La burguesía del fin de los días
Si leemos la prensa española, francesa o alemana, el cada vez más probable Brexit a la brava se resume en... «caos». La movilización estatal estrella del año, los «jóvenes por el clima» habla de «emergencia climática» en la perspectiva de un apocalipsis ecológico que sería inevitable si no se actúa inmediatamente y que arrasaría el planeta en menos de una generación.
Largas colas de camiones en el simulacro de Brexit a la brava ensayado por el gobierno británico.[/caption]
Empecemos por el Brexit. Todos pronostican largas colas en la frontera en caso de volver a establecer aduanas y aunque el gobierno de May, en ese caso, dejaría pasar sin trámites durante un cierto tiempo todas las mercancías, el miedo al desabastecimiento está en realidad alentado desde el propio gobierno y sus planes para declarar el estado de sitio. En realidad, todas las empresas exportadoras a las que preguntan los medios llevan tiempo cubriendo esa eventualidad mediante la ampliación de sus stocks en Gran Bretaña. Las navieras han incrementado los fletes en consecuencia y se preparan para hacerlo aun más en puertos alternativos si alguna frontera se satura. La misma UE lleva tiempo con «planes de contingencia» que declara listos y completados. Y si miramos bien, los mismos artículos que hablan del «caos», parece que definen por «caos» pasar unos días sin comprar gelocatil. Es más, la prensa alemana insiste cada día más en que un Brexit a la brava no sería tan destructivo para la industria alemana como nos dijo y las encuestas de clima económico parecen indicar que los empresarios también lo creen así.
Y ¿entonces? ¿Era todo puro teatro y alarmismo? ¿Solo una forma de presionar en unas negociaciones especialmente correosas? No. Para la burguesía el capitalismo es una circulación que reproduce un capital cada vez mayor a cada vuelta. El «caudal» de los flujos de mercancías y la previsibilidad de la plusvalía acumulada es lo que mide la «salud» de su «maquinaria» de explotación. Por eso que zarpen barcos sin saber qué arancel se les va a cobrar al llegar a puerto les parece mucho más caótico y loco que el que cada repunte del dolar mande a millones a la pobreza o torne inaccesible el pan en la Argentina, ni hablar ya de la guerra en Yemen y sus consecuencias para la población, la mortalidad infantil en Pakistán, la descomposición social en Haití o, sin ir más lejos la guerra y los bombardeos diarios en la frontera entre Rusia y Ucrania. En pocas palabras: el «caos» para la burguesía significa no saber cuantificar riesgos en sus resultados globales de explotación. El desastre humanitario, la descomposición social extrema y la muerte de miles diariamente, si no afecta a la reproducción del capital prevista, es «business as usual».
Granger, flota pesquera, 1683[/caption]
Pero ¿no nos bombardean acaso con la «emergencia climática»? ¿No está la misma burguesía llevando el «Show de Greta» por las principales capitales europeas? ¡Hasta Putin muestra orgulloso a sus cachorros «activistas climáticos»!!
La verdad es que una cosa es que la burguesía vea el discurso del apocalipsis climático como una forma de encuadramiento útil y la potencie y otra muy diferente que su propia concepción del mundo le permita percibir un peligro catastrófico en nada que no ponga en cuestión los resultados del sistema de explotación.
La vieja utopía burguesa del crecimiento exponencial impulsado por una máquina neumática o hidraúlica capaz de imprimirle una aceleración constante, se transformó hace un siglo, cuando al entrar el sistema en decadencia el desarrollo de las fuerzas productivas empezó a renquear crónicamente. El paso al capitalismo de estado dio paso un juego constante de metáforas sobre «palancas» y «cuadros de mando» de gobiernos y monopolios que harían posible un sencillo «crecimiento estable», «sostenido y sostenible», garantizado por una nueva utopía: la planificación.
El resultado es la legitimación de todos esos sociólogos, politólogos y climatólogos que construyen discursos políticos con bata blanca. Un reciente artículo en «Die Welt» del dirigente de un think-tank danés es muy claro mostrando la forma en que la burguesía calcula riesgos y califica desastres. De paso muestra bien la «utilidad» del famoso IPCC de la ONU en cuyos datos y estudios se basa.
El escaso desempeño del Acuerdo de París pasará a la historia con pérdidas de crecimiento global de uno a dos mil millones de dólares al año a partir de 2030, la estrategia política más cara de todos los tiempos. [...] Si no hacemos nada para detener el cambio climático, según los científicos de la ONU, la producción económica mundial en la década de 2070 disminuirá entre un 0,2 y un 2%. Sin embargo, debe recordarse que los ingresos aumentarán en un 300 a 500% para entonces. Lo que deberíamos esperar está muy lejos del «fin del mundo». Es equivalente al impacto de una sola recesión económica durante el próximo medio siglo.
Por todos lados nos dicen que el cambio climático está causando condiciones climáticas más extremas, como los huracanes. Pero los científicos del clima de la ONU no encuentran «tendencias observables significativas» en la frecuencia de los huracanes en el último siglo. En los Estados Unidos, la tendencia de todos los huracanes que llegan al continente ha disminuido desde 1900. Lo mismo se aplica a los huracanes con los efectos más devastadores.
Un estudio publicado en la revista Nature muestra que el daño global causado por los huracanes representa aproximadamente el 0,04% del PIB mundial. Incluso si el poder destructivo de los huracanes aumentara considerablemente en 2100 como resultado del cambio climático, la creciente prosperidad y la mayor adaptabilidad significan que los costos solo serán la mitad, o el 0.02% del valor de la producción mundial. Desde 1990, los costos globales de todos los desastres relacionados con el clima ya han disminuido en relación con el PIB.
Greta Thunberg se dirige en Katovice a la cumbre global del clima de la ONU.[/caption]
Es decir: el coste del cambio climático supone pérdidas pequeñas en el ciclo de acumulación si lo comparamos, por ejemplo, con los rescates bancarios de la pasada década... así que no hay ningún horizonte de «apocalipsis climático» para el capitalismo. Si resulta un desastre para millones de personas que se queden sin agua o recursos esenciales, que sufran hambrunas o cuya pobreza -ya de por sí innecesaria y simple producto de un capitalismo que dura más de la cuenta- se multiplique... ni siquiera se tiene en cuenta. Es el daño en el capital acumulado y sus flujos, lo que se evalúa. Greta y sus socios belgas, franceses, alemanes, españoles o incluso rusos, no alertan a la burguesía de nada que sea un peligro para ella. Si le dan el altavoz de la prensa con la misma intensidad con que se la niegan a los trabajadores, es porque venden «unión sagrada climática» en un momento en el que desde México a Irán pasando por Europa la lucha de clases vuelve a asomarse al escenario histórico.
La burguesía de los últimos días
Asamblea de trabajadores en Matamoros, México[/caption]
Los tonos cada vez más apocalípticos de los discursos de la burguesía y el estado, el alarmismo constante, el «shock» permanente... solo expresan las angustias de una clase que disfruta una prórroga anti-histórica y anti-humana. Para el capital, la violenta agonía producida por la ausencia de mercados suficientes, inevitablemente acompañada de rentabilidades decrecientes y de la carencia de ocupaciones rentables, se ha vuelto crónica. Y con ellas se han vuelto crónicas la tendencia a crisis cada vez más destructivas, las tensiones comerciales y la guerra, la precarización y el empobrecimiento. Es el capitalismo el que hoy representa un desastre permanente para la especie humana, por eso éste o aquel apocalipsis resultan tan masoquistamente tentadores para muchos. Pero no nos engañemos, el capitalismo no «se va acabar» sin hacer nada, no tiene otro fin posible que su superación. Ha de ser derribado y solo la clase trabajadora puede hacerlo.