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La guerra del Tigré da un vuelco

04/07/2021 | África

El ejército etíope, reforzado por las milicias amhara y tropas eritreas y somalíes ha sido expulsado de la capital del Tigré, Mekele. La guerra del Tigré ha dado un vuelco al decantarse en contra del gobierno de Adis Abeba los inestables equilibrios imperialistas entre países árabes y EEUU. Y a pesar de los mensajes, la guerra aun no ha acabado, aunque ya ha dejado matanzas masivas, limpiezas étnicas con decenas de miles de muertos, crímenes contra la humanidad, hambruna y destrucción. En cuestión están ahora el futuro de Etiopía y el temor de una extensión de la guerra a otras regiones del país.

Cambio de juego en la guerra del Tigré

Miles de prisioneros de los ejércitos etíopes y eritreos desfilan ayer derrotados por las calles de Mekele, en un vuelco de la guerra en el Tigré

Después de más de ocho meses de guerra, las fuerzas combinadas del ejército etíope, las milicias amhara y el ejército eritreo han sido expulsadas de la capital de Tigré, Mekele. En el curso de una retirada desordenada, miles de soldados fueron capturados por las fuerzas locales y desfilaron como prisioneros por la ciudad en lo que parece una ceremonia pensada para debilitar políticamente al Primer ministro etíope, Nobel de la Paz y adalid de esta guerra, Abiy Ahmed.

Poco antes, en mitad de la contienda el gobierno etíope intentó salvar la cara con un alto el fuego unilateral que ha sido calificado por los dirigentes de Tigré como una broma del mal gusto ante las peticiones de la ONU para que se sumaran a él. A día de hoy la posición del gobierno tigré es reconquistar todo su territorio y negociar después su encaje en un nuevo orden etíope o su independencia.

Hasta ahora han sido meses de matanzas y matanzas, hambruna provocada como forma de limpieza étnica, crímenes de guerra, destrucción deliberada de hospitales, bombardeos de población civil y todo tipo de atrocidades que han provocado la huida de decenas de miles de refugiados. Lo que viene tampoco es para celebrar. A la barbarie abierta y consciente suceden el hambre, las epidemias y un tejido productivo devastado.

¿De dónde viene la guerra del Tigré?

Lee nuestro artículo: Un poco de Historia para entender la guerra de Etiopía en el Tigré

La guerra del Tigré y la desarticulación del estado etíope

Refugiados de la guerra en el Tigré

La larga crisis etíope es un polvorín que amenaza no solo la extensión de la guerra en el Cuerno de África, sino los equilibrios imperialistas de todo Oriente Medio. La ascensión de Abiy Ahmed y el llamado milagro etíope no fueron sino el resultado de una apuesta millonaria de Emiratos y Arabia Saudí por hacerse con el control de la región apuntalando a una de las facciones en liza en la clase dirigente etíope, en la esperanza de que la llegada de inversiones masivas restañara las principales fracturas del poder y aminorara las fuerzas centrífugas que tironeaban desde las regiones al poder central.

La guerra del Tigré era, en principio, la demostración de que las contradicciones internas de las clases dirigentes etíopes eran mucho más profundas. Pero nada más estallar la guerra el fantasma de una conflagración imperialista mucho más amplia se hizo presente.

Para empezar, Etiopía y Sudán tienen un largo conflicto diplomático -siempre al borde del estallido bélico- con Etiopía a cuenta de la Presa del Renacimiento.

Nada más comenzar la invasión, Etiopía recurrió al ejército de la región vecina de Amhara. Entre otras barbaridades, las tropas amhara persiguieron a los refugiados de Tigré asesinándolos en los campos, mientras las tropas eritreas hacían lo propio con los refugiados eritreos que vivían en campos de Tigré. La saña de ambos ejércitos, que se calcula acabó con 20.000 vidas no paró en la frontera con Sudán... lo que degeneró en una guerra fronteriza entre el ejército amhara y el sudanés.

La brutalidad de la masacre abrió la espita de una serie de crímenes racistas contra vecinos amhara en Benishangul-Gumuz, la región vecina... donde se ubica la Presa del Renacimiento... que acabó siendo ocupada por las tropas amhara sin críticas del estado central, demasiado ocupado en reprimir los levantamientos nacionalistas en Oromia, la mayor región del país, que ven en la situación la oportunidad para dinamitar definitivamente la unión etíope.

La intervención imperialista en la guerra del Tigré

Presa del Renacimiento, una de las claves de la evolución de la guerra del Tigré

Desde el principio de esta guerra los imperialismos externos han estado en primera línea. En noviembre la ofensiva etíope llegó rápidamente a Mekele, desarticulando la resistencia del ejército de Tigré gracias a los drones emiratíes, según éste.

Egipto tomó en principio una cierta distancia. Su miedo principal era que un desmoronamiento rápido de Etiopía generase una situación en la que Al Shabaab, el Estado Islámico u otro grupo jihadista intentase crear un frente propio. Su apuesta inicial era aprovechar el coste internacional de la crisis para Abiy Ahmed e intentar aprovechar la ventaja en las negociaciones sobre la Presa del Renacimiento.

Pero las dos rondas realizadas resultaron infructuosas. Y la intervención militar amhara acabó de resultarles preocupante. Desde la mirada de Egipto y Sudán el que un gobierno regional etíope invada la región de la presa y tome su control efectivo es equivalente a perder toda esperanza en una salida negociada. Dado que el gobierno central etíope difícilmente puede responder a estas alturas por sus regiones.

Con los ánimos cada vez más caldeados entre los agricultores egipcios y con la prensa oficialista de El Cairo ponderando las posibilidades de una acción militar, la segunda operación de llenado de la presa por Etiopía equivalía a una escalada prebélica. Sisi, en cambio, pidió paciencia, organizó una estrategia de fuentes de agua alternativas y puso en marcha racionamientos. No porque tuviera una posición de principio contra la guerra, sino porque, fortalecido en su relación con EEUU por la crisis de Gaza, no estaba dispuesto a arriesgar los intereses imperialistas globales egipcios bombardeando la presa en una acción unilateral. Su estrategia fue más sofisticada.

El objetivo de Sisi era sobre todo parar los pies a Emiratos... pero los emires no se dejaban convencer al primer intento. Sisi subió entonces al carro de la salida negociada sin acciones unilaterales a Sudáfrica, Djibuti, Tanzania, Qatar, Sudán del Sur... ganando una masa crítica en África Oriental y en la OUA (Organización de la Unión Africana), pero también moviendo a la Unión Europea a hacer presión para evitar una guerra que podía dinamitar todos los equilibrios regionales desde Mozambique al Cáucaso.

Con esos apoyos, el siguiente paso era involucrar a EEUU en las negociaciones de la presa. Pero Etiopía se negó en redondo, maniobrando para que su principal padrino, Emiratos, se propusiera como alternativa. Así que Sisi jugó la carta del peligro del Tigré a fondo frente a Washington. Y Blinken mandó una primera señal señalando al gobierno etíope como responsable de actos de limpieza étnica y recibiendo al patriarca de la iglesia ortodoxa etíope (que es parte de la clase dirigente de Tigré). Sin respuesta receptiva en Adis Abeba, EEUU subió el tono imponiendo sanciones. A los pocos días Biden pidió un alto el fuego.

La implicación directa de Biden significaba que ya no solo el gobierno etíope, sino los propios Emiratos tenían un problema en Washington. La repuesta casi inmediata fue desmantelar la base militar que Emiratos mantenía en Eritrea. Cerrada la base, acabados los drones. Y sin ese apoyo, la correlación de fuerzas ya no podía ser la misma. La retirada de la ayuda militar y financiera emiratí ha sido la clave de la derrota etíope-eritrea de esta semana.

Los intereses imperialistas decantan la guerra del Tigré... pero no traen la paz

Debretsion Gebremichael, ĺíder del FPLT y estratega de la guerra del Tigré

Pero aunque el juego imperialista haya cambiado las tornas entre bandos, no va a traer la paz. Hoy el gobierno de Mekele, formado por dirigentes del Frente Popular de Liberación de Tigré, ha puesto sus primeras condiciones para una negociación a Adis Abeba: retirada de tropas etíopes y amhara de todo el territorio de la región, investigación internacional sobre los crímenes de guerra, reconocimiento del gobierno del FPLT y compromiso de no volver a invadir. Pero casi todos los medios y analistas coinciden en que solo estamos ante un cambio de fase no ante un fin de los enfrentamientos.

Sin embargo, la principal ventaja del FPLT hoy por hoy no es la militar, sino la política. Cuando Debretsion Gebremichael no descarda una declaración de independencia en su entrevista en el New York Times está enviando un mensaje al nuevo árbitro de la situación, EEUU. Sabe que una declaración de independencia podría ser el detonante del estallido final de Etiopía en un momento en el que Oromia, la principal región del país, está escapándose ya del control del poder central y creando una institucionalidad paralela a la oficial.

Ese estallido no sería pacífico ni breve. No puede serlo cuando Arabia Saudí y Emiratos verían arruinarse sus grandes inversiones de los últimos años. Muy probablemente escalaría al tamaño de un país de 112 millones de habitantes lo que ahora hemos visto en Tigré.

Además un desmoronamiento acelerado de Etiopía no solo extendería la guerra dentro del país. El gobierno de lo que queda Somalia depende del ejército etíope para no desaparecer a manos del grupo jihadista Al Shabah, que controla ya medio país y que ha realizado atentados en Kenia y formado a algunos de los dirigentes jihadistas que controlan el Norte de Mozambique. Si hay una guerra etíope, el desastre somalí entrará en una nueva y sangrienta fase en la que no es de descartar una nueva intervención estadounidense.

Así las cosas es probable que las los alineamientos entre potencias imperialistas vuelvan a cambiar... y que otras potencias regionales y globales se vean atraídas por la oportunidad de carroña. Y al medio millón de personas en hambruna y a las decenas de miles de muertos se sumarán más cientos de miles más.

La perspectiva es infame. Pero no insalvable. Lo que estamos viendo desarrollarse en Etiopía no es un problema distante, radicalmente diferente a la realidad de la crisis en los países de los demás continentes. Es una expresión de la misma crisis, del mismo sistema anti-humano y de la misma clase dominante capaz sacrificar a millones por mantener la acumulación en marcha. La lucha universal contra un sistema hace ya tiempo global, es la única esperanza... no solo en el Cuerno de África.