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La fragilidad del euro y las debilidades del imperialismo alemán

30/05/2018 | Alemania

Hoy Europa despierta con una huelga general en Grecia, el estallido de la crisis política en España y una nueva fase en la revuelta abierta de una parte de burguesía italiana contra Alemania y el euro.

La primera reacción de di Maio y Salvini al veto de Mattarella mostró que no iban a rendirse sin más. El reflejo fue movilizar masivamente e intentar una destitución de Mattarella. Pero pocas horas después, las encuestas les abrían un nuevo camino: si Salvini rompía la alianza con Berlusconi y construía un eje con el «Movimiento Cinco Estrellas», es decir, si daban forma sólida creaban una coalición capaz de representar la alianza de la pequeña burguesía airada con la burguesía industrial nacionalista, podían aspirar a una victoria electoral contundente. Si faltaran alicientes, las declaraciones del comisario europeo de presupuestos, alemán para más señas, avivaron las brasas del nacionalismo italiano. Bastó un tuit de Salvini para darle la vuelta a la interpretación de la respuesta de los mercados financieros. Para cuando los más atentos de entre la burguesía europea avisaron de hasta qué punto el tono marcado por Merkel y el aparato político alemán podía llegar a ser contraproducente, ya era demasiado tarde: Salvini y di Maio, animados por la prensa del Norte italiano, marchaban ya de la mano construyendo las bases de un nuevo polo político con la «liberación nacional» como bandera.

En Grecia, después de presentar a Tsipras como espejo para los «country managers» proalemanes y al hundimiento griego como ejemplo de gestión, el aparato euro-alemán pone abiertamente en duda que Grecia vaya a poder dejar de ser un protectorado en junio... lo que no ha hecho sino alimentar el radicalismo nacionalista de una pequeña burguesía que ya vive en guerra espiritual con un vecino turco cada vez más agresivo e inestable y una Macedonia sobre cuyos afanes expansionistas delira. Tras el fracaso de las expectativas griegas en la cumbre europea de Sofía por impotencia/incompetencia alemana la huelga de hoy bien podría interpretarse como un intento del propio aparato político de la izquierda griega, Syriza incluida, para llevar el descontento a un terreno más manejable. No hay que olvidar que si las movilizaciones en los últimos meses han estado protagonizadas casi exclusivamente por los pensionistas es porque Tsipras limitó el derecho de huelga a los grandes sindicatos. Por supuesto, el terreno en el que se da esta huelga general no lleva a ningún lado, pero la combatividad es real. Tsipras toma por tanto un riesgo parecido al que el aparato político español se enfrentó en un momento en Cataluña: apelar a los mismos trabajadores a los que necesita atacar para hacer frente a una pequeña burguesía nacionalista a la que le cuesta ya controlar.

Incluso en España, la incompetencia imperial alemana ha hecho todo lo posible por azuzar el nacionalismo anti-UE de la pequeña burguesía: desde negar la extradición de Puigdemont a poner en cuestión los presupuestos -triunfo pírrico de un Rajoy amortizado- por una subida mínima, coyuntural y no acumulable de las pensiones. Tanto en un caso como en el otro, la actitud alemana ha tentado con el anti-europeismo a las fuerzas que intentaban inflamar el nacionalismo español como primer paso para un remozo del aparato político de la burguesía española bien alineado con los intereses del eje franco-alemán. Afortunadamente para Alemania y Francia, la burguesía española tiene muy claro su alineamiento con el euro y la pequeña burguesía no se atreve a romper el tabú. Pero igualmente, su crisis política está ahí, con una moción de censura en marcha mucho más correosa de lo que le resultaría deseable y una herida que no parece cerca de cerrarse con la pequeña burguesía catalana.

Merkel visitará ahora Portugal, pinzada entre la derrota de su «campaña de invierno» en la Unión Europea y las necesidades de desarrollo imperialista a las que la guerra comercial empuja a la Unión Europea entera, en medio de una revuelta abierta del gobierno polaco, con Austria y Hungría cada vez más provocativas e Italia volviendo a poner sobre la mesa la fragilidad de la arquitectura del euro. Lo que el capital especulativo, «los mercados», están diciéndole a Alemania es que el euro, por buen sistema succionador de fondos que sea, por mucho que consolide su industria exportadora y por mucho que consiga mantener alineados a sus miembros en la «austeridad» permanente... es tremendamente frágil.

Desde luego, el supremacismo y el nordismo que adornan cada vez más abiertamente el discurso político tanto de Alemania como de Bruselas no ayudan en lo más mínimo a los propios intereses franco-alemanes. Pero esa no es la cuestión. Las ideologías funcionan así: si en su origen impulsan y refuerzan a sus creadores, a medio plazo o ante unas condiciones nuevas bien puede limitar a sus propios beneficiarios incluso contra sus propios intereses. La cuestión es que el modelo mismo del euro y la UE que lo sostiene es frágil porque lo que originalmente era la resistencia de la pequeña burguesía, amenaza con romper en fracciones opuestas, cuando no con arrastrar, a cada vez más burguesías nacionales.

Y todavía no ha entrado en escena el actor principal... pero la burguesía de toda Europa lo teme, y con razón, cada día más. ¿Observaron que hoy la palabra «proletariado» volvió al Parlamento y que «clase trabajadora» ganó por primera vez en años a «clase media» en menciones?