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Hong Kong y la guerra global

13/06/2019 | China

¿Por qué los medios anglosajones y acto seguido los de todo el mundo se han centrando en una modesta batalla política local en Hong Kong? ¿Se trata solo de un rifirafe más de la guerra comercial? En sí misma sí, pero en contexto no. Si la prensa de todo el mundo le está dando tanto eco es por algo más que su valor simbólico. Es de hecho parte de una ofensiva general de EEUU que adquiere tintes cada vez más peligrosos.

Hong Kong fue la cabeza de playa del colonialismo británico en Asia desde 1842. Desde ahí disparaba con «los bajos precios de sus mercancías [...]la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China». Tras la segunda carnicería imperialista mundial, de cabeza de playa mercantil, la ciudad se convirtió en plaza fuerte financiera. El verdadero centro del capital financiero en Asia.

A partir de la salida de China del bloque imperialista ruso y su entrada en el no menos imperialista bloque estadounidense (encuentro Mao-Nixon en 1973) el futuro de la colonia británica empieza a orientarse hacia la «devolución», que será sellada en una famosa declaración chino-británica en 1983. El objetivo de Deng Xiao Ping y la burguesía de estado china se alcanzaría en 1997: Hong Kong se convirtió en una «región administrativa especial» y su centro financiero comenzó entonces a integrarse en el capital nacional chino en un momento en que la política de «un país dos sistemas» se implantaba y necesitaba la llegada de capitales externos masivos. Hong Kong se convertía así en el primer gran conector entre el capital chino y el capital financiero global. Como parte de las negociaciones, se le permitió un cierto autogobierno local a la burguesía china nacida al calor de los británicos en la idea de que se abría una larga convergencia que culminaría en 2047 con la plena integración política del territorio en el estado chino.

Veintidós años después, el contexto ya no es el mismo. China se ha convertido en una potencia industrial y financiera, ya no es el lugar donde colocar los capitales sobreacumulados, sino un competidor global. La guerra comercial de EEUU marca la agenda política y militar desde hace casi dos años. Al principio era polémica en el seno mismo del capital estadounidense. Hoy es ya parte del consenso de la clase dominante de aquel país. El proceso en la vieja potencia colonial, Gran Bretaña, ha sumido a la burguesía en una verdadera guerra intestina alrededor del Brexit en la que dirimen en realidad, su alineamiento imperialista y en la que parece que los sectores partidarios de una mayor integración con EEUU y una actitud beligerante contra las potencias continentales están imponiéndose.

En principio no habría nada más natural en un largo proceso de integración territorial que el sometimiento del territorio a la ley y el sistema judicial del resto del país. Pero obviamente eso no gusta a los sectores de la burguesía local más vinculados al capital anglosajón, que se verían sometidos al poder disciplinario de la burguesía de estado china. Las razones de la resistencia local son obvias y sus argumentos son los predecibles:

Los conservadores están convencidos de que es vital para la prosperidad de la ciudad mantener Hong Kong tal y como se encuentra ahora, con un modelo que no llega a ser totalmente democrático pero que respeta el capitalismo -la ciudad tiene su propia divisa e instituciones monetarias independientes del gobierno central- y la mayoría de las libertades individuales.

«Es lo que atrae a los inversores extranjeros. Si nos convertimos en una ciudad más de China, ¿cuál va a ser nuestra ventaja competitiva?», se pregunta un empresario que prefiere mantenerse en el anonimato. «Ya se ve lo que sucede con Shenzhen -la ciudad al otro lado de la frontera con la china continental, considerada ya como el Silicon Valley chino-. China ha invertido grandes sumas para lograr que supere nuestro PIB y para que nos haga la competencia en sectores como el tecnológico. Sin el Estado de Derecho que nos diferencia, y que a muchas empresas les da seguridad, Hong Kong no podrá sobrevivir. Al menos, no con el bienestar del que disfruta ahora»

Pero lo que en cualquier otro contexto no pasaría de una disputa política local, en el contexto de la guerra comercial se convierte en la base de un ataque en toda regla. La prensa anglosajona buscó relatar un «nuevo Tiananmen» a toda costa y no hay día que no se lance el mensaje de que «Hong Kong es el ejemplo de lo que pasa a una clase dirigente si se asocia con China». Un mensaje burdo pero efectivo orientado sobre todo a países como Portugal, Argentina... o España. El efecto de la campaña es paradójicamente contraproducente para los activistas hongkoneses. China percibe con claridad que lo que en realidad se dirime en este conflicto es si Hong Kong puede ser el caballo de Troya de las potencias anglosajonas cuya política municipal condiciones el posicionamiento imperialista chino... y no está por ceder un milímetro.

Una nueva ofensiva

Entonces ¿la «batalla de Hong Kong» no es más que un rifirafe más de la guerra comercial? En sí misma sí, pero en contexto no. Si la prensa de todo el mundo le está dando tanto eco es por algo más que su valor simbólico. Es de hecho parte de una ofensiva general de EEUU que comenzó con el disciplinamiento de México y sigue ahora con una nueva amenaza de aranceles contra productos chinos. No acaba ahí ni mucho menos: EEUU envía un millar de soldados a Polonia y anuncia una base militar allí, entre Rusia y Alemania, dejando bien claro y haciendo explícito que no da por cerrada la batalla del Nord Stream 2.

No es solo «soft power» en acción. El reciente incidente entre dos destructores -uno ruso el otro de EEUU- en el mar de China, la llegada de asesores militares a un Taiwan rápidamente rearmado por EEUU y la discusión abierta de una guerra por la isla, atestiguan que la guerra comercial marca el camino hacia la guerra militar entre grandes potencias imperialistas, algo que reconoce ya abiertamente incluso Macron.