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La nueva Europa ya está aquí militarismo, amenaza nuclear y hambre

28/02/2022 | UE

En cuestión de horas una nueva Europa se está dibujando ante nuestros ojos. Alemania se rearma en masa dotando a su ejército de un fondo extraordinario de 100.000 millones de euros. Las sanciones golpean ya a millones en Rusia y encaminan al hambre al menos a 30 millones de trabajadores. Putin retoma la ofensiva en Ucrania apunta hacia Europa sus fuerzas nucleares. La UE se entrega al militarismo. Y frente a la barbarie en marcha y a pesar de la invisibilización de la propaganda de guerra de ambos lados, aparecen las primeras chispas de resistencia al militarismo: madres de soldados, jóvenes, desertores... una chispa esperando prender entre los trabajadores.

Alemania vuelve al militarismo

Sesión «histórica» del Parlamento alemán. Tras el definitivo giro belicista de los Verdes no hay obstáculos. La burguesía alemana se mueve en formación cerrada. Entre ovaciones, Scholz anuncia un fondo extraordinario para rearmar el ejércio de 100.000 millones de euros. El canciller habla de «hacer añicos» el sueño de un «imperio ruso» y de la necesidad de redoblar el cambio de matriz energética hacia las «energías de liberación». El recuerdo de la aprobacion de los créditos de guerra en 1914 es inevitable.

En cuestión de horas se desbloquea la negociación que durante ocho años el gobierno alemán, el francés, el italiano y el español han mantenido infructuosamente para construir una flota de drones ofensivos capaz de competir con turcos, israelíes y estadounidenses. La industria automotriz se frota las manos ante las nuevas perspectivas: Alemania «necesita» de nuevo masas de tanques.

La nueva Europa ya vive bajo amenaza nuclear

Las fuerzas nucleares estratégicas rusas movilizadas y apuntando de nuevo a los países europeos

Casi al mismo tiempo, Macron llama a los jóvenes a deponer el régimen bielorruso mientras se vota una reforma constitucional que atornilla a la vieja burocracia stalinista al aparato político al estilo de las repúblicas centroasiáticas. Pero la reforma viene con un extra: abre la puerta a la instalación de armas nucleares rusas en el país apuntando hacia los países UE.

Horas antes, la UE ha aprobado finalmente la exclusión del banco central ruso y los bancos rusos que ya habían recibido sanciones del sistema swift de pagos internacionales.

La respuesta de Putin es brutal: pone en alerta su arsenal nuclear. La «nueva Europa» empieza a parecerse también a la de los momentos más tensos de la guerra fría.

La réplica europea aumenta las sanciones cerrando el espacio aéreo y arma a Ucrania abriéndole el acceso a los «fondos de paz». Es un giro histórico, la UE como tal no había armado directamente a un aliado para una guerra interpuesta antes, pero una vez más queda cualitativamente por detrás: en la UE sólo Francia tiene un arsenal nuclear con el que jugar a la escalada con Rusia y hasta ahora no había recibido respuesta a su oferta de nuclearización y militarización de la UE. Todo apunta a que eso va a cambiar a corto plazo.

Guerra económica, represión reforzada y hambruna en camino en Rusia

Trabajadores de los supermercados Yandex, la mayor cadena de alimentación de Rusia, en huelga por impagos salariales y bajada unilateral de sueldos por parte de la empresa.

En Rusia el banco central responde a los bloqueos y la caída en picado del rublo (42% en las primeras horas tras la exclusión del swift) subiendo los tipos un 20%. La medida les obliga a parar las bolsas para evitar una huida masiva de capitales.

Además, para aportar liquidez y salvar a los bancos de la amenaza de quiebra, a partir de esta misma mañana, permitió de manera indefinida a los bancos disolver el colchón de capital macroprudencial acumulado para préstamos hipotecarios y de consumo no garantizados en rublos y moneda extranjera, los de las familias de clase trabajadora. La medida significa pura y simplemente cortar la financiación hipotecaria y al consumo de las clases subalternas rusas.

Traducido a la situación de la mayor parte de los trabajadores rusos: se cortan las refinanciaciones de consumos cotidianos y vivienda. En un país con una pobreza laboral masiva en el que el 20% de la población está por debajo del mínimo de subsistencia y en el que financiar a las empresas mediante el impago de salarios durante meses es una práctica habitual, eso significa deshaucios en masa y pura y simple hambre para 14 millones de trabajadores. Otra escena significativa para entender qué significa el paso de las sanciones a la guerra económica para los trabajadores en la nueva Europa.

Frente a cualquier potencial respuesta, el régimen putinista rearma la represión interna. Día tras día, los tribunales de Petersburgo informan que están procesando a decenas de personas por protestar contra la guerra. Además de las violencias, torturas y golpes habituales en comisaría, los jueces les encaminan a un largo calvario: veinticinco días de arresto -con sus palizas correspondientes- por llamar a manifestarse en un hilo de VK, cinco años de trabajos forzados a una chica de 22 años encontrada con un cóctel molotov... la lista no parece tener fin. La nueva Europa es así.

Tanto en Rusia como en Ucrania hay signos de resistencia a la guerra que también son síntomas de una nueva Europa

La policía rusa está reprimiendo un creciente movimiento de madres de soldados de conscripción, núcleo de las protestas en todo el país

Pero también hay otra nueva Europa en marcha. A la cabeza del movimiento ruso contra la guerra parecen estar las madres de los reclutas de conscripción, indignadas porque sus hijos hayan sido movilizados al frente. Utilizar soldados no profesionales en acciones en el exterior está prohibido expresamente por las leyes rusas. La legislación que ahora el régimen se salta es un legado del movimiento antimilitarista de los 80, cuando padres y madres de soldados desaparecidos en Afganistán encabezaron huelgas y paralizaron la producción en no pocas empresas estatales a pesar de la represión stalinista para exigir la vuelta de sus hijos.

La prensa europea y estadounidense está recogiendo este movimiento «disperso y desorganizado» con cuidado, intentando ligarlo, sin venir a cuento, a Navalny. Si se extendiera de la juventud y las madres a las plantillas, como ocurrió hace cuarenta años, se preocuparían tanto como los putinistas. En la nueva Europa, como en la vieja, una cosa es la disidencia frente al rival y otra cuando se da contra aquello que les une al rival.

Por eso para la prensa y las televisiones europeas es mucho más cómodo presentar las manifestaciones de apoyo a la guerra y contra la invasión rusa de los nacionalistas ucranianos como «manifestaciones contra la guerra». En la nueva Europa no parece haber espacio para quien entienda estar contra la guerra como algo distinto a apoyar al bando imperialista agredido. Los medios recogen los mensajes etnicistas y el despliegue de banderas rojinegras (simbolo de la organización militar del fascismo ucraniano durante la segunda guerra mundial) sin comentario alguno como si fuera lo más natural del mundo.

Pero la realidad, dentro de Ucrania, podría distar mucho de la fiesta ultranacionalista que nos representan vestida de protesta antiputinista. Es difícil en medio del bombardeo de propaganda de ambos lados, discernir cuál es la actitud real de los trabajadores y la población ucraniana. Los «testimonios» de los medios europeos y estadounidenses se recogen en su mayoría en Leópolis -núcleo duro del nacionalismo etnicista ucraniano- y entre los voluntarios nacionalistas de Kiev. Y en ese entorno, el «ardor guerrero» es una marca de la casa.

Pero la realidad es que, a pesar del reclutamiento forzoso de los varones mayores de 18 años y la orden de Zelensky a los guardafronteras de no dejarles salir del país, son decenas de miles los hombres que lo han hecho entre la masa de más de 400.000 refugiados. Y las imágenes que nos han llegado a través de periodistas de medios estadounidenses de los barrios obreros de Kiev y Jarkov durante la entrada del ejército ruso no muestran una resistencia a toda costa sino más bien indiferencia y ajenidad. Esto sería coherente con las denuncias del ejército ruso -en principio poco o nada fiables- sobre la aparición de escuadrones nacionalistas insertos en las tropas regulares para reprimir deserciones.

Sí, la nueva Europa, Rusia y Ucrania a la cabeza, también es la de los batallones de castigo, los mercenarios y la represión de desertores.

Los estados recurren al antifascismo como ideología para encuadrar en la matanza y reprimir

Putin, como sus rivales imperialistas, tiran del discurso antifascista para aquello para lo que se inventó originalmente: encuadrar para la guerra y salvar el orden social que la causa

Mientras los ejércitos prueban contra personas e infraestructuras los Iskander rusos y los Jabelin estadounidenses, los medios de comunicación, tanto rusos como europeos, renuevan un viejo arma de reclutamiento, el antifascismo, que parece ser la bandera ideológica de preferencia para las clases dominantes en la nueva Europa.

Sean Putin y sus siniestros aliados neo-stalinistas para justificar la guerra como «desnazificación» de Ucrania o «el País» para blanquear al nacionalismo ucraniano y animar a la formación de guerrillas paramilitares, el mensaje acaba siempre en lo mismo: «defender la democracia» mediante una nueva «unión sagrada» y movilizar su capacidad represiva -política y social- contra «todos aquellos que no toman partido con claridad».

La nueva Europa

Las banderas de Alemania, España, Francia e Italia, por ese orden, decoran la primera maqueta del «eurodrone» de Airbus, uno de los proyectos bandera del auge militarista que se está poniendo en marcha

En cuestión de días una nueva Europa está afirmándose. Las fuerzas hasta ahora, minimamente contenidas, de la competencia imperialista se despliegan sin pudor frente a nuestros ojos.

Ambos bloques son, en lo que respecta a las vidas de los trabajadores, uno solo. Evocan los momentos más oscuros del siglo XX: guerra, militarismo desbocado, movilización forzosa, represión de los brotes de descontento y rescate de las ideologías más prístinas de la contrarrevolución. El «glorioso» horizonte bélico de unos y otros se resume en una grotesca triada de muerte, miseria y sometimiento a la nación.

El frente real, el que encara la guerra y a sus causantes, a día de hoy resulta casi invisible entre las detonaciones y el músculo propagandista de los estados. ¿Qué son unos cuantos miles de madres de soldados, desertores y manifestantes frente a las grandes maquinarias de guerra y propaganda de Rusia y Occidente? Son tan sólo una chispa en busca de destino: los millones de trabajadores que a ambos lados del frente van a pagar la guerra imperialista y servir de carne de cañón a sus próximos desarrollos.

Es nuestra responsabilidad, también la tuya, organizarnos como trabajadores para que esa chispa prenda entre nuestra clase antes de que el encono de unas clases dirigentes, entrampadas y llevadas a organizar la matanza por el mismo sistema que mantienen, arrastre de nuevo al mundo entero en una guerra sin cuartel contra nuestra propia especie.