Cerrar
Emancipación;

Communia

Internacionalistas

Blog de Emancipación

También mantenemos el
Diccionario de Marxismo,
la Escuela de Marxismo y los canales @Communia (noticias internacionales) y @Huelga (huelgas en el mundo) en Telegram.

Comunicados de Emancipación

Buscar

  • También puede serte útil nuestro Mapa de navegación: todos nuestros artículos organizados en secciones y ordenados cronológicamente

Entender el ahora

Su moral y la nuestra

En el comunismo...

Decadencia: El antagonismo entre el crecimiento capitalista y el desarrollo humano

Los límites del conocimiento bajo el capitalismo

Historia de clase

Crítica de la ideología

Los orígenes de la ideología y la moral burguesa

Elecciones ¿Qué victoria?

29/04/2019 | España

La participación pasó de casi el 70% en 2016 al 75% ayer. Inflar el «peligro Vox» dio sus frutos y aumentó la capacidad de movilización social de las elecciones. Pero ¿puede cantar victoria la burguesía española?

La burguesía española se tomaba con relativa calma estas elecciones. Calma que venía de su posición expectante, excéntrica pero relativamente autónoma en la guerra comercial y de la tranquilidad que le daba haber visto como el juicio de los políticos independentistas catalanes restañaba las fracturas internas más graves en el aparato del estado. Conforme se acercaban las elecciones, todo apuntaba cada vez más a que el resultado podría interpretarse como una cronificación del colapso del aparato político creado en el 78.

Las burguesías europeas lo han visto con aprensión y les han recordado repetidamente que con un aparato político inestable no iban a poder reforzar la estructura del estado -reinventando las autonomías y renovando la judicatura- del modo necesario para plantear una nueva ofensiva contra las condiciones de trabajo («reformar el mercado laboral»). Es más, estaban realmente atónitas ante una campaña y unos debates que ni siquiera han nombrado una situación internacional cada vez más inestable y cada vez con consecuencias sociales más directas en cada país.

Pero la burguesía española parecía pensar más bien que un colapso a cámara lenta, si era compensado por una relegitimización de los métodos socialdemócratas de ataque a las condiciones de las grandes mayorías trabajadoras, podía merecer la pena y llegar a ofrecer un camino alternativo... siempre y cuando la revuelta de las pequeñas burguesías regionales reconociera su agotamiento en Cataluña, se mantuviera latente en Euskadi y se reencauzara en parte vía Vox y en parte contra Vox en el resto del país.

El resultado de ayer ha sido, en ese sentido, un gran triunfo para Sánchez. El aumento de participación y la erosión brutal de Podemos, que ha perdido a favor del PSOE un tercio de sus diputados, le consolidan como una figura imprescindible para la burguesía española, más allá incluso de la renovación del aparato político actual.

Pero, evidentemente, ese no ha sido el único resultado que han ofrecido las elecciones. La apuesta por Vox en vez de repetir la jugada andaluza ha acabado dejando la renovación de la derecha en el peor de los escenarios posibles: ni hay sorpasso de Ciudadanos al PP, ni la unión de los tres les permite -ni parece que vaya a poder hacerlo en un futuro cercano- al tipo de mayorías «sólidas» que necesitan para enfrentar y disciplinar las tendencias centrífugas de la pequeña burguesía catalana y vasca por la vía de la reforma territorial del estado. Camino fallido... y con difícil vuelta atrás.

Es más, si el argumento Vox sirvió para elevar la participación en buena parte del territorio, lo hizo con más fuerza en Cataluña... porque reavivó al independentismo al darle la razón en su asociación España-franquismo. Mientras en los graneros socialistas del sur de la Mancha y Andalucía interior bajaba la participación, en Cataluña obtenía un récord histórico... dando a ERC el mejor resultado de su historia y al independentismo catalán en su conjunto 5 diputados más. Es más, en Euskadi servía para que Bildu se merendara a Podemos y el PNV dejara al PP sin representación, ganando incluso en Álava.

El resultado global es cuando menos problemático para la burguesía española. La suma de diputados del PSOE de Sánchez, Podemos, los partidos regionalistas... e incluso el PNV no dan mayoría absoluta. Aún necesitaría a ERC o Bildu para conseguirla. No es de extrañar que Sánchez despachara esta noche a Pablo Iglesias con cajas destempladas cuando este le ofreció formar gobierno juntos.

Solo la combinación PSOE-Ciudadanos ofrecería el tipo de mayorías que necesitaban para remozar con cierta energía el aparato político y el estado y poderse plantear la famosa «hoja de ruta» de las «reformas» que culmina con la privatización de facto de las pensiones en rescate de la banca. Por eso no es de extrañar que los directores de «ABC», «El Mundo» y «El Español» se prodigaran en distintos canales esta misma noche pidiendo un pacto Sánchez-Rivera por «sentido de estado». Pero si lo hicieran... sería lo mismo que dar por finiquitada la renovación del aparato político: el PSOE volvería a «perder la izquierda» y «C's» renunciaría definitivamente a liderar la derecha. Por eso Rivera «lo descarta».

Resumiendo: el tiro por la culata. No solo la renovación del aparato político de la burguesía española se ha convertido en el día de la marmota sino que ha exacerbado aún más al independentismo. No solo no ha marcado el camino de renovación de la derecha sino que la deja fragmentada, sin sorpasso riverista pero con el PP desarbolado y con Vox clavado en el parlamento. No solo no ha dado lugar a un gobierno con una «mayoría suficiente», sino que lo hace dependiente de carambolas y alianzas imposibles.

¿Un resultado a festejar o a lamentar?

¿Por qué la burguesía en pleno vendió estas elecciones como «las más decisivas de la historia»? Porque necesita salir del atasco en el que está para poder cumplir una ruta que se hace cada vez más borrosa en sus primeros pasos pero que mantiene intacto su objetivo final: hacer más rentable al capital español a costa nuestra y de nuestras condiciones de vida. Recordemos esa hoja de ruta de la que cada vez hablan más abiertamente:

  1. Renovar el aparato político para volver a tener «gobernabilidad», es decir, mayorías absolutas con las que poder…
  2. …Reformar la estructura territorial o al menos, la ley electoral, para evitar que los movimientos centrífugos de una pequeña burguesía agobiada por la crisis y los impuestos condenen al estado a la impotencia política; y así…
  3. …Encarar una nueva oleada de medidas precarizadoras que den oxígeno a un capital nacional que no hace sino devaluarse con cada golpe de la guerra comercial y reducir sus expectativas de crecimiento; un movimiento en el que sería central para ellos…
  4. …Desarbolar el sistema de pensiones para que pase de ser un gasto estatal creciente a un campo de acumulación para el sector financiero.

¿Entonces? ¿Deberíamos celebrar el «colapso político» que el resultado de estas elecciones avanzan? No es lo mismo «tirar» el sistema que ver como «se cae». Cuando «se cae», no nos quepa duda, se «nos cae encima». Si a la burguesía le salen bien sus objetivos, el objetivo último somos nosotros. Pero si les salen mal, la factura también la pondrán en nuestra mesa. ¿No recordamos «la burbuja» y «el estallido de la burbuja»? Ni el capitalismo va a cambiar de naturaleza porque haya un gobierno u otro, ni va dejar de ser más arrasador cada día porque haya unos partidos u otros en el parlamento. Esto no va de que el conductor de la apisonadora ni del modo en que quiera conducirla. Esto va de que es una apisonadora, no tiene marcha atrás y nos pisa. Jalear un cambio de conductor es tan inútil como quedarse quieto viendo cómo nos pasa por encima. Solo podemos enfrentarla.