Feminismo y «planificación familiar» en EEUU
Cuando desenterramos los orígenes del discurso feminista estadounidense sobre la reproducción y el «control de la natalidad», no salen más que miedos y monstruos de la pequeña burguesía norteamericana: puritanismo, eugenesia, clasismo, maltusianismo, racismo y un compromiso sin ambages con la guerra imperialista. Este discurso ha acompañado, unas veces en primer plano, otras en segundo, uno de los pocos desarrollos del capitalismo en decadencia: las tecnologías para evitar la reproducción no deseada. Sin conocerlo y hacer su crítica tampoco podremos entender los condicionantes del debate actual sobre el aborto en EEUU.
La «maternidad voluntaria»
La historia de las reivindicaciones que llevan al aborto a convertirse en bandera del feminismo comienza con la guerra de secesión (1861-1865). La guerra había producido una verdadera epidemia de enfermedades de transmisión sexual que a su vez dio pie a la aparición de grupos puritanos que exigieron la ilegalización de la prostitución, crear un cuerpo de policías femeninos, censurar la pornografía, difundir la educación religiosa y... prevenir el aborto.
Es en este contexto en el que se afirma por primera vez el principio de «maternidad voluntaria». Para las primeras feministas estadounidenses como Harriot Stanton, el progreso de la raza humana dependía de la «maternidad voluntaria» y de que el desarrollo de la educación e independencia financiera de la mujer hicieran posible que estas fueran... plenamente responsables de la educación de sus hijos. Es decir, el progreso dependía del status de la mujer dentro del hogar, dando por hecho que ese era y había de ser su entorno.
La representación de los hombres como moralmente inferiores, como seres lujuriosos corruptores del espíritu femenino, no sólo se basaba en una visión del sexo como algo corruptor en sí mismo, llamaba a la «rebelión de la mujer contra la dominación lujuriosa del hombre» y tenía por objeto apoyar la idea de que las «damas» deberían estar a cargo de la educación moral de la civilización. Por eso, la promoción feminista de la educación femenina no sólo proyectaba las aspiraciones de la pequeña burguesía femenina de ascenso individual en la escala social. Podemos decir sin miedo a equivocarnos que el feminismo contenía también una reacción pequeñoburguesa y puritana a aspectos del capitalismo -como la prostitución o el alcoholismo- que desestabilizaban la unidad de la familia nuclear pequeñoburguesa. Por eso la ideología de la «maternidad voluntaria» rechazaba la anticoncepción y el aborto como inmorales por su capacidad de «conducir» al hedonismo sexual y a la infidelidad.
El control de la natalidad
A principios del siglo XX, el movimiento de control de la natalidad, al igual que el primer feminismo británico, intentó reclutar trabajadoras.
Margaret Sanger, fundadora de «Planned Parenthood», comenzó como miembro del Socialist Party of America y se unió después a los «Industrial Workers of the World» (IWW) y se inspiró y dio continuidad al activismo antinatalista de la famosa dirigente anarquista Emma Goldman. Goldman que sería arrestada por distribuir panfletos a favor del control de natalidad, había asistido a la conferencia secreta neomalthusiana en 1900. La anarquista creía que la clase obrera podía mejorar sus condiciones de vida si adoptaba un modelo de familia nuclear con pocos hijos, ya que los niños pobres:
saturan el mercado laboral, tienden a bajar los salarios y son una amenaza para el bienestar de la clase obrera
Inaugurando una larga tradición de pastiches ideológicos y vistiendo el malthusianismo de Goldman de «acción directa» Sanger defendió en «Family Limitation», un folleto escrito por ella y distribuido entre los miembros de los IWW, que:
la clase obrera puede usar la acción directa al negarse a abastecer el mercado con niños para ser explotados, al negarse a poblar la tierra con esclavos
La visión de los «radicales», de los anarquistas, su «plan» para las familias trabajadoras, era... limitar sus dimensiones. Lo que significaba en realidad que de fondo había... un verdadero problema moral:
- Goldman, como Malatesta, Kropotkin y todo el anarquismo eran incapaces de imaginar el comunismo como una sociedad de abundancia. La visión estática de las fuerzas productivas, cuando no los cantos por el «decrecimiento» del anarquismo, solo permite imaginar la sociedad sin clases como una imposible sociedad igualitaria de escasez. Una tradición que siguió luego muy presente en el «radicalismo» anglosajón, desde Ursula K. Leguin al ecologismo «radical».
- Bajo esta imposibilidad late una profunda desconfianza de los trabajadores como clase universal, capaz de ofrecer un futuro que el capitalismo niega.
- Por eso su apariencia «reformista» -es posible superar el capitalismo a base de cambios como el modelo familiar o el lenguaje...
- ...y su realidad individualista: no hace falta que la clase luche, tome consciencia, y se constituya como sujeto político para conseguirlo.
Pero si sumamos todos estos elementos, lo que sale no es oportunismo, sino puro radicalismo pequeñoburgués. Esa fue siempre la perspectiva política de Sanger. Y si esto fue al principio, cuando se alineaba abiertamente con los anarcosindicalistas, pronto será peor. Cuando la represión de la IWW y la deportación de Emma Goldman transformaron su campo de actuación, la pragmática Sanger dejó de frecuentar los entornos obreros politizados y se centró en reclutar sectores de la pequeña burguesía para su movimiento.
Al final de la primera guerra imperialista mundial, cuando los EEUU de Wilson intentan afirmarse en Europa presentándose como «defensores globales de la democracia», el Congreso aprobara la 19ª Enmienda, concediendo a las mujeres el derecho al voto. En esa época, el movimiento por el control de la natalidad se organizaba en torno a la «Liga Americana de Control de la Natalidad» (ABCL) de Sanger y la «Liga de Paternidad Voluntaria» (VPL) de Mary Dennett, cuya estrategia consistía en abrir clínicas y cabildear para obtener una legislación favorable para el control de la natalidad.
Sanger se enfocó en dos sectores tradicionales y «respetables» de la pequeña burguesía: los médicos y los académicos. Los médicos vieron en el movimiento la oportunidad de controlar (y explotar) un nuevo mercado hasta entonces ilegal. Su esposo, un empresario petrolero, pagara 10.000 dólares al año a un médico para que recorra el país promocionando su discurso. Al contrario que su competencia, la VPL, que promocionaba un «proyecto de ley abierto», pretendiendo eliminar todas las restricciones a la distribución de literatura e información sobre el control de la natalidad, Sanger enfatizó el «sólo para médicos». Su propuesta sólo permitiría a los médicos proporcionar información sobre contracepción y solo ellos podrían prescribir métodos contraceptivos.
Eugenesia
Mientras tanto, los académicos, sufrían un declive de su consideración social y una disminución en su número. Muchos buscaron oportunidades para la investigación a tiempo completo. La «eugenesia» ofrecía oportunidades: las familias más ricas de los EEUU financiaban la investigación eugenésica y, durante la década de 1920, se convirtió en un curso obligatorio en muchas universidades.
La «Eugenesia» fue una de las primeras expresiones ideológicas de la decadencia capitalista. Racializó y animalizó la forma en que las clases poseedoras conceptualizaban a los trabajadores, permitiéndolas huir de la visión de una guerra de clases para sumergirse en disquisiciones sobre «control poblacional» y «degeneración racial». Si en Europa servían a la propaganda más reaccionaria del imperialismo y los nacionalismos, en EEUU servían para ahondar el racismo instucional y potenciar fracturas entre los trabajadores en función de su origen. Si en 1917 se instauran restricciones migratorias que no permiten entrar al país a los analfabetos, en 1924 las nuevas regulaciones ya están racializadas: Gran Bretaña, Irlanda y Alemania pasan a ser el origen de más del 70% de los migrantes admitidos legalmente.
La Eugenesia se alineaba con muchas tendencias reaccionarias latentes en la pequeña burguesía victoriana: la recuperación del esencialismo romántico (que brota con los neorafaelitas y algunas expresiones del «Arts&Crafts» por ejemplo), el cientifismo supersticioso de lo paranormal (que todavía le da para unas risas a un viejo Engels precisamente por su ligazón con el empirismo)... Por eso no solo podemos seguir sus huellas en el nazismo, sino entre los liberales ingleses como Keynes o los hermanos Huxley, uno autor de la gran novela eugenista («Un mundo feliz»), el otro fundador de la UNESCO en la postguerra. Y desde luego tampoco a los anarquistas: desde finales del XIX los núcleos anarquistas de Barcelona chapotearon entre el malthusianismo y la eugenesia. No es de extrañar que Sanger, que venía de una escuela similar y que se movía en un medio cada vez más abiertamente pequeñoburgués uniera fuerzas con los mismos eugenistas que pedían nuevas restricciones migratorias y leyes contra los matrimonios mixtos. Ella misma utilizó sus argumentos en sus libros.
La versión estadounidense de tal pantano en el que se mezclaban el resentimiento frente a la clase trabajadora y el racismo de la pequeña burguesía con la justificación maltusiana de la crisis de civilización capitalista, tampoco se limitaba a Sanger y su entorno. En Puerto Rico durante los 30, las clínicas de control de natalidad fueron financiadas por el gobierno de los EEUU para corregir la «superpoblación». Centenares de mujeres puertorriqueñas fueron esterilizadas sin saber que estaban siéndolo.
«Planned Parenthood» y la segunda guerra imperialista
En 1942, la ABCL, que se había fundido con otras ligas de control de natalidad en «Planned Parenthood», adoptó una línea centrada la «planificación familiar» y la estabilidad familiar a través del control de la natalidad. Su objetivo principal fue impactar en las familias de los soldados durante y después de la Segunda Guerra Mundial. Al igual que las feministas de finales del siglo XIX, la filosofía propagada por Planned Parenthood era la de fortalecer la unidad de la familia mediante el control de la natalidad.
El «control» de la familia nuclear se consideró parte de las características de la sociedad moderna, al modo del «control de las máquinas». Pura fantasía de control de la era del capitalismo de estado. De hecho «Planned Parenthood» presentaba el control de la natalidad como una solución al absentismo de las trabajadoras de la industria militar. Según Henry Pratt Fairchild, uno de los fundadores de la organización.
No hacen falta grandes argumentos para demostrar los peligros de interrupción y restricción de la producción si las mujeres son incapaces de ejercer un control racional sobre la reproducción. Se ha encontrado en algunas plantas encuestadas que el absentismo por embarazo o aborto voluntario está creando un problema que puede aumentar a medida que más mujeres se incorporan a la industria de la guerra.
Mientras se destacaban las ventajas para la producción de guerra de la planificación familiar, se exaltaba el control de la natalidad como un ejemplo de libertad específicamente americana. Las virtudes de la anticoncepción se ponían en comparación con la política natalista de los gobiernos de Italia y Alemania. En la postguerra, visto el éxito de participar de la propaganda de guerra, la organización se unió a la nueva histeria belicista y llegó a publicar folletos asegurando que «la planificación familiar ahora es esencial para bloquear el comunismo y preservar la paz».
Entender el debate sobre el aborto en EEUU
Entender el debate sobre el aborto en EEUU significa mucho más que los argumentos más o menos concretos de las partes a día de hoy. Significa entender el papel del partido republicano y qué obtiene lanzándose a una cruzada anti-abortista, la relación de republicanos y demócratas con los sindicatos y de éstos con el movimiento de los derechos civiles... y cómo no, el feminismo norteamericano y la naturaleza de clase de su abordaje de la reproducción. Esto último es lo que hemos tratado de entender en este artículo.