba el ejemplo de la planta de Stellantis en Figueruelas.
Un ejemplo más de cómo, en cada aspecto de la producción y la vida social, el crecimiento del capital es cada vez más antagónico del desarrollo humano.
La «nueva globalización» destruye aún más capacidades productivas
La guerra de Ucrania culmina todo un periodo en el que la competencia entre imperialismos ha ido poniendo en cuestión la división internacional del trabajo establecida en los años 90. Esta ruptura intencionada y brutal del tejido productivo y las cadenas de producción está expulsando del mercado global incluso a potencias como Alemania.
Pero también está desencajando las estructuras productivas de los países semicoloniales que, como recuerda hoy la prensa, están estableciendo restricciones a las exportaciones de bienes básicos para asegurar mínimamente el abastecimiento de sus propios mercados. Básicamente: si los precios internacionales del trigo suben por encima de lo que se puede pagar en el país, los agricultores venden todo para exportación y no importa cuánto trigo se produjera, habrá desabastecimiento y hambre en el propio país.
El resultado es un nuevo efecto en los precios: al reducirse todavía más la oferta global, vuelven a subir. Y así el desastre inflacionario vuelve a Europa y a EEUU, que tampoco consigue escapar del desastre acelerado por su propio empeño militarista.
La violencia inflacionaria puede que se calme en un momento. Pero el fondo, la ruptura de las cadenas productivas globales para conformar bloques comerciales y militares, seguirá adelante. Hoy un medio francés advertía que no es que vaya a desaparecer la globalización, es que será una globalización de precios altos.
Dicho de otra manera: el mercado global fracturado y lleno de redundancias que está dejando el tironeo imperialista, como no podía ser de otro modo, es más ineficiente. Produce menos con más. La situación a la que ha llevado en términos políticos y militares la competencia entre los grandes capitales nacionales ha destruido capacidades productivas.
Si la guerra y sus desastres no fueran suficientes para dejárnoslo claro, el capitalismo -el crecimiento del capital- está destruyendo pura y simplemente capacidades productivas, es de manera innegable para cualquiera, un freno al desarrollo de las fuerzas productivas de la Humanidad. Y eso significa mucho en la perspectiva histórica.