Cerrar
Emancipación;

Communia

Internacionalistas

Blog de Emancipación

También mantenemos el
Diccionario de Marxismo,
la Escuela de Marxismo y los canales @Communia (noticias internacionales) y @Huelga (huelgas en el mundo) en Telegram.

Comunicados de Emancipación

Buscar

  • También puede serte útil nuestro Mapa de navegación: todos nuestros artículos organizados en secciones y ordenados cronológicamente

Entender el ahora

Su moral y la nuestra

En el comunismo...

Decadencia: El antagonismo entre el crecimiento capitalista y el desarrollo humano

Los límites del conocimiento bajo el capitalismo

Historia de clase

Crítica de la ideología

Los orígenes de la ideología y la moral burguesa

¿Quién teme a la Inteligencia Artificial?

3/1/2023 | Tecnología
¿Quién teme a la Inteligencia Artificial?

¿Qué es la Inteligencia Artificial hoy?

Lo que se llama «Inteligencia Artificial», en realidad no tiene nada que ver con la inteligencia humana. Se llama IA a un conjunto de sistemas de análisis de estadístico de grandes masas de datos que, a partir de unos modelos, formas de ajuste, contrastes y una serie de objetivos, intenta predecir una solución «correcta».

Cuando una IA traduce, por ejemplo, no está traduciendo en el sentido en que lo haría un traductor. No entiende primero lo que el texto dice y luego intenta transmitir el mismo mensaje en otra lengua aplicando su propia gramática y vocabulario. Simplemente intenta predecir estadísticamente, a base de analizar millones de traducciones, qué frase en en idioma X correspondería a otra frase en el idioma Y.

Lo mismo hacen programas como ChatGTP, después de rastrillar millones de conversaciones e interacciones entre usuarios y buscadores web, predice qué espera -o al menos puede esperar- recibir alguien que hace una determinada pregunta o da una orden concreta de carácter general.

¿Qué ha producido la «revolución de la IA»?

Los procedimientos usados por estos sistemas han evolucionado en los últimos quince años gracias no tanto a la investigación, como sobre todo a la reducción del coste de la velocidad y capacidad de proceso gracias a la capitalización masiva de grandes centros de datos. Sin las grandes granjas de ordenadores, capitalizadas en masa por los grandes servicios online no tendríamos redes neuronales como las de hoy.

Es decir, la IA se ha desarrollado como un producto de las gigantescas concentraciones de capital que, tanto en EEUU como en China, han dado forma a Internet como destino de grandes masas de capital en busca de destino.

No es casualidad que el llamado momento Sputnik de la IA que elevó la competencia entre China y EEUU al nivel prebélico que tenemos ahora y que empujó a EEUU a una estrategia cuyo primer gran jalón está siendo la guerra en Ucrania y la tensión creciente en Corea y Taiwán, comenzara con un inocente programa de juego de Go desarrollado por Google.

Tampoco que la principal vanguardia estadounidense de desarrollo de servicios IA, el consorcio OpenAI, el creador de ChatGTP, naciera de la iniciativa de Elon Musk e inversores como Peter Thiel con el apoyo de Amazon y Microsoft. Y es que detrás del rápido desarrollo de la IA están los grandes fondos de capital que en su día se movilizaron hacia Internet y los servicios online con todas sus empresas estrella y sus gurús.

¿Qué significa realmente la IA?

Robot controlado por IA en un proceso industrial

Robot controlado por IA en un proceso industrial

El desarrollo de la IA es el segundo movimiento de lo que vimos con Internet: la supeditación de la tendencia general a la socialización de la producción a la colocación y acumulación de capitales.

Lee también: Internet y el comunismo, 12/3/2019

Bajo cada IA hay muchas horas de trabajo hiperprecrizado, pero sobre todo los corpus, es decir los textos, conversaciones, datos de comportamiento y elecciones de millones de personas, es decir muchas horas de trabajo social, incluido el que, al no ser asalariado, no suele contabilizarse como tal.

Es decir, es un intento forzado y, como veremos, violentamente contradictorio de confinar la tendencia y la necesidad de socializar la producción en los estrechos márgenes de las relaciones capitalistas.

En realidad, la aparición de la industria IA, como antes la aparición de grandes monopolios en Internet, muestra de forma extrema que esa tendencia a la socialización está llegando a su límite en la sociedad capitalista.

Estamos en un momento en el que la misma idea de máquina se transforma para convertirse de forma abierta en materialización del trabajo social sin que se justifique ya la necesidad de trabajo asalariado y de hecho, en contradicción con ella. Las IAs, que a fin de cuentas son máquinas, redes de ordenadores...

Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital revela hasta qué punto el conocimiento social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de la vida social misma han entrado bajo los controles del intelecto general y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son producidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real.

Carlos Marx. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), 1857-1858

¿Qué significa ésto? Que el tipo de socialización de la producción que permite el desarrollo de tecnologías como la IA es precisamente el que hace posible como objetivo inmediato liberar a la sociedad del trabajo asalariado, la mercantilización y la escasez. Y por lo mismo, el tipo de contradicciones que estas tecnologías amplifican en el sistema hacen necesario y urgente la superación del capitalismo para la Humanidad.

Pero vayamos por partes...

¿Por qué el gran capital apuesta tan fuerte por la IA y cómo afecta a los trabajadores?

Como vimos en la serie En el Comunismo..., la socialización de la producción es el motor históricamente necesario para multiplicar la productividad del trabajo (y de los recursos).

El capital se da cuenta y, dentro del estrecho marco de la acumulación, entiende la oportunidad y disfruta de la perspectiva inmediata de rentabilizar grandes infraestructuras sin un solo trabajador o reducir al mínimo la mano de obra en sectores como el textil.

Pero lo que más está despertando la imaginación de la burguesía es descualificar el trabajo.

Piensan en el mundo industrial en reducir los tiempos de formación de operarios que se convertirían en meros asistentes de la máquina. Y en el ámbito de los servicios en culminar la proletarización de sectores hasta hace no mucho profesionales (=pequeña burguesía) que ya habían sido absorbidos en la estructura corporativa asalariada y poco a poco precarizados: médicos, abogados juniors de grandes firmas, programadores de código de poco valor, redactores de ensayos clínicos y otros materiales corporativos, teleoperadores, asesores de inversiones o diseñadores que pasarían de trabajos cada vez más estandarizados y de poco aporte a ser directamente sustituidos por IAs generativas.

Las contradicciones crecientes de un capitalismo con IA

Centinela guiado por IA pensado para combate de infanteria, fronteras y eventualmente, motines

Centinela guiado por IA pensado para combate de infanteria, fronteras y eventualmente, motines

El marco general: el capitalismo que llega a la IA es ya reaccionario y no puede usarla en beneficio de la Humanidad

Desde el punto de vista de la producción, la aplicación de la IA significa un aumento de la productividad física del trabajo: una reducción casi general de las horas de trabajo social necesarias para producir cierta cantidad de servicios.

Pero a la burguesía no le interesa la productividad física por sí misma. Lo que le interesa es la productividad del trabajo en términos de ganancia: cuanta ganancia puede obtener de una hora de trabajo social medio. Eso significa no sólo producir más, sino también vender más... a pesar de que los salarios -la base de demanda efectiva creada por el propio capital-, tras un cambio tecnológico como este, signifiquen un porcentaje menor del valor de la producción total.

En el capitalismo ascendente del siglo XIX esta contradicción se saldaba con una expansión del mercado mundial y del capitalismo como un todo que conducía a una reorganización y aumento de la producción global, un aumento de la capacidad de consumo de los trabajadores y reducción de la jornada media de trabajo. Progreso.

Pero en el capitalismo decadente de hoy, con el mercado mundial llegando hasta el último rincón, el sistema no tiene manera de ampliar lo que Marx llamaba las «restringidas bases» de la demanda salarial que crea.

Las empresas, al incorporar tecnologías que aumentan su productividad física, no pueden dar por hecho que existe un mercado que absorberá más producto. Así que, en conjunto, simplemente reducen la mano de obra contratada para aumentar ganancias, sin que la producción total crezca vertiginosamente como podría.

Eso no quiere decir que la pulsión para ganar nuevos mercados no se redoble. Al contrario. Lo hace. Pero esos mercados son ya también mercados capitalistas con un capital nacional que hace de dueño y que tiene exactamente las mismas pulsiones y necesidades de expansión mercantil.

Es decir, vivimos en una era imperialista y por eso cada paso adelante de la acumulación se traduce en un aumento de las tensiones imperialistas entre capitales nacionales. La competencia deja pronto de ser un juego pacífico de precios y ofertas y se convierte en juego estratégico de guerras comerciales, de divisas, sanciones... y presiones militares, cuando no guerra.

Resumiendo: las grandes mejoras tecnológicas hoy, en vez de progreso, es decir mayor desarrollo humano integral de los propios productores acaban produciendo desempleo y empobrecimiento de los trabajadores por un lado y tensiones bélicas que empujan hacia más miseria y muerte por otro.

Las contradicciones de la IA vistas por la burguesía

A la clase dirigente no le preocupa realmente la contradicción fundamental entre lo que el crecimiento capitalista (acumulación) exige y el desarrollo humano. Además se cree en capacidad para restringir los mínimos brotes de abundancia que puedan surgir en los bordes del mercado deformando grotescamente si es preciso sus propias formas de propiedad.

Lo que le preocupa es la forma que las contradicción toma en sus propios términos. Es decir, que el incremento de productividad potencial de la IA evidencie de manera excesivamente rápida o violenta las carencias de crecimiento de la demanda efectiva que el propio sistema produce.

La burguesía corporativa se siente feliz de mejorar la ganancia reduciendo empleos gracias al uso de IA en sus empresas... pero no es ciega y se da cuenta de que la generalización del uso de IA, por lo mismo, reduce la demanda... y se preocupa.

De ahí por ejemplo que los debates sobre el impacto de la IA hayan, en un primer momento, resucitado el interés por cobrar impuestos a los robots o instaurar la «Renta Básica Universal». Propuestas que tras un momento de gloria mediático, pasaron de nuevo al olvido... porque, no les resolvían nada.

La RBU no paliaría los efectos de la robotización sobre el desempleo. La robotización, como toda mejora tecnológica en la producción, produce desempleo si no hay un mercado suficiente en el que colocar una masa mayor de producto. Pero, como hemos visto, ese es precisamente el problema del capitalismo de hoy, y la RBU, como cualquier sistema redistributivo del ingreso, no puede «crear nuevos mercados», ni siquiera aumentar significativamente la demanda.

Las tendencias a la robotización no solo seguirán sino que, en un escenario de guerra comercial, se harán más fuertes que nunca para aumentar la competitividad de las exportaciones, y generarán más desempleo que nunca -porque los mercados exteriores tenderán a reducirse para el capital nacional.

Renta Básica Universal, 6/5/2018

Al final su salida es siempre la misma: pisar el acelerador de la guerra intentando cercenar el desarrollo tecnológico -y especialmente el de IA- de sus rivales imperialistas por todos los medios. Y llegado el caso, como vemos en Ucrania, convertir estas tecnologías en armas de guerra. Lo vemos con más claridad cuanto más potente es la potencia imperialista. No sólo en EEUU, también en China, que de hecho va a la cabeza de aplicaciones IA para la carrera militar-espacial.

Difícilmente se podía esperar algo que condensara más claramente el antagonismo creciente entre el capitalismo y la vida humana: la herramienta que podría servir para crear abundancia, se convierte en herramienta de destrucción masiva y matanza.

¿Qué puede esperarse de la síntesis estadística de la moral capitalista?

Una constante tensión hacia la discriminación y la atomización

Con su habitual y nada inocente miopía, los medios han venido insistiendo en los sesgos de la IA como si fuera su principal problema, especialmente en IAs generativas y ligadas a chats. Evidentemente, si la masa de textos que utiliza una IA conversacional escora ideológicamente hacia el machismo o el racismo, la IA calculará la reacción correcta a una interacción con exactamente el mismo sesgo. Y las correcciones a posteriori -prohibiendo a la IA hacer chistes sobre negros o mujeres, por ejemplo, como hace ChatGTP- sólo servirán para mostrar hasta qué punto el juego de discriminaciones que el sistema produce es generalizado porque no borrará las racistadas sobre andaluces o los chistes insultantes sobre varones.

Sin embargo, la preocupación de fondo sobre estos temas por parte de la clase dirigente tiene en realidad más enjundia. Están calculando ya con reducir el aparato de gestión y los costes de las políticas de ayuda a los vulnerables que ahora sirven de excusa para minar la universalidad de los servicios básicos. Pero en EEUU, donde primero se ha probado a nivel local, la IA ha dejado a la vista hasta qué punto esas decisiones reproducían el clasismo y racismo alimentados por el propio sistema. Por eso los legisladores de la UE entre otros, lanzan admoniciones sobre el control de los mensajes morales que la IA pueda reproducir y amplificar y la Comisión Europea produce guías para exonerar su responsabilidad en el uso de armamento controlado por estos sistemas.

Represión automatizada

No es una mera fantasía futurista. Los dispositivos militares y policiales letales y autónomos, sin control humano, son la vanguardia imparable de la industria armamentística ligera. Se sabe que durante la guerra de Siria se testaron sistemas de armamento completamente automatizados y autónomos y al parecer incrementaron la letalidad escalando a nivel local combates ya de por sí cruentos.

Desde perros robotizados en la frontera entre EEUU y México hasta centinelas robóticos en India pasando por blindados armados en Israel los sistemas de «defensa automática» están recibiendo inversiones crecientes de los estados en ámbitos que van más allá de la guerra y se sitúan cada vez más cerca de la automatización de la represión de civiles.

Control totalitario del comportamiento individual

Entre otras cosas porque el sistema de crédito social chino, producto directo de la unión de totalitarismo e IA, originalmente criticado por toda la prensa estadounidense y europea, no sólo encontró mercados en Asia Central y África... sino competidores en eso que llaman Occidente. Por ejemplo, Corea del Sur testó sus capacidades durante los confinamientos pandémicos y Qatar convirtió el Mundial en una demostración en tiempo real de control totalitario extremo guiado por IA... en competencia con Emiratos.

En EEUU, tanto Google como Amazon están llevando estas tecnologías un paso más allá, hacia el control de «comportamientos inusuales» entre los trabajadores en el puesto de trabajo... como si no fuera suficientemente controlador -y a veces disfuncional e incluso peligroso- la cada vez más extendida supervisión por IA de los protocolos y procedimientos de trabajo.

Una «cultura universal» degradada y supersticiosa

Imagen creada con OpenAI

Imagen creada con OpenAI con las instrucciones Corriendo al borde del espacio, hacia un planeta, tranquilo, llegando al abismo, arte digital

Lo estamos empezando a ver estos meses con el impacto social de ChatGTP: la media regurgitada de la industria de la opinión empieza a verse como una fuente no sólo informativa sino educativa indistinguible y Google se coloca en «código rojo» para transformar las respuestas de su buscador. Si hacemos caso a los mensajes de la empresa, pasaremos en breve de obtener un listado de resultados diversos a una redacción más o menos equivalente a un artículo de Wikipedia.

Si la relación con la información y el conocimiento mediada por Google debilitó la resistencia frente a la ideología, la propaganda y la intoxicación generada por el propio sistema, al punto de debilitar la resistencia social contra la guerra, lo que viene amenaza con un nivel de homogeneidad y exigencia de fe desconocido desde la Cristiandad medieval.

No es de extrañar que China juegue a sustituir a los caprichosos influencers por réplicas digitales alimentadas por IA. Si la automatización del control social remite al autómata social, la utopía mecánica de la burguesía, las IAs ideológicas son vistas por la clase dirigente como el alma de la máquina social que, bien controladas, mantendría a la gran trituradora de vidas en un plácido funcionar sin opositores.

Esta idea, característicamente burguesa, del alma del autómata no es marginal. Este verano Google despidió a su responsable de Inteligencia Artificial por afirmar que el equivalente de la compañia a ChatGTP, en el que estaba trabajando, había desarrollado la percepción y sensibilidad equivalente a un niño. La respuesta de los medios no fue en absoluto burlona. Todos dieron por hecho que, aunque el ingeniero en cuestión se hubiera equivocado, era tan sólo cuestión de tiempo, no de la naturaleza de lo que llamamos IA, que estos programas se convirtieran en seres inteligentes.

No estamos aquí sólo frente a una confusión supersticiosa o una deificación de la vulgata estadística de los medios, versión gigantomórfica del Vox populi, vox dei. Cuando sus periódicos de referencia confunden una predicción estadística en forma de imagen con Arte estamos más allá de un fenómeno típico de la decadencia del sistema. Estamos frente a los primeros pasos de una degradación brutal de la cultura de la propia clase dirigente que en su día hizo de la aparición de una literatura y una música universal la enseña ideológica de su capacidad para generar progreso.

¿Qué debemos esperar de la IA?

  • La IA es una tecnología de análisis estadístico útil a la socialización de la producción y la multiplicación de la productividad del trabajo y que por tanto, tiene un gigantesco potencial liberador para la Humanidad.
  • En el marco de relaciones sociales capitalistas, en cambio, la IA sólo puede multiplicar las contradicciones básicas del sistema en su decadencia, impulsando el desempleo, la descualificación y el empobrecimiento de los trabajadores... y las tensiones imperialistas.
  • La aplicación de la IA a la automatización de la guerra y el armamento materializa el antagonismo creciente entre el capitalismo y la vida humana: la herramienta que podría servir para crear abundancia, se convierte en herramienta de destrucción masiva y matanza.
  • En continuidad lógica con el militarismo, la IA está sirviendo a un desarrollo totalitario extremo del control y la represión social que vemos desde China (el caso de XinJiang es significativo) al control armado de fronteras de EEUU. Pero impacto de la IA va aún más allá, permeando toda la vida social e impulsando una degradación inédita de la cultura dominante y de relación de las personas en general y de los trabajadores en particular con la información y el conocimiento.