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La «reforma» de Macron ¡Trabajad más!

26/04/2019 | Francia

Tras las concesiones «preventivas» que cortaron la masividad de las movilizaciones de los chalecos amarillos y la publicación de los resultados del «gran debate», Macron presentó ayer una batería de nuevas medidas y «reformas» para hacer de la República «un proyecto nacional más justo y más humano».

https://youtu.be/\_LY9ldUyvgw

Un contrato social para la pequeña burguesía provinciana

Un alto al recorte de servicios sociales básicos provistos por el estado en las zonas rurales: no se cerrarán más hospitales ni escuelas y se abrirán en las zonas menos pobladas más «casas de servicios públicos», edificios de «France Services», que concentran el correo, las oficinas del fondo de subsidio familiar, el seguro de salud y la oficina de empleo.

Se fija la pensión mínima en 1000€ y las pensiones menores de 2000€ se revalorizarán con la inflación a partir de 2020. No se subirá la edad de jubilación, actualmente en 62 años, Eso sí, la reforma que viene estará diseñada para que sea prácticamente imposible jubilarse a los 62 si se quiere cobrar por encima de los mínimos. Básicamente se trata de llevar a los trabajadores de servicios públicos a jubilarse a los 65 y obligar a los pequeños empresarios a pagar más cotizaciones en los últimos años... a cambio de una reducción del impuesto sobre la renta de 5000 millones de euros, sin tocar el impuesto sobre patrimonio cuya derogación se proponía.

En el paquete de arquitectura del estado, de nuevo toda una serie de viejas utopías de la pequeña burguesía. Volvemos al viejo mantra del «estado barato» -1/3 de diputados menos- al «fin de los privilegios» -se cierra la ENA, símbolo de la alta burocracia estatal odiada por la pequeña burguesía levantisca- se facilitan los referendos de iniciativa mixta (de 3 a 1 millón de firmas) y se aumenta la proporcionalidad electoral para dar más peso a las provincias menos pobladas y a los partidos locales.

Y finalmente, en política migratoria plantea un rediseño de Schengen, que pasaría a abarcar menos estados, dejando fuera al grupo de Visegrado e Italia y definir claramente un área de influencia franco-alemana. Está por ver qué lugar ocuparía ahí España, puerta de entrada de buena parte de la emigración africana que marcha luego para el Norte, pero lo que resulta claro es que la xenofobia de la pequeña burguesía rural francesa encontrará eco en la política migratoria europea.

¿Y para los trabajadores?

Por si no quedamos contentos con que las pensiones más bajas seguirán siendo igual de bajas en relación al IPC, las «reformas» nos ofrecen esta vez una garantía de que las guarderías no se masificarán aun más (máximo de 24 niños por clase) y que las pensiones alimenticias impagas podrán obtenerse confiscatoriamente en plazos aceptables por las madres divorciadas o solteras. ¿Nada más? Sí. Algo importante que además fue lo que más minutos de explicación presidencial consumió recuperando viejos y dudosos argumentarios: trabajar más.

¿De qué va todo esto?

La burguesía europea lleva dos años de estancamiento político frente a una revuelta casi generalizada de la pequeña burguesía y en especial de la pequeña burguesía periférica. Lo que en España ha sido la crisis catalana, en Gran Bretaña fue la base social del Brexit, en Alemania, Italia y Austria de los movimientos xenófobos y en Francia primero del nacionalismo corso y luego de los chalecos amarillos. Pero estos iban un paso más allá. Sus formas de movilización y las consignas que fueron surgiendo amenazaban con despertar a una clase trabajadora políticamente ausente que empujaba las tablas reivindicativas hacia salarios y pensiones. Macron puso en marcha entonces una contraofensiva en tres movimientos que cierra ahora:

  • Con las concesiones «preventivas» ponía una traba a la superación de la dirección pequeño burguesa del movimiento por consignas de clase socavando además la base masiva del movimiento.
  • Con el «gran debate» tomaba por los cuernos la palabrería democrático-patriótica pequeño-burguesa convirtiendo a la pequeña burguesía airada y los caciques locales en «consultores» de la reforma del estado.
  • Ahora, finalmente, sobre el terreno común de la «République», ofrece a esa pequeña burguesía protagonismo, símbolos y un nuevo «contrato» y...
  • ...pone el foco en el mandarnos a trabajar más por menos, que la máquina tiene hambre

Qué aprender de todo ésto

El discurso ‎popular‎, las banderitas nacionales, las reivindicaciones del «territorio» y las reformas democráticas... llevan siempre al mismo sitio: «que el estado y la economía funcionen mejor». Pero eso, en un capitalismo con una ‎ tendencia permanente a la crisis‎, incapaz de ofrecer a su fuerza de trabajo -nosotros- más bienestar, libertad o tan siquiera una cultura humana, no significa otra cosa que más explotación, ‎precarización‎ y ‎pauperización‎. Por unas vías o por otras no hay «reforma democrática» por «participativa» que sea que no pase por ahí.

¿Cabía esperar otra cosa? Toda vez que el terreno de movilización de los «chalecos amarillos» no facilitó ni cuajó en formas de organización de los trabajadores como tal, la verdad es que no. «La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos» no es una frase para momentos de inspiración, es una realidad y una necesidad inmediata... desde Irán a Túnez, desde México a Argentina y desde luego en toda Europa, Africa y Asia. Solo luchando por nosotros mismos y afirmándonos como una única clase, sin divisiones identitarias ni contaminaciones patrióticas más o menos disfrazadas, podemos afirmar un ‎ terreno de necesidades verdaderamente universales‎ que puedan enfrentar la miseria de un mundo empantanado.