¿España puede?
La noticia del día en España es un evento organizado por el gobierno al que se espera que asistan las grandes espadas de la burguesía y el aparato político español. No tiene realmente nombre sino consigna: España puede. Toda una confesión del ambiente que reina en la clase dirigente: impotencia. Y no es para menos.
El tema de este artículo fue elegido para el día de hoy por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@communia).
Por supuesto, lo vestirán de triunfalismo sanchista una vez más. Pero la verdad -que una vez más hemos tenido que descubrir en la prensa anglo- es que todo está listo ya para un nuevo confinamiento y cierre de frontera. Tampoco es ninguna sorpresa: con una media de casi 4.000 positivos diarios, España tiene 110,4 contagiados por cada 100.000 habitantes, la mayor incidencia de Europa de largo.
Más de lo mismo: se elige el 18 por apurar la temporada turística, que oficialmente acaba el 15. No quieren registrar que las prisas por desconfinar a toda velocidad y antes de tiempo no solo se han llevado vidas por delante, sino que han sido contraproducentes para lo único que les importaba de verdad: recuperar ganancias. España se convirtió en el destino turístico más peligroso de Europa y hasta las casas rurales y las viviendas turísticas, que decían compensarían en parte el parón, perdieron más de la mitad de las pernoctaciones. A día de hoy todo augura una caída del PIB aun mayor de la que daban los peores pronósticos. Las cifras que se manejan en el gobierno y los bancos apuntan a una caída del 15% del PIB y un desempleo del 23%.
Y de momento todo apunta hacia allí. El PIB del segundo trimestre cayó un 9,8%, la segunda mayor caída de toda Europa tras Gran Bretaña. Entre abril y junio las exportaciones cayeron un 27,7%, el peor dato de la serie histórica. Los precios siguen bajando porque los productos no encuentran comprador. El estado se endeuda en masa compitiendo en volúmenes con Francia y Alemania para mantenerse en pie, porque los ERTEs van aparte... al menos de momento, porque cada vez resulta más evidente que el modelo ERTE va a ser permanente.
La única obsesión: salvar las inversiones
Mientras escribimos y discutimos este artículo, Sánchez habla de justicia social y de que no quedarán vulnerables atrás. Sin embargo si mantienen los ERTEs indefinidamente no será para salvar puestos de trabajo, sino para rescatar a una masa de empresas que de otra manera irían a concurso de acreedores. Que las vidas, y en especial las de los trabajadores, no son el norte de la política del gobierno queda claro cuando insisten en que solo habrá confinamientos si el sistema de salud vuelve a estar a punto de colapso al mismo tiempo que ponen fecha al desastre total: 18 de septiembre. Es más, mientras recortan en cada vuelta el ERTE y postergan los pagos de la renta mínima, destinan a pago inmediato 3.000 millones de euros en gasto militar para engordar a grandes empresas españolas, algunas de las cuales, como Indra, ni siquiera tuvieron que hacer ERTE. Como en marzo, como en junio, todo es apurar plazos al máximo y sin mirar el coste humano para ganar tesorería y ventas lo antes posible.
Es la misma lógica que hay tras una vuelta al cole que calculan tener que cortar en seco a los pocos días. En un país en el que más de la mitad de las familias recurre a los abuelos diariamente para ayudarles en la crianza, reabrir colegios sin hacer PCRs diarios es una irresponsabilidad terrible. Más cuando ahora se sabe que los niños tienden a ser asintomáticos y sin embargo su capacidad de contagio tiende a ser aun mayor que en los adultos enfermos. La famosa vuelta al cole segura es completamente insegura. De nada sirve medir fiebre si no se hacen pruebas diarias y los niños siguen hacinados en clases de 30 y hasta 40 alumnos. Los profesores lo saben y tienen miedo. Los sindicatos, de momento, aunque reconocen que entre el 70 y el 80% del profesorado quiere luchar, solo convocan huelgas en algunas comunidades y solo como amenaza para que los gobiernos regionales cumplan sus propios e insuficientes planes.
Esto es solo el comienzo
No es de extrañar que grandes empresas, PSOE, Podemos, sindicatos, nacionalistas regionales y todo el aparato cierren filas hoy en torno a Sánchez. Todos, hasta los independentistas que fueron los pioneros en hacer recortes sociales en nombre de la unidad, tienen un objetivo común: salvar los resultados de las inversiones y los principales instrumentos del capital nacional a toda costa. Dejan definitivamente atrás las vagas promesas de subir el salario mínimo y la subida de cotizaciones empresariales, empiezan a preparar juntos un nuevo ataque a las pensiones y dan por cerrada cualquier opción de derogar la reforma laboral de Rajoy; si se toca será para acelerar aun más la precarización.
La ruta está trazada en lo fundamental. Otra cuestión es que puedan imponerla. Si lo tuvieran tan claro no quedarían para una liturgia tan aburrida y poco creíble como ver por enésima vez a Sánchez con tal de jalearse y mostrar unidad frente a algo que nunca nombran si no es para pintar como vulnerable. Y es que al final depende de nosotros y de nuestra capacidad para luchar colectivamente, que impongan barbaridad tras barbaridad para salvar sus inversiones a costa de nuestras necesidades más básicas: no contagiarnos, tener un salario o una pensión suficiente para vivir y tener acceso a la salud, educación y vivienda en condiciones. Necesidades que van a quedar cada vez más lejos de verse satisfechas para más trabajadores si no plantamos cara. Debemos hacerlo.