¿Está empezando una ola global de huelgas salvajes?

Después de la huelga salvaje en las plataformas petrolíferas británicas del Mar del Norte este mayo, el número de huelgas salvajes en el Reino Unido se ha disparado a finales de julio y agosto. En medio de las huelgas sindicales en los ferrocarriles y con la inflación desbocada, se han declarado huelgas salvajes en 8 almacenes Amazon, un par de químicas y un par de refinerías. Pero las huelgas salvajes este mes no se limitan a Gran Bretaña, están estallando huelgas también en México y una huelga salvaje con éxito en un par de fábricas turcas.
Ola de huelgas salvajes en la industria británica
Hoja informativa de los trabajadores subcontratados de refinerías, sujetos al convenio ECIA, ahora en huelga salvaje
En medio de la crisis global en el sector petroquímico, los trabajadores subcontratados de la [refinería escocesa de Grangemouth, así como en la refinería Humber de Lincolnshire, empezaron una huelga salvaje al margen de los sindicatos. Entre 250 y 500 trabajadores han estado cortando las carreteras y prometen repetir la huelga todas las veces que sea necesario, sus consignas tienen que ver directamente con los efectos de la inflación: sus salarios han subido solo un 2.5%... cuando se prevé que la inflación suba al menos hasta el 13%.
Ningún trabajador o trabajadora debe ir a trabajar y preocuparse por si tendrá que elegir entre tener que comer o poner la calefacción. La huelga es lo único que podemos hacer.
Además de en las refinerías, ha habido huelgas salvajes en dos plantas químicas de Teesside contra las bajadas efectivas de salarios con la inflación.
También ha estallado una huelga salvaje en una planta del sector alimentario de Manchester contra las pésimas condiciones de trabajo, como recogen los medios:
Una muestra de las prácticas de explotación de la empresa es que califica estas pausas, que no están en los contratos de los trabajadores, como «pausas de confort».
Debido a los objetivos de producción que deben cumplir los trabajadores, es frecuente que las pausas superen los 10 minutos para recuperarse. Se ampliaron a 15 minutos con el acuerdo de la empresa. Un trabajador declaró al Manchester Evening News:
«Muchos sienten que, debido a los objetivos que tienen que cumplir, durante ese tiempo de pausa necesitan descansar, tomar un café. Por lo general, ahora hay vigilantes en la cantina y te devuelven a la línea».
Otro dijo: «La gente está cansada, agotada, y sólo quiere hacer pausas adecuadas: beber, descansar. Si quieres ir al baño puedes ir, si quieres un sorbo de agua lo tienes, pero no hay una pausa adecuada».
Huelga salvaje en los centros Amazon británicos
Los trabajadores en huelga se reúnen en la cantina de la Amazon de Coventry
El escenario es parecido en todas partes, las huelgas salvajes estallan contra las malas condiciones, la inflación y las subidas de salarios bien por debajo de ella. En el caso de Amazon por una magra subida del 3%. Las huelgas empezaron en el almacén de Tilbury y se extendieron rápidamente a 8 almacenes. Los trabajadores han frenado los ritmos y procesan el mínimo de paquetes por hora para hacer presión sobre la empresa.
Las huelgas se extendieron entre los trabajadores a través de las redes sociales y los servicios de mensajería móvil, los trabajadores mismos tomaron el control de su propia huelga y, como era de esperar, el sindicato solo actuó a posteriori cuando los trabajadores mismos se habían adelantado:
Solo planeamos ir a la huelga dos horas antes de que ocurriera realmente. Habíamos visto las huelgas de los centros de distribución de Tilbury y Rugeley en TikTok durante nuestro descanso, y eso nos inspiró para ir a la huelga. Vimos esos vídeos a las 11 de la mañana y empezamos a difundir la idea de la huelga a través del boca a boca en el almacén. A la 1 de la tarde, ya teníamos más de 300 personas que se habían retirado y dejado de trabajar. Al principio, no recibimos ayuda de ningún sindicato para hacer la huelga. Lo organizamos todo nosotros mismos. Sin embargo, después de la huelga, GMB se puso en contacto con nosotros para que nos afiliáramos al sindicato y nos asesorara.
Cuando nos volvimos a marchar el jueves, el director general entró en el comedor, donde nos habíamos reunido los que nos negábamos a trabajar. El director general nos dijo que teníamos 30 minutos para exponer nuestras razones para negarnos a trabajar y enviar a alguien a discutir la huelga con ellos. Nos negamos a enviar a una sola persona, ya que todos estábamos de acuerdo en que queríamos ir como un solo equipo.
Le dijimos al director general que exigíamos un mejor aumento de sueldo, le hicimos preguntas sobre nuestro sueldo y cómo se les había ocurrido ese aumento de 50 peniques por hora. Luego nos dijeron que «se lo llevarían y tratarían de obtener una respuesta». Después de esto, los directivos dijeron que no nos pagarían a menos que volviéramos a trabajar. Pero todo el mundo se quedó, negándose a volver al trabajo.
El viernes por la mañana, de nuevo unos 100 asociados salieron y protestaron fuera.
Huelgas salvajes en Turquía y México
A principios de agosto se declaró una huelga salvaje en dos plantas de la empresa de piezas automovilísticas Standard Profil en Turquía, bajo las amenazas de represión por parte del partido gobernante, cuyo edil amenazaba a los trabajadores con que «iban a perder todos sus derechos legales ante la ley». Después de que dos millares de trabajadores se unieran a la huelga salvaje, ésta venció y la empresa subió los salarios un 28%.
Mientras, en el Ingenio Plan de Ayala de Ciudad Valles en San Luis Potosí, México, los trabajadores «se sublevaron contra la empresa y el Sindicato», debido a que ambas partes -sindicato y empresa- no habían formalizado el acuerdo necesario para que las empresas que reparan la maquinaria cuando no hay zafra contraten a los propios trabajadores para hacerlo.
Es más barato y «seguro» para la empresa despedir a todos y contratar nuevos trabajadores para las labores de mantenimiento. Lo que hace que se vea aún más claramente el papel del sindicato como institución parte del entramado estatal organizador de la fuerza de trabajo, comprometida con los resultados de la empresa a costa de los propios trabajadores a los que organiza.
Los obreros argumentaban que por estatutos de Sindicato, las empresas que sirven al Ingenio en tiempos de reparación, cuando la molienda termina y entra el compás de espera hacia la nueva zafra, tienen la obligación de contratarlos, pero no cumplen con esta condición y su representación gremial se desentiende de este conflicto.
No hay huelga con posibilidad de triunfo real que no sea salvaje
Cuando las huelgas son encauzadas por los sindicatos el balance acaba siendo siempre similar: nunca van a ir un pasito más allá de lo que permite al capital invertido en la empresa o el sector obtener el rendimiento que exige; nunca van a poner las necesidades, por básicas que sean, de los trabajadores por encima de los resultados de la empresa.
Y si las huelgas se organizan a partir de sus estructuras... ellos mismos se encargarán de desmontarlas dejándonos ante la impotencia de descubrir que sus herramientas y formas no sirven para superar el techo artificial del interés de la empresa. De hecho, si intentamos refugiarnos en el «sindicalismo radical», todo lo que conseguiremos será radicalizar la impotencia.
Sin embargo, cuando son las asambleas las que organizan y toman el control de la huelga, creciendo con sus propias herramientas -comités propios electos y revocables-, las tornas del poder cambian inmediatamente.
Por modesta que sea la asamblea, el aparataje estatal de encuadramiento de los trabajadores entero se pone en cuestión. Sindicatos, inversores y políticos se dan cuenta de que las fuerzas que mueven hacia la extensión y generalización de las luchas han perdido su dique principal.
Por eso, tras los inevitables intentos de amedrentamiento, el propio sindicato y, llegado el caso los políticos, se ofrecen para «mediar». Sienten una amenaza real, una lucha real de clase formarse y saben que ya no la controlan.
Los comités o consejos de fábrica democráticamente elegidos por los trabajadores en los lugares de trabajo, cuyos miembros, bajo control inmediato y constante de sus comitentes, son revocables en cualquier instante. Dichos comités son, evidentemente, emanación directa de la voluntad de las masas en movimiento y facilitan su evolución. Por eso, en cuanto aparecen, incluso bajo la forma provisional de comités de huelga, entran en conflicto tanto con los dirigentes sindicales, cuyo poder amenazan, como con los patrones. Unos y otros se sienten igualmente amenazados, y de igual manera, tanto que por lo general los dirigentes sindicales interceden entre patrones y obreros para hacer cesar la huelga.
Estoy convencido de que ningún trabajador que haya participado en un comité de huelga me contradirá, sobretodo por lo que toca a las huelgas de los últimos años. Por lo demás, es normal que así ocurra. Puesto que los comités de huelga representan un nuevo organismo de lucha, el más democrático que pueda concebirse. Tiende, conscientemente o no, a substituir al sindicato, que en tal caso defiende los privilegios adquiridos procurando restringir las atribuciones que en el comité de huelga se acuerda. ¡Imagínese entonces la hostilidad de los sindicatos a un comité permanente, llamado por la lógica misma de las cosas. a subordinarlos y a suplantarlos!
G.Munis, «Los comités de fábrica, motor de la revolución social» en «Los sindicatos contra la revolución», 1960
Eso es lo que estamos viviendo estos días de Turquía a México pasando por Gran Bretaña. Ese, es el camino, el único camino de lucha que puede plantar cara al empobrecimiento acelerado y masivo de los trabajadores que acompaña el camino hacia la guerra.