La «guerra del ferrocarril» trabajadores de ambos bloques hacen la guerra contra la guerra
Lo que ya se conoce como la «guerra del ferrocarril» no se limita a acciones de trabajadores del bloque ruso ni siquiera a ferroviarios: se han detenido trenes y aviones cargados de tanques y envíos de armas por parte de trabajadores en el bloque estadounidense... Aunque naturalmente la prensa europea no haya informado más que tangencialmente sobre ello.
Lo que la propaganda nos cuenta...
En toda guerra moderna la logística es un pilar central de toda la campaña militar, y la guerra en Ucrania no es ninguna excepción. La prensa del bloque estadounidense no ha tardado en celebrar la militarización de los ferrocarriles ucranianos y en aplaudir -más bajito- las acciones de los ferroviarios bielorrusos que han dificultado la campaña militar rusa.
No hay nada más efectivo que una guerra y una campaña ultranacionalista para ver florecer la fraternidad entre clases... en los mensajes de una industria de la opinión convertida en industria de guerra dedicada a bombardear el «frente interior» con bombas de humo desinformativo.
Basta asomarse a la prensa alemana o la anglosajona para ver por dónde va el plan de batalla mediático. Para estos medios los «trabajadores» ferroviarios ucranianos están dando un ejemplo de liderazgo a todo el mundo: ahora por fin los trenes «llegan puntuales» afirman literalmente. En estos artículos podemos por ejemplo leer al CEO de los ferrocarriles describiendo sus profundas preocupaciones cívicas mientras una azafata agradece el liderazgo de sus supervisores entre citas de capataces.
Es difícil tomarse esto demasiado en serio en un país en el que hubo dos grandes huelgas ferroviarias consecutivas hace menos de un año (la última fue en octubre) y la red ferroviaria está militarizada. No deja de ser significativo que los artículos de propaganda de guerra necesiten confundir a los directivos con las azafatas calificando a ambos como «trabajadores» e invisibilizando al grueso de los trabajadores. La «guerra del ferrocarril» es el elefante en la habitación.
...oculta, como siempre, la lucha de clases bajo la guerra del ferrocarril
No es de extrañar la confusión creada por los medios. La «unión sagrada» entre clases es el primer objetivo a alcanzar y mantener por todo estado en guerra, aunque no sea siempre tan real como le gustaría a la clase dirigente. De hecho...
1 Fueron ferroviarios y civiles bielorrusos los que detuvieron la logística rusa, haciendo imposible mantener el suministro de armas del ejército de invasión. El gobierno ucraniano y la oposición liberal bielorrusa se atribuyeron inmediatamente un éxito que no les correspondía. La acción de los ferroviarios bielorrusos, primer gran momento de la «guerra del ferrocarril», ha sido fundamental para que Rusia abandonara la ofensiva sobre Kiev, incapaz de sostener sus líneas logísticas.
2 En Grecia los trabajadores ferroviarios se negaron a atender trenes con tanques para el gobierno ucraniano en convoyes de supuesta «ayuda humanitaria». El movimiento espontáneo tuvo tanta fuerza que los sindicatos y los stalinistas intervinieron acto seguido para descarrilar la movilización con una extensión en falso. Su «propuesta»: abandonar las luchas reales para realizar acciones simbólicas puntuales y volver al trabajo con un recorte de prensa.
3 Algo muy parecido vimos en Italia, donde los trabajadores aeroportuarios interrumpieron la estiba de armamento desde el aeropuerto de Pisa. Armamento que, cómo no, también iba etiquetado como «ayuda humanitaria» para Ucrania. La movilización consiguió que el aeropuerto de Pisa fuera abandonado como punto de salida de material militar.
Los sindicatos marean la perdiz o se unen abiertamente al capital nacional
El papel de los sindicatos en todo ésto es... el que cabía esperar: en general se unen abiertamente al esfuerzo de guerra de sus repectivos capitales nacionales. Todo lo más, como los sindicatos alemanes, dan la razón a los trabajadores pero evitan cualquier lucha real.
Retirada de las tropas de la OTAN y no a la expansión de la OTAN hacia el Este, ¡disolución de la OTAN!
¡Rompamos el silencio aprobatorio, o la aprobación de sanciones contra la población por parte de nuestros sindicatos! ¡No a las sanciones, no a la exportación de armas, no al rearme, no a la subida de precios! Por el contrario, EVG y GDL deberían trabajar juntos para construir un fuerte movimiento internacional contra la guerra y expandirlo a nivel mundial - eso significa, si es necesario: ¡parada laboral y huelga contra las entregas de armas, el rearme de los transportes de tropas y la guerra!
¿«Si es necesario»? ¿Tienen que quedar sólo ruinas para que se posicionen en la guerra del ferrocarril? ¿A qué esperan?
Aun más descarados, los sindicatos suecos, siempre ansiosos de colaborar con el estado al primer atisbo de guerra, se adelantaron al cierre de los puertos a buques rusos boicoteando su desestiba. Pura guerra económica. El buque de la discordia iba cargado de plátanos para el mercado sueco.
Lo que los trabajadores debemos aprender de la «guerra del ferrocarril»
Fueron acciones similares a la de la actual «guerra del ferrocarril» las que iniciaron la solidaridad internacional de los trabajadores durante las dos guerras mundiales haciendo visible que no sólo había dos bandos imperialistas en guerra, sino una clase mundial capaz de enfrentarse a ambos y detener la matanza.
Sin embargo, en aquel momento los trabajadores contaban todavía con un amplio y diverso tejido organizativo propio, con lugares físicos de encuentro y discusión en barrios y pueblos y con estructuras relativamente sólidas en las empresas. Aunque este tejido fue desgarrado primero por la traición defensista de las direcciones socialdemócratas y los sindicatos (ya en fusión con el estado) y machacado después por el fascismo y el stalinismo hasta su práctica desaparición. Incluso durante la segunda guerra mundial los jirones que quedaban sirvieron de base a las respuestas internacionalistas de los trabajadores.
Hoy sin embargo, ese tejido simplemente no existe. Donde los sindicatos no controlan completamente la situación como en Suecia, toman la delantera para evitar la auto-organización (Alemania) y cuando esta se produce confinan rápidamente en lo local cualquier respuesta (Pisa) o toman el control derivándola hacia la nada (Grecia). En los barrios y pueblos industriales la situación es aún peor. Donde el barrio no es «controlado» por excrecencias sindicales lo es por una iglesia.
Vivimos en una época histórica en la que para poder enfrentar lo urgente desde nuestro propio terreno, tenemos que construir al mismo tiempo nuestros propios fundamentos organizativos más básicos. No hay atajos. Hay que luchar para organizarse y organizarse para luchar. Todo aporta.