La inflación va por barrios
No es verdad que la inflación afecte a todos por igual. Los datos económicos denuncian que la inflación actual oculta, en todo el mundo, una verdadera transferencia de rentas del trabajo al capital y de los capitales más débiles a los más concentrados. Eso sí, la reacción entre los trabajadores y los capitales más débiles, los de la pequeña burguesía agraria o los transportistas, es la opuesta. Los trabajadores exigen el acceso universal a las necesidades básicas, los pequeños propietarios poder reducir salarios y condiciones de sus asalariados.
La inflación y los trabajadores
1 El 20% de la población que tiene las rentas más bajas -el sector en el que los trabajadores son abrumadoramente mayoritarios- dedica, en todos los países europeos entre el 35% y el 51% de sus ingresos a comprar bienes de primera necesidad.
En cambio el 20% de mayores ingresos ni siquiera dedica el 20% a las necesidades esenciales.
Es decir, las subidas de precios afectan de manera desigual a las clases sociales: cuanto mayor sea el peso relativo de los bienes esenciales en la subida de precios, mayor será el impacto sobre los trabajadores.
2 Y en realidad eso es exactamente lo que está sucediendo. La inflación se está cebando en los bienes de primera necesidad.
Incluso si eliminamos el combustible , la diferencia entre la subida de los precios de los consumos básicos y el resto de bienes en el mercado es significativa.
No es de extrañar cuando los precios internacionales de los alimentos básicos están subiendo drásticamente. El trigo subió ya un 21% y la cebada un 33%.
3 El resultado es que si separamos por niveles de rentas el impacto de la inflación vemos que el incremento de los precios sufrido por la cesta de la compra del 20% con mayores ingresos (pequeña burguesía y burguesía) y el 20% con menores ingresos, no tiene nada que ver.
En el conjunto de la eurozona, el grupo de rentas en el que está la mayoría de trabajadores viene sufriendo hasta 4 veces más inflación.
Y eso es sólo una parte.
4 Porque el otro elemento a considerar es la evolución de los ingresos.
Como vemos en el gráfico de la derecha en todos los países europeos menos Francia la inflación creció más que la renta disponible, es decir, de media la sociedad se empobreció.
Pero si lo miramos por clases el resultado es muy distinto. Tanto en Francia como en España, por ejemplo, los salarios reales cobrados por los trabajadores vienen cayendo 10 años. Han caído aún más con la agudización de la crisis desde 2019 y ya nos están preparando en todos lados un «pacto de rentas» que reducirá aún más la capacidad de compra de las familias trabajadoras.
Es decir, la subida de rentas, donde la hay, se produce fuera y lejos de la clase trabajadora. Donde la renta bruta disponible por las familias crece, oculta una transferencia de rentas de los trabajadores hacia sectores amplios de la pequeña burguesía y hacia la burguesía.
Donde cae, cómo en España e Italia, la caída es prácticamente equivalente a la sufrida por el PIB desde 2019. Como las grandes empresas, las cotizadas, han seguido ofreciendo beneficios y repartiendo incluso más dividendos que en 2019, eso quiere decir que en los países más «desgraciados» por la crisis, la transferencia de rentas que alimenta la recuperación del capital no se limita a los trabajadores. Un sector amplio de la pequeña burguesía también está transfiriendo rentas al gran capital y perdiendo capacidad de compra real porque sus ingresos caen.
La inflación y la pequeña burguesía
La cuestión es que el efecto y el posicionamiento que produce en la pequeña burguesía es completamente diferente al que produce en los trabajadores.
Lo estamos viendo estas semanas con los cierres patronales de los pescadores en Francia y los pequeños transportistas en España -a los que se sumarán ahora, parece, los propietarios medianos. Pero ha sido aún más claro en las movilizaciones de los agricultores.
Las reivindicaciones de todos estos grupos de pequeños propietarios han tenido como detonante la subida de los insumos, especialmente los energéticos. Pero sus plataformas, como viene siendo una constante en los últimos años, añadían un eje más: los salarios y las condiciones laborales de sus asalariados.
En las declaraciones recogidas por el diario conservador ABC entre los organizadores y participantes de la movilización de ayer, el mensaje estaba claro. Una joven propietaria argumentaba:
Estamos aquí por la opresiva situación que está viviendo el campo español. Por todas las medidas que ha llevado a cabo el gobierno, por ejemplo, la reforma laboral, que nos afecta en cuanto a la contratación con los nuevos modelos de contratación. Tenemos una pequeña empresa en la que tenemos contratado un trabajador. Y claro, el trabajador no tiene por qué ver mermados sus derechos ni sus condiciones [respecto a las establecidas legalmente] pero todo eso repercute en el bolsillo de la empresa familiar.
No todas las movilizaciones contra las subidas de precios son iguales
Por eso no son lo mismo las movilizaciones contra la subida de precios cuando las realizan trabajadores, como las que ahora despuntan en países como Marruecos, y cuando las realiza la pequeña burguesía, aunque nos vendan lo contrario, como en España.
La pequeña burguesía reivindica poder recuperar la rentabilidad perdida por la subida de costes de los insumos a base de reducir los salarios y condiciones laborales de los trabajadores a los que emplea... que ya son, en la pesca o la agricultura, los peor pagados por las dificultades de la pequeña propiedad agraria para atraer capitales.
Es más, ahora piden poder saltarse los límites de la PAC y las restricciones del Pacto Verde para volver a una agricultura y una ganadería más intensiva, más fácil de capitalizar para una pequeña propiedad, a pesar del impacto sobre la salud de la población que sigue al uso intensivo de fertilizantes nitrogenados y pesticidas.
Por contra, los trabajadores, por su propia posición social, no pretenden otra cosa que asegurar el acceso a la satisfacción de necesidades básicas, no sólo para ellos, para todo el mundo. Actúan como clase universal que son, exigiendo que el criterio de satisfacción de las necesidades humanas universales prime sobre el de la rentabilidad que el sistema y sus mecanismos nos imponen a pesar de que la base material para satisfacer las necesidades de todos esté ahí, a la vista de todo el mundo y al alcance de nuestras manos.