G7 ¿El apoteosis de Trump?
Negociar con Europa es fácil, dice Trump, «basta con poner aranceles a sus coches y nos darán todo lo que queramos». Y si hacemos caso a la prensa alemana... lleva razón. Pero con el mundo en un momento crítico, el G7 pone muchas más cosas en juego que los apuros alemanes.
Alemania
Y eso que no son nada desdeñables. Apurada por la recesión en marcha Merkel acaba de anunciar que acabará con el «impuesto de solidaridad» que financiaba la modernización del capital de la antigua RDA. La medida, que irremediablemente multiplicará las diferencias regionales y alimentará el crecimiento de la AfD da una idea del apuro que siente la burguesía alemana a pesar de contar con financiación gratuita... a treinta años gracias al BCE.
El nuevo eje alemán es rehacer la relación con unos mercados del Este, que son más valiosos que nunca. De hecho, más valiosos cuanto más rebeldes frente a Alemania se han mostrado. La Hungría de Orban y la Polonia germanófoba se ven en Berlín de repente como unos clientes maravillosos por desarrollar mientras que la Eslovaquia germanizada es demasiado dependiente del propio capital alemán como para poder tener una demanda creciente a contracorriente de la crisis.
Francia
Francia está cada vez más lejos de una Alemania que mira hacia el Este y que rechaza todas y cada una de sus propuestas para mantener a Europa en la primera línea de competencia imperialista. La última: la fuerza militar espacial. Como se ha visto en el último episodio de crisis migratoria en el Mediterráneo, su capacidad de liderazgo, aun con el apoyo alemán, se reduce a España, Portugal y Rumanía. Países que están viendo cómo su déficit comercial les ata cada vez más las manos y amenaza con convertirse en desastre con el Brexit.
¿Salida a la Macron? Primero, imponer a los escasos aliados europeos restantes una salvaguarda para calmar el frente interno. Macron sabe que la pequeña burguesía no está incorporada al proyecto macronita para el capital nacional, sino agazapada, y ha aprendido a temer a la Francia rural. Así que promete un «debate nacional» sobre el acuerdo con Mercosur sabiendo que puede que éste se hunda como hizo su antecesor a principios de los 2000, con la llegada de un nuevo gobierno K a la Argentina.
Pero sobre todo, competir con Alemania en el Este. Y no con países menores, sino refrescando el viejo lazo que viene desde el siglo XVIII con Rusia. Por todo lo alto además: vacaciones presidenciales en el Mediterráneo, presentando una propuesta de cumbre global para consagrar el mordisco sobre Ucrania -o lo que es lo mismo, la impotencia germano-estadounidense para cumplir sus promesas- y... buenos destinos para un capital que, a pesar del ruido de las sanciones, bate de nuevo récords de volumen en inversión cruzada.
Gran Bretaña
Pero el fantasma inmediato del G7, su zombi en el jardín, es el Brexit. Johnson llega a Biarritz con todas las últimas voluntades recogidas: desde Merkel y Tusk a Corbyn y las directivas comunitarias. Pero sobre todo, llega con el esbozo de un bloque anglosajón en marcha: un acuerdo comercial «maravilloso» con EEUU, con una pata en Australia y otra, insospechada y dudosa por cuanto depende de una batalla interna cada día más sangrante, en Brasil.
Italia
Italia es a día de hoy un campo de batalla. Identificado Salvini como el principal enemigo para Bruselas y el imperialismo franco-alemán, proclamado como principal aliado por EEUU y demostrada su fidelidad a cuenta del 5G y la llegada a Italia de la «ruta de la seda», el guión de lo que está pasando ahora llevaba tiempo escrito:
Salvini quiere elecciones anticipadas consciente de que puede hacer un «gobierno fuerte» con casi el 50% del voto encuadrando a los sectores ultras tradicionalmente aliados de EEUU: Berlusconi y el post-fascista Meloni. Francia y Alemania fían todo en cambio a la absorción del «Movimiento 5 Estrellas» por el PD de Renzi. Pararon el procedimiento de «déficit excesivo» para templar ánimos sociales y animaron a Conte a sacar información de los servicios secretos según la cual la Lega se habría financiado con dinero ruso. Salvini se la jugó a un tour por las playas italianas y a ganarse a una pequeña burguesía del Sur que siente que su apoyo a M5S no le rentó en estos años.
Pero la dimisión ayer de Conte con un discurso humillante contra Salvini y la vuelta de unos rumores sobre la fusión Fiat-Renault que una parte del capital italiano quiere ver como promesas, confirman que Salvini está jugando su papel en un guión escrito por sus enemigos.
Japón y Canadá
De los restantes socios no cabe esperar iniciativa. Canadá viene con un Trudeau desgastado políticamente y castigado a la vez por EEUU y China. Y si de alguien se puede esperar poca resistencia a EEUU es de Japón. Abe llega con las exportaciones en caída libre y después de hacer público que las armas norcoreanas que apuntan a su suelo ya pueden llevar cargas nucleares. Intentará, literalmente al mismo tiempo abrir conversaciones con Corea del Sur... con China como mediador para parar el desastre de guerra comercial con Seul en el que está y que, como todo en el Mar de la China, ha acabado teniendo peligrosas derivas militares con participación china y rusa.
Apoteosis Trump
Como los viejos entrenadores que paseaban bajo los fondos contrarios antes del partido para agotar a los hinchas rivales, Trump comienza siempre enseñando objetivos secundarios para que las bazas del contrario se dediquen a ellos. Esta vez fue Groenlandia. Pasada la furia, puede cancelar sin remordimientos ni coste su viaje a Dinamarca y sacar la sorpresa: reincorporar a Rusia al G7 y que vuelva a ser G8, o lo que es lo mismo, desarmar la jugada estrella del anfitrión, Macron, antes de que se siente a la mesa.
No le queda hacer mucho más: escuchar ofertas, poner condiciones y obtener una buena parte de lo que pida. En menos de un año, con los «aliados» entre la espada de los aranceles y la pared de la crisis, ha dejado claro que el juego global se polarizará entre China y EEUU. Y que alinearse con EEUU supone para cada capital nacional pagar por apoyar... o zozobrar. Ni en el G7 puede haber ya ilusiones de independencia nacional.