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La resistencia a la vuelta a clase y los sindicatos en EEUU

26/09/2020 | EEUU

Florida

El lunes en que las escuelas del distrito reabrieron en el condado de Palm Beach, Florida, 944 maestros se declararon de baja por enfermedad o asuntos propios. Es la primera escuela en el sur de Florida que reabre y es una señal de lo que viene detrás. De momento, 64 maestros en el distrito han dejado el trabajo, 82 han pasado a baja indefinida y a 278 se les ha permitido trabajar a distancia. Durante toda la semana que siguió, los ausentes fueron casi 900. Las escuelas no encontraron sustitutos y el resultado fue un aun mayor hacinamiento de los niños... y empezaron los contagios.

Otros condados de Florida comenzaron a reabrir las escuelas en agosto y a los 15 días se confirmaron casi 9.000 nuevos casos de COVID-19 entre los niños. Las cifras de contagio no paran de crecer. Desde el 10 de agosto las hospitalizaciones pediátricas han crecido casi un 20%. Los conductores de autobuses están aterrorizados y señalan que no se puede cumplir con el distanciamiento social dentro de los autobuses.

Wisconsin

El año escolar en Kenosha comenzó el 14 de septiembre con un modelo mixto en el que se daba a los estudiantes la opción de tomar clases virtuales o presenciales. Aunque la escuela no se reabrió por completo, los nuevos casos surgieron en solo unos días. A lo largo y ancho de EEUU morían maestros contagiados en los primeros días de las aperturas tempranas.

276 maestros de Kenosha, Wisconsion, avisaron que iban a ausentarse el lunes de comienzo de clases. Otros trabajadores de las escuelas hicieron lo mismo aunque no se publicaron cifras. Como resultado, siete escuelas en Kenosha se vieron obligadas a dar exclusivamente clases virtuales durante la semana entera. Aunque muchos culpan al sindicato de trabajadores escolares del distrito, la Kenosha Education Association (KEA), niega toda participación en la oleada de ausencias. Les creemos.

Cuando cientos de trabajadores escolares notificaron el domingo pasado a las siete escuelas que no se presentarían a trabajar el lunes, el distrito escolar publicó un aviso diciendo que las escuelas se convertirían en virtuales durante la semana entera. Los funcionarios comenzaron a investigar las ausencias para averiguar si eran legítimas o no. El distrito escolar declaró que investigaría a los maestros cuya ausencia no tenía excusa legítima y que les aplicaría las medidas disciplinarias correspondientes. El distrito concluyó el martes que la mayoría de las ausencias eran legítimas y que se debían a enfermedad, luto, síntomas de COVID-19, la necesidad de cuidar de familiares enfermos, o cuarentenas preventivas tras contacto con infectados.

Las autoridades escolares pretendían mantener la calma demostrando que la ola de ausencias no fue una protesta encubierta. Pero para hacerlo dejó al descubierto que el argumento principal contra la reapertura llevaba razón. El resultado fue algo así como decir: No hay de qué preocuparse, no es una huelga, es solo que los maestros están enfermos o guardando luto.

El peligro, por supuesto, no desaparecerá tras una semana y los trabajadores escolares lo enfrentarán a la vuelta. Lo que ocurra ahora depende de ellos, no de los sindicatos. Después de las ausencias del lunes, el sindicato declaró que las escuelas del distrito necesitaban empezar las clases virtualmente. Pero no coordinaron ninguna huelga antes para prevenir la apertura de las escuelas y tampoco lo harán ahora.

Nueva York

Las escuelas de Nueva York cerraron a mediados de marzo por iniciativa de los trabajadores escolares, desafiando a los sindicatos. Reabrieron el lunes pasado y 100 edificios escolares ya han reportado casos positivos. Como era previsible, ni el sindicato de maestros ni el sindicato local de conductores de autobuses escolares, van a hacer nada. Un conductor de autobuses declaraba:

Me preocupa la reapertura de la escuela. Es aterrador. Si lo hacen, tendremos un brote, y la ciudad tendrá que volver a cerrar. Más gente morirá. No he sabido nada de mi sindicato; no dice nada. El sindicato de maestros dijo que iban a hacer una huelga. Pero no lo hicieron. No les importa.

Luisiana

Cientos de maestros en Livingston Parish se reportaron enfermos el miércoles, para protestar no sólo contra la reapertura, sino por el aumento del precio de su seguro de salud, un recorte salarial de hecho. El sindicato, la Federación de Maestros de Livingston, afiliada a la AFT, trata de controlar la resistencia de los maestros limitándola a una jornada de protesta.

Georgia

En el condado de Fulton, Georgia, los maestros protestaron durante sus descansos para el almuerzo. Los sindicatos permanecieron al margen.

El martes, tanto maestros como padres en Decatur, protestaron contra la reapertura antes de tiempo.

Carolina del Sur

En Carolina del Sur, muchos maestros están dejando sus trabajos para no tener que volver a las escuelas. No sólo por el peligro de la pandemia, sino por el empeoramiento de las condiciones de trabajo. Los bajos salarios, el aumento del precio de los seguros y las malas condiciones propiciadas por la falta de materiales educativos y aumento del volumen de trabajo, precedieron la crisis de la pandemia, pero se ven acelerados y agravados por ella.

Los trabajadores están descontentos pero no muestran mucho interés en los sindicatos ni en los grupos activistas asociados con las comunidades religiosas y las ONG.

Unos trescientos maestros tomaron un día libre para asuntos propios el miércoles para protestar por el estancamiento de sus salarios y la falta de fondos para la educación. La protesta fue organizada por un grupo activista que también instó a los maestros a ponerse en contacto con las autoridades electas. Dado que la intención era que el movimiento se extendiera a todo el estado, el nivel de participación fue muy deficiente. De hecho no cerró ningún distrito ni causó interrupciones importantes.

La situación actual y los sindicatos

En todo EEUU estamos viendo una oposición creciente a la reapertura escolar. Unos trabajadores usan los días libres de que disponen para enfermedad y asuntos propios, otros protestan de distintas maneras y otros sencillamente dejan el trabajo.

La situación es sumamente peligrosa y los sindicatos, en vez de enfrentar la situación, se esfuerzan por ayudar a reabrir las escuelas. Solo se involucran cuando tomar las riendas de la protesta es la única manera a su disposición para evitar que los trabajadores hagan inviables los planes de reapertura de las escuelas.

En general los sindicatos de enseñanza, en EEUU, están entre los más refractarios a las huelgas. Es cierto que muchos estados prohíben tanto la huelga como la negociación colectiva de los empleados públicos. Pero incluso en los estados donde no es así, la actitud es la misma: la UFT no ha participado en una huelga desde los años setenta.

Las huelgas de 2018, que comenzaron en Virginia Occidental y afectaron a varios estados del país, no fueron iniciadas por los sindicatos. De hecho, fueron huelgas de trabajadores escolares, no sólo los maestros. Los trabajadores de los comedores, los conductores de autobuses escolares, el personal de limpieza, los administrativos... impusieron juntos la huelga, con o sin la autorización de los sindicatos. Por eso, como admiten incluso los sindicalistas, los sindicatos no pudieron parar el movimiento.

Su jugada entonces fue intentar tomar el control autorizando las huelgas en marcha antes de que el movimiento tomara una forma asamblearia generalizada. Planearon huelgas de sólo uno o dos días, pero no pudieron evitar que los trabajadores hicieran que se prolongara indefinidamente. Tampoco pudieron evitar que la huelga prosiguiera, auto-organizada, los sindicatos llegaron a un acuerdo con los legisladores y trataron de obligar a los trabajadores a regresar al trabajo.

Pero esto no les impidió derrotar la huelga al final e intentar vender un acuerdo miserable como una victoria. Un acuerdo que supuso una bajada del salario real para los trabajadores ya que no afectó al aumento de precios de su seguro médico. Es decir, los sindicatos, incluso cuando apoyan las huelgas, hacen todo lo posible por esterilizarlas.

Y ahora, su objetivo no es otro que asegurar la reapertura escolar cueste lo que cueste. Y cuesta vidas de trabajadores. Quieren que las escuelas reabran por la misma razón que todos los gobiernos del mundo: mandar a los padres a trabajar y recuperar la economía, es decir, la rentabilidad de las inversiones del capital nacional. Los trabajadores, por el contrario, responden a una necesidad humana, universal no nacional: seguir vivos, no contagiar a otros, tener acceso a cuidados médicos.

Es cierto que las acciones tomadas hasta ahora por los trabajadores han sido muy limitadas. Pero son un primer conato de resistencia independiente. Y siguen creciendo. No solo en EEUU, en todo el mundo.