«La cultura y el deporte» industrias de preparación para la guerra, se repliegan a sus bases
Cuando la tensión imperialista crece lo suficiente la prensa cultural «descubre» súbitamente que los grandes intérpretes y directores de orquesta son - ¡Oh sorpresa!- propagandistas más o menos discretos de los gobiernos que les sostienen. La exigencia de boicot se hace inmediata y se acaban de golpe las tonterías habituales sobre la «cultura como puente entre pueblos», la «cultura para la paz», etc.
La realidad es que la música clásica, el teatro y en la mayoría de países el cine, son industrias deficitarias mantenidas por «prestigio nacional» en el marco de la «construcción de identidad nacional». Por eso a las artes se les llama confusamente «cultura». Y cuando la guerra se hace presente se les exige también su contribución y se cierran las puertas a las exhibiciones del competidor en propio suelo. A fin de cuentas nunca dejaron de ser sectores de preparación para la guerra, propaganda militarista por otros medios.
Por cierto que en la era imperialista eso aplica también y en primer lugar al deporte, desde las olimpiadas al fútbol... o a los atletas paralímpicos, una competición nacida precisamente para incorporar al culto deportivo a la nación a los lisiados por la guerra mundial. Por si alguien se preguntaba por qué los equipos paralímpicos rusos y bielorrusos fueron excluidos hoy de los juegos paralímpicos de invierno por el COI.