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¿Está emergiendo un bloque anti-EEUU alrededor de Alemania?

17/05/2018 | Alemania

¿Vamos hacia una polarización del conflicto imperialista entre EEUU y Europa? ¿Qué importancia podría tener cuando las tendencias hacia la guerra y el caos muestran que el capitalismo es una amenaza cada vez más violenta contra la Humanidad en su conjunto?

Tiene importancia. Mucha. Sabemos que solo la respuesta independiente de los trabajadores puede parar una guerra generalizada. Y sabemos que desde Jerada a Teherán, desde París hasta Charleston, nuestra clase empieza a despertar y plantear se de nuevo las grandes cuestiones pendientes que necesita resolver para convertirse en un sujeto político independiente. El tiempo, los tiempos, nos son más importantes que nunca. Y en éste momento parecen correr en nuestra contra. Por éso tomar perspectiva, medir los ritmos, es más importante que nunca.

La denuncia norteamericana del tratado nuclear con Irán parece haber abierto la caja de Pandora: Mogherini, la «Sra. PESC» captó inmediatamente el sentido para Europa, respondiendo que la UE defendería «sus intereses de seguridad y sus inversiones». Y desde luego, nunca hasta ahora burlar las sanciones americanas se había convertido en una política declarada y organizada por la UE.

Merkel no tardó en pasar a la ofensiva, tras lo que fue jaleada por la prensa de todo el continente, llegando en el caso alemán a niveles de afirmación nacional nunca vistos desde la guerra. La nueva consigna merkeliana, «La tarea de Europa es tomar su destino en sus propias manos», electrizó el hasta ahora contenido imperialismo verbal alemán y la propia televisión pública se preguntaba si no era hora de amistarse con Rusia. Aprovechando el renovado ímpetu alemán, Francia exigía «pasar de las palabras a los hechos» entre discursos épicos de Macron y recuentos de agravios de su ministro de Economía. Tusk, voz del aparato político de la UE sentenciaba que «con amigos como Trump, no necesitamos enemigos».

Sin embargo Merkel y la burguesía alemana que representa, no parecen tener una prisa excesiva: ni en consolidar la UE en algo más parecido a un bloque, ni siquiera en dar vía libre a un militarismo que necesita si quiere poder articular un bloque. Que Alemania aumente su gasto militar hasta el 2% se su PIB desde el 1,24% actual (38.500 millones de euros) es un gesto, no un cambio de rumbo, como Merkel se ha encargado de remarcar.

No debemos engañarnos, la famosa «prudencia» alemana no suelta el acelerador por gusto... expresa las limitaciones materiales del capital imperialista alemán. La concentración de capitales que prometía crear una base común más sólida con Francia no está saliendo como pensaban: la ola de fusiones está siendo, sobre todo, nacional y no transfronteriza... e incluso las compras en EEUU se están viendo «tocadas» por una inestabilidad odiosa para los «escenarios de negocio». Además, Europa está lejos de ser un «lago alemán». No es de extrañar que el reciente nuevo triunfo de Orban en Hungría y el del M5S en Italia sea presentado en EEUU como una «revuelta contra el imperio blando de Alemania». Que Hungría, Austria, Rumanía y Chequia rompieran en Jerusalem la política común de la UE, festejando la nueva embajada de EEUU, fue un gesto claro de rebelión contra el eje franco-alemán como un todo. Y la filtración del programa de gobierno pactado entre Salvini y di Maio ayer mismo dejó claro que no era un fenómeno puntual ni limitado al famoso «grupo de Visegrado».

EEUU mientras tanto, sigue presionando y jugando fuerte con Alemania y con Europa toda en la guerra comercial. Al borde del pleno empleo y bajo los primeros efectos de una bajada de impuestos pensada para engordar dividendos de las empresas, no tiene ningún incentivo para aflojar en una guerra comercial que según el propio presidente Trump «es fácil de ganar». A día de hoy EEUU ni siquiera parece interesado en colocar a Gran Bretaña bajo su «protección» económica. Por el contrario, su estrategia pasa por ganar batalla a batalla frente a sus antiguos aliados mientras su superioridad global -económica y militar- se lo permita, traduciendo superioridad económica y militar en superavit comercial.

¿Hacia dónde va Alemania?

La «cumbre balcánica», que debía marcar el pistoletazo de salida de las ambiciones franco-alemanas hacia el Este, creando un cinturón de seguridad frente al caos de Oriente Medio, poniendo un límite a la influencia regional rusa y curando heridas con los países de Visegrado... está siendo una nueva decepción: con Francia reticente y España e Italia ausentes, el mensaje alemán ha quedado en un «no habrá fondos adicionales para nuevas incorporaciones». Algo que no refuerza precisamente al escudero alemán en la zona... Tsipras. El capital griego necesita dar empuje a la conexión entre la «ruta de la seda» china y los mercados europeos, presentándose como el gran «conseguidor» de los estados balcánicos. Pretende así mantenerse a flote en una marejada imperialista que supera sus posibilidades, entre una economía que seguirá lastrada por la deuda durante años y una Turquía, que cada vez afirma con más claridad sus propias ambiciones imperialistas al tiempo que se torna más inestable. Estos mismos días Turquía sufría una tormenta monetaria que ha llevado a su divisa a caer en picado en los mercados.

Tras salir de meses de parálisis de su aparato político, la burguesía alemana no ha hecho, más allá de lo meramente declarativo, mas que dar pasos atrás respecto a sus planes «europeistas». A día de hoy los ejes principales de avance -ejército europeo y concentración de capitales con Francia/ unión bancaria- apenas han avanzando un palmo. Todo parece indicar que las diferencias entre fracciones sobre su orientación imperialista no le permiten avanzar. De hecho la Comisión Europea parece aceptar ya que Alemania no tomará por el momento la «senda Macron» y se conforma con que le de luz verde para crear los instrumentos de una nueva burbuja financiera.

Y sin embargo, consciente de que la parálisis alemana puede agravar los efectos de la recesión que se está gestando, el FMI presiona a Alemania para que se acerque a las propuestas francesas cuanto antes. Alemania parece estar viéndose superada por los acontecimientos y es muy probable que esa sensación crezca aun más en el seno de la propia burguesía alemana y sus medios de comunicación en las próximas semanas y meses.

Y sin embargo la corriente general de la crisis capitalista empuja al capital alemán a afirmar sus intereses imperialistas con cada vez mayor claridad. Con el petroleo a 80$ la posibilidad de un adelanto en la esperada nueva recesión se multiplica. Los datos económicos japoneses, bien podrían ser la primera señal de esa recesión global en ciernes. Además, la burguesía alemana ve claramente que el incremento de las tensiones imperialistas le está afectando negativamente mucho más allá de lo que unos cuantos contratos en Irán suponen. El crecimiento cayó al 0,3% lastrado por el efecto directo de las expectativas que la guerra comercial genera sobre las exportaciones. Y no hay que olvidar que en Alemania, hay una conciencia clara de que la acumulación depende directamente de la suerte de las exportaciones.

A estas alturas no podemos afirmar que Alemania vaya a articular primero al resto de Europa y luego a China y Rusia en un «bloque anti-americano». Solo que está abocada a intentar dar pasos en esa dirección y que no serán fáciles. Pero sobre todo, lo que sabemos es que ese camino estará sembrado de nuevos ataques a las condiciones de los trabajadores en todos los países involucrados y nuevas guerras «localizadas» que nos acercarán, aun más, a una guerra generalizada.