La trampa irlandesa
El gobierno británico acaba de presentar el proyecto de ley que modifica el protocolo de Irlanda del Norte. Según la prensa irlandesa es «más extremo y de mayor alcance de lo previsto». Dublín teme no sólo que de paso a una guerra comercial, sino que la guerra comercial le obligue a elegir entre cerrar la frontera o salir del mercado UE. La trampa del Ulster en la que cayó Gran Bretaña se convertiría entonces en la trampa irlandesa... y la guerra sucia probablemente volvería.
La propuesta de ley tory
De aprobarse finalmente, permitiría a los ministros británicos suspender el protocolo firmado con la UE por su cuenta y riesgo y prácticamente en su totalidad. Sólo el «Área Común de Viaje», la cooperación Norte-Sur y los derechos humanos, se mantendrían inviolables.
La UE, como era previsible, ha amenazado nada sutilmente con una guerra comercial porque según Bruselas, de aprobarse «socavaría la confianza que es necesaria para la cooperación bilateral UE-Reino Unido».
Furia y temor entre la burguesía irlandesa
El enfado en los círculos de la clase dirigente irlandesa es mayúsculo. Fintan O'Toole, oráculo en Londres del poder dublinés, ocupaba esta mañana la portada del Irish Times con una de sus columnas más airadas, reflejando la furia indisimulada mostrada ya antes por el ministro de exteriores y el primer ministro.
Cuando Boris Johnson no tiene adónde ir, el lugar al que va es Irlanda del Norte. Es, para él, un espacio vacío, un vacío que puede llenar con cualquier vieja tontería que le sea útil en ese momento. Lo que le conviene en este momento es tratar de volver a armar la vieja banda Brexit de 2019, el ERG y el DUP, con la esperanza de que las fuerzas que lo llevaron al poder lo ayuden a mantenerlo allí. [...]
El problema es que la UE pensó que estaba tratando de resolver una dificultad real en un lugar real. La UE estaba tratando de trabajar con textos; Johnson está trabajando con pretextos. Él no necesita una solución. Necesita una guerra.
Brexitland es otro país. Fintan O'Toole en Irish Times.
Y mientras Dublín mira impotente a Washington, que tampoco está contento, la pequeña burguesía de Belfast no puede evitar agitarse... y hacer un nuevo petitorio a Londres rogando que se retire el proyecto de ley.
Políticamente estos llamamientos a Londres se expresan como un frente común de los partidos católicos y la Alianza que desearían que Londres llamara al orden al DUP y la situación en el Ulster se encauzara por sí misma hacia hacia la integración económica con la República.
Pero entre tanta petición y llamamiento, se cuelan declaraciones que transparentan las divisorias y los miedos dentro de la pequeña burguesía irlandesa. Por ejemplo, Roger Pollen, el portavoz de la principal organización empresarial del Ulster, dejó claro que
El protocolo «definitivamente estaba funcionando para muchas empresas», especialmente en la fabricación y el procesamiento, y «no funcionaba mal para el comercio minorista», aunque los minoristas todavía se beneficiaban de los llamados «períodos de gracia» para facilitar la entrada.
Ya no hablamos de «católicos y protestantes» aquí. Sino de una pequeña burguesía industrial de propietarios de ambas confesiones, orientada al mercado UE, y una pequeña burguesía comercial dividida entre los que ya vivían con naturalidad el espacio económico común con la República y los que pierden la ventaja de representar productos británicos, convertidos con el protocolo en «importaciones» gravadas con aranceles. Obviamente estos últimos, por motivos históricos, son mayoritariamente protestantes... el alma del unionismo intransigente del DUP.
La trampa irlandesa...
Hay motivos bajo la inusual furia irlandesa contra Londres. Dublín teme, no lo oculta, que si se desmorona finalmente el protocolo sea Irlanda la que tenga que plantearse salir del mercado común europeo como única manera de mantener la frontera con el Ulster invisible. Es decir, que la «trampa del Ulster» a la que el Brexit y la diplomacia irlandesa habían conducido a Londres, se convierta en la «trampa irlandesa».
El juego se ha tornado peligroso para el capital irlandés. Elegir entre una frontera en Irlanda o una frontera entre Irlanda y el resto de la UE, significa elegir entre su principal proyecto imperialista, presente desde su primera constitución independiente, y su modelo de acumulación, basado en ser la base anglófona y de bajos impuestos en la UE para las multinacionales estadounidenses.
La situación produce lógico pánico entre la pequeña burguesía del Ulster que había hecho del mercado europeo su modo de vida. Al abrirse la perspectiva de un cambio de tornas en la trampa del Ulster, se abre también la de un cambio de tornas en la desesperación de la pequeña burguesía. Ya no serían tanto los comerciantes y tenderos unionistas los tentados de amenazar con los «troubles» de nuevo, como los industriales y sus socios comerciales.
... y el peligro de guerra
Esta es la guerra que, en la cita de arriba, Fintan O'Toole afirmaba que Johnson «necesita» para recomponer en torno a su gobierno un frente nacionalista.
Esta es la guerra que la diplomacia y la prensa de la UE, especialmente en Francia, esgrimieron como peligro como parte del argumentario anti-Brexit... lo que traducido a lenguaje honesto significaba que no dudarían en azuzarla llegado el momento. Y una guerra comercial abierta con Gran Bretaña parece tener todas las cualificaciones para «ser el momento».
Esta es la guerra que solo puede acabar en una nueva matanza de trabajadores y jóvenes, británicos e irlandeses. Una nueva guerra sucia en Europa en la que los imperialismos de la región triturarían vidas trabajadoras a troche y moche apoyándose en las siempre patriótica pequeña burguesía.
Si los trabajadores no afirman su propio terreno antes o durante. Y por eso es por lo que hay que trabajar.