Estado de la Unión 2021
Ayer el Parlamento europeo celebró el debate sobre el estado de la Unión 2021. En su discurso Ursula von der Leyen obvió temas centrales y tensiones entre países para enfatizar el tono constituyente con el que la Comisión intenta acortar la memoria de los muchos desastres sociales que impulsa y coordina: desde la infame política migratoria a las vacunas pasando por el impacto del Pacto Verde en la factura eléctrica.
El estado de la Unión 2021 según von der Leyen
Una vez más Estrasburgo, el hemiciclo de las grandes ocasiones. Von der Leyen más triunfal que nunca frente a un parlamento casi vacío que regurgita unas réplicas rituales aun más vacías. Es el estilo europeo, la particular forma burocrática en que la UE transmite un perentorio «nada que mirar» y despeja la calle de curiosos.
Pero bajo la apariencia banal y burocrática, bajo el falso optimismo de esta ex-ministra de defensa alemana disfrazada de presidenta de una feliz confederación europea que no existe, hay un verdadero programa de transformación continental en marcha.
El modelo: la «Unión Sanitaria»
Von der Leyen comienza el Estado de la Unión con una cínica dosis de triunfalismo pandémico:
We delivered to Europe, we delivered to rest of world, we did it the right way because it was the European way and it worked.
Cumplimos (entregamos) con Europa y cumplimos con el resto del mundo, lo hicimos del modo correcto porque era el modo europeo y funcionó.
El mensaje es tan cínico que hasta a los parlamentarios alemanes les da vergüenza aplaudir a pesar de que la presidenta de la Comisión hace una pausa a ver si alguno se arranca. En realidad, lleva razón: la Comisión cumplió... con los intereses alemanes que vieron desde muy pronto en la pandemia la oportunidad de crear una industria rentable y supeditaron a ese objetivo la necesidad de maximizar la producción de vacunas y llevarlas en masa a Europa y al mundo.
Siguiente paso: 50.000 millones para la «Unión sanitaria». El modelo de la «construcción europea». Después de décadas sirviendo a los gobiernos nacionales como refuerzo de los recortes y la austeridad, un incremento del presupuesto UE se presenta como «dinero caído del cielo» para los estados. A cambio de aceptar la mutualización, las líneas políticas se centralizan y alinean con los capitales nacionales más fuertes que, mientras tanto y como es el caso, han construido las bases de un nuevo monopolio continental.
La «Chips Act» y la «soberanía tecnológica»
El discurso abandona el inglés y pasa al francés. Viene un nuevo plato fuerte: anuncia una «Chips Act» para «ganar soberanía tecnológica».
El objetivo es crear conjuntamente un ecosistema de chips europeo de vanguardia que incluya la producción y asegure nuestros suministros y desarrolle nuevos mercados para la tecnología europea innovadora
Por si el mensaje no estuviera claro recuerda que «Europa» ha perdido su liderazgo en el sector frente a EEUU y «Asia» y traza una comparación con Galileo, la alternativa europea al GPS estadounidense. La expresión clave es «autonomía estratégica» y la dimensión militar insoslayable.
La escasez de chips no es un tema «europeo», tiene definitivamente acento alemán... y francés. La industria de la automoción alemana advirtió que se vería afectada hasta 2023, la francesa que un 60% de sus plantas sufrían ya retrasos respecto a la producción calculada. Y la repatriación de la cadena de suministros es la nueva bandera de nacionalismo proteccionista de Macron.
Y una vez más, el modelo: no es solo levantar una industria, es cómo y para quién. La «Chips Act» quiere megafábricas que den «autonomía estratégica» al capital alemán y francés facilitando al mismo tiempo la concentración y centralización de grandes capitales. El modo de hacerlo es en todos los sentidos generador de escasez, tensiones imperialistas e ineficiencias técnicas, pero es óptimo para asegurar, a base de monopolios y proteccionismo, la rentabilidad de los capitales involucrados.
ALMA y el año europeo de la Juventud
Siguiente parada en el Estado de la Unión 2021: 2022 será el año europeo de la Juventud. Y para celebrarlo qué mejor que darles «ALMA». Y la verdad, nada mejor para representar en qué quedó el espíritu de la «Europa Social» supuestamente consagrado en Oporto. Aquella cumbre «social» tomó como bandera la reforma laboral y como objetivo precarizar y formar para la precarización.
«ALMA», el conejo en la chistera del debate del estado de la Unión 2021, no pretende esconderlo. Es un programa para animar a jóvenes trabajadores precarios a moverse de un un país a otro, normalizando los flujos de la mano de obra peor pagada entre países.
Su función no es articular los intercambios, para eso está Eures, sino educar en el nomadismo a una nueva generación precaria. Esto no es ya la «huida a Londres» de los 90 ni la «fuga» de licenciados a almacenes de Amazon en Alemania. Lo que se quiere para el futuro es una mano de obra flotante y barata que vaya allá donde el capital la necesite.
Pacto Verde y Nueva Bauhaus Europea
Una vez con la precarización en la boca, von der Leyen se emociona y acelera. Llega el momento «sensible» del estado de la Unión 2021:
Si el Pacto Verde tiene un alma esa es la Bauhaus europea
Si parecía difícil un modelo de vivienda para trabajadores más inane y antihumano que el de la Bauhaus original, la nueva Bauhaus europea es su rococó. No porque abunde en el adorno como el rococó en relación al barroco, sino porque ahonda en la inhumanidad del movimiento moderno original para centrarse en contenedores y nichos.
Pero el «alma» que buscan el Pacto Verde y von der Leyen no tiene nada que ver con el desarrollo humano, sino con la re-estructuración de las ciudades y los barrios para que la nueva logística verde... de la que se espera pueda acabar generando nuevos y europeísimos monopolios, faltaría más.
Tras dedicar el momento emotivo del estado de la Unión 2021 a tan ensoñadora perspectiva de nichos y cubículos, von der Leyen pasó a interpretar el informe del IPCC como un mandato para un ataque general a las condiciones vitales y laborales de los trabajadores: «Fit for 55». Ni una mención a los golpes ya sufridos o en marcha en Alemania, Italia o España a través de la factura eléctrica. Para eso se declaró la «Emergencia climática» que se anunció esta misma semana como el mayor peligro estratégico para Europa, para poder organizar una transferencia de rentas masiva del capital al trabajo sin que hiciera falta otra justificación que el cambio climático.
Y es que el objetivo se declara ya abiertamente en los grandes medios europeos. Esta misma semana decía Le Monde que «el cambio esencial en los estilos de vida requerirá nuevos gastos, so pena de pesar sobre las empresas, el empleo y el poder adquisitivo de los hogares». Es decir, que vivir nos va a salir más caro, que vamos a ser más pobres, pero que si consiguiéramos esquivarlo de alguna manera… sería un mal social porque sería malo para las empresas. Todo bien para los sindicatos paneuropeos, por cierto, que toman nota y recomiendan... «diálogo», es decir, paciencia y aguante.
Y si quedaran dudas de que ese es el objetivo primordial del Pacto Verde europeo, el grueso del espacio y los titulares sobre el tema en el debate sobre el estado de la Unión 2021 fueron a... la «necesidad» de una alianza con EEUU en el próximo Cop26 para acelerar el despliegue de las «finanzas verdes». En la interna, para los estados, la oportunidad de descontar las inversiones verdes del cálculo de déficit y deuda, un sueño para países como España que se lanzan a emitir deuda pública «verde» para alinearse con «Fit for 55».
«Cyber-resilience Act» y ejército europeo
Pero no hay desarrollo monopolista y concentración del capital en esta época histórica sin desarrollo del militarismo. Es inevitable. Especialmente cuando no solo no quiere evitarse sino que se considera una parte crucial de la política de competencia que es, en teoría, de lo que se encarga la Comisión. Y Von der Leyen, que en su día sonó como posible Secretaria General de la OTAN, no podía dejar de hacerlo explícito en el debate del estado de la Unión 2021: se trata de mucho más que de fomentar el mercado interno de armamento.
En los últimos años hemos comenzado a desarrollar una especie de ecosistema de defensa europeo, pero lo que necesitamos ahora es una Unión Europea de Defensa. Es hora de que Europa dé un paso al siguiente nivel.
No habría militarismo realmente si la producción y la organización de la guerra no colonizaran nuevos aspectos de la vida. Pero a la UE no le falta detalle: la nueva «Cyber-resilience Act» se adelanta como una forma de movilización general y regulada para la ciberdefensa. Cada ordenador una trinchera, cada usuario de Internet un soldado europeo con deberes y responsabilidades en la seguridad global.
No podemos hablar de defensa sin hablar de cibernética. Todo lo que está conectado puede ser pirateado. Tenemos que agrupar nuestras fuerzas. Debemos esforzarnos por convertirnos en líderes en ciberseguridad. debería ser aquí en Europa donde se desarrollen las herramientas de ciberdefensa.
Así que la próxima gran convocatoria europea será convocada al alimón con Macron: una Cumbre Europea de Defensa, a celebar en la primera mitad de 2022, durante la presidencia francesa del Consejo de la UE y dedicada a sentar las bases de un verdadero «ejército europeo»... o lo que es lo mismo, a acercar la UE a convertirse en el núcleo de un casi imposible bloque franco-alemán ahora que Kabul y desplazamiento de EEUU a Asia abre la necesidad y la oportunidad de una afirmación militar propia.
La reconciliación franco-alemana implícita en el estado de la Unión 2021
La UE ha estado a punto de implosionar durante la pandemia. Los capitales franceses, alemanes y nordistas tuvieron que ceder, eliminando criterios de déficit y huyendo hacia delante habilitando los fondos de recuperación.
Su verdadera contrapartida no fueron las cacareadas «reformas estructurales» -que cada gobierno era el primero en querer poner en marcha, desde Sánchez a Mitsotakis- sino la aceptación de la dirección europea -esto es, de los intereses monopolizadores alemanes- sobre áreas presupuestarias enteras: desde la digitalización, centrada en viabilizar la industria alemana de la IA industrial, hasta la movilidad verde -recordemos que España ha entregado su mayor PERTE a Volkwagen- pasando por la nueva industria de las vacunas.
Sobre esta base nueva, que siempre fue el horizonte de la UE, Francia y Alemania han vuelto a encontrar un terreno común. En cuestión de semanas se han desatascado viejas desavenencias imperialistas con consecuencias globales. Francia abandonó a Marruecos en la UE, Alemania se realineó con el Eliseo contra Rusia en Malí, el bloqueo francés a la inclusión de los Balcanes Occidentales para convertirlos en la Shenzen alemana se ha convertido en apoyo explícito a las «ultimas voluntades» de Merkel.
El estado de la Unión 2021 y la vuelta de la UE franco-alemana
Como apuntábamos arriba, se establece «por fin» un modelo explícito de construcción europea: los capitales nacionales más débiles, desprovistos ya de soberanía monetaria, acceden a perder áreas cada vez más estratégicas de política fiscal y ocasiones de afirmación imperialista propia. Después de décadas de recortes y la austeridad, parece aceptable alinearse con los grandes monopolios franco-alemanes a cambio de mutualizar en la UE nuevas áreas de gasto.
Alemania se descubre feliz en este modelo, al que siempre fue reticente el capital alemán, que no dudó en movilizar contra él a su pequeña burguesía y hasta hace unos meses a su Tribunal Constitucional. Pero, súbitamente, el discurso público alemán ha cambiado. Consolidar los fondos de recuperación como una suerte de «presupuesto federal europeo» está en boca de todos los partidos en la actual campaña electoral. Los Verdes lo incorporan ya al programa y SPD y CDU abren la puerta a la idea. Las «voces sensatas» en las columnas de opinión bendicen y solo recuerdan que es mejor no ir demasiado rápido.
Europa se convertirá cada vez más en la fuente de nuestra prosperidad. Cualquiera que no comprenda esto no está preparando adecuadamente al país para el futuro.
Sin embargo, esta prosperidad no es gratuita. Una unión política cada vez más estrecha va inevitablemente de la mano de la transferencia de derechos soberanos. Si se quiere que el Parlamento Europeo disponga de un margen de maniobra real, también se le debe otorgar una soberanía fiscal adecuada. Una política monetaria que se decida en Frankfurt para toda la zona euro no puede centrarse únicamente en los intereses alemanes. Y los pagos de transferencia entre regiones con diferentes capacidades económicas son inevitables en una moneda y un área económica comunes.
Impulsar el proceso de integración europea no es tarea fácil y requiere cierta paciencia y una dura negociación. Se permiten pequeños pasos siempre que se realicen de forma continua.
Donde Europa es más fuerte que China. Süd-deustche Zeitung.
Conclusiones del estado de la Unión 2021
El debate del estado de la Unión 2021 es el primero que se celebra en este marco en el que Alemania, los países llamados nordistas y Francia parecen haber encontrado un modelo -nada barato- de domeñar las fuerzas centrífugas entre socios UE... en el marco de cuasi-colapso económico generado por la pandemia. Desde el punto de vista de los choques de intereses imperialistas entre países miembro, la cuestión es si, pasado lo peor, la tendencia a la disgregación seguirá estando bajo control o si Alemania y Francia iniciarán una carrera hacia la centralización para consolidar la situación.
Desde el punto de vista de los trabajadores, la cuestión central sigue siendo la aceleración del Pacto Verde y las tendencias precarizadoras, que van de la mano. La UE, con los fondos de recuperación, se presenta como un alivio a las políticas de recorte de gastos sanitarios y educativos de los estados. Pero como vimos con la FP y con Fit for 55 bajo las «ayudas de la UE» a los estados, no hay alivios reales para los trabajadores sino ataques multiplicados.