Empieza una guerra fría con Marruecos
Tras la salida del autoproclamado presidente saharaui de la mano de los servicios secretos argelinos y españoles solo cabe esperar una guerra fría con Marruecos... que como todas las guerras frías no solo tendrá consecuencias para los capitales invertidos en África, sino para la seguridad y la vida de cientos de miles de personas.
De la presión fronteriza a la guerra fría
Ayer, el dirigente máximo del Polisario abandonaba España en un taxi aéreo tras ser puesto en libertad sin medidas cautelares por la Audiencia Nacional, que adujo ausencia de riesgo de fuga. El gobierno español, que organizó la salida de la mano de los argelinos en un taxi aéreo francés tras hacer volver un avión oficial desde Argel, declaró que el acogimiento humanitario, que se le otorgó en secreto y con documentación falsa provista por el propio estado, acababa con el alta médica.
Moncloa y el Palacio de Santa Cruz pretendían dar así por cerrada la crisis sin necesidad de negociar nada con Marruecos. Se sentían reforzados por el inmovilismo sobre el Sahara reafirmado por la Comisión Europea, que en realidad no expresa otra cosa que la diferencia de intereses entre Francia y Alemania, y por un gesto de EEUU al desplazar sus maniobras conjuntas con Marruecos del Sáhara al Sur del Atlas.
Pero muy posiblemente se equivocan. Según fuentes del Polisario, Marruecos declarará la ruptura de relaciones con España en las próximas horas. El gobierno Sánchez se ha tirado de cabeza a una guerra fría con Marruecos que amenaza no solo al capital español invertido en el Magreb, el Sahel y África Occidental, sino la seguridad y la vida de cientos de miles de personas.
El gobierno de Sánchez comenzó invisibilizando la tensión que crecía desde hacía más de un año. Privilegiando la relación con Argelia y sus servicios secretos, intentó acoger a Brahim Ghali presidente vitalicio de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (sic), una herramienta de Argel. Como Ghali no solo es el enemigo público número uno del Majzen sino que tiene causas abiertas en España por toda una variedad de crímenes que van desde el genocidio a la violación, la ministra Laya tuvo la genial idea de ocultar la hospitalización de Ghali organizando su llegada bajo pasaporte falso.
Como era obvio, los servicios secretos marroquíes tardaron poco en descubrir el amateurismo irresponsable de la ministra española y el presidente Sánchez. Filtraron la noticia a los medios y exigieron la dimisión de la ministra ya antes de cerrar vías de contacto. Pero el gobierno español no se dio por aludido y cuando Marruecos pasó a mayores y sus servicios de inteligencia movilizaron miles de personas a la frontera simplemente fingió demencia y lo calificó de crisis migratoria, mintiendo a quien se le pusiera delante sobre unos contactos y acuerdos con el gobierno marroquí que no existían. Paso a paso, la incompetencia de Moncloa abocaba a una guerra fría con Marruecos.
Y finalmente, cuando la situación realmente puso en evidencia la fragilidad española, Sánchez pasó a jugar la carta UE presentándose como víctima de un chantaje migratorio e intentando que Francia y Alemania avalaran el curso de la torpe política española. La indignación del gobierno marroquí se hizo entonces explícita y la respuesta de Sánchez no ayudó en absoluto a calmar aguas.
El Majzen hizo pública entonces a través de toda la prensa oficial y con distintos acentos una hoja de ruta para su conflicto imperialista con España. La primera exigencia era clara: si España quiere acoger a Ghali, que no se esconda en la UE y le juzgue por los crímenes de los que la propia justicia española le acusa.
Minimizar el carácter estrictamente bilateral España-Marruecos de la crisis y la responsabilidad española en ella es perjudicar los intereses estratégicos de España. Introducir un criminal de guerra a espaldas del socio estratégico tiene consecuencias. Para solucionar este problema, es necesario que se exprese el estado de derecho español y que pase la justicia. De lo contrario, es un regreso al punto de partida, el de la crisis multifacética.
La fuga de Ghali, anunciada por el ministro Ábalos a la prensa en tiempo real después de que la Audiencia no apreciara riesgo de fuga, supone el cruce de un Rubicón por el gobierno Sánchez. La siguiente fase del conflicto se ha abierto: empieza una guerra fría con Marruecos.
El guión de la guerra fría con Marruecos que viene
En lo que parece la hoja de ruta de la guerra fría con Marruecos, la primera represalia advertida por el poder marroquí es el desplazamiento de las empresas españolas dentro del país por capitales franceses:
Si esta crisis continúa sin una solución creíble, legible y convincente, será Francia la que sacará las castañas del fuego y encontrará su lugar natural en la economía marroquí. Este sería el mayor logro histórico del gobierno de Sánchez a la luz de esta crisis.
La primera víctima serán las exportaciones españolas a Marruecos, más de un 45% del total de las exportaciones españolas al conjunto de África. La segunda, inmediatamente, los capitales invertidos en el país.
Esta amenaza -primera consecuencia material de la guerra fría con Marruecos- no solo significa la asfixia financiera y burocrática para las empresas españolas en suelo marroquí. Abre un periodo de inseguridad máxima para los 15.000 trabajadores españoles en Marruecos, que sufrirán ahora una verdadera apertura de veda. Se abre una etapa de acoso legal para ellos en un país en el que la represión es ubicua como el aire, el marco legal permite todo tipo de arbitrariedades y las condiciones de encarcelación son realmente terribles.
En paralelo, el propio gobierno español está advirtiendo de que el gobierno marroquí puede imposibilitar la vuelta de 12.600 temporeras de la fresa, que quedarían colgadas en Huelva sin permiso de trabajo ni posibilidad de retorno, en un infierno burocrático, laboral y social... al que no pondrán remedio ni un gobierno ni otro.
Aunque los primeros que lo van a sufrir serán muy posiblemente los pescadores canarios. Tanto Argelia como Marruecos han expandido los límites de su Zona Económica Exclusiva aprovechando lo que percibían como un momento de debilidad del estado español. En el caso marroquí precisamente a cuenta del Sáhara. Así que es muy probable que vuelvan los secuestros de barcos pesqueros en las aguas disputadas, unas escenas conocidas en otras etapas de guerra fría con Marruecos.
Pero la jugada va más allá. Marruecos promete que la crisis política de la burguesía española, que en lo que les afecta se materializa en la incapacidad para contener a los generales de Argel se va a traducir en un jaque generalizado a los planes imperialistas españoles en África.
La fragilidad del gobierno de Pedro Sánchez, cuyos días lógicamente están contados, es uno de los elementos constitutivos de esta crisis y es consustancial con su alianza de gobierno: Podemos, un partido de extrema izquierda, y dos partidos separatistas.
[El gobierno Sánchez] No es lo suficientemente fuerte como para mantener a raya a los generales de Argel, rechazados y odiados por su propio pueblo. En el asunto Ghali, Pedro Sánchez accedió a que lo enfangaran y tampoco fue lo suficientemente valiente para explicarse, mirando a los ojos, a un socio estratégico al que está traicionando de la manera más desleal.
El Estado profundo español -existente a pesar del barniz democrático reciente del país-, la experimentada clase política y parlamentaria así como los círculos económicos rechazan el amateurismo del gobierno de Pedro Sánchez que despoja a su país de su natural profundidad estratégica, desvía permanentemente los intereses reales de España, y crea la anarquía en el Mediterráneo occidental.
Aparte del guiño evidente al aparato del estado español y al PP, la oferta/amenaza es clara: Marruecos reconoce como legítimos -es decir, compatibles con sus propios objetivos- los intereses imperialistas españoles en el llamado flanco sur profundo, de Costa de Marfil, Ghana y Senegal a Mauritania y el Sahel. Pero advierte que mientras siga el gobierno Sánchez va a despojarle de esa perspectiva estratégica. La guerra fría con Marruecos tiene así, como horizonte mínimo, lo que dure el actual gobierno.
¿Es importante África para el capital español?
A finales del año pasado la ministra de industria española, Ángeles Maroto, presentaba ufana y desacomplejada los planes imperialistas españoles en África. Se trata de una estrategia comercial y financiera destinada a ayudar a nuestras empresas a desarrollarse en el mercado africano, según la ministra, que aseguraba a la Jeune Afrique -una revista francesa bien cebada por el gobierno marroquí, que posicionarnos bien en el continente es uno de nuestros objetivos en materia de política comercial. Ni que decir tiene que los beneficiarios tienen nombre desde el minuto uno porque para seleccionar los países, se consultó a determinadas empresas españolas.
Hemos identificado una serie de sectores específicos de cada país, como la infraestructura de energía, agua y saneamiento en Costa de Marfil; gestión de residuos en Senegal; agroindustria en Argelia, transporte ferroviario o producción y distribución de electricidad en Kenia, Ruanda, Tanzania y Uganda. En Marruecos, centramos nuestra atención en las energías renovables y el sector del agua.
En el impulso continental del capital español, el gobierno español contaba con un papel director en la ayuda de 11.000 millones de euros que la UE destinó al Sahel. Abrió además una docena de nuevas embajadas, multiplicó la ayuda al desarrollo y puso en marcha un nuevo Plan África.
La Jeune Afrique hablaba de Reconquista española aunque también recogía, con cierta sorna, las declaraciones del director general para África del Ministerio de Asuntos Exteriores que declaraba que no había podido gastar casi nada del millón de euros que tenía adjudicado para ganar voluntades de funcionarios y políticos africanos con viajes e intercambios.
Daba igual. La ministra Laya, mientras ninguneaba a Marruecos, hacía valer que su ministerio presidía la Asamblea por el Sahel y el consiguiente chorreo de millones europeos que, dejaba ver, iba a ser protagonizado por las grandes empresas españolas de obra pública, electricidad y aguas.
Ya están en marcha más de 800 proyectos por valor de más de 11.000 millones de euros. Están destinados a mejorar el saneamiento, las energías renovables pero también la infraestructura escolar o sanitaria. Durante los últimos seis meses, he visitado los cinco países del Sahel y he visto logros importantes en carreteras, tratamiento de agua y hospitales. Pero podemos ir más rápido.
La guerra fría con Marruecos y los trabajadores
La promesa africana era el último conejo de la chistera de Sánchez, un intento de compensar el colapso de los intereses imperialistas españoles tradicionales con un nuevo objetivo cerca de casa, con gobiernos generalmente más débiles que los iberoamericanos, un posible impacto sobre los flujos migratorios... y con Alemania y la UE pagando al contado a las grandes empresas españolas desde el día uno.
Todo eso también cae con la guerra fría con Marruecos. Como cayeron los sueños de influencia africana del tardofranquismo -y del todavía clandestino y pro-argelino PSOE de González- con la Marcha Verde, o las esperanzas en una capitalización del Rif por el aznarismo con el incidente de Perejil.
Si hay algo en lo que el Majzen se ha demostrado tan eficiente como en reprimir y oprimir a sus trabajadores es en detectar los momentos de crisis del capital español y su aparato político y utilizarlo para avanzar en su propio proyecto imperialista. Si hay algo que ha demostrado el capital español es que la degradación de las condiciones de vida que nos impone solo es superada en velocidad por el deterioro de la capacidad de sus dirigentes... sin que se reduzca un ápice la megalomanía de sus ambiciones imperialistas.
Bajo victimismos y camisas rasgadas los estados de ambos países intentan hacer valer sus intereses imperialistas. La guerra fría con Marruecos no será otra cosa que una pelea de perros por oportunidades de mercado y ambiciones territoriales. Ni los trabajadores marroquíes ni los españoles tienen nada que no sea miseria que ganar apoyando la cháchara patriótica y militarista de sus gobiernos. La guerra fría con Marruecos se ha convertido desde el primer día en un infierno para miles de ellos: temporeros marroquíes en España y desplazados españoles a la industria en Marruecos.
La guerra fría con Marruecos representa además un peligro latente de guerra caliente en la que todos los trabajadores, de un lado y otro de la frontera, no serían otra cosa que carne de cañón, un consumible más que sacrificar para mantener los negocios en marcha. El logro último de la dictadura que ambos sufren.