Implosión «controlada» del régimen del 78
El Parlamento se apresta a una investidura en Reyes tras un pacto secreto de Sánchez con ERC que al parecer incluye algún tipo de referendum sobre no se sabe qué. La derecha habla de «traición» y exige que «no se negocie la soberanía». La prensa económica augura presupuestos express y legislatura corta. Pero... si preguntamos a Sánchez o Iglesias lo que los acuerdos sellan es una reorganización del aparato político del estado con PSOE-Podemos pastoreando los movimientos centrífugos de la pequeña burguesía y rediseñando territorialmente el estado. ¿Les puede funcionar? ¿Qué significa para los trabajadores?
Un camino impracticable. Para entender la «novedad» de la jugada hay que colocarla antes en el marco en el que la burguesía española ha conceptualizado la renovación de su aparato político durante los últimos tres años... sin éxito.
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La hoja de ruta del capital español
- Renovar el aparato político para volver a tener «gobernabilidad», es decir, mayorías absolutas con las que poder...
- ...Reformar la estructura territorial para evitar que los movimientos centrífugos de una pequeña burguesía agobiada por la crisis y los impuestos condenen al estado a la impotencia política; y así...
- ...Encarar una nueva oleada de medidas precarizadoras que den oxígeno a un capital nacional que no hace sino devaluarse con cada golpe de la guerra comercial y reducir sus expectativas de crecimiento; un movimiento en el que sería central para ellos...
- ...Desarbolar el sistema de pensiones para que pase de ser un gasto estatal creciente a un campo de acumulación para el sector financiero.
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Tras tres años de parálisis y estancamiento, las últimas elecciones, lejos de abrir el camino hacia un bipartidismo remozado, como esperaban Sánchez y Redondo, mostró una exacerbación de las fuerzas centrífugas de la pequeña burguesía territorial... en todo el territorio.
¿Qué muestran los resultados de las elecciones de ayer? Una verdadera explosión de partidos independentistas, nacionalistas, regionalistas y hasta provincialistas que dejó un parlamento con 18 partidos, 13 de los cuales no se presentaban en todo el territorio. Si sumamos todos los partidos regionalistas con los representantes de Vox -su imagen especular por ser el «partido anti-autonomías»- inflado como ellos por la crisis catalana, salen 102 diputados. El «partido de la pequeña burguesía en revuelta» sería el segundo en número de representantes. Lejos de acercarse a la «gobernabilidad» y de poder reformar la estructura territorial o al menos, la ley electoral, Sánchez ha abierto las puertas aun más para que el Parlamento se convierta en una traba en la «hoja de ruta».
El resultado daba paso de la revuelta pequeñoburguesa catalana al estallido provincialista.
Las anécdotas, que son más que anécdotas, constatan que el modelo de reparto de rentas y competencias de la Constitución del 78, pensado entonces para engordar a la pequeña burguesía y facilitarse su transición del agro a la burocracia estatal, es un sistema piramidal agotado. Tras el éxito de «Teruel también existe», el alcalde de León, del partido de Sánchez, levantaba la bandera de una nueva autonomía leonesa. A falta de fondos públicos y perspectivas de crecimiento económico, la única opción para mantener las redes clientelares de pymes y oficinas dependientes de los gobiernos y el crecimiento de puestos funcionariales de todo tipo es crear nuevas autonomías (León), convertirse en minoría territorial necesaria en el parlamento a costa de disolver el sistema de partidos en lo local (Teruel) o si ya se tenía todo, anexionar la comunidad vecina (Euskadi con Navarra) o simplemente independizarse (Cataluña).
Tres años de estancamiento, un escenario cada vez más «frágil» y una crisis cada vez más cerca de la recesión no pueden mantenerse indefinidamente. ¿Qué hacer con la «hoja de ruta»?
La novedad de la vía Sánchez consiste en hacer de la impotencia virtud y ponerse a la cabeza de las tendencias centrífugas. Es decir, dar por muerta la vía del encauzamiento tanto como la de la confrontación. Para contener la descomposición del estado por su base, Sánchez se propone ceder en los objetivos separatistas en la misma medida en que los nacionalistas acepten mantener las apariencias legales. Para éso, los aliados ideales son la vieja derecha caciquil peneuvista y la izquierda que agrupa a la pequeña burguesía intelectual y territorial: Unidas-Podemos y las que otrora fueron sus «confluencias».
La piedra de toque de la armazón del nuevo bloque alrededor del PSOE es, empezando por la investidura, ERC. Aunque el pacto aun no se ha hecho público, lo que está claro ya es que incluye «poner urnas». La vaguedad de la expresión es proporcional a la contradicción del diseño político sanchista: se trata de ofrecer un símil de referendum que sea lo suficientemente parecido a un referendum como para contentar un independentismo que no puede sino desconfiar y que teme ser castigado por sus propias bases electorales si no llega lo suficientemente lejos, sin salir de la letra de la leyes y la constitución en vigor.
El camino Sánchez hace que la derecha hable de «traición» y altera al estado profundo. No les falta razón. En realidad se trata de una implosión controlada... de un edificio político-institucional con tantas grietas estructurales que este pasado 6 de diciembre ya ni siquiera les dio para hacer las celebraciones de aniversario de todos los años.
Consecuencias para los trabajadores
Para comenzar a entender qué va a significar éste armado para los trabajadores no solo hay que comenzar por recordar la «segunda parte» de la «hoja de ruta» -a la que ninguno renuncia- sino justamente aquello que es esencial al sanchismo y que es la causa de que hasta ahora la burguesía española esté encantada con él aun a pesar de sus malabarismos. Esta trayectoria no se va a ver ni mucho menos frustrada con el nuevo armado. Al contrario, como puede verse ya en los dos pactos «de contenido» firmados por el PSOE con el PNV y con Unidas Podemos.
El acuerdo con «Unidas Podemos», el SMI y la derogación «parcial» de la reforma laboral de Rajoy
El acuerdo entre PSOE y UP incluye una reforma del «Estatuto del trabajador» pensada desde las empresas de plataforma y la subida del SMI. La cuestión es que la subida del SMI se traduce en una caída de los salarios medios y de la masa salarial total recibida por los trabajadores gracias... a la reforma laboral de Rajoy. Pero nos aseguran que precisamente la derogación «parcial» es una de las claves del pacto. La cuestión es que es «parcial» precisamente porque no toca aquello que permite el ciclo de despidos y recontrataciones a salarios menores. Sin ser una derogación puramente cosmética -tendrá efectos positivos sobre grupos concretos de trabajadores- es una derogación mentirosa, porque dejará intacto aquello que es estratégico para el capital español: mantener la tendencia a la baja de la masa total de salarios pagadas a los trabajadores.
La alianza PSOE-PNV y las pensiones
Tres cuartos de lo mismo con el PNV aunque lo sustancial de la alianza no se haya desarrollado en el acuerdo formal PNV-PSOE. El PNV es el pionero de la «mochila austriaca», que ensaya ya en Gipuzkoa. Lo ve como una forma de romper la caja única -sin contrariar el texto de la ley- quedándose la gestión de los fondos de pensiones para animar el viejo sueño de refundar una «banca vasca» sin meterse en un agujero de déficit.
Presentándolo como respuesta a las demandas de unos jubilados movilizados que lo rechazan abiertamente. el sistema de mochila austriaca llevaría «pausadamente» hacia un sistema mixto que daría una pensión mínima sobre el sistema solidario, estatal y de caja única... que se «complementaría» de forma creciente por fondos gestionados por los bancos y regulados por los gobiernos autonómicos -al menos en Euskadi.
Es la expresión del espíritu de sanchismo y su punto de encuentro natural con el «separatismo práctico» del PNV: cargarse la caja única sin tocar la ley ni la letra del sistema existente al tiempo que vende como «mejora» una privatización cronificada en el tiempo, que solo puede empobrecer a los trabajadores para salvar a una banca que «ya no es negocio», dándole escala sin riesgos.
Conclusión
La burguesía española, impotente para renovar su aparato político, parece estar entendiendo que se trata de un colapso irreversible y opta por su implosión controlada. La investidura de Sánchez es la sustitución del eje derecha-izquierda organizado en torno a los dos grandes «partidos de estado» por dos «bloques» en los que PSOE y PP lideran a una versión opuesta de la revuelta territorial de la pequeña. Más que una forma, indeseada para ellos, de «renovación», es un mecano inestable que revela su dificultad creciente para asegurar el crecimiento de las rentas del capital y de la pequeña burguesía al mismo tiempo.
Desde el punto de vista de los trabajadores lo importante es no olvidar para qué todo este esfuerzo: reflotar el «pacto social» extrayendo nuevas rentas del trabajo. Eso sí, con el menor conflicto abierto posible con los trabajadores. Ese es el gran «capital político» del sanchismo, los «hechos probados» de su presidencia a trompicones, que sirven ahora de armazón para las «reformas» que vienen.
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Los «aciertos» de Sánchez para la burguesía española
- Orientar el mercado de trabajo hacia la reducción del total de salarios pagados aumentando al mismo tiempo los salarios más bajos.
- Aumentar el número de horas extras impagas (un 20% nada menos) mediante un «registro de jornada» que supuestamente era para lo contrario.
- Poner en marcha el desguace del sistema de pensiones mediante la «Mochila austriaca»
- Adaptar el estatuto de los trabajadores a Glovo y Deliveroo, dando marco legal y radicalizando la tendencia a la precarización de las condiciones de vida y trabajo.
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