La recuperación ¿era ésto?
Los datos de empleo de noviembre han desatado la euforia de los medios gubernamentales y, con ellos, de una parte de la burguesía española. Sin embargo, incluso los más entusiastas no pueden ocultar la contradicción de fondo en la que se asienta la «recuperación»: la caída salarial de los trabajadores en la que se basa, reduce al mismo tiempo el mercado en el que las mismas empresas quieren vender sus productos. ¿Qué proponen entonces? Acelerar el Pacto Verde y multiplicar el endeudamiento de las familias. Es decir, elevar de grado la misma contradicción en vez de enfrentarla.
Los datos empleo y la «recuperación»
Durante el mes de noviembre la afiliación a la Seguridad Social aumentó en 61.768 personas, hasta un total de 19.752.358 asalariados, el mayor número registrado hasta ahora. El paro descendió en 74.381 personas, hasta quedarse en 3.182.687 parados, una cifra insoportablemente grande para la dimensión española pero que en cualquier caso supone 669.000 parados menos que hace un año. Y -provisionalmente- el número de trabajadores en ERTE pasó de 165.624 de finales de octubre a 125.632.
Evidentemente, el gobierno y los medios que le son más cercanos se felicitan y subrayan que la subida del SMI ha funcionado como ellos esperaban, aumentando el número de contratos en vez de incrementando el desempleo como auguraba una derecha que sigue estancada en la vulgata económica de los 90.
Pero ¿qué quiere decir que «ha funcionado como esperaban»? Básicamente que ha servido -gracias a una reforma laboral intacta que permite despedir a bajo coste- aumentar la rotación de contratos: despedir a «trabajadores caros» y contratar en su lugar jóvenes más baratos o recontratar a los mismos trabajadores, puestos al día gracias a la nueva FP, por salarios menores en otras empresas.
Este movimiento de fondo se ve acelerado por una inflación -subida general del precio de los productos que venden las empresas- por encima de la subida de salarios. Inflación que además, ya se ha dado un buen mordisco a los ahorros de las familias trabajadoras. A nuestros efectos, los de la capacidad de compra de los salarios y los ahorros de los trabajadores, la inflación hoy es una extracción directa, un sablazo, el equivalente a la suma de una bajada de salarios y una multa sobre los ahorros.
Resultado: el coste de los trabajadores tanto en términos absolutos como en comparación con el valor de lo que producen, sigue bajando para las empresas, que así recuperan -a nuestra costa- rentabilidad, que es lo que se pretendía. «Así contratan más», nos dicen. Pero las consecuencias de transferir rentas del trabajo al capital van mucho más allá del impacto inmediato en el beneficio que las empresas ofrecen al capital invertido en ellas.
Las contradicciones de la recuperación
Pero aunque la inflación suponga una exacción de los trabajadores desde el capital, también es un arma de doble filo para las empresas: los costes industriales crecieron más de un 30% en octubre, mermando la famosa «competitividad internacional», es decir, la capacidad de vender más barato que los competidores en mercados internacionales.
Y sobre todo, atacar la capacidad de compra de los trabajadores directamente obliga a las familias trabajadoras que son el grueso de la población, a concentrar el gasto en bienes de primera necesidad... restando base de consumo al sector industrial y de servicios.
No es casualidad que pese a las «buenas cifras» la OCDE haya reducido la expectativa de crecimiento de la economía española -es decir la expectativa de la acumulación de capital- del 6,8% al 4,5% en 2021 y del 6,6 al 5,5% en 2022.
¿Cómo sostener entonces la «recuperación?
Todas las propuestas que se manejan y publican en los think tanks y gabinetes económicos sobre cómo apuntalar una «recuperación» que se devora a sí misma apuntan a... agravar lo que ya estamos viviendo. Un reciente artículo de análisis de Caixabank Research afirmaba con claridad la fórmula: aumentar el endedudamiento de los hogares y acelerar el Pacto Verde.
Creemos que el consumo se verá respaldado por el mantenimiento de unas condiciones financieras acomodaticias, ya que no esperamos que el BCE empiece a aumentar los tipos de interés hasta 2024. Todo ello favorecerá la nueva producción de crédito al consumo para financiar, sobre todo, la adquisición de bienes duraderos.
Finalmente, el plan de recuperación europeo NGEU también impulsará el consumo en los próximos trimestres. El plan de recuperación y transformación europeo tiene como uno de sus principales objetivos fomentar la movilidad sostenible y la rehabilitación de viviendas para promover el ahorro energético, lo que también espoleará el consumo de bienes duraderos como, por ejemplo, coches eléctricos y aparatos de climatización más eficientes energéticamente.
El consumo en España: Superando lo peor de la pandemia. CaixaBank Research
Sobre el endeudamiento es de señalar que ellos mismos, que a fin de cuentas trabajan para un banco y deben estar atentos a los riesgos de morosidad, señalan la trampa de fondo: se trata de vender a crédito bienes de consumo duradero... hasta 2024, cuando esperan que el BCE suba los tipos... y los ya endeudados vean multiplicarse sus cuotas.
Pero ¿qué van a comprar a crédito? ¿Por qué no van a preferir ahorrar y cubrir riesgos? Básicamente porque comprar un nuevo coche, reformar el edificio o cambiar las ventanas de la casa serán poco menos que obligatorios gracias al desarrollo del Pacto Verde Europeo.
La industria de automoción por ejemplo, calcula que la mitad de los conductores tendrán que cambiar de coche antes de 2023, lo cual no significará sólo un aumento de demanda, sino sobre todo, un aumento de márgenes para los fabricantes.
Aquellos que estaban satisfechos con márgenes de beneficio del 5% al 7% en años muy buenos, han disparado el listón hasta el 10%, que anteriormente era prerrogativa exclusiva de las marcas de lujo.
Con el cambio al coche eléctrico, el automóvil se convertirá en más escaso y caro. Le Monde
¿«Recuperación» es ésto?
Lo que viene: la obligación de reformar la vivienda so pena de no poder pagar calefacción e impuestos por emisiones de la propia casa, el aumento de precios a la hora de comprar o alquilar una, convertir el cambio de coche en un riesgo para las cuentas familiares equivalente al que hasta ahora suponía comprar una casa... en fin, todo lo que el Pacto Verde trae de la mano, puede significar el camino de la «recuperación» para el capital invertido en construcción, especulación de suelo o automoción, pero sobre todo un ataque a las condiciones de vida de los trabajadores.
No es de extrañar la desilusión -en el sentido literal del término- de los trabajadores con la «recuperación» y el Pacto Verde: cuanto más se recupera la economía, menos capacidad de compra tenemos.
Para recuperar el ritmo de acumulación de capital, la capacidad de consumo -esto es, la capacidad de satisfacer necesidades- que permiten los salarios se reduce y reducirá cada vez más. Y consecuentemente, seguirá aumentando el porcentaje del pastel de la producción total que se queda el capital.
Por supuesto, eso produce «desigualdad». A día de hoy el 1% de la población acumula el 25% del patrimonio privado del país y el 10% más rico el 60% de las rentas. Y va a ir irremediablemente a más. Porque la recuperación del capital es, por definición, la reanimación de las rentas y patrimonios de la clase dirigente.