El Sumo Sacerdote... de la guerra imperialista
Primero fue el «Papa Negro» quién, muy jesuíticamente, denunció un complot contra el Papa que buscaba forzar su renuncia. Ahora, en el curso de un viaje a África, es el propio Francisco el que declara que «es un honor para mi que los americanos me ataquen» comentando un libro -animado por el propio entorno del Papa- en el que se relata cómo las facción católica de la burguesía conservadora estadounidense sigue maniobrando para forzar su retiro y condicionar la próxima elección de pontífice. ¿Son solo batallas doctrinales? Nada más lejos.
China
No es casualidad que el fuego se reavive ahora, ni una semana después de que Francisco instalara al primer obispo católico reconocido por la burocracia china. Es el primer resultado de un acuerdo firmado en septiembre que otorga al Partido-estado chino un papel en la elección de obispos que históricamente se había reservado solo a campeones de la cristiandad como Franco. Un éxito que, por lo visto, ha generado «euforia» en el aparato vaticano y que ha puesto en valor el infame apoyo silencioso al genocidio rohingya.
De Salvini a Salman
En su opción de bando imperialista hay que reconocer al Papa Francisco una notable coherencia. Sin miedo a exacerbar el rencor de las potencias anglosajonas, ha sido el primero en señalar -no sin razón- que las andanadas de la guerra comercial nos acercaban a una guerra nuclear, apuntando a EEUU.
Rápido al socorro de un Macron abierto a repensar la «laicidad» del estado abrió una cruzada contra el «populismo» en Europa que le convirtió en el principal oponente de Salvini en Italia y en media Europa. Y por supuesto, cuando sube la tensión entre Alemania y Turquía... descubre con sorpresa el genocidio armenio y el camino a Erevan. Pero la punta contra Turquía no significaba que en Oriente Medio fuera a dar tregua a EEUU. Pactando con Marruecos una rentrée en Palestina y denunciando la represión de los cristianos por Arabia Saudí y sus aliados dejó sentado que la capacidad de guerrilla diplomática de la Iglesia católica es casi global.
La América que habla español
Pero en el mundo que habla español, Bergoglio se siente «en casa» y se suelta. Tiene mucho atrevimiento presentarse ante la Virgen de Guadalupe, símbolo de las sublevaciones cristeras mexicanas, equivalente tardío del carlismo español y el miguelismo portugués -y financiadas en parte desde Europa- para atacar el «colonialismo cultural» estadounidense.
Igualmente claro fue el «no posicionamiento» en mitad de la ofensiva opositora contra Maduro coordinada por Brasil, Colombia, Chile y EEUU. El Papa, que andaba visitando oportunamente Panamá, guardó sus cartas abogando por una «solución justa y pacífica» a la que se ofreció como mediador, por lo que ¡uy! no pudo reconocer a Guaidó. El cual cada vez es más beligerante contra su figura.
Junto con Guaidó no podía dejar de punzar a Piñera, el gran urdidor, dando visibilidad a los jerarcas mapuches y sus demandas de tierras. Una vez más, el estado chileno no está ni mucho menos libre de pecado en la Araucania, pero eso, en la mirada vaticana muestra una oportunidad, no determina una posición.
Eso sí, Bergoglio se reservó como patio particular Argentina. No solo jugó un papel más que activo en el rechazo de la ley del aborto por el senado, se cobró «venganza» de Macri por haber permitido el debate organizando al sindicalismo más corrupto y bestial bajo la bandera de la virgen de Luján y propició entre bastidores la reconciliación entre Fernández y Cristina Kirchner con vistas al ticket electoral que ganó en las PASO.
¿Qué es el Vaticano?
El Vaticano es una pieza importante en el juego imperialista y sus batallas internas no podían dejar de reflejar la guerra comercial. Igual que en el Brexit las divisorias no son derecha-izquierda sino que reflejan orientaciones imperialistas opuestas entre facciones de la burguesía británica, las facciones vaticanas al final se ligan a expectativas geoestratégicas. E igual que en cualquier clase dirigente las primeras balas lanzadas entre las facciones en conflicto toman la forma de escándalos de corrupción, en la Iglesia católica toman la forma de denuncias de connivencia en violaciones y abusos a menores... evidentemente porque las hay y están bien insertas en una cultura de poder, igual que la corrupción es estructural en el capitalismo de estado, pero precisamente por éso son solo «munición mediática».
Es cierto que el secretismo y el mito del viejo armatoste de la superstición facilitan vestir de «revelaciones» los insultos y denuestos de un bando y las hagiografías del otro. Pero no debemos engañarnos: los valores «espirituales» del Papa no pueden ser otros que el «cree y obedece»... para éso está.
Lo que aquí importa y de lo que va esta batalla tiene poco que ver con «el espíritu» y mucho con el capital y los mercados. Igual que ningún capital nacional puede tener hoy un desarrollo independiente del imperialismo, ninguna estructura transnacional ligada a las burguesías y los estados, puede tener una evolución política propia al margen de las fracturas y conflictos de los grandes capitales nacionales y sus necesidades imperialistas.
El tema de este artículo fue elegido para el día de hoy por los lectores de nuestro canal de noticias en Telegram (@nuevocurso).