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17/04/2019 | Crítica de la ideología

Greta está hasta en la sopa, llama a votar a candidatos «como ella» desde el Parlamento europeo y acto seguido compara el planeta con Notre Dame en llamas entre lágrimas en un discurso cada vez más histéricamente apocalíptico. No importa, la burguesía europea, y en especial la alemana, quieren a toda costa su propia versión de la la «cruzada de los niños».

Aunque parece que la «Cruzada de los niños» no es más que un mito producto de una mala traducción posterior, no está mal como cuento con moraleja.

Un niño dice que ha sido visitado por Jesucristo, quien le ordena escribir de su puño y letra unas cartas que debe entregar al rey francés en las que se afirma que éste debe dirigir una nueva cruzada para recuperar Jerusalén. El niño entrega las cartas y se vuelve a su pueblo. El rey se toma a broma esas cartas. El niño recibe una segunda visita de Jesucristo, que ahora le encomienda liderar él mismo una cruzada hecha por niños hacia la ciudad de Jerusalén, que caerá en manos cristianas por la pureza y bondad de sus almas. Le dice también que no debe temer por el mar, ya que se abrirá como ya ocurrió con Moisés. Al mismo tiempo, un niño alemán asegura que también ha sido mandado por Jesucristo en la misma empresa y reúne a un número bastante menor de niños alemanes. De 20 000 a 30 000 niños se les unen y marchan hacia Niza, en el sur de Francia. En su camino pasan por ciudades y pueblos, y arrasan con la comida que encuentran. Más de la mitad de los niños deserta y la otra mitad muere de hambre. Finalmente llegan a Niza menos de 2000 niños y 200 adultos. Para que se abra el mar se pasan dos semanas rezando desde que sale el sol hasta que se oculta; sin embargo no ocurre nada. Dos mercaderes les ofrecen siete barcos para cruzar el mar hasta Tierra Santa. Los niños suben a bordo de los barcos y zarpan. En Cerdeña se hunden dos barcos. Los otros cinco llegan a Alejandría (Egipto), donde los 2000 niños son vendidos como esclavos por los dos mercaderes que les habían prestado los barcos.

Los mercaderes

La tregua con EEUU se agota. Trump reabre la guerra comercial atacando por varios frentes. Por un lado golpea a Alemania con la amenaza de aranceles al automóvil, por otro a Francia, España -y en menor medida- a Italia, reactualizando la ley Helms-Burton de modo que todas las inversiones en Cuba del capital europeo pasarían a estar en peligro. La burguesía europea se enfurece. Macron, que como se vio con el Brexit, cada vez tiene una posición más beligerante frente al imperialismo norteamericano, quiere contraatacar desde el momento uno de las negociaciones. ¿Cómo? Planteando la «agenda climática» como elemento innegociable de la posición europea.

La burguesía europea tiene cada vez más claro que en el ecologismo es y será cada vez más importante como bandera con la que diferenciarse en la batalla imperialista y con la que encuadrarnos en una nueva «unión sagrada climática». Sin embargo las cosas no son tan automáticas: los «chalecos amarillos» comenzaron como reacción a la subida del combustible vendida como «transición energética». Se demostraba que la religión apocalíptica que pretende la superioridad y necesidad moral de toda medida de decarbonización no está lo suficientemente implantada como para que, a día de hoy, sirva para hacer colar nuevos ataques a las condiciones de vida y trabajo. Inmediatamente Greta ganó puntos y se convirtió en la referencia mediática de toda Europa.

Los barcos

La nueva «cruzada de los niños» está organizada directamente desde el estado. En casi todos los países los profesores lo entienden como una «actividad extraescolar» de los viernes que complementa clases específicas sobre el cambio climático, la nueva clase a medida de la nueva capa medioambiental de la religión política europea. Pero se dan cuenta de que necesitan algo más que pastorear estudiantes. Necesitan que absorban que «hay cosas más importantes» que sus necesidades para que lo repitan ‎ en casa‎ y lo tengan presente cuando lleguen al mercado laboral. Para reforzarlo, en Alemania cada vez hay más voces a favor de reducir la edad de voto y elegibilidad a los 16 años... e introducir a Greta o sus equivalentes nacionales en los aparatos políticos estatales. Si, como todo apunta, la medida se aplica en Alemania, se extenderá pronto por toda Europa.

Tampoco es que la burguesía se tome demasiado en serio el ritual electoral como sistema de selección de personal en la dirección del estado. Sabe de sobra que los mecanismos reales no funcionan según el cuento que proclama. Por eso nos vende como una conquista que personas con discapacidad psíquica sean elegidas para cargos directivos en las instituciones. No es una tendencia solo española. El Comisionado de Discapacidad del gobierno alemán, cuando un periodista le preguntó si debía ser elegible un diputado que creyera ser Napoleón respondió simplemente «¿por qué no?». Así que ¿por qué iba a tener reparo la clase dirigente en dar el voto y hacer elegibles a chavales que simplemente no son «libres» ni autónomos? No es nada grave. Las elecciones no son sino un ejercicio de «creación de opinión» conjunto del aparato político del estado y el aparato mediático. Aumentar la base por debajo, ahora que el control estatal de las redes sociales es cada vez más eficiente, solo supone acceder a un nuevo «segmento poblacional» todavía no tan descreído. Especialmente si se les moviliza primero.

El horror

La reducción de la edad de voto y elegibilidad cumple la función de los barcos en la leyenda medieval de la «cruzada de los niños»: llevar a «los niños» a un mercado donde serán vendidos como esclavos. En realidad no ha habido nunca otro plan. No tiene sentido ponderar si los tiempos del cambio climático son mayores o menores, si el catastrofismo apocalíptico es más o menos realista o delirante. Esto va de otra cosa: los jóvenes están siendo encuadrados en una nueva «unión sagrada» que sirve hoy a la guerra comercial y mañana servirá a la guerra sin más. En las pelis de terror adolescente el público grita: «¡que el malo está ahí!». Y eso es lo que hay que hacer, porque esta vez no son actores juveniles en una pantalla, son una generación entera caminito del sacrificio.


El tema de este artículo fue elegido para el día de hoy por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@nuevocurso).