Hambre dos ideas claras
Es imposible leer los datos del nuevo informe de la ONU sobre alimentación y seguridad alimentaria sin consumirse de rabia. El hambre en el mundo crece desde 2014 y pasa ya de 820 millones de personas, si agregamos lo que la FAO llama «inseguridad alimentaria moderada», el hambre es una realidad que acompaña permanentemente la vida de 2.014 millones de personas y crece en todas las regiones. Uno de cada siete recién nacidos no dio el peso mínimo y un 24.9% de los menores de cinco años no tuvo un desarrollo físico normal por carencias alimentarias, algo totalmente coherente con que la anemia entre las mujeres en edad reproductiva subiera hasta afectar al 32,8% de ellas. ¿Qué destacan los medios? Que la obesidad creció también hasta el 13,2% de la población mundial.
Dos ideas claras
No,no son las catástrofes «naturales» ni el cambio climático los que causan el hambre. La Humanidad tiene recursos de sobra como para producir y distribuir alimentos para dar una vida sana a todos. La misma ONU «descubre» ahora que hay relación directa entre la crisis económica y el aumento de la inseguridad alimentaria. El capitalismo supedita el acceso a la alimentación más básica a la producción de ganancias. Cuando los beneficios caen y el capital tiene dificultades para reproducirse, se reduce la producción y el número de personas que pueden acceder a ella. Resultado: pauperización. La matanza y la miseria están servidas. ¿Ejemplo cercano? Venezuela. Agréguese el efecto multiplicador de las guerras y tendremos un cuadro bastante completo de cómo el capital y las necesidades humanas más básicas están en una contradicción abierta que resulta mortal para miles de millones de personas.
Cuando los medios señalan el aumento de la obesidad, apuntan sin darse cuenta, sin querer, a algo importante también: incluso cuando las ganancias del capital lo «permiten», lo único que puede ofrecer son grasas baratas y angustia permanente. Es incapaz de ofrecer desarrollo genuino. De forma masiva con el hambre y la inseguridad, de forma creciente con la obesidad y la subalimentación industrializada, la lógica del capital solo tiene para la Humanidad muerte y mala vida.
¿Cómo se sale de ésto?
la «ayuda al desarrollo» no ha cambiado nada desde que se inventó tras la guerra mundial, no tiene un solo caso de éxito, un solo país en el que consiguiera suplir la incapacidad de los capitales nacionales llegados más tarde al mercado mundial para generar siquiera unos mínimos de desarrollo social. Y eso no va cambiar ahora ni aunque se multiplicara. Baste el ¿Y para qué hablar de la «soberanía»? Fue la bandera de las tiranías de los países más débiles, de Albania a Corea del Norte, hoy es la bandera de Trump. Con unos capitales que literalmente no caben en las fronteras nacionales, la invocación a la soberanía nacional hoy solo significa más guerra comercial, más guerra a secas y más hambre.
¿Queremos salir de ésto? Solo hay un camino: las necesidades del capital no pueden estar por encima de las necesidades humanas. Ni es una máxima moral ni cabe en un programa electoral. Es lo que se discute en Cádiz cuando los sindicatos nos dicen que hace falta vender barcos para asegurar empleos o en Portugal cuando la izquierda en el gobierno pone el «equilibrio presupuestario» por encima de las necesidades de los maestros.
De Argentina a Japón pasando por España, no hay otra batalla más importante. Ahí es donde está el frente de batalla. ¿Queremos «ser solidarios» con los hambrientos? ¿Queremos evitar llegar a serlo? ¿Queremos liberar a la humanidad de esta dictadura inhumana de la ganancia que solo produce hambre y mala vida? El enemigo está siempre en nuestro propio país, encima nuestro. Impongamos el criterio de la necesidad humana al capital que tenemos encima. ¡Y empecemos cuanto antes!