El nacimiento del socialismo en EEUU
Para conocer quién fue Daniel de León y cuál fue su aporte tendremos que sumergirnos en la historia del movimiento obrero en Estados Unidos en una nueva serie de artículos que comenzamos hoy.
Nuestro abolengo político viene desde Marx y Engels, la Primera Internacional, los años revolucionarios de la Segunda y la Tercera, Liebknecht, Luxemburgo, Lenin, Daniel de León, Trotsky, la oposición a la contrarrevolución stalinista en Rusia. Por los acontecimientos entroncamos con la Comuna de París, la revolución rusa del 17, la alemana del 18-23, los centenares de miles de hombres asesinados por el actual sistema ruso, en su destrucción de las tendencias revolucionarias; con la insurrección española del 19 de julio de 1936 frente a la reacción clérigo-militar y la insurrección de mayo de 1937 contra stalinismo y Frente Popular; con las centenas de millares de hombres asesinados por el franquismo. Reivindicamos igualmente la acción insurgente del proletariado alemán, polaco, húngaro, etc., contra los régulos de Moscú.
«Empezando» Alarma #1, 1958.
Marx, Engels, Liebknecht, Luxemburgo, Lenin, Trotsky... nombres habituales en los «panteones» marxistas. Pero ¿Daniel de León? ¿Quién fue? ¿Qué llevó a los revolucionarios de la Izquierda Comunista Española a colocar a un dirigente socialista norteamericano junto a los grandes teóricos y dirigentes históricos del marxismo? ¿Por qué es hoy una figura prácticamente olvidada?
Jalones fundacionales del movimiento obrero en EEUU
Se forma la Unión Nacional del Trabajo (NLU), que dirige sus energías hacia la reducción de la jornada laboral a ocho horas1. La NLU era una federación de sindicatos locales que, como era normal entonces, representaban en su mayoría a trabajadores cualificados y artesanos. Y es que, en todos lados, el primer movimiento sindical recibe impulso de los artesanos, pero no del proletariado industrial. Sin embargo, la NLU sirvió de puente entre el inicio del movimiento artesano y el movimiento obrero del capitalismo ascendente.
Se fundan en secreto los Caballeros del Trabajo (KOL), un sindicato que comenzó agrupando a artesanos pero que más tarde desempeñaría un papel importante en el movimiento sindical industrial. Pasó a ser público diez años después. Los KOL, durante los años ochenta del siglo diecinueve, agrupaban tanto a trabajadores cualificados como no calificados y experimentaron un crecimiento masivo durante sus primeros años como sindicato público2.
La crisis causada por el hundimiento de los ferrocarriles de la «Northern Pacific» en 1873 dejó a más de 180.000 trabajadores en paro. En 1874 miles de ellos se manifestaron pacíficamente la plaza Tompskins para exigir empleo. Se encontraron con la fuerza violenta del Estado3.
La gran huelga de ferrocarriles mostró la maduración del movimiento. Maquinistas y guardagujas, es decir trabajadores cualificados y no cualificados, entraron en huelga en Virginia Occidental en respuesta al último de una serie de reducciones salariales impuestas por la empresa. El movimiento se extendió pronto a muchos otros estados:
- Los virginianos fueron seguidos por los guardagujas del ferrocarril de Pensilvania, que luchaban contra el sistema de «double-heading». Más tarde, cuando los demás ferroviarios de Pensilvania se unieron al paro, las reivindicaciones agregaron revertir la última reducción de salarios.
- En Pittsburg, todo el tráfico de carga fue bloqueado y los huelguistas, acompañados por trabajadores en paro, marcharon por toda la ciudad. Cuando la milicia local se negó a disparar contra los trabajadores, 600 milicianos de Filadelfia fueron enviados contra la multitud. Para disgusto de los milicianos, los huelguistas lucharon con éxito contra ellos y, tras hacer huir de la ciudad a los milicianos, los huelguistas se destruyeron con furia la propiedad de la empresa.
- En San Luís, los huelguistas pudieron tomar posesión completa de la ciudad y se eligió un comité ejecutivo en una reunión convocada por los socialistas4. Este comité ejecutivo difería del comité de huelga. En contraste con éste, que estaba formado exclusivamente por ferroviarios, el segundo estaba compuesto en gran parte por miembros de la sección de San Luís del «Partido de los Trabajadores» (Workingmen's Party of the United States) (WPUS).
El WPUS
El WPUS nació de la corriente marxista, los llamados «Internacionalistas» por ser miembros de la I Internacional (AIT), y de la corriente lassalliana. Los marxistas entendían la lucha por mejoras económicas y la lucha parlamentaria como dos facetas del mismo proceso, mientras que los lassallianos -siguiendo la teoría de la «ley de hierro de los salarios» de su fundador- veían inútil la lucha por mejores salarios. Tras la muerte de la AIT, ambas tendencias se habían unido en Alemania para formar el SPD en el famoso congreso de Gotha.
Así que cuando en 1876 se reúnan las diecinueve secciones estadounidenses de la Internacional, la fundación del partido alemán será el modelo a seguir. En ese momento, la vanguardia de la clase en el país estaba formada mayoritariamente por migrantes alemanes y la mayor parte de la prensa obrera se publicaba en alemán. La plataforma de los Internacionalistas, que ponía en primera línea la actividad sindical y la necesidad de retrasar la actividad electoral hasta que el partido estuviera lo suficientemente maduro, terminó imponiéndose en los debates5. Los lassallianos, sin embargo, ganaron la mayoría de los escaños en el comité ejecutivo nacional y Philip Van Patten, un lassalleano, se convirtió en el primer secretario6 del partido nacido de la conferencia: el WPUS.
El WPUS y la huelga de ferrocarriles en San Luís
Todo esto condicionó la forma en que la sección de San Luís del WPUS reaccionó ante la gran huelga ferroviaria de 1877. Desde un principio la ejecutiva envió delegaciones a otras secciones para difundir la huelga y el comité del Este de la ciudad se implicó al punto de dedicarse a bloquear las vías férreas, siguiendo la Orden General nº1 del comité del huelga. El partido instó a los trabajadores a incluir la reivindicación de la jornada de ocho horas y no usar la violencia. No eran solo declaraciones, los trabajadores metalúrgicos por ejemplo, se organizaron alrededor del comité en Carondelet para prevenirla y evitar el vandalismo.
El 26 de julio, los miembros del comité ejecutivo defendieron que los objetivos de la huelga debían ser el envío de representantes del proletariado a Washington, la nacionalización de los ferrocarriles, un programa de obras públicas para los desempleados y «la retirada de todos los estatutos de todos los bancos nacionales, junto con su moneda completa». Esta demanda estaba relacionada con el movimiento greenback. Calificado por Engels como «una tontería», este movimiento populista pequeñoburgués exigía desde 1868 el aumento de la circulación del papel moneda.
El comité continuó enviando delegados para extender la huelga en otros sectores y ciudades. Pero aunque contribuyó en gran medida al éxito de la toma del poder por los trabajadores en la ciudad, acabó temiendo más a los huelguistas que a las fuerzas del estado. El mismo 26 de julio, dieron la espalda a los trabajadores cuando emitieron una proclama diciendo que...
para evitar disturbios, hemos decidido no hacer una gran marcha hasta que nuestra organización esté tan completa que asegure positivamente a los ciudadanos de San Luís un perfecto mantenimiento del orden y la plena protección de la propiedad.
Esta acción del WPUS fue impulsada en parte por prejuicios racistas. Temían que cada vez más proletarios negros se unieran a las grandes marchas y manifestaciones. Albert Currlin, uno de los dirigentes locales del WPUS, se jactaba de que la organización local del partido trataba de «disuadir a cualquier hombre blanco de ir con los negros», usando además la palabra niggers, despectivo sin traducción en español. El mismo dirigente en una entrevista declaró que
Una pandilla de negros (niggers)… enviaron un mensaje diciendo que querían unirse al [Partido de los Trabajadores (WPUS)]. Respondimos que no queríamos tener nada que ver con ellos.
Muy al contrario de la dirección local del WPUS, los huelguistas recibieron con los brazos abiertos a los proletarios negros. Cuando un barquero preguntó a los trabajadores en huelga si apoyarían las reivindicaciones de los trabajadores negros, los huelguistas respondieron con un rotundo «¡lo haremos!»7. Es un básico de consciencia de clase: la lucha muestra en la práctica que no puede extenderse y consolidarse sin romper todas las divisiones identitarias. Que, con independencia de lo que las múltiples opresiones nos haya «enseñado» a cada uno que «somos», como clase no somos una confluencia de individuos y sus «identidades», sino el primer paso de la reunificación de una sociedad y una consciencia escindida por la fractura de la sociedad entre explotadores y explotados con las mil opresiones que la adornan.
Las reuniones masivas que el WPUS terminó cancelando eran la herramienta en que los trabajadores podían materializar en la lucha esa reunificación esencial para su constitución como clase política, como sujeto revolucionario. La fuerza de los huelguistas, su organización, se desbarató con ello. En lugar de responder a la experiencia de la huelga y sus exigencias, el WPUS se comportó como una cabeza divorciada de su cuerpo.
El colapso de lassalleanismo
Representaba el lassallianismo a los últimos estratos artesanos en decantación entre la pequeña burguesía y el proletariado, entre la conversión del privilegio feudal del trabajador cualificado en pequeña pequeño burgués «independiente» y su proletarización como obrero en descualificación dentro de una cadena cuyo objetivo es reproducir el dinero en capital a través de la plusvalía. Expresaba así aspiraciones ambiguas, cuando no abiertamente reaccionarias, como que el estado burgués tomara «medidas socialistas» creando cooperativas o entregándole la educación infantil, ideas que los marxistas en el partido alemán, tendrán que enfrentar desde el momento de la fusión y aun durante largo tiempo, como puede verse en la «Crítica del programa de Gotha» por Marx y la del programa de Erfurt por Engels.
Trasplantado a las condiciones del Sur de EEUU, ese apego a la distinción feudal e identitaria del artesano, esa aspiración desvaída a pequeña burguesía democrática, se convirtieron en racismo y defensa a toda costa de la pequeña propiedad mano a mano con el estado. La dirección lassalliana llegó a afirmar que colaboraría con las autoridades estatales para evitar daños a la propiedad. En lugar de ayudar en la fuerza y la organización disciplinada de los trabajadores, los lassallianos acabaron dividiendo y paralizando a los trabajadores para sostener el brazo de la legalidad y el estado.
Pero obviamente, el estado no iba a corresponder a sus aspiraciones. John S. Phelps, gobernador de Missouri, ordenó al general responsable del aparato administrativo que distribuyera armas a las autoridades de San Luis y que
retire las municiones que se enviaron recientemente por mis órdenes, para que se entregaran temporalmente a los ciudadanos a los que se pidió que ayudaran a las autoridades civiles a preservar la paz pública8
El gobernador de Missouri emitió acto seguido un bando ordenando a los trabajadores en huelga que se disolviera. El Comité Ejecutivo respondió que los huelguistas no se disolverían hasta que sus demandas fueran satisfechas, pero de cara a los trabajadores se limitó a emitir un llamamiento pidiéndoles paciencia. Al final, las fuerzas municipales y federales terminaron entrando en la ciudad y reprimiendo la huelga el 27 y 28 de julio. Los paros en los otros estados de los Estados Unidos también fueron reprimidos más o menos al mismo tiempo9.
Las acciones del comité ejecutivo, su posición conciliadora hacia el alcalde, su intento de apelar a los comerciantes locales, el racismo desvergonzado y su intento de moderar la resistencia a la represión, expresaban uno de los polos hacia los que podía decantarse la «socialdemocracia» lassalliana. Enfrentados a la proletarización, los últimos artesanos podían fantasear con convertirse en pequeña burguesía con ayuda estado o aceptar su futuro ineludible como proletarios. El comité ejecutivo de San Luís tomó el primer camino, aun a costa de enfrentamientos y choques crecientes con la base de partido y el movimiento10. La decantación final del lassallianismo, entre pequeña burguesía y proletariado, entre pasado y futuro, al final, entre estado y clase, se escenificó así en EEUU, a decenas de miles de kilómetros de la Alemania en la que había nacido y siete años después de la Comuna de París.
El Partido Socialista del Trabajo
Pero la huelga de ferroviarios, ni se limitó a San Luís ni sirvió solo para mostrar el colapso teórico y moral del lassalleanismo. De hecho, fue la primera huelga masiva en EEUU, la primera manifestación de la clase trabajadora como un sujeto político capaz de afirmarse, como dice el Manifiesto, nacionalmente, es decir en todo el territorio y frente al estado nacional como un todo. Se abría entonces una nueva época histórica en el desarrollo del movimiento obrero en EEUU que respondía a las expectativas que el propio Marx había compartido con Engels en los primeros momentos de la huelga ferroviaria.
¿Qué piensas de los trabajadores en los Estados Unidos? Esta primera erupción contra la oligarquía del capital asociado que ha surgido desde la Guerra Civil será, por supuesto, reprimida, pero podría ser el punto de partida para el establecimiento de un partido obrero serio en los Estados Unidos.
Y efectivamente, el WPUS ganó por primera vez una gran cantidad de votos en las elecciones de otoño de 187711 tras reconsiderar la posición aprobada en su conferencia fundacional tan solo un año antes. El cambio de táctica vino acompañado de un cambio de nombre. A partir de entonces sería el «Partido Socialista del Trabajo» (SLP). Lo que escribía Engels a Sorge en 1889 aplica igual de bien al movimiento obrero en los Estados Unidos en 1877.
La gente se está lanzando al trabajo de una manera muy diferente, está dirigiendo a masas mucho más colosales a la lucha, está sacudiendo a la sociedad mucho más profundamente, está planteando demandas de mucho mayor alcance: jornada de ocho horas, federación general de todas las organizaciones, solidaridad total. Gracias a Tussy [Eleanor Marx Aveling] se han formado por primera vez ramas femeninas - en el Sindicato de Trabajadores del Gas y en el Sindicato General de Trabajadores. Además, la gente sólo considera sus demandas inmediatas como provisionales, aunque ellos mismos no saben todavía para qué objetivo final están trabajando. Pero esta vaga idea está lo suficientemente arraigada como para hacerles elegir sólo a socialistas declarados abiertamente como sus líderes.
El SLP continuó creciendo hasta alcanzar en 1879 10.000 militantes repartidos en un centenar de secciones12. Al mismo tiempo, a partir de la experiencia de la huelga de 1877, los sindicatos crecieron masivamente tanto en tamaño como en número de miembros. Como ya hemos comentado anteriormente, entre 1879 y 1880, la membresía de los KOL creció de 9.000 a 28.000 miembros. Y en 1885, había ya 111.000 miembros.
Por otro lado, la gran huelga de 1877 planteó la cuestión de la autodefensa de los trabajadores. Se había demostrado claramente la violencia de la clase capitalista y la incompatibilidad entre el trabajo y el capital. Aparecieron y se expandieron grupos de autodefensa como «Lehr-und-Wehr Verein», de Chicago en Cincinnati, Nueva York, y, significativamente, en San Luís. La mayoría de ellos en ciudades donde los trabajadores habían sufrido o estaban sufriendo la represión policial. Estos grupos como el mismo «Lehr-und-Wehr Verein», los «tiradores bohemios», «Jaeger Verein» o las «guardias obreras irlandesas» practicaban con rifles y bayonetas. Cuando en 1879 desfilaron armados, en formación, por las calles de Chicago en memoria de la Comuna de París, el congreso de Illinois prohibió todos los grupos paramilitares.
Una cantidad significativa de miembros del SLP participaron en estos grupos de autodefensa, lo que causó una inmensa controversia dentro del SLP. El Comité Ejecutivo Nacional del SLP consideró que los grupos paramilitares estaban dando una impresión equivocada de la política y los objetivos socialistas. Acabaron ordenando a los miembros del partido que se retiraran de los grupos paramilitares, haciendo que los «Arbeiter-Zeitung» y los «Vorbote» los denunciaran por «interferir con los derechos locales de los afiliados del partido». Pero la discusión siguió abierta y la convención de Allegheny en diciembre de 1879 se convirtió en un debate acalorado sobre el tema. Albert Parsons, conocido por su participación en la huelga del 77 y que más tarde, desilusionado con el SLP, se convertiría en anarquista, intentó ganar un voto de censura en contra del Comité Ejecutivo Nacional por su prohibición de la participación de miembros del SLP en los grupos paramilitares13. Philip Van Patten, el secretario lassalliano del partido, exigió a los delegados una «reivindicación definitiva» de su posición. Al final, la dirección del partido se mantuvo y Philip Van Patten fue reelegido como secretario nacional.
Pinzado entre una dirección lassalliana y una oposición anarquizante, el partido no acababa de afirmar una política de clase independiente ni siquiera en el terreno electoral, lo que desilusionó a cada vez más militantes, especialmente a causa de la táctica parlamentarista14. Y es que el SNL ni siquiera se presentaba en solitario a las elecciones sino que buscaba apoyarse siempre en partidos populistas y pequeñoburgueses. Al modo del PSOE en España y su «conjunción republicana», firmó el «compromiso greenback», una alianza temporal con los populistas agrarios. Para rematar, la campaña de 1880 en la que los jueces Walsh y Gibbs llenaron las urnas para que su candidato J.J. Grath ganara las elecciones, indigno a miles de trabajadores y les llevó a preguntarse si merecía la pena la movilización electoral cuando las elecciones mismas demostraban ser un terreno obviamente amañado por la burguesía local.
Muchos miembros del SLP terminaron uniéndose a los «clubes social-revolucionarios». Philip Van Patten argumentó, por una vez con razón,que los miembros de estos clubes no podían ser miembros del SLP, porque su apoliticismo y su defensa de las organizaciones paramilitares eran irreconciliables con un partido obrero. Pero cuantos más fracasos electores se sucedían, más crecía el anarquismo. Solo un año después de la toma de posición de van Patten contra los clubes revolucionarios llegaba a EEUU Johann Most, un inmigrante alemán bakuninista que catapultaría el anarquismo entre los trabajadores multiplicando su fuerza e influencia. Most promovía las tácticas terroristas, rechazaba la lucha salarial y la participación en elecciones. En Chicago los anarquistas afirmaron pronto lo que luego se conocería como «anarcosindicalismo», presentando a los sindicatos como órganos embrionarios de la futura sociedad socialista. Según el programa de la entonces reciente Internacional anarquista (IWPA):
La Internacional [anarquista] reconoce en el sindicato al grupo embrionario de la futura ‘sociedad libre’. Cada sindicato es, nolen volens, una comuna autónoma en proceso de incubación. El sindicato es una necesidad de la producción capitalista y, sin embargo, ocupará su lugar sustituyéndolo bajo el sistema de cooperación libre y universal. No amigos, no son los sindicatos, sino los métodos que emplean algunos de ellos, con los que la Internacional encuentra fallas, y por más indiferente que pueda ser considerada por algunos, el desarrollo del capitalismo está acelerando el día en que todos los sindicatos y anarquistas se conviertan necesariamente en uno y el mismo15.
Aunque Marx y Engels consideraron que la lucha sindical era esencial para el avance del movimiento obrero, nunca pensaron que los sindicatos podrían ser los órganos embrionarios de la sociedad socialista. Los sindicatos son, por naturaleza, organizaciones reformistas que, por su posición en el capitalismo, son incapaces de trascenderlo y mucho menos de ser los órganos a través de los cuales abolirlo. El papel progresista de los sindicatos, durante el período en que el capitalismo estaba en expansión, siempre estuvo limitado a lo que el movimiento obrero podía lograr dentro de los límites del capitalismo.
La popularidad de esa forma de anarquismo fue, sin duda, en parte provocada no sólo por la necesidad de participar en la lucha sindical, sino también por la insuficiencia del SLP a la hora de abordarla. La debilidad de la línea reformista seguida por la dirección del SLP, la idea revisionista de que la revolución podría llevarse a cabo pacíficamente a través de las urnas, arrojó a muchos miembros del SLP a los brazos de los anarquistas. Para 1883, el SLP sólo tenía 1.500 miembros, mientras que la Internacional anarquista de Chicago tenía 7.00016. Ese año, en medio de un evidente desastre organizativo, Philip Van Patten, secretario nacional del partido desde 1877, deja su cargo17.
La debilidad del movimiento socialista y sus líderes había pábulo al anarquismo, el «el gran caballo de batalla de su maestro Bakunin, que, de los sistemas socialistas, no ha tomado más que las etiquetas» como apuntó Marx. La violencia de clase -su capacidad para imponer sus necesidades y las de la sociedad por encima del entramado institucional de la burguesía y los aparatos estatales- se convierte en violencia grupuscular y mesiánica, defendida tanto los anarquistas pro-sindicalistas de Chicago como los anarquistas antisindicales de Nueva York. Se inicia una época de pistolerismo y bombazos que disuelve la capacidad colectiva de auto-organización de la clase. Lucy Parsons, una anarquista prominente que fue uno de los miembros fundadores de la Internacional anarquista, dirigiéndose a los «vagabundos» y desempleados, admoniza:
Deberían pasear por las avenidas de los ricos, y mirar a través de las magníficas ventanillas de sus voluptuosas casas, y aquí descubrirán a los ladrones idénticos que los han despojado a ustedes y a los suyos. ¡Deberían ir para allá y dejar que su tragedia sea representada aquí!... Envíen su petición, y que la lean con el resplandor rojo de la destrucción... pueden dar por seguro que habrán hablado con estos ladrones en el único idioma que pueden entender; porque nunca se han dignado a darse por aludidos ante ninguna petición de sus esclavos que fueran obligados a leer con el resplandor rojo que brotaba de las bocas de los cañones, o que no les fuera entregada a punta de espada. No necesitarán ninguna organización cuando decidan presentar este tipo de petición. De hecho, una organización sería un detrimento; pero cada uno de ustedes, vagabundos hambrientos que leen estas líneas, se servirán de esos pequeños métodos de guerra que la ciencia ha puesto en manos del hombre humilde, y se convertirán en un poder en esta o en cualquier otra tierra. ¡Aprendan a usar explosivos!
Es evidente en este texto, como demuestra su fronteras de negación de la organización, que su concepto del papel de la violencia en la revolución estaba completamente divorciado de las exigencias del movimiento y de las luchas de clase reales. Y en realidad lo mismo cabe de decir de su antiparlamentarismo, tan diferente del marxista. Para el marxismo el parlamentarismo siempre fue una cuestión de táctica, no de estrategia ni de principios. Los parlamentarios socialistas solo votaban la ampliación de derechos políticos para la clase, no entraban en la discusión o votación de presupuestos, por ejemplo. La participación electoral era ante todo una herramienta para la organización y movilización política de la clase. Igual que la participación en sindicatos, se trataba de desarrollar la capacidad y la presencia de la clase como sujeto político en la sociedad burguesa mientras esta ofrecía tal oportunidad.
El rechazo anarquista de «la política», no sólo a la participación electoral durante el capitalismo ascendente, sino de la política en general, reduce el anarquismo a un movimiento meramente «expresivo», estético, convirtiendo a sus militantes en el mejor de los casos en verdaderos «liberales con bomba» incapaces de aportar nada a la emancipación del capitalismo.
El partido antes de Daniel de León
Ni lassallianos ni anarquistas comprendieron nunca dos ideas fundamentales: que las tácticas dependen del gran marco histórico dado por el desarrollo del capitalismo global -y tenían por tanto fecha de caducidad- y que la organización de los revolucionarios o aporta una dirección a los estallidos de combatividad o solo sirve para dejar indefensa a la clase frente a los ataques políticos, económicos y represivos de su antagonista. Cuando el partido se reúne a intentar recuperar terreno en la Convención de Baltimore de 1883, el camino será aun más contraproducente. Para intentar volver a atraer a los ex miembros desilusionados dará más autonomía a las secciones, abolirá el cargo de secretario nacional y debilitará el poder del comité ejecutivo nacional18. Y si en lo organizativo, solo se puede hablar de un debilitamiento, en programa y táctica el retroceso será directo y brutal. El pésimo resultado electoral les llevó a no presentar de nuevo candidatos. Aceptarán la necesidad de la violencia para lograr el socialismo, pero se definirán en su manifiesto de 1886 como:
una organización propagandística que acompaña al gran movimiento obrero que ahora se desarrolla mundialmente, y seremos revolucionarios sólo cuando nos veamos obligados a serlo por la legislación y la persecución que nos niega los medios de propaganda pacífica.
Aunque autolimitado a este papel propagandístico, el SLP comenzó a recuperar miembros, aumentando sus secciones de treinta a cuarenta y dos. En 1886 había de nuevo sesenta secciones. Al mismo tiempo, el movimiento obrero, concentrado cada vez más en la lucha por la jornada laboral de ocho horas, tomó impulso en 1886. El SLP, animado por el nuevo crecimiento retoma la partipación electoral19.
Pero al mismo tiempo, la «Unión Central del Trabajo» (CLU) desempeñaría un papel importante en las campañas electorales de 1886-87. Varios miembros del SLP convencieron a la CLU para que participara independientemente en las elecciones de 1886. Se crea el «Partido Unido del Trabajo» (ULP) para este propósito. Es el primer intento de un partido «laborista», es decir, sindical, en EEUU. El nuevo partido presentará al populista agrario Henry George, que abogaba por la abolición de todos los impuestos excepto el impuesto sobre el uso de la tierra, como candidato a la alcaldía de Nueva York. El resultado: 68.000 mil votos, mucho más de lo que nadie esperaba20. Pero al ser descrito por la prensa como anarquista y socialista, Henry George reaccionó distanciándose de los socialistas que fueron los que hicieron posible tal resultado21.
Cuando el ULP, durante la preparación del programa para las elecciones de 1887, aceptó la propuesta de Henry de un programa basado en la «reforma tributaria» y carente de demandas laborales, el SLP se pronunció en contra y terminó siendo expulsado del ULP. La escisión, que arrastrará no solo a los miembros del SLP sino a trabajadores en la CLU, llevará a la fundación del «Partido Laborista Progresista» que nominó a sus propios candidatos sin encontrar eco electoral reseñable. Al mismo tiempo, la represión de la revuelta de Haymarket, que se cebó tanto en los sindicatos como en los anarquistas relacionados con ellos, desarticulaba a la Internacional anarquista. La represión y el burdo oportunismo de los sindicatos se daban la mano para generar un vacío, una nueva oportunidad para recomenzar en el movimiento obrero estadounidense.
El «golpe» de 1889
El New Yorker Volkszeitung, un periódico independiente que estaba compuesto por miembros del SLP y apareció un año después de la huelga ferroviaria de 1877, iba a desempeñar un papel importante en los desarrollos posteriores del SLP. El Volkszeitung, había arrancado con un capital de 1.100 dólares, donado por el SLP. El periódico pudo mantenerse a través de suscriptores individuales, así como gracias al respaldo y apoyo financiero de los sindicatos, lo que más tarde acercaría el grupo hacia la «Federación Americana del Trabajo» (AFL)22. El desastre electoral de 1887 convenció al equipo del Volkszeitung de que las condiciones no eran propicias para la participación electoral. W.L. Rosenberg y la mayoría del Comité Ejecutivo Nacional del SLP, por el contrario, eran reacios a los sindicatos y deseaban que el SLP mantuviera una acción política y electoral independiente. Así que por primera vez, el SLP participó en solitario en unas elecciones a nivel nacional, pero obtuvo unos pésimos resultados.
Por contra, la tendencia agrupada en torno al Volkszeitung se vio reforzada por su posición pro-sindical conforme se extendía la vigorosa lucha por la jornada laboral de ocho horas. En la Sección de Nueva York de la Asamblea General, obtuvieron la mayoría, destituyeron a Rosenberg y elegieron tres nuevos miembros para el Comité Ejecutivo Nacional. En la convención del partido, una nueva mayoría cambió la orientación apoyando, sin ninguna reserva, el movimiento por la jornada de ocho horas y eliminando de una vez la consigna lassalliana de las cooperativas financiadas por el gobierno23.
Todo esto ocurría un año antes de que Daniel de León entrara en el SLP y cambiara drásticamente su carácter. Como hemos podido ver, el SLP se caracterizó por una multitud de conflictos internos y tendencias desde el lassalleanismo hasta el anarquismo. El partido era teórica y organizativamente débil y se caracterizaba por su confusión política. La influencia lassalleana jugó un papel desastroso en la huelga en San Luis de 1877. Pero fortalecido por el impulso de la huelga y el auge del movimiento obrero en general, participó intermitentemente en las elecciones. Divisiones internas y fracasos electorales se alimentarán mutuamente agudizando las diferencias programáticas sin encontrar clarificación. Las diferencias de fondo se daban sobre los sindicatos, la participación electoral y el apoyo o no a grupos armados de autodefensa. Cuando el partido volvió a ganar atención, ayudado por la desintegración de la Internacional anarquista y el creciente movimiento por la jornada de ocho horas, se enfrentó a un nuevo descalabro electoral tras su conflictiva asociación con el movimiento Henry George. Finalmente, el Volkszeitung, una expresión de los inmigrantes alemanes en Nueva York, propiciaría un «golpe de estado» partidario en 1899 con el que los sindicalistas desplazarían los lassallianos.
Ese es el contexto del SLP en el que Daniel de León ingresará ese mismo año.
Notas
1. Paul Le Blanc, A Short History of the U.S. Working Class: From Colonial Times to the Twenty-First Century; Chicago, Illinois: Haymarket Books, 2016, 42
2. Entre 1879 y 1880, la membresía creció de 9,000 a 28,000 miembros. En 1885, había 111.000 miembros en los KOL. Gary Chaison, Unions in America (California: Sage Publications, Inc., 2006), 3
3. Morris Hillquit, History of Socialism in the United States; New York, London: Funk & Wagnalls Company, 1906, 179-181
4. Ibid, 220-223
5. Hubo sin embargo concesiones lassalianas en el programa: cooperativas financiadas por el estado y una disposición que permitía a las secciones entrar en las elecciones locales si las condiciones eran propicias. Frank Girard, Ben Perry, The Socialist Labor Party 1876-1991 A Short History; Philadelphia: Livra Books, 1991, 4
6. Ira Kipnis The American Socialist Movement 1897-1912 (Chicago, Illinois: Haymarket Books, 2005) 8-9
7. James Callahan, «Unlawfully and riotously assembled in the City of St. Louis: The Workingmen’s Party’s Role During the Great Strike of 1877 in St. Louis» (Sr. Seminar, Western Oregon University, 2004), 15-33
8. Report of the Adjutant General, Acting Quartermaster General and Acting Paymaster General, State of Missouri for the years 1877 and 1878, Jefferson City: Carter and Regan State Printers and Binders, 1879, 4-5
9. James Callahan, ‘Unlawfully and riotously assembled in the City of St. Louis:’ The Workingmen’s Party’s Role During the Great Strike of 1877 in St. Louis, Sr. Seminar, Western Oregon University, 2004, 29-33
10. Robert Ovetz, When Workers Shot Back: Class Conflict from 1877 to 1921; Leiden, Netherlands: Koninklijke Brill NV, 2018, 97-98
11. Obtuvieron 9.000 votos en Cincinnati, 6.000 votos en Chicago, 8.000 votos en Louisville, etc. Nelson’s Perpetual Loose-leaf Encyclopedia: An International Work of Reference, Volume XI, s.v., «Socialism». New York: Nelson’s Encyclopedia, 1909
12. Morris Hillquit, History of Socialism in the United States (New York, London: Funk & Wagnalls Company, 1906), 225- 226
13. Paul Avrich, The Haymarket Tragedy; Princeton, New Jersey: Princeton University Press, 1984, 45-47
14. Albert Parsons, Lucy Parsons, Life of Albert Parsons, with Brief History of the Labor Movement of America; Chicago, Mrs. Lucy E. Parsons, 1889, xxxvi
15. John Rodgers Commons, David Joseph Saposs, Helen Laura Sumner, Edward Becker Mittelman, Henry Elmer Hoagland, John Bertram Andrews, Selig Perlman, Don Divance Lescohier, Elizabeth Brandeis, Philip Taft, History of Labour in the United States: Nationalisation (1860-1877); New York: The Macmillan Company, 1918, 297
16. Carl Reeve, The Life and Times of Daniel de Leon; New York: Humanities Press, Inc., 1972, 36
17. Robert Bills, How the SLP emerged as a Marxist political party.
18. Frank Girard, Ben Perry, The Socialist Labor Party 1876-1991: A Short History; Philadelphia: Livra Books, 1991, 9
19. Frank Girard, Ben Perry, The Socialist Labor Party 1876-1991 A Short History; Philadelphia: Livra Books, 1991, 9
20. Robert Bills, How the SLP emerged as a Marxist political party
21. Rudolph Schwab, Henry Kuhn, Olive M. Johnson, Rudolph Katz, Chas. H. Ross, F.B. Guarnier, Sam J. French, Ch. H. Corregan, Daniel De Leon, the Man and His Work, A Symposium; National Executive Committee Socialist Labor Party of America, 1919. 2
22. Peter Conolly- Smith, Translating America: An Immigrant Press Visualizes Popular Culture, 1895-1920; Smithsonian Institution, 2010.
23. Frank Girard, Ben Perry, The Socialist Labor Party 1876-1991 A Short History; Philadelphia: Livra Books, 1991, 11