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La reinvención de la izquierda

19/04/2018 | España

La burguesía española ha dado el pistoletazo de salida a la renovación de su aparato político. Con el PP en el poder y una izquierda que reproduce las tensiones centrífugas de la pequeña burguesía regional, ha comenzado por la derecha y espera que «Ciudadanos» se convierta en una fuerza de gobierno. Ciudadanos parece además, y veremos un ensayo general en las elecciones europeas, capaz de emular el cambio discursivo trazado por Macron. Pero el sistema electoral y sobre todo la ordenación territorial del estado son muy diferentes a los de Francia. Aunque Francia sufra las mismas fuerzas centrífugas, ni lo hace en la misma medida, ni sus resultados electorales tienen la misma repercusión a la hora de gestionar los aparatos de gobierno. Los objetivos que la burguesía española se plantea para salir de su estancamiento pasan por una reconfiguración de la estructura territorial del estado, por eso no le basta con remozar la «derecha de gobierno» hay que «reinventar la izquierda».

Todo apuntaba, desde hace meses, a un movimiento por partes en el que con una derecha renovada en el gobierno, la izquierda retomara el discurso de «unión de las izquierdas» al estilo de los congresos de refundación del socialismo francés en 1969 y 71 que asentaron la presidencia de Miterrand en los ochenta. Por otro lado estaba claro que tanto Pablo Iglesias como Pedro Sánchez se habían convertido en lastres para una reforma articulada desde los aparatos partidarios existentes. El triste papel de ambos en la respuesta de la burguesía española al «procés» y su descoloque, solo comparable al de Rajoy, cuando el protagonismo pasó directamente al núcleo judicial del estado, les dejó súbitamente «quemados» y multiplicó el desdén y la desconfianza hacia ellos en el corazón de la burguesía de estado española... Desdén que inmediatamente se ha traducido en los medios, cercenando definitivamente la posibilidad de alternativas «a la portuguesa» y condenando al proyecto podemita a parte de la «Internacional de fuerzas auxiliares» de los partidos socialistas.

La alternativa en ciernes pasaba de forma creciente por un Errejón y Bescansa. Errejón está construyendo un discurso de orden que se pretende capaz de sentar las bases de un nuevo bipartidismo. Bescansa se distanció lo suficiente de la posición de Podemos en Cataluña como para poder proponer una reinvención creíble pero aceptable del autonomismo.

Geográficamente además pasa por Madrid, donde la presidenta regional, Cifuentes, ha resultado ser la primera costura en saltar del PP de Rajoy y «destierro» pactado de Errejón tras su derrota frente a Iglesias en el último congreso de Podemos. Además Madrid capital, «ayuntamiento del cambio» tomó el relevo de una Barcelona y una Colau demasiado inmersa en el procés como «laboratorio» de las «nuevas políticas». Es significativa ahí además la figura de la alcaldesa Carmena, una jueza empeñada en proteger a sus concejales podemitas de los propios jueces al tiempo que intenta encarnar la institucionalidad. Una figura y una actitud sin duda muy valiosa desde la mirada del poder, a la hora de «reconducir» y volver a dar bríos al podemismo en una nueva etapa post-Rajoy.

Y en esto, el mismo día, «salta la liebre». Hoy todos los medios destacan el ofrecimiento del PSOE a Carmena para ser su candidata y sobre todo la auto-filtración de un documento interno de las negociaciones entre Bescansa y Errejón, a través del canal de Telegram de ésta. Como siempre, puede tratarse de casualidad, de un gambito de los propios protagonistas o de un intento de abortar sus movimientos por rivales y grupos mediáticos. Lo que es cierto es que expresa una precipitación característica de los momentos de estancamiento político. Pero estamos todavía relativamente lejos de que esa «reinvención de la izquierda» pueda tomar forma definitiva. El aporte que venga del podemismo, sea Errejón, Bescansa o cualquier otro, necesita «experiencias de gobierno» o al menos una relación con la administración que todavía no ha tenido. Necesita poder liderar una oposición a «Ciudadanos» desde las viejas estructuras, no crear nuevas frente a la vieja derecha.

Pero lo interesante hoy no es la inmediatez del cambio, sino que parece que por primera vez, la burguesía española se atreve a decir en voz alta lo que era previsible: la apuesta por renovar su aparato político no va a parar en «Ciudadanos», van a «reinventar la izquierda» y vendérnosla, una vez más, como «el cambio» para que todo avance... a peor para el trabajo.