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Huelga salvaje en el Mar del Norte

23/05/2022 | Gran Bretaña

Los trabajadores de las plataformas petroleras del Mar del Norte han iniciado una huelga salvaje que está paralizando la producción de petróleo. Patronal y sindicatos presionan para que abandonen la lucha. Y sin embargo la huelga sigue extendiéndose. Podría significar un punto de inflexión en la respuesta de los trabajadores a la crisis en toda Europa.

¿Qué ha pasado?

Plataforma Elgin, de Total, en el Mar del Norte, punto de origen de la huelga.

En una plataforma de Total en el Mar del Norte, los trabajadores han comenzado una huelga al margen primero y con la oposición abierta después, de los sindicatos a la que se han ido sumando otras plataformas hasta sumar 16 y prácticamente paralizar la producción de petróleo.

Los trabajadores, que reivindican una subida del salario por hora que compense lo perdido por la inflación y turnos humanos, dicen abiertamente que no esperan nada de los sindicatos, que prefieren organizarse por su cuenta como una «unión aparte, una unión de hombres, una unión de trabajadores», organizándose mediante asambleas en las plantas.

¿Qué están haciendo los sindicatos?

La refinería Essar Stanlow en el puerto de Ellesmere

El sindicato mayoritario, Unite respondió al modo usual: una negociación «fake» con la empresa subcontratada Bilfinger, un «acuerdo» express que queda a años luz de lo exigido por los trabajadores -de hecho es la posición de la empresa con mínimos adornos- y, tras la firma, la consigna de volver al trabajo.

No coge a nadie de sorpresa. En noviembre el sindicato paró la huelga en la segunda refinería más grande del Reino Unido (Stanlow) a cambio de una subida salarial que ya ha quedado prácticamente en la mitad de la inflación acumulada desde entonces.

En la refinería más importante del país (Fawley, de ExxonMobile), mientras tanto, después de reconducir la huelga a paros intermitentes intenta ponerle fin a cambio de una subida que, de entrada, ya queda por debajo de la subida de precios: un 2,5% a dos años que negaba de paso el pago de las bajas por Covid durante la pandemia.

No es de extrañar el apoyo de las grandes empresas petroleras a Unite. Ante la huelga salvaje en las plataformas respondieron afirmando que solo negociarán con los sindicatos a través de su propio comité de empresa. Los trabajadores en huelga están ya bajo amenaza de despido, amenaza abiertamente voceada por Unite como llamamiento al orden.

¿Por qué esta huelga es tan importante?

Gasolinera saturada en Gran Bretaña por la falta de mano de obra a los salarios ofrecidos por las empresas durante septiembre de 2021

Porque puede significar un punto crítico en el desarrollo de la lucha de clases en Gran Bretaña y Europa. Desde el referendum del Brexit en 2017, las huelgas y conflictos laborales en Gran Bretaña estaban en mínimos cuantitativos históricos.

No era precisamente el fruto de una bonanza económica. Mientras las huelgas se reducían, la caída de la capacidad de compra de los trabajadores era cada vez más significativa. Los bancos de alimentos nunca habían repartido tantos kits de ayuda de emergencia: en 2018, 1 de cada 14 británicos, en su gran mayoría trabajadores, tuvo que recurrir a los bancos de alimentos para comer regularmente. Y a partir de ahí los números siguieron subiendo.

En septiembre del año pasado, a la salida de los confinamientos y restricciones pandémicas la relación entre el caos capitalista, la necesidad de luchar y la pauperización masiva se hizo evidente: sectores esenciales enteros -conductores de mercancías, mataderos, etc.- no encontraban trabajadores suficientes a los sueldos que las empresas ofrecían... y preferían crear un caos de desabastecimiento antes que ofrecer subidas.

Desde entonces, en respuesta a una inflación que en todo el mundo significa en realidad una transferencia de rentas del trabajo al capital, las luchas y huelgas, han venido en ascenso en Gran Bretaña. Pero la gran mayoría estaban bajo control sindical, lo que les hacía necesariamente inconducentes.

¿Por qué la dirección sindical no lleva a ningún lado?

Sindicatos y patronal, dos grupos de gestores con intereses comunes en la marcha de las empresas, llegan a un preacuerdo para poner fin a la huelga del metal de Cádiz de la mano de un órgano especializado en propiciar acuerdos entre ellos. En Sevilla, por supuesto, lo más lejos posible de las asambleas.

Desde hace más de un siglo no vivimos ya en el capitalismo de los «mercados libres», «la oferta y la demanda», vivimos bajo un capitalismo altamente monopolizado en el que las grandes industrias monopolistas y el capital financiero, se organizan alrededor del estado para fijar costes generales y condiciones generales de explotación y concurrencia.

En ese juego los sindicatos son agregadores y monopolistas legales de la mano de obra, con una mirada idéntica a la de cualquier otro cartel o asociación monopolista industrial. El modelo de «lucha sindical», busca conducir la lucha por las necesidades de los trabajadores al marco de la fijación monopolista de precios con la patronal y el estado. Busca, en pocas palabras, corporativizar a los trabajadores. Para eso están los comités de empresa y las aspiraciones sindicales de participar en los órganos de dirección de las grandes empresas.

Por eso en todas las huelgas que han seguido a la «escasez de mano de obra» desde septiembre el comportamiento de los sindicatos se ha centrado en evitar que las huelgas salieran del marco burocrático del cálculo de costes de los grandes monopolios que se institucionaliza en el «diálogo social». Es, evidentemente, un terreno en el que no podían llegar a ningún lado.

¿Por qué? Porque en un capitalismo de estado guiado por grandes monopolios, sindicatos y estado como el actual, los salarios se fijan «de arriba a abajo». Los salarios de los sectores más precarizados sirven para «ajustar» costes globales. Así que por lo general, no van a modificarse en sectores particulares porque afectaría a las relaciones y competitividad de los distintos sectores entre sí.

De hecho, en los países como España en los que el salario mínimo está establecido por acuerdo entre estado, patronal y sindicatos, sólo se suben bajo condiciones de despido barato que aseguran que cada subida aumenta la rotación de contratos, convirtiendo el salario mínimo cada vez más en salario general y generando un ahorro general en gastos salariales generales.

Por eso, el marco sectorial y de «diálogo social» de los sindicatos, cuando se discuten los salarios básicos y generales de los trabajadores, no puede llevar a ningún lado... y lo saben. Es lo que hemos visto este último año por todo el mundo desde la propia Gran Bretaña a las huelgas del metal en Cádiz, España.

Eso es también lo que se traduce luego en métodos «de lucha» que en realidad desorganizan a los trabajadores. Es la única manera de mantener la posición en el estado de los sindicatos en un capitalismo en el que su estructura y objetivos ya no pueden servir al desarrollo de las luchas y por tanto a las necesidades más básicas de los trabajadores.