¿Está abandonando la burguesía española a Sánchez?
Las eléctricas, la CEOE, la banca... la burguesía corporativa se radicaliza, al menos aparentemente: carga contra las tibias medidas paliativas de los precios eléctricos, contra una subida del SMI por debajo de la inflación y hasta con que el reparto de los fondos de recuperación lo decida el gobierno. ¿Qué está pasando? ¿Por qué la clase dirigente hace amago de abandonar a Sánchez y tomar el volante por sí misma?
Una resistencia feroz a medidas cosméticas
La subida del salario mínimo en 15€, que no cubren siquiera la inflación, encuentra una oposición cerrada y numantina, excesiva incluso para la pequeña burguesía más ahogada.
Las eléctricas no están menos a la gresca. Basta leer la prensa económica, bien alineada con los gigantes del sector, para descubrir los argumentos: el plan de choque del gobierno, que recorta sólo la parte más injustificable de sus beneficios extraordinarios y solo hasta mayo, sería una «gran reforma eléctrica» que pondría en cuestión la fiabilidad de las inversiones en España.
Pero ni el monopolio eléctrico va a dejar de ofrecer beneficios extraordinarios por moderar durante unos meses unos ya abultadísimos beneficios extraordinarios ni la pequeña burguesía va a quebrar en masa por pagar 50 céntimos más al día a sus trabajadores peor pagados.
Las noticias sobre la «inquietud empresarial» por la ejecución de los fondos de recuperación tienen un fondo similar. Es cierto que sólo está autorizado el 46% del gasto previsto para el conjunto del año y comprometido el 41% y ejecutado un 18,7% de los fondos de 2021. Pero la realidad es que el dinero empezó a llegar a la Hacienda Pública solo en agosto y que los tiempos son casi un récord de velocidad para la administración española. El fondo es otro y tampoco son tímidos a la hora de expresarlo:
Advierten de que la centralización en Moncloa de las decisiones sobre los proyectos a financiar puede terminar actuando como un cuello de botella a la hora de dar salida a los recursos del Mecanismo Europeo de Transformación y Resiliencia.
El Gobierno afronta la recta final del año con el 80% de los fondos UE sin ejecutar, La Información
Una «cuestión de principios»
La evidente falta de proporcionalidad entre la dimensión económica real de las medidas temporales y apenas paliativas del gobierno y la respuesta de eléctricas y patronal señala que en realidad la disputa no es por las consecuencias inmediatas sobre el balance. Sería más bien una «cuestión de principios».
Una parte de la burguesía corporativa española quiere marcar las reglas del supuesto «mercado eléctrico» directamente, supeditando sin ambages las consideraciones del estado y su lógica política.
Para las eléctricas es una vieja historia. Las eléctricas son históricamente la salvaguarda del capital nacional y en los momentos de crisis no dudan en aceptar cualquier coste para el conjunto del sistema antes de perder el control de las reglas de juego.
Todos recuerdan todavía, por ejemplo, cómo en febrero de 1978, uno de los momentos más críticos de la Transición, el monopolio eléctrico no dudó en forzar una crisis de gobierno para alejar al entonces vicepresidente Fuentes Quintana, nada sospechoso de izquierdismo, de la elaboración del Plan Nacional de Electricidad. Les daba igual debilitar al estado, su estado, en un momento crítico de crisis política y económica. Lo primero era marcar las reglas que aseguraran los beneficios extraordinarios del «puerto seguro» eléctrico. Una «cuestión de principios».
Las razones de la impaciencia entre la burguesía corporativa
La burguesía corporativa tiene mucho más presente el panorama global que el propio gobierno. Todos están mirando hacia EEUU conscientes de que si el plan de 3,5 billones de Biden sale finalmente adelante, los fondos europeos de recuperación quedarán en anécdota y la UE entera a la deriva y contracorriente en una competencia global acrecentada y con EEUU llevando la batuta del Pacto Verde global.
Eso en el mejor de los escenarios, porque la quiebra de Evergrande está multiplicando los miedos a una crisis financiera en China o cuando menos a una más que probable caída sostenida de las cifras de crecimiento de la potencia asiática. La crisis en China impactaría mucho más en Europa -y los mercados sudamericanos -tan importantes todavía para el capital español- que sobre la competencia estadounidense. De ahí las prisas por acceder a los fondos europeos.
El giro que está dando la burguesía española se percibe en su cambio de actitud hacia las estrategias sanchistas. En apenas dos semanas pasamos por ejemplo del entusiasmo por el «piloto» de reducción de jornada con reducción de salario en «Desigual», al «fracaso» de un intento similar en Telefónica. La jornada semanal de cuatro días con bajada de sueldo del 16% de la compañía no fue aceptada por un número suficiente de trabajadores y la compañía la desestimó como herramienta útil para reducir su coste salarial.
Todo habla de un blindaje de posiciones del capital, no del momento previo a una recuperación acelerada. Con las negras perspectivas del capital español, la estrategia sanchista para sacar adelante los intereses de fondo del capital español empieza a quedarse corta para la burguesía corporativa. Por eso hace el amago de poner las manos en el volante.