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06/10/2019 | Crítica de la ideología

¿Qué es la moral y que tiene que ver con la sociedad? Muchos se han enfrentado a esta cuestión sin encontrar una respuesta universal y convincente. Todas las sociedades históricas parecen haber seguido una o varias, pero todas presentan una versión más o menos alienada y sobrenatural como respuesta... Así como la religión solo se pudo empezar a ver como algo aislable y comprensible externamente durante la laicización de la sociedad -cuando la religión revelada dejó de ser el pilar central de la ideología- la moral y sus variedades pasaron a ser un sujeto comprensible al extenderse el mercado mundial y verse enfrentados los antiguos partidarios de una supuesta moral laica universal a sistemas morales diferentes al supuestamente universal. Los «exóticos» se comportan de maneras completamente incompatibles con los implícitos supuestamente biológicos con los que contaban los especialistas para entender el comportamiento humano. De ahí nació el muy reciente ímpetu por encontrar una versión «mínima» «racional» que pudiese explicar los fenómenos morales en todas las sociedades.

Estos últimos años, el estudio de la moral se ha convertido en el objeto de un vivo proyecto interdisciplinario, no sólo desde investigaciones antropológicas, sino en teoría evolutiva, genética, biología, comportamiento animal, psicología, neurociencia y economía. Una posición común de este cuerpo de estudio es que la función de la moralidad es promover la cooperación. Esta descripción cooperativa tiene el potencial de proveer a la antropología con una teoría unificada de la moralidad que nunca tuvo. Aún así, las explicaciones previas sobre la cooperación se encontraban limitadas por dos razones […] La primera, un enfoque limitado a un número reducido de comportamientos cooperativos (altruismo por parentesco y altruismo recíproco), y han intentado explicar la moralidad desde una base innecesariamente restringida. […] La segunda, que el trabajo empírico previo no ha establecido si esta explicación funciona a través de todas las sociedades o si existen culturas que contradicen la teoría.

Is It Good to Cooperate? Testing the Theory of Morality-as-Cooperation in 60 Societies, 2019

Algo resulta claro, independientemente de sus justificaciones sobrenaturales, todos los sistemas morales se ocupan de coordinar la actividad y las interacciones individuales de una sociedad determinada. Aun así, una moral no es simplemente un sistema de «valores» o una ética personal e individual. Aunque pueda presentarse como una lista de reglas a seguir por los individuos en algunas sociedades, en otras se niega directamente al individuo. Pero en todas pesa el efecto del conjunto de la sociedad sobre las decisiones y vida de las personas tomadas una a una. Pero otra cosa llama la atención, todas las «explicaciones» anteriores se basaban en el «altruismo por parentesco» y el «altruismo recíproco». Éstas supuestas explicaciones fueron, y aún son de hecho, la base de toda la ideología económica de la última parte del siglo XX para justificar la naturalidad del capitalismo. Leamos un capítulo de un libro de texto estándar de biología del comportamiento (no se trata ni siquiera de un libro de economía):

Cuando Charles Darwin desarrolló su teoría de la selección natural, creó una imagen del proceso evolutivo en el cual la adaptación de los organismos estaba causada últimamente por la competencia por la supervivencia y la reproducción. Esta lucha biológica por la existencia se parece considerablemente a la lucha humana entre empresarios compitiendo por el éxito económico en el mercado. Mucho antes de que Darwin publicara su trabajo, el científico social Adam Smith ya había considerado que en la vida comercial la competencia es la fuerza motriz tras la eficiencia y adaptación. […] Los biólogos tuvieron que explorar los mecanismos de la herencia y conseguir su propia síntesis, los economistas tenían que desarrollar el aspecto matemático de su teoría de la competencia. La base es sin duda la teoría de juegos que fue creada por von Neumann y Morgenstern (1944), el diálogo entre biología y economía empezó unas décadas más tarde y el campo de la teoría de juegos evolutivos emergió como el mayor resultado de este diálogo.

«Game theory and animal behavior»

Hasta hace muy poco, la combinación entre darwinismo simplista1 y teoría de juegos había propuesto una solución sencilla y «matemáticamente correcta» para la aparición de cooperación entre individuos puramente egoístas. Era la consacración científica del intercambio de equivalentes como justicia universal… O no. Porque la teoría se encuentra con grandes problemas últimamente.

Del cuerpo místico medieval a los átomos comerciales

Si la moral esta relacionada con la cooperacion y coordinacion de la actividad social, no resulta muy sorprendente pues que cambios en la moral acompañen a los cambios en el ‎modo de produccion‎, alli donde antes se habían sacralizado las relaciones feudales de dependencia entre señores y vasallos, con toda una burocracia eclesiástico-civil para dirimir la justicia, ahora la clase comerciante que siempre fue considerada deshonrosa -cuando no como un peligro- se alzaba como adalid de la justicia, igualdad y progreso en sus pequeños territorios.

Aceptando que las condiciones económicas de los siglos XVI y XVII fueron, en algunos aspectos, pero ni mucho menos en todos, inusualmente favorables para un avance en la técnica económica, esas condiciones existieron varias veces en el pasado sin haber causado nunca el desarrollo de la industria capitalista. En muchas de las regiones afectadas por esas condiciones económicas ese desarrollo no tuvo lugar […] La Francia de Luís XIV manejaba recursos que, juzgados por los estándares de la época, eran inmensos, pero fueron disipados en masa por el gasto en lujo y guerra. Los EEUU del siglo XVIII eran económicamente primitivos, pero era en las afirmaciones de Franklin más que en los grandiosos esquemas de los estadistas mercantilistas, donde residía el espíritu del capitalismo burgués que iba a dominar el futuro. […]

Lo que los preparó [a la burguesía] para el conflicto era una nueva concepción de la religión, que les enseñó a considerar la búsqueda de la riqueza no como una mera ventaja, sino como un deber. Esta concepción soldó a la aún débil burguesía en una fuerza disciplinada, elevó sus energías y santificó sus vicios convenientes. Lo que es significativo, no es la fuerza del interés propio económico como motivo, que ha ocurrido en todas las eras y no requiere explicación. Es el cambio de estándares morales que convirtió una debilidad natural en un ornamento del espíritu, y canonizó como virtudes económicas costumbres que en eras anteriores habían sido denunciadas como vicios.

R. H. Tawney. History and Society: Essays

Junto al largo hundimiento del vaticano y el viejo armatoste feudal, las ciudades comerciales relativamente independientes de Flandes y la Hansa crecían en riqueza y potencia. Mantenían organizaciones y consejos municipales, que hacían soñar a la joven burguesía con la mancomunidad de bienes y conseguir gracias al «propio esfuerzo» el estatus social que les fue negado durante siglos. Como hoy en dia en las regiones con sociedades tradicionales, los burgueses de éxito eran acusados de usar métodos sobrenaturales malévolos para obtener sus riquezas. Si Jacques Coeur fue capaz de levantar la economia francesa del siglo XV gracias a su cuidadoso control de las vias de comercio -eso es, con el comercio de galeras cargadas con esclavos por el Mediterráneo-, del sistema monetario y a sus grandes manufacturas, también fue acusado de brujería después de su caída en desgracia y mitificado durante siglos como mago y alquimista, por mucho que sus propias cartas mostrasen su desdén hacia la alquimia de la epoca2. A los burgueses que lo habían tumbado y se hicieron con sus propiedades no les fue mucho mejor, fueron acusados judicialmente de brujeria contra el estado apenas dos años más tarde...

Un siglo después, los banqueros católicos genoveses tenían que encargar extensos estudios teológicos a la burocracia para poder prestar dinero. Es toda la Europa urbana la que se convulsiona en los siglos XVI y XVII, desde los artesanos valencianos iniciando unas «Germanies» contra los nobles que acabarán en levantamiento mesiánico, pasando por la Florencia de Savonarola y sus delirios milenaristas hasta las ciudades del norte y centro de Europa donde se formará la versión más completa de la nueva teología, el calvinismo. Lo que empieza como una rebelión iconoclasta se acelera con la negación del milagro de la transubstanciación en un jaque abierto contra la comunión con el cuerpo místico de la iglesia católica. Se pasa de la sumisión al estamento clerical organizado al pacto personal con dios, el «pacto» calvinista y la salvación por las propias obras y responsabilidad. Con los siglos, el impulso se acaba laicizando y empiezan a salir las primeras teodiceas morales laicas, como la del financiero suizo y ministro de las finanzas francés Jacques Necker:

Imaginemos por un momento a la próxima generación, juntada en espíritu en un mundo ideal, sin saber, antes de vivir sobre la tierra, quien nacería de padres bendecidos con todos los favores de la fortuna y quien sufriría la pobreza desde su cuna. Solo se les instruiría en los principios de la ley civil; se les informaría sobre la idoneidad de las leyes defendiendo la propiedad privada y se les presentaría una representación del efecto inevitable de una variación continua en la distribución de los bienes. Entonces, todos los que conformaran la nueva generación, todos igualmente desconocedores de la suerte que les depararán los peligros del nacimiento, aceptarían unánimemente los hechos que les esperan y, en ese momento cuando las relaciones de la sociedad solo existen especulativamente, uno podría decir que el interés privado y el interés publico son genuinamente uno y el mismo.

Jacques Necker. De l’importance des opinions religieuses, 1788

El pacto, contrato incluso, social está claro. Sin embargo, para poder justificar el mal y la explotación en una sociedad supuestamente justa Necker -que no era precisamente un desposeído- se ve obligado a presentar una absurda reunión espiritual pre-parto. En la falta de unión entre el interés público y privado radica el problema central aparente del nuevo modelo moral. Como decía Hume en la parte moral de su tratado sobre la naturaleza humana medio siglo antes, ¿cómo se puede coordinar la actividad de una gran suma de individuos con intereses individuales contradictorios?

No hay otra cualidad en la naturaleza humana que cause más errores fatales en nuestra conducta que la que nos lleva a preferir lo que sea que esté presente aquí y ahora a lo distante y remoto, y nos hace desear los objetos más según la situación que según su valor intrínseco. Dos vecinos pueden ponerse de acuerdo para drenar un prado que poseen en común, porque es sencillo para ellos entender recíprocamente la mente del otro […] Pero es muy difícil, y de hecho imposible que un millar de personas se pongan de acuerdo para llevar a cabo algo así; es difícil para ellos concebir un proyecto así y aún más difícil llevarlo a cabo; mientras cada uno busca un pretexto para librarse de trabajo y gasto, cargando a los demás con el problema. La sociedad política pone sencillamente solución a tales problemas, los Magistrados encuentran un interés inmediato en el interés de gran parte de sus sujetos.

David Hume. A Treatise of Human Nature, 1739

Para Hume esta función de coordinar la actividad de incontables individuos atomizados es la labor y justificación moral de los magistrados y el aparato burocrático del Antiguo régimen. Sin embargo, los economistas que empezaron a aparecer como tales en el XVII tenían otra solución al problema moral. No es casualidad que la economía aparezca al mismo tiempo en el siglo XVII en dos lugares algo especiales. En Francia aparece entre la vanguardia de los católicos místicos, en los Jansenistas de Port-Royal con Boisguilbert, mientras que en Inglaterra aparece entre los protestantes místicos de la Royal Society. Su destino será muy distinto, los Jansenistas serán aplastados por Luís XIV y el absolutismo -las críticas de Boisguilbert contra Luís XIV y Colbert no fueron muy buena idea-, mientras que la Royal Society ascenderá al papel de cuna del empirismo y muchas ciencias experimentales actuales.

El flujo circular

Es durante los siglos XVI y XVII que empiezan a circular tratados alquímicos supuestamente escritos por Jacques Coeur y Nicolas Flamel, ambos burgueses de gran fortuna en los siglos XIV y XV. Aparecen muchos otros supuestamente escritos por famosos santos y teólogos, la alquimia se encuentra en plena efervescencia y se crea a medida, una reputación de gran éxito y fortuna en el pasado. Como en la mayor parte de sociedades precapitalistas, la naturaleza se consideraba sagrada y la investigación era muy mal vista por iglesia y sociedad. La iglesia había intentando prohibir el aristotelismo en las universidades medievales por llevar hacia investigaciones cientificas cuando la religion tenia el control absoluto sobre los secretos de la creación... En el XVII la transformación de la materia y la experimentación no solo se presentaban como una fuente respetable de aumentar la prosperidad y riqueza, sino tambien como una fuente de inspiracion teologica. Alineado con esto, el propio calvinismo insistia en que la observacion de la naturaleza permitía entender mejor la mente e intenciones divinas. No es sorprendente pues que, como ya vimos en otras entregas, las preocupaciones de los fundadores de la Royal Society fuesen más morales y religiosas que «científicas» en nuestro sentido actual. El «padre de la química», Robert Boyle, fue originalmente un filósofo moral y es a raíz de esta preocupación que contactó a «Filaleto» para aprender los arcanos de la alquimia de sus tiempos:

Boyle acababa de descubrir lo que llamó el «Elíseo» del laboratorio químico, y se estaba preparando para escribir un tratado sobre las «especulaciones Morales, con las cuales mis prácticas Químicas me han entretenido» y un discurso sobre los usos teológicos de la filosofía natural.

William Newman y Lawrence Principe. Alchemy Tried in the Fire: Starkey, Boyle, and the Fate of Helmontian Chymistry

¿Qué veía Boyle de moral en la química? La alquimia3 del XVII y XVIII, por muy mística que fuese -y casi todo lo heredado del medievo lo era-, no tenia nada de sobrenatural salvo para las mentes algo perdidas de la burguesia romántica del siglo XIX. Aunque Boyle fuese personalmente alguien bastante supersticioso, su discípulo Isaac Newton -que acabó con más libros de Boyle en su biblioteca que de cualquier otro químico- comprendió bien el interés de la química para sus investigaciones teológicas. Como dejo bien claro en el texto de los Principia y su diatriba teológica, a Newton lo que le interesaba era justificar científicamente su teología de un dios material y mecánico.

El más bello de los sistemas, el formado por el Sol, los planetas y cometas, solo podría proceder de la guía y dominio de un ser inteligente y poderoso

Y ¿entoces? ¿Qué es lo que mueve el cosmos?

La naturaleza es un… trabajador circulatorio perpetuo; A través de la transformación química de los espíritus etéreos y gracias a que la «naturaleza hacía una circulación», la actividad del cosmos conseguía mantenerse. Insistiendo en que el éter era un principio básico en el que todo se originaba, suponiendo que la actividad del cosmos era mantenida por la circulación de espíritus etéreos, defendiendo la generación de todas las cosas a partir del éter, y relacionando las operaciones del éter con los procesos químicos, Newton repetía a los alquimistas y neo-Platonicos del siglo XVII.

William Scott Shelley. Science, Alchemy and the Great Plague of London

Newton buscaba el principio motor teológico del universo, pero… ¿Cuál era su función económica? Podemos empezar a ver explícitamente su función en los economistas fisiócratas del XVIII

Predecimos los eclipses, pesamos la atmósfera; conocemos, evaluamos, empleamos la fuerza de los vientos y aguas; hemos descubierto el fluido activo, que, diversamente situado en el interior de todos los cuerpos, tiende sin parar y con una fuerza prodigiosa a dispersar todas sus partes; pero que también rodeando todos los cuerpos comprime esas mismas partes y las retiene por una fuerza inmensa a la posición que les marca la Naturaleza; conocemos en más de un caso cómo dirigir en nuestro beneficio la acción poderosa de este principio móvil universal.[…] Hace trece años, un hombre genial [Quesnay], ejercitado en las meditaciones más profundas, ya conocido por sus obras excelentes y sus éxitos en un arte en el que la gran habilidad consiste en observar y respetar la naturaleza, adivinó que ésta no limita por sus leyes físicas a las que se han estudiado hasta ahora en nuestros Colegios y Academias; y que cuando le da a las hormigas y abejas la facultad de someterse de un común acuerdo a un buen gobierno, no se lo niega al hombre. Animado por la importancia de esta visión, y por el aspecto de sus grandes consecuencias, aplicó todo su espíritu a encontrar las leyes físicas de la sociedad. […] Hay una Sociedad natural, anterior a toda convención entre los hombres, fundada sobre su constitución, sobre sus necesidades físicas y su interés común.[…] Existe pues un orden natural y esencial al cual las convenciones sociales están sujetas[…] Los deberes del hombre son el trabajo para cubrir sus necesidades, el respeto por la libertad, por la propiedad personal y por la propiedad mobiliaria de los otros.

Dupont de Nemours, De l’origine et des progrès d’une science nouvelle 1768

La sociedad natural formada, cómo no, por individuos libres y respetuosos de la propiedad privada, sigue las leyes físicas naturales… Como el principio motor universal, un fluido que coordina el equilibrio natural. No es más que la formulación de la economía como libre circulación de fluidos que seguirán sus discípulos como Adam Smith y una referencia muy poco velada al movimiento del éter luminoso, aún en boga por aquél entonces. Obviamente no hay fluido real alguno, lo que se «mueve» por el circuito metafórico es dinero y mercancías, liberadas por el librecambismo. A partir de entonces, la teoría económica se dedicará a promover la libre circulación y la transformación del campesinado y las masas urbanas en hombres «libres»... de intercambiar su mercancía -la fuerza de trabajo- segun su «interés propio», es decir en la desposesión masiva de millones de personas y el crecimiento del proletariado.

Bajo las nuevas reglas, el proletariado vivirá subordinado a la circulación monetaria y la valorización del capital, lo que conllevara el crecimiento del salariato y la expansión de la producción industrial. Efectivamente, un nuevo modo de coordinar la producción social ha nacido a gran escala. ¡Como decía Malthus para promover la proletarización forzosa y la nueva sociedad, son todo leyes físicas naturales!:

Y entonces resulta claro que una sociedad constituida según las formas más bellas que la imaginación pueda concebir, con la benevolencia como su principio motor, en lugar de el interés propio y con cada predisposición al mal de sus miembros corregida por la razón y no la fuerza, acabaría, por las leyes inevitables de la naturaleza y no por alguna depravación original del hombre, degenerando en un corto plazo en una sociedad regida por un plan no muy diferente al que prevalece en todos los estados conocidos hoy en día; quiero decir, en una sociedad dividida en una clase de propietarios y una clase de trabajadores, y con el interés propio como el principal mecanismo de la gran máquina.

Malthus, An Essay on the Principle of Population 1798

¿Es el intercambio de equivalentes la regla de oro universal?

No es pues, muy sorprendente la obsesión de la economía con el interés propio, supuestamente el principio «natural» y «racional». Los modelos económicos evolutivos actuales que sirven para justificar la «naturalidad» del capitalismo se basan en una serie de presuposiciones. Para justificar la evolución del intercambio entre iguales en los juegos del prisionero se presupone que los humanos de todas culturas se rigen por el interés propio, que los grupos humanos ancestrales donde evolucionó esta reciprocidad eran cerrados y con poco flujo genético (es decir, los miembros estaban lo suficientemente emparentados) y que el intercambio ocurre repetidamente entre miembros bien conocidos entre ellos.

Las razones son varias: para explicar la sorprendente cooperación entre los miembros de una colmena, Hamilton teorizó la selección por parentesco. Debido a que sólo la reina se puede reproducir, todas las obreras -que son hijas de una misma reina- se benefician al trabajar cooperativamente para asegurarse que sus genes serán transmitidos a la siguiente generación por la reina. Desde un punto de vista genético, este comportamiento tan sorprendente sería reducible al «interés propio» por reproducirse de los genes que las obreras comparten por la reina. Muchos otros comportamientos animales y por ejemplo los cuidados familiares fueron luego explicados por la selección por parentesco, que requiere necesariamente un fuerte parentesco entre los miembros de un grupo para poder ser funcional. Hamilton colaboró con Axelrod más tarde y, a con el concurso de la informática, ambos consiguieron encontrar una solución al problema clásico de la teoría de juegos, el dilema del prisionero. Teóricamente se podía establecer una cooperación recíproca entre dos individuos enteramente dirigidos por el interés propio si el juego se repetía muchas veces con los mismos individuos y éstos no cambiaban su decisión de colaborar por la de retirarse con la suficiente frecuencia.

Hay varios problemas con esta teoría, el primero es que, empíricamente, ninguna sociedad humana conocida se rige por el interés propio. Peor aún, las reglas de cooperación varían notoriamente entre sociedades:

Consideren el juego del ultimátum. Este es un juego que solo ocurre una vez entre participantes anónimos, donde un sujeto, el «proposer», obtiene una cantidad de dinero, digamos 10 dólares, y tiene que ofrecer una cantidad -de 0 a 10 dólares- a un segundo sujeto, llamado un «responder». Éste puede aceptar o rechazar la oferta. Si el «responder» acepta, ambos obtienen el dinero prometido. Si el «responder» rechaza, ninguno de los dos cobra. Presuponiendo un comportamiento siguiendo el interés propio, siendo el juego anónimo, el «responder» debería aceptar cualquier cantidad de dinero por encima de 0. Sabiendo esto, cualquier proposer que siga el interés propio debería proponer 1 dólar y éste sería aceptado. Cuando se juega con personas reales, este resultado casi nunca se cumple. En más de 30 países, los «proposers» ofrecen sumas muy generosas, generalmente 5 dólares. Los «responders» generalmente rechazan ofertas por debajo de 2,5 dólares aunque pierdan ambos. […] En otros tipos de experimentos observamos muy corrientemente que la gente sacrifica sus propias ganancias para cooperar con los demás, para premiar la cooperación de los demás y para castigar a los que se aprovechan del altruismo ajeno. Llamamos a estas preferencias «reciprocidad fuerte», para distinguirlas de las preferencias enteramente amorales y de reciprocidad en beneficio propio, ya que estas últimas nadie las tomaría en ausencia de beneficios para el individuo. […]

Muchos observadores de estos juegos experimentales han interpretado el hecho que la gente su ganancia material a favor del sentimiento moral como una señal de irracionalidad, el término «racionalidad» siendo usado incorrectamente como un sinónimo de «seguir consistentemente el interés propio». Pero los sujetos no parecen menos racionales cuando deciden cooperar y castigar que cuando comparan precios para decidir lo que cocinarán para la cena. Esto sugiere que las preferencias tras su comportamiento social son consistentes con los axiomas de la racionalidad, es decir con la transitividad (consistencia) y completitud. […]

Nuestros resultados confirmaron sin duda alguna la existencia de diferencias culturales en los juegos experimentales. Entre los Au y Gnau de Papúa Nueva Guinea, ofertas de más de la mitad del total del dinero en el juego del ultimátum eran comunes, además, aunque los «responders» aceptaban comúnmente ofertas de la mitad del total, ofertas mayores o menores eran rechazadas con la misma frecuencia. Este comportamiento sorprendió a los economistas en nuestro grupo, por decirlo finamente. Pero para los antropólogos no era sorprendente debido a la práctica extendida en Papúa de intercambiar competitivamente regalos para establecer estatus y subordinación. En cambio, entre los Machiguenga en el Perú amazónico, casi los ¾ de las ofertas eran de 25% del total o menos pero de las 70 ofertas solo una fue rechazada. Es una distribución chocantemente diferente de los experimentos conducidos con estudiantes universitarios. Aún así, incluso entre los Machiguenga la oferta promedio era del 27.5%, mucho más que lo que habría maximizado el beneficio propio del «proposer» teniendo en cuenta la falta de rechazos por los «responders». Los comportamientos son muy variables entre sociedades y ni un solo grupo se aproximó a las predicciones del interés propio.

Samuel Bowles y Herbert Gintis, A Cooperative Species

Peor aún, no se conoce ninguna población ancestral ni de cazadores-recolectores modernos que cumpla las condiciones para el equilibrio. La mayoría están formadas por bandas fluidas donde existe una rígida disciplina interior pero los individuos se mueven de grupo en grupo con elevada frecuencia. El parentesco genético dentro de todas las bandas conocidas es notoriamente bajo. No sólo eso, existen grupos como ahora los Masái, donde individuos del mismo sexo sin lazos de sangre no sólo cooperan entre ellos, sino que se ponen de acuerdo en un sistema -que es una ceremonia casi de boda- llamado osotua (cordón umbilical) para ayudarse entre ellos en tiempos de escasez… sin esperar ninguna reciprocidad a cambio. Y los animales también, de hecho, ganan «fitness» evolutiva si cooperan con individuos sin lazos de sangre en lugar de sus parientes.

Cálculos recientes confirman que las probabilidades de que se de en la realidad un equilibrio como el del intercambio de equivalentes entre individuos dirigidos por el interés propio es ínfima, una quimera matemática.

Si algo han desarrollado los grupos humanos «ancestrales» son complicados sistemas morales y de rituales para asegurar la cooperación, con costes muy elevados para los que no contribuyan. La realidad está muy lejos de la lucha Hobbesiana entre individuos egoístas o las visiones románticas de Rouseeau con individuos libres en la naturaleza… De hecho, cuanto menos desarrolladas estaban las capacidades productivas, menos libres eran los individuos aunque fuese por pura necesidad.

El trabajador colectivo contra el autómata carcomido

Hoy en día las condiciones materiales han cambiado, donde antes hacían falta días o incluso semanas para coordinar la actividad comercial y manufacturera debido a las comunicaciones e infraestructuras lentísimas o casi inexistentes; donde antes cada sección parcial del proletariado incipiente yacía incomunicado en pequeñas concentraciones manufactureras o regiones latifundistas, es capaz hoy de comunicarse a la velocidad de la luz gracias a la extensión del mercado mundial y sus interconexiones físicas. Gracias al incremento de la productividad -llevado a cabo sobre las espaldas y el sudor del proletariado- donde antes el campesinado tenía que trabajar continuamente y aun así no podía evitar las hambrunas repetidas, hoy es posible alimentar a gran parte de la Humanidad sin peligro alguno de hambre. Donde antes el trabajo metalúrgico de decenas de miles de siervos solo podía armar a unos cuantos centenares de caballeros carolingios, definitivamente imposibilitando el acceso a las armas y defensa propia de la inmensa mayoría de los explotados y atándolos forzosamente a sus explotadores; hoy en día enormes plantas metalúrgicas producen miles de toneladas de metal puro necesitando cada vez menos esfuerzo humano. Sin embargo, todo esto se ha cumplido a costa de sus propios creadores, una inmensa clase universal -el proletariado- se ha formado sobre el planeta pero existe esclavizada, atada a las prioridades de un vetusto orden social y moral que apenas logra mantener su fachada ideológica. Nunca hubo tanta cooperación en la producción social en la Historia de la humanidad, pero esta cooperación no es de mutuo acuerdo entre los trabajadores, viene forzada por la necesidad inescapable en un sistema de explotación con forma monetaria -se llame a si mismo capitalista o socialista- de obtener ganancia para aumentar escala y mantener la producción en movimiento.

Existe la posibilidad material y técnica de cumplir el sueño de Necker: alinear progresivamente el interés público con el interés personal, no en un delirante mundo espiritual antes del nacimiento, sino en este mundo material donde todos vivimos. La acumulación monetaria a la que hay que poner en movimiento por la fuerza contra el proletariado -a la Malthus- es una manera mecánica y simplona de coordinar sociedades con partes aisladas entre si, pero hace mucho que la sociedad mundial tiene coordinada su actividad y producción -por y a través de la universalización del proletariado- como para que formas superiores de organización social pertenecientes a sistemas más interconectados y conscientes sustituyan a la competencia entre capitales públicos o privados.

Un principio crucial presente en cualquier moral y forma social es la inseparabilidad entre la política y la economía, cualquier mecanismo que concentre el poder y control económico ha llevado siempre a la formación de una clase dominante políticamente, la «fuerza motriz primaria» de filósofos y economistas necesita de una clase que controle sus «palancas de mando» independientemente de las buenas intenciones de ésta. No todas las configuraciones organizativas conocidas y descritas por la Humanidad requieren de tal mecanismo, aunque todas requieren del principio centralizador. Este principio centralista no se basa en la subordinación mecánica de las partes al centro organizador, como es comúnmente malinterpretado, sino al contrario, de la coordinación de todas las partes y toma de decisiones colectiva entre ellas.

Naturalmente, no se trata aquí de hablar de partes abstractas, sino de órganos electos de y por los trabajadores con plena revocabilidad. Varios sistemas naturales organizados siguen esta configuración, que requiere un gran grado de interconectividad y coordinación entre las partes, y todos se caracterizan por una gran capacidad de adaptación a las condiciones momentáneas y por el hecho de que todas las partes intercambian continua y públicamente información sobre el estado de la totalidad de las partes, participando activamente en la toma de decisiones. El problema siempre fue, como bien indicaba Hume, la aparente incapacidad de las partes independientes de trabajar hacia un objetivo común sin coordinación. ¿Moralmente, por qué deberían cooperar las partes? ¿Cuál es el objetivo y qué tienen que ganar las partes que compense participar en el esfuerzo colectivo?

Hoy en día es obviamente imposible alinear inmediatamente el interés público y el privado, el trabajo social debe ser organizado por los propios trabajadores y utilizado para suplir a la totalidad de la sociedad. Sin embargo, el esfuerzo colectivo -esta vez sin mediación de la acumulación del dinero en forma de capital- por aumentar la productividad y reducir el número de horas de trabajo colectivo, y por lo tanto, el trabajo social a extraer y redistribuir hacia la totalidad, llevaría a cerrar progresivamente la brecha entre el interés público y el privado... aboliendo el trabajo asalariado y haciendo desaparecer las clases.

La explotación no es un mal justificable por la necesidad de la competencia entre sí de los capitales para mover la sociedad. El trabajo por los demás es plenamente justificable con el objetivo de reducir el esfuerzo necesario del resto del proletariado. Obsérvese la ironía e inversión moral, si tal sociedad requiriese de un sistema de incentivos, éstos primarían la reducción de la explotación del prójimo en lugar de multiplicar la explotación del conjunto de los proletarios. Nuestro lema, el horizonte al que tiende cualquier lucha de la clase trabajadora es: «de cada cual según sus posibilidades, para cada cual según sus necesidades». Es el sustento de esa moral y el objetivo de esa organización social que llamamos ‎comunismo‎. Algo que no existe hoy en día pero que es materialmente alcanzable por el proletariado organizado como clase.


Notas

1. El propio Darwin lucho contra el mal uso de su teoria para dudosos fines morales, publico incluso un libro celebrando la cooperación y no la competencia entre los individuos como arquitecta de la evolución humana. 2. La propia burguesía francesa del siglo XIX mitificó a Jacques Coeur como el ejemplo nacional a seguir, incluido en el paquete todo el delirio que supuestamente lo relacionaba con Flamel, el otro ídolo de la burguesía francesa medieval. El reaccionarismo de la burguesía francesa después de 1848 llevó a una parte romántica de ella a la ironía de celebrar las mismas mentiras sobre sus antepasados de clase que habían servido en su tiempo para reprimirla. La otra mitad positivista se dedicó a borrar el pasado de la ciencia y pretender que o bien los descubrimientos del XVII y XVIII fueron descubrimientos de individuos geniales sin ideología ni inspiración anteriores, o bien a pretender que el progreso científico no tenía nada de especial y era gradual, automático y bien aceptado por todas las sociedades anteriores. 3. Alquimia y Química eran términos perfectamente intercambiables e intercambiados en todo el siglo XVII y buena parte del XVIII