España cambia de política sobre el Sáhara y azuza la guerra en el Magreb
De la noche a la mañana, España ha dado un giro de 180 grados sobre el Sáhara. Sánchez ha comprometido el apoyo español a la ocupación marroquí de la antigua colonia española. Un nuevo equilibrio imposible del imperialismo español en el Magreb que azuza peligrosamente las tensiones que mantienen permanentemente al borde de la guerra a Argelia y Marruecos.
La primera recepción de la noticia
El discurso oficial en la prensa lo justifica sobre la imposibilidad para la UE de mantener un conflicto abierto con Marruecos en plena guerra en Ucrania y la bondad de seguir a EEUU, Francia y Alemania. La prensa conservadora por contra, lo critica como «una cesión que nos debilita» viendo desvanecerse el negocio gasístico que apuntaba para el capital español. Lo que a nadie parece importar es que este movimiento diplomático azuza la guerra larvada, pero cada vez más presente, entre Marruecos y Argelia, elevando la tensión regional hasta lo imposible.
El giro español sobre el Sáhara visto desde Marruecos
Esta mañana la prensa marroquí está exultante. Todos han recibido un comunicado de prensa de la Casa Real que destaca frases de una carta de Pedro Sánchez de la que nadie sabía, ni siquiera en Madrid, hasta ayer. Según citas textuales de la misiva, Sánchez «reconoce la importancia de la cuestión del Sáhara para Marruecos» por lo que «España considera la iniciativa de autonomía marroquí, presentada en 2007, como la base más seria, realista y creíble para resolver el diferendo».
Tras este giro de 180º en la posición oficial sobre el Sáhara y por si hubiera dudas de hasta qué punto compromente la línea política española, la carta acaba afirmando que «España siempre cumplirá sus compromisos y su palabra».
Le Matín destaca que con este movimiento «España se compromete a garantizar la soberanía e integridad territorial de Marruecos» en las fronteras hasta ahora sólo reconocidas por EEUU, Arabia Saudí, Israel y Emiratos. Assabah, triunfalista, se felicita porque «España vuelve al buen camino» y en un artículo florido, al viejo estilo, restriega el triunfo estratégico del Majzen a la dirigencia argelina.
Este reconocimiento es suficiente, para ser un alegato en los foros internacionales, y disipar las nubes de ambigüedad y la duplicidad de posiciones que el Polisario esconde desde hace varios años, presentando la vacilación del Gobierno español como una posición a favor de su injusta «causa».
Además, la posición española atormenta todos los sueños de los generales argelinos de organizar un referéndum sobre el Sáhara marroquí abandonando la locura del «derecho de autodeterminación del pueblo saharaui», que Argelia utilizó como espantapájaros para intimidar a la comunidad internacional.
De hecho, la posición del gobierno español defendiendo el Sáhara marroquí es la respuesta política y diplomática de un país europeo independiente, que envía un mensaje a los ensangrentados generales de Argelia señalando que no aceptará chantajes y no aceptará trocar sus posiciones por gas. Un juego al que juega Argelia desde la decisión de cerrar el gasoducto del Magreb, como quedó de manifiesto cuando Tebboune pidió al presidente del Gobierno español que se abstuviera de suministrar gas a Marruecos en sentido contrario, en una velada amenaza de cortarle el grifo.
España no solo respondió al chantaje argelino, «Gas a cambio del Sáhara Occidental», sino que recordó al mundo la estrecha relación entre los dos países vecinos, muy unidos por lazos de amistad, historia, geografía, intereses y intereses comunes.
Mientras, en Argelia...
No sabemos la fecha de la carta de Sánchez al rey de Marruecos. Lo que es seguro es que darla a conocer ayer como hizo la Casa Real marroquí, tiene una carga simbólica especial.
Hoy, 19 de marzo, se cumplen 60 años de los acuerdos de Evian que pusieron fin a la colonización francesa. Es la fiesta mayor del calendario nacionalista argelino, el «día de la Victoria». El comunicado oficial del presidente Tebboune se reproduce en todos los medios, afirmando frente a la iniciativa de «reconciliación» de Macron el discurso oficial según el cual «los crímenes de la colonización» -pero no los del FLN- «no pueden prescribir ni ser olvidados».
Muy significativamente se celebra el cierre de medios franceses en Mali en pleno operativo de salida de las tropas francesas y se anuncia en algunos medios el próximo viaje de Tebboune a Roma, donde el gobierno de Argel ve la oportunidad de captar capitales para ampliar los gasoductos existentes hacia Italia y convertirse en proveedor sustituto del gas ruso.
La única noticia sobre el Sáhara a primera hora de esta mañana, era la negativa del presidente del Senado de EEUU a unir en un único presupuesto la ayuda estadounidense a Marruecos y al Sáhara, desconociendo el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio realizado por Trump y reafirmado por Blinken, como se encarga de recordar hoy la prensa gubernamental española.
Pero al mediodía, apareció la noticia bajo la forma de un comunicado del Polisario: «Sánchez firma la segunda traición histórica de España» [a los saharauis]. Rápidamente siguieron los ecos repitiendo fuentes que aseguraban que la carta de Sánchez no comprometía a todo el ejecutivo, y por ende al estado, rebajando su importancia y pronosticando una crisis en el gobierno cuando comparezca ante el Parlamento.
El gobierno argelino, sin embargo, sigue en silencio a la hora de publicar este artículo.
Dos años de tensiones pre-bélicas en el Magreb
El Majzen libera las tensiones de la crisis industrial saharaui conviertiéndola en una crisis migratoria con España
2020 volvió a poner el Sahara en el centro de las tensiones imperialistas globales. Primero fue una migración masiva y arriesgada alentada por el propio Majzen.
El estado marroquí sostiene el Sáhara Occidental como una gran «zona especial» que atrae capitales a partir de los bajos impuestos, la ausencia de regulaciones laborales mínimas y la garantía militar del orden en las fábricas. El acelerón de la crisis económica que acompañó el primer año de la pandemia, estaba llevando al límite la tensión los trabajadores ultraprecarizados de las maquilas, despedidos en masa y abandonados a su suerte. ¿La solución? Impulsar una migración desesperada y a gran escala de los trabajadores parados hacia Canarias.
Jugada maestra. De la que se aflojaba una amenaza seria de lucha de clases, se ganaba una baza en el juego imperialista. Pocos meses antes Sánchez había firmado nuevos contratos de gas con Argelia y la posición española, que venía insinuando una apertura a la «solución autonomista», se reafirmaba en los compromisos alcanzados en su día con la ONU: apoyar un referendum de autodeterminación limitado a la población que vivía en la colonia en 1975.
Los pactos de Abraham, la agónica resurrección del Polisario por Argelia y el reconocimiento por EEUU de la marroquinidad del Sáhara Occidental
Pero eran los meses finales de la presidencia de Trump. El juego de reequilibrios se estaba rehaciendo en Oriente Medio y EEUU quería a Marruecos en los «Pactos de Abraham» que formaban un nuevo frente árabe en torno al reconocimiento de Israel. Y Marruecos estaba cada vez más cerca de un triunfo internacional histórico.
El cierre por la puerta de atrás de la cuestión saharaui se estaba dibujando desde hacía años. Pero, en mitad de la recesión, el interés de EEUU por obtener el reconocimiento marroquí de Israel y de España por frenar el flujo migratorio saheliano y saharaui, amenazaba con un desenlace rápido contrario a los intereses imperialistas argelinos.
¿Hacia una nueva guerra en el Magreb?, 17/11/2020
Por eso, el gobierno argelino intentó una agónica resurrección del Polisario y la guerra del desierto... que se saldó con una demostración de impotencia militar por el lado saharaui-argelino y con el reconocimiento formal de la soberanía marroquí sobre el Sáhara por EEUU.
Lo que quedó claro en noviembre es que aunque el rechazo a la anexión marroquí del Sáhara Occidental sea la bandera de guerra de Argelia, el Polisario por dopado que esté desde Argel, ya no tiene capacidad para poner en jaque al Majzen. Para empezar no tiene capacidad de movilización real en un Sáhara convertido en una gigantesca maquila que explota a miles de trabajadores con orígenes que van desde Senegal al Rif. Y militarmente es irrelevante desde al menos 1990.
Como la prensa de Rabat tuvo claro desde el primer momento: «si hay guerra, será contra Argelia».
Marruecos y Argelia: nuevos pasos hacia una vieja guerra, 2/9/2021
Simulacro en Ceuta y guerra fría con España y Alemania
A partir de ahí todas las capacidades del Majzen se centran en presionar a las potencias europeas para lograr un reconocimiento similar o al menos apoyar abiertamente la posición marroquí como única salida al conflicto con Argelia, como ya había hecho Francia antes de EEUU.
Las coces y golpes bajos comenzaron entonces a sucederse en espera de un gesto del gobierno español que cuando llegó, resultó tener el sentido contrario al esperado en Rabat: el gobierno español recogió y dio asistencia médica al dictador vitalicio de la fantasmal República Árabe Saharaui Democrática mantenida por Argelia a partir de los 150.000 refugiados/prisioneros que mantiene en su suelo bajo control del Polisario. Como era de esperar, la actitud de la burocracia del Majzen hacia el imperialismo español no podía sino empeorar. (...)
Lo cierto es que, de momento, las empresas españolas están siendo excluidas de la financiación pública y los contratos y concesiones estatales se dan en buena parte por perdidos. Si la situación escalara aun más, buena parte del capital español presente en Marruecos tendría que abandonar el país. La derrota económica y política para el imperialismo español sería catastrófica.
Al día siguiente de publicar este artículo, los servicios secretos organizaron una mini-«Marcha Verde» sobre Ceuta como señal, contundente pero contenida, de la amenaza que están dispuestos a sostener.
Hay diferencias fundamentales sin embargo: para empezar este movimiento no arrancó con un llamamiento de la Casa de Real ni con un llamamiento a la movilización patriótica por los partidos del Majzen. Por el contrario, las portadas de Assabah y Le Matin de esta mañana se quejaban de la hostilidad alemana contra Marruecos, reportaban el próximo congreso sobre Cannabis en Tanger... pero no dedicaban ni una palabra a Ceuta ni a España. Y por supuesto, el informativo de la televisión pública de esta mañana también fingía demencia.
La discreción del aparato propagandístico del Majzen sobre la supuesta crisis migratoria y el ánimo lúdico de los que cruzaron señala más bien que se trata de un gesto, de una señal en forma de simulacro del camino que el estado marroquí quiere hacer creer al estado español que está dispuesto a emprender. Y ahí reside el peligro.
Ceuta no vive una «crisis migratoria», 18/5/2021
El camino de salida elegido por Sánchez, un imposible y victimista funambulismo entre Argelia y Marruecos que agitaba la «amenaza migratoria» frente a la UE, y con la salida del autoproclamado presidente del Sáhara de España -donde había entrado clandestinamente para ser tratado de Covid- acabó desembocando en una verdadera guerra fría con Marruecos.
El Pacto Verde, el gas, la ruptura de relaciones entre Marruecos y Argelia y la contraofensiva argelina
Cuando a finales de agosto por fin Sánchez destituyó a su funesta ministra de exteriores, una de las exigencias de Rabat para relajar tensiones, el Pacto Verde europeo está transformando ya el escenario completamente.
España, en pleno despliegue estratégico del Pacto Verde, bate récords diarios de precios eléctricos cuyo efecto macroeconómico empieza a ser una tendencia creciente a la inflación. Una escasez de gas natural este invierno multiplicaría precios aun más y produciría, probablemente, una situación industrial y socialmente insostenible.
Marruecos y Argelia: nuevos pasos hacia una vieja guerra, 2/9/2021
Argelia ve su oportunidad. Reafirma su compromiso de suministro a España y rompe relaciones diplomáticas con Marruecos, paso previo a la no renovación -que tocaba el 1 de octubre- del contrato que nutre de gas a Marruecos y le permite exportarlo, a través del Gasoducto del Magreb a España.
En Argel no son pocos los que piensan que la ruptura de relaciones diplomáticas solo es un alto que servirá, al final, para la negociación de un nuevo equilibrio regional. Muchos en Rabat esperan lo mismo. La cuestión es que en la dirigencia militar argelina, que transparenta sus opiniones en la prensa en árabe de Argel, crece la opinión de que esta no es una crisis como cualquier otra.
De ahí la referencia permanente a la «guerra de las arenas». La idea que crece es que si Argelia no es capaz de contener ahora a Marruecos y acepta que el Majzen reconfigure las relaciones regionales, ganando peso en el Sahel y remozando su ligazón con Europa, Argelia perderá su capacidad de enfrentar al imperialismo vecino durante la próxima década, sufriendo un peligro existencial.
Marruecos y Argelia: nuevos pasos hacia una vieja guerra, 2/9/2021
A partir de ahí, las escaramuzas militares entre ambos países acompañan a las diplomáticas.
Este miércoles Argelia acusó a Marruecos de la muerte de tres camioneros argelinos en un bombardeo con drones mientras conducían desde Mauritania por una carretera en control del Polisario. Representa un paso más allá de las acusaciones de financiación del terrorismo de este verano que llevaron a la ruptura de relaciones diplomáticas y al cierre del suministro de gas a Marruecos -y a España- a través del gasoducto que recorre el Rif.
De fondo, la cuestión fronteriza y la presión marroquí para forzar el reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara. Pero también la crisis del gas. España y Portugal dependen del gas argelino, que ahora sólo podrá llegar a través del gasoducto Medgaz... que no tiene capacidad suficiente para abastecer toda la demanda peninsular. El déficit será suplido con envíos por barco, mucho más caros.
Esta posición estratégica está sirviendo a Argelia para intentar contrapesar la ofensiva política marroquí aprovechando su nueva capacidad de presión en Europa. De momento, el gobierno argelino ya ha obtenido de España la entrega de opositores vinculados a los Hermanos Musulmanes y exige la «renegociación punto por punto» de su acuerdo comercial con la UE.
Pero el plato principal es utilizar la «mediación» española para contener los ímpetus marroquíes. A esa aspiración es a la que daba respuesta el sofisticado ataque con drones que acabó esta semana con dos camioneros muertos.
En Argel la posibilidad de guerra con Marruecos se ve cada vez más cercana, pero de momento lo más probable es que aumenten incidentes mortales como el del miércoles. Lo cierto es que Marruecos está tentado de aprovechar la ruptura de facto de las relaciones entre Francia y Argelia para imponerse regionalmente por cualquier tipo de medios. Espera que París, enfrentada con Argel en el juego imperialista por el control de Malí, se mantenga al margen.
La realidad es que a día de hoy la frontera argelino-marroquí es una «franja caliente» con cada vez más incidentes armados y que todas las carambolas de intereses imperialistas son posibles.
España valora cada vez más el gas argelino...
Históricamente, desde el primer gobierno González, hay una parte de la burguesía española que ha apostado con fuerza por una alianza fuerte con Argelia. Su ímpetu convirtió a España en el suelo de 1/3 de las plantas regasificadoras de la UE. Su perspectiva, convertir al país en la fuente alternativa del gas ruso para la industria europea, se vio una y otra vez frustrada por Francia que no que no estaba por dar paso a un competidor a través de su suelo. Resultado: el gas en España es más caro porque sólo se usa el 22% de la capacidad regasificadora... que hay que amortizar igualmente.
Eso no quiere decir que este sector pro-gasista desapareciera. Simplemente pasó a un segundo plano sin dejar en ningún momento de presionar a los gobiernos.
Me gustaría que igual que Francia ha fijado unos objetivos muy claros apostando por la energía nuclear o que Alemania ha puesto en marcha sus acuerdos para contar con un gasoducto conectado con Rusia en España marcáramos nuestros objetivos. En este sentido, es importante recalcar que el norte de África es productor de gas. Necesita estabilidad social. España tiene una oportunidad con nuestras plantas de regasificación. Podemos ayudar a todo el continente europeo.
Esa batalla ha atravesado al propio gobierno Sánchez como se vio en la OPA a Naturgy -la gasera que trae el gas de Argelia y que está participada en un 4% por la empresa estatal argelina Sonatrach- por un fondo australiano. Y aun más recientemente en el debate sobre las «taxonomías de inversiones sostenibles» en la UE.
De hecho, el gobierno Sánchez pasó a lo largo de los últimos cuatro años de una posición «anti-gas» que focalizaba la política energética en la aceleración del Pacto Verde y la atracción de capitales para fotovoltaica y eólica, a abrazar ya abiertamente las tesis gasistas y utilizar la guerra de Ucrania y el paso a una economía de guerra energética en todo el continente para presionar a Francia para ampliar la conexión de gas del gasoducto MidCat.
...pero intenta un nuevo equilibrio imposible
Sin embargo, si los dirigentes argelinos pensaban que España no iba a traicionar los acuerdos tácitos ligados al futuro negocio del gas... se equivocaban. La debilidad del imperialismo español tanto frente a Marruecos como frente a Alemania y Francia cuando se alinean, son la constante que marca el desarrollo del lado español de esta crisis desde el principio.
Ya en junio de 2021 Merkel había excluido a España de la cumbre sobre Libia como un gesto de reconciliación hacia Marruecos. Pero golpe definitivo vendrá con la «coalición semáforo» alemana. En el nuevo gobierno Scholz, Exteriores quedó para los Verdes y cuando resultó claro que Biden no iba a revertir la posición sobre el Sáhara de Trump, la posición mantenida hasta entonces por el socialdemócrata Gabriel se sacrificó sin problemas. En uno de sus primeros comunicados como ministra, Annalena Baerbock alineó a Alemania con Marruecos y la «solución autonomista».
Para el capital y el estado español mantener una posición diferenciada de la francesa en Marruecos es difícil, pero mantener una posición a la contra de Alemania en Bruselas es casi imposible. Si además, implica riesgo frente a EEUU, las costuras de de la propia clase dirigente saltan.
Añadamos los efectos de la guerra en Ucrania en la estructura global de alianzas imperialistas y la desesperación del capital español ante la emergencia económica y tendremos la clave para entender las declaraciones ayer del ministro Albares tanto como los coros de sus apologetas:
Los equilibrios que permitían a España mantener su posición tradicional respecto al Sahara se han roto con el terremoto geopolítico que significa la invasión de Ucrania. Los dos países centrales, Francia y Alemania, estaban ya ganados para la posición de Rabat. Estados Unidos emprendió el giro con Trump, con el doble movimiento de los Acuerdos Abraham: canjear la reanudación de relaciones con Israel por parte de Marruecos por el reconocimiento de la soberanía marroquí por parte de Washington. Biden nunca lo ha corregido ni había visos de que lo hiciera. A la vista del giro español, no tan solo no lo hará sino que se felicitará de la continuidad.
Nunca dos guerras a la vez. Bassets ayer en el País
El resultado es un equilibrio imposible. Tan imposible que al parecer, el gobierno español ni siquiera consultó o comunicó su decisión a Argelia. Según Albares, hay que esperar lo mejor porque el negocio potencial del gas argelino a través de un Medgaz ampliado y participado por España y Francia con fondos europeos, bien compensaría a Argelia la pérdida del Sáhara.
En estos momentos de tanta inestabilidad en Europa, con una guerra ilegal, injusta e injustificada en Ucrania, precisamente esa relación estratégica entre Argelia y España, ese gaseoducto que nos une, puede poner todavía más en valor esa asociación.
Albares ayer en la rueda de prensa en Moncloa
El camino hacia la guerra
Pero los planes argelinos son muy distintos. Argel no mira hacia España y el Medgaz como salida principal hacia Europa. Es una dependencia demasiado arriesgada, tanto de Francia como de España. Argel mira a Italia y es a través de Italia como espera vincularse al nuevo mapa energético de la UE.
Además, Argelia tiene buenas razones para ver la afirmación marroquí como un peligro existencial. Marruecos reivindica históricamente casi una tercera parte del territorio argelino y a nivel inmediato no se ha recatado a la hora de mostrar sus ambiciones sobre Bechar, Tlemcen e incluso Tinduf. La consecución del dominio sobre el Sáhara pondrá muy posiblemente en marcha las reivindicaciones sobre estas ciudades. Igual que hará más beligerante a medio plazo al Majzen en Ceuta y Melilla.
Pero si España puede esperar una cierta calma, al menos por unos años, Argelia no puede dejar de observar que Marruecos se está armando hasta los dientes, tanto en Emiratos como, con material de última tecnología, en Israel, incluida una «Cúpula de acero» antimisiles. En diciembre, en pleno ascenso de las tensiones fronterizas, abrió su primera base de lanzamiento de misiles de largo alcance. Y si no ha seguido a la UE y EEUU en el bloqueo contra Rusia ha sido, en parte, porque espera poder armarse también en aquel mercado.
La clase dirigente argelina sabe bien que si espera más podría perder toda posibilidad militar frente a un Marruecos rearmado y dotado de la última tecnología de guerra. Se siente tentada, en medio de los fastos del 60º aniversario de la independencia, de reconducir el nacionalismo de la pequeña burguesía que protagonizó impotentemente la revuelta durante estas años y ahora vegeta entre la impotencia y la desmoralización.
Los trabajadores y la guerra
Se equivoca mucho la clase dirigente española si cree que va a evitar la guerra y hacer que los militares argelinos se olviden de la amenaza del Majzen, simplemente facilitando nuevas ventas de gas.
La principal barrera a día de hoy para que el gobierno argelino de un paso irreversible es sólo el miedo, siempre presente entre la clase dirigente de Argel, a que una movilización bélica produzca un levantamiento general de los trabajadores y especial de los de la industria petrolera y gasera.
Por eso, tras el peligroso giro español, que echa gasolina sobre las brasas de una guerra latente interminable, para los trabajadores, tanto de Marruecos como de Argelia, es cada vez más inmediata la alternativa entre luchar contra «su» propia clase dirigente o ser masacrados en una nueva matanza imperialista.