Huelgas «comunistas» en EEUU
Mientras, nada inocentemente, los medios norteamericanos centran su atención en los «conflictos raciales», una serie de huelgas de jornaleros en el estado de Washington muestra las formas y alternativas de la emergencia de los trabajadores como clase.
Los trabajadores de la manzana en Washington (EEUU)
El año pasado 65.000 trabajadores fueron empleados en la recolección y empaquetado de manzanas en el estado de Washington. La mayoría son inmigrantes que trabajan con visas H-2A. Además de tener que lidiar con condiciones de trabajo inseguras y salarios ya escasos, ahora la pandemia ha llevado a la administración Trump a bajar sus salarios.
Los trabajadores, que llegan en contingentes que se reparten entre las distintas compañías, son albergados en barracones de literas, almuerzan en comedores comunes y se mueven en transportes de la empresa. Condiciones que les hacen muy vulnerables a la infección. Por eso el condado de Yakima tiene la tasa de infección más alta de toda la costa occidental de EEUU. La concentración de «industria esencial» y precarización es una fórmula infalible para la propagación en todo el mundo. En muchas de las plantas, los empleados trabajan casi sin protección o distanciamiento físico. Las medidas de seguridad en «Hansen Fruit», por ejemplo, sólo se «mantenían» cuando la dirección estaba vigilando y eran «desatendidas» por los supervisores una vez que dejaban de ser «supervisadas». La propagación de la infección es extremadamente alta.
Según un trabajador de la planta, la «Allen Brothers Fruit» se negó a detener la producción y desinfectar cuando los trabajadores se contagiaron con COVID-19. La empresa tampoco informó a los trabajadores de los casos, que no eran pocos, sino que tuvieron que descubrirlo por las conversaciones entre ellos.
La gente tomaba días de vacaciones o licencia por enfermedad o cualquier cosa que pudiera para quedarse en casa. La compañía dijo que si trabajábamos cinco semanas podíamos quedarnos en casa, pero que no nos pagarían. Sólo ganamos el salario mínimo, así que ¿cómo íbamos a hacerlo? Y no tenemos ninguna garantía de que nos devuelvan el trabajo si no entramos al trabajo ahora.
A finales de abril, los trabajadores enviaron un correo electrónico a los directivos de la empresa exigiendo mejores condiciones, salario y el derecho a dejar de trabajar. ¿La respuesta de la compañía al correo electrónico? Se ofrecieron a comprarles el almuerzo.
En el 7 de mayo [más de 100 trabajadores de «Allen Brothers Fruit» en Naches Washington se declararon en huelga](http:// https://labornotes.org/2020/05/hundreds-apple-workers-strike-washington) para exigir condiciones de trabajo seguras y mejor salario. Sólo unos pocos días después, la huelga se extendió a la «Jack Frost Fruit Company», la «Matson Fruit Company» y la «Monson Fruit Company».
¿Por qué estas huelgas son «comunistas»?
Las reivindicaciones de las huelgas, comunes a los trabajadores de las distintas empresas, incluían condiciones de trabajo más seguras y 2 dólares más de paga por hora como complemento de peligrosidad (hazard pay), el pago de la baja por enfermedad y que los trabajadores que paren no sufran represalias por la huelga.
Dos días después del inicio de la huelga, los trabajadores de «Columbia Reach Pack, Hansen Fruit & Cold Storage Co.» se unieron a la ola de huelgas bajo las mismas reivindicaciones. Los [trabajadores de Matson exigieron además más y mejores paneles de protección](http:// https://www.opb.org/news/article/farmworker-strike-yakima-valley-fruit/) en la línea de producción.
Han instalado plástico pero no de calidad profesional», dijo Granillo. «Es como el envoltorio que se usa en la cocina para cubrir la fruta. Y la línea de producción funciona tan rápido que nos vemos obligados a amontonarnos, así que lo que han instalado es inútil cuando ellos mismos ponen en peligro a la gente.
¿Qué significan estas reivindicaciones? Los trabajadores luchan por la primacía de sus necesidades: no enfermar, no contagiar a otros, que enfermar no signifique poner en peligro el propio sustento y el de sus familias, cobrar lo suficiente para satisfacer sus necesidades vitales... Es decir, afirman que las necesidades humanas están por encima de las ganancias del capital. Afirman un principio rector alternativo para la sociedad: satisfacer las necesidades humanas, no la exigencia de beneficios por el capital, debe ser el objeto de la organización social de la producción... y eso es lo que significa comunismo.
La lucha además rompió de forma inmediata las divisiones artificiales en las que el sistema divide a los trabajadores para diluir el carácter universal de sus objetivos: no reivindicaban para hombres ni para mujeres, para migrantes ni para nacionales, para «latinos», «anglosajones», ni para «negros». Sus reivindicaciones son para todos, son universales. Es más, superaron desde el primer momento la división que suele ser más difícil de romper, la división en empresas, al extenderse la huelga por todas las de la comarca. Si la huelga se hubiera concentrado en una sola empresa el capital no hubiera tenido problema en cerrarla si las reivindicaciones eran incompatibles con los beneficios y concentrarse en las restantes.
El contra-ataque
Uno de los aspectos más llamativos de esta lucha es que, además de haberse extendido por encima de la división en empresas, no son huelgas «sindicales». Nacieron y se organizaron bajo la dirección directa de los propios trabajadores.
Sin embargo, poco después del comienzo de la huelga de la «Allen Brothers Fruit», los sindicatos intentaron controlar su dirección y sofocarla a pesar de no tener miembros en la plantilla. «Familias Unidas por la Justicia» (FUJ), un sindicato afiliado a la AFL-CIO, envió a sus organizadores a intervenir en la huelga, presentándose como dispuesto a «ayudar» a los esfuerzos de los trabajadores.
https://www.facebook.com/FamiliasUnidas/videos/204254123898248/
Los sindicatos no han sido los únicos «amigos» de los trabajadores. A lo largo de la huelga, la empresa ha amenazado e interrogado a los huelguistas uno por uno para intentar dividirlos. «Allan Brothers» empezó a pagar 1 dólar extra de complemento de peligrosidad a los que rompían la huelga o no se habían unido a ella. En un momento incluso usaron drones para fotografiar a los huelguistas.
Buscaban una «forma viable» de poner fin a la huelga, es decir, de no perder beneficios. La forma fue «dar prioridad» a la aplicación de procedimientos de seguridad sobre el aumento de los salarios. Según el presidente de la patronal de fruta de árbol, «la paga y la seguridad son temas importantes, pero no deben mezclarse» porque «nadie está más seguro si se le paga más». La jugada era dividir las reivindicaciones entre las «justas» (seguridad) y las «egoístas» (paga). Un viejo argumento que toca el corazón comunista de toda lucha que vaya a algún sitio.
Lógicamente, los trabajadores no pensaban que debían «elegir» entre un salario más alto y un aumento de las medidas de seguridad. El aumento de la paga no sólo es una «seguridad» para quienes están en constante riesgo de contagio, porque en un país sin sanidad universal las facturas del hospital son una carga directa sobre el trabajador enfermo, sino que protege el bienestar de toda la familia.
El desenlace
El 28 de mayo, un acuerdo entre representantes de la empresa y el comité acabó con la huelga en «Allan Brothers».
Este acuerdo es lo más importante para nosotros, la empresa está reconociendo el comité para representar a todos nuestros compañeros, nos permite continuar negociando dentro de la empresa las demandas de aumento de sueldo, mejorar condiciones de trabajo, saneamiento, protección y que se respeten nuestros derechos como trabajadores de la empresa. Estamos satisfechos porque con este este documento legal aceptaron nuestras condiciones, y estamos seguros de que vamos a lograr todas nuestras demandas, regresaremos con fuerza a la mesa de negociaciones en julio
El viernes 22 de mayo «Monson Fruit» aceptaba un acuerdo en el que no concedía los aumentos salariales que los trabajadores exigían pero sí implementar medidas de seguridad ante la pandemia. Ese mismo día se llegaba también a un acuerdo en «Jack Frost Fruit». La huelga continúa en «Matson Fruit» y «Columbia Reach». En «Hansen Fruit», sólo un trabajador «sigue en huelga».
La «ayuda» sindical
¿Cómo «ayudó» el sindicato a los trabajadores? ¿Cómo «ayudaron» las «Familias Unidas por la Justicia» (FUJ)? FUJ está afiliadoa la AFL-CIO, la central cuyo presidente forma parte del «Consejo para la reapertura de América» de Donald Trump, que respalda la candidatura de Joe Biden, que colabora con las empresas para que los empleados vuelvan a trabajar lo antes posible durante el periodo de la «reapertura» y apoya a los sindicatos mexicanos que «llevan a los proletarios al despeñadero». ¿Qué ofreció «C2C», el grupo activista eco-feminista, que también intervino ante los huelguistas? El «apoyo» de César Chávez y el Partido Demócrata... es decir, encuadramiento sindical a cambio de un «apoyo» político que no podía llegar a ningún lado porque solo significaba aun más supeditación de la lucha.
La huelga se había convertido en una lucha de los jornaleros de toda la comarca. Su lógica era ir más allá, hacia las empaquetadoras y hacia todos los trabajadores de la zona. Sindicatos e izquierdistas consiguieron que volviera a dividirse por empresas. Que cada grupo de trabajadores tuviera su comité... y nada más. Dejando a cada comité solo frente a sus patrones.
Conforme la influencia de los sindicatos crecía, más claramente aparecía como objetivo principal el reconocimiento de cada comité por la empresa. Los sindicatos convirtieron la lucha en una herramienta para instalar su propia estructura. Como si los trabajadores, jornaleros migrantes que van y vienen cada temporada, «pertenecieran» a las empresas y se fueran a beneficiar en algo por ello. Los acuerdos ni siquiera incluyen los aumentos salariales exigidos, sino que siguen el deseo de las empresas de centrarse en «medidas de seguridad». Como forma de no hacer concesiones salariales «Jack Frost» prometió bonos únicos de 200 dólares a los trabajadores que mantuvieran su contrato durante tres meses más y se adhirieran a las recomendaciones de distanciamiento social y de saneamiento. Como afirmó un trabajador:
El acuerdo no es gran cosa. Hay puntos sobre el equipo de protección y la seguridad en el lugar de trabajo, pero eso ya fue prometido por la empresa antes. Económicamente, apenas ayuda. Obtenemos 20 dólares extra a la semana. Eso es una broma para nosotros. Entramos en negociaciones exigiendo 100 dólares a la semana más un aumento de 2 dólares por hora. Las condiciones económicas son más severas cada día. El mínimo de 13,50 dólares ya no es suficiente.
El proceso de «negociación», cada vez más desviado de los objetivos de los trabajadores, erosionó la lucha. Más de la mitad de los huelguistas acabaron volviendo al trabajo antes de los «acuerdos». Una vez divididos y con la esperanza puesta en los comités bajo la tutoría sindical, ya no podían extender la huelga y «romper la compartimentación en empresas». No pudieron centralizar la lucha, estaban solos frente a sus patrones... y perdiendo fuerzas cada día.
Los izquierdistas nos repiten día sí y día también que son solo los «sindicatos» los que pueden obtener «victorias» «para los trabajadores», que la clase trabajadora estaría indefensa contra los ataques de los capitalistas sin ellos. Que los trabajadores deben tener «representantes» y no pueden luchar por sí mismos y que por eso, sin la «guía» de los sindicatos y la legitimidad de la sindicalización, las luchas no avanzarán. Pero la realidad nos demuestra todo lo contrario, en cada caso y en todo el mundo; en luchas por mejoras en condiciones de trabajo y en luchas contra el cierre de empresas.