¿Ha comenzado una nueva crisis?
Apple reduce sus previsiones por la desaceleración del consumo en China, baja la bolsa de Nueva York y parece abrirse la espita de los malos augurios mediáticos: 2019 pinta mal, nos dicen. Pero, ¿es real? ¿Es solo una histeria especulativa más o la expresión de que una nueva crisis ya está aquí?
Hay mucho más fondo que las subidas y bajadas especulativas. Para empezar la bajada de precios del petróleo y del cobre durante 2018 hablan de una demanda global que se desfonda y la actividad manufacturera en la eurozona lleva cayendo ya cinco meses consecutivos. En Europa, solo tres grandes compañías han salvado el año aumentando sus resultados al ritmo que hace 10 años se consideraba normal. Y si, en EEUU, el capital especulativo ya no quiere deuda emitida por las empresas es por algo.
No hace falta irse a Argentina para que el horizonte se vuelva negro. En Europa, país por país se encienden luces rojas: en Portugal cae la actividad portuaria en picado; el índice de gestores de compras (PMI) de manufacturas para el conjunto de Europa -que refleja tanto la producción como los nuevos pedidos- está en 51,4 puntos, la cifra más baja desde febrero de 2016. 50 significa estancamiento. Y ahí estamos... estancados porque la «salida» típica a la crisis -la patada para adelante del crédito para reactivar el consumo en tanto se buscan unos inexistentes «nuevos mercados»- ya no funciona más.
En España la campaña de navidad ha sido desastrosa hasta para los jugueteros y Zara-Inditex. Las «buenas cifras» del empleo están basadas en la construcción pero el nuevo boom de la vivienda, con precios récord desde 2007 parece haber encontrado un tope: al alquiler, por encima de los precios de antes de la crisis en las grandes ciudades, no le queda ya qué parte de los salarios comerse. Con un euribor en cifras record y subiendo tampoco parece que la compra de vivienda pueda tomar el relevo del alquiler. Más bien lo que tenemos por delante es a millones de familias comiéndose los magros ahorros para poder pagar las letras... y muy probablemente otro pico de deshaucios.
¿Salimos alguna vez de la crisis en los últimos diez años?
La burguesía tiene una larga tradición negando la crisis y entrando en disquisiciones sobre ralentizaciones, enfriamientos y recesiones... No cabe esperar algo distinto ahora, pero basta darse una vuelta por la base de datos de indicadores del Banco Mundial para darse cuenta de que, en realidad, el capitalismo no ha llegado a salir de la crisis de 2008, la acumulación sigue en la misma ratonera: la imposibilidad de colocar la producción, la falta de ocupaciones productivas rentables del capital, la caída de las tasas de ganancia, el refugio del capital ficticio... Todos y cada uno de los capitales nacionales en liza solo tienen dos recetas posibles: aumentar la explotación - precarizándonos y empobreciéndonos- y arrancar acceso a mercados y oportunidades de inversión a peleando a cara de perro con sus rivales, es decir, acercándonos al precipicio de una guerra generalizada. Más allá, solo hay una salida: plantar cara a la imposición de las necesidades del capital sobre las necesidades humanas y al hacerlo afirmar en los hechos la necesidad de un mundo desmercantilizado.
El tema de este artículo fue elegido para el día de hoy por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@nuevocurso).