El nacimiento del capitalismo
¿Qué tiene de nuevo el capitalismo?
En el mundo capitalista actual, la actividad diaria de los trabajadores se dedica en gran medida a intercambiar mercancía por dinero. No solo nos vemos obligados a comprar productos que no podemos producir nosotros -y cuya producción esta monopolizada por la burguesía- para sobrevivir, sino que intercambiamos nuestra capacidad de trabajo -fuerza de trabajo- por dinero. Todo ello para completar un circuito en el que la inmensa mayoría de la actividad productiva humana esta mercantilizada y lista para ser intercambiada.
Este inmenso circuito contiene prácticamente a toda la sociedad y aparece como un fenómeno natural que obliga a trabajadores y burguesía a seguir sus altibajos de precios y mercado. Como si fuera un fenómeno meteorológico, analistas observan atentamente las tendencias y anuncian la llegada del Edén o del Apocalipsis. El «sentido común» apunta a que la economía y sociedad siempre han sido hasta cierto mercantilizadas a lo largo de la historia pero en un grado de desarrollo menor. Y los mas «izquierdistas» no cuestionan la mercantilización en sí, lo que cuestionan es la forma política de la sociedad.
Siempre ha habido ricos y pobres, el dinero intercambiable por fuerza de trabajo existe desde tiempos babilónicos, siempre ha habido explotados... Bien mirado, pedazo a pedazo ¿Qué tiene de nuevo el capitalismo?
El pan de cada dia es la base de toda sociedad
Pero la cuestión principal no se debe buscar en cuán rica fuese la clase dominante antes del capitalismo o no, o en la existencia de explotación. La cuestión principal a nivel social es mucho mas sencilla. Se trata de un asunto de producción agrícola.
Desde la Antigüedad se sabía que hacia falta el trabajo de muchos campesinos o esclavos en los campos para poder alimentar a una escasa clase de propietarios o artesanos. El propio Aristóteles escribe que solo puede imaginarse la liberación de la Humanidad y el fin de la explotación si existiesen autómatas animados por fuerzas divinas que hiciesen el trabajo de los explotados... No existía suficiente producción de comida para mantener a toda una población de productores industriales ni existiría durante muchos siglos.
Allí donde la producción agrícola no es esclavista, la inmensa mayoría de la población -hasta el 90% en el siglo XVIII francés- vive como campesinos mas o menos libres en el campo. No están disponibles para trabajar en las ciudades, su productividad es baja, su producción escasa y principalmente para consumo propio y pago de impuestos.
En el extremo opuesto de la pirámide social se encontraban las clases dominantes. En los estados precapitalistas, como la China de la dinastía Ming o las ciudades renacentistas italianas, estas clases acrecentaban sus riquezas y financiaban el aparato de estado con el mercantilismo a gran escala.
El mercantilismo se basaba en producir bienes de lujo o escasos en un lugar para venderlos a precios muchos mas altos en un mercado extranjero o alternativamente, controlar el comercio marítimo que mediaba esa transacción, como hacía Holanda. La base del mercantilismo es vender «tan caro como sea posible». No hay interés en vender productos de consumo general a precios baratos, sino en vender productos para el consumo de las clases que pudiesen pagar altos precios.
En consecuencia, gran parte de la sociedad vivía económicamente desconectada del resto. Contrariamente al capitalismo, los campesinos no dependían de mercancías producidas por otros para su supervivencia y los grandes propietarios no tenían razón alguna para producir comida barata que no iba a ser consumida en un mercado interno. Sin la resolución de este bloqueo no hay paso posible al capitalismo, y de hecho no lo hubo en ningún lado... salvo en uno: el campo inglés.
El capitalismo agrario o la formación de un nuevo orden social
El problema principal que cerraba el paso a la formación de una sociedad mercantilizada en la que la inmensa mayoría de los trabajadores viviera en núcleos urbanos y sin trabajar tierra alguna, era la bajísima productividad agrícola pre-capitalista. Por eso las condiciones que hacen al capitalismo posible -y diferente de anteriores modos de producción- hay que buscarlas en el campo, no en la ciudad. El proceso se inicia en la Inglaterra de los siglos XVI y XVII.
Debido al aislamiento geográfico, la clase feudal inglesa se desmilitariza muy pronto y deja de imponer la servidumbre, perdiendo gran parte de su capacidad coercitiva directa sobre los campesinos. Contrariamente a lo que ocurre en la Europa continental, los señores tienden a alquilar los campos a campesinos en lugar de cobrar tributos fijos.
Estos alquileres están sometidos a un precio fijado por el mercado. Los «bailiffs» (contables) de los terratenientes calculan ya en el siglo XVII la diferencia entre lo que podrían obtener si los campesinos a tributo fijo fuesen arrendatarios. Los alquileres suben constantemente al tiempo que los terratenientes inician la expropiación de los campesinos a través del Parlamento. Es el famoso cercado de las tierras comunales que allanará el camino a la expropiación directa de los campesinos. Todo en nombre del «improvement» y del «progreso» contra los arcaicos privilegios feudales.
La subida de los alquileres de la tierra obliga a medio plazo a incrementar la productividad para poder afrontar las rentas. Desprovistos del «seguro» tradicional de las tierras comunales, o los arrendatarios aumentaban la producción por persona empleada o eran expulsados por los terratenientes. El incremento de la producción hará bajar los precios de la comida y ayudará a alimentar a los campesinos expropiados que se verán obligados a trabajar en los campos de los nuevos arrendatarios o huir a las ciudades para vender su fuerza de trabajo.
El proceso empuja a los arrendatarios supervivientes a convertirse en granjeros capitalistas y competir contra otros capitalistas a base de contratar mano de obra desesperada por salarios de miseria o abandonar sus propiedades por la fuerza y trabajar como proletarios. Es la primera proletarización, que toma la forma inevitable de miseria rural y migraciones masivas. Se están creando las dos clases principales de la sociedad capitalista a partir de la transformación del campo feudal.
A finales del siglo XVIII casi la mitad de la población inglesa vivía ya en las ciudades como proletarios, listos para entrar el fase industrial del capitalismo. Una proporción que no se alcanzaría en otros países europeos, como España, hasta mediados de los años cuarenta del siglo XX.
Del antiguo campo lleno de aldeas y poblados campesinos ya no queda nada, salvo grandes campos y explotaciones capitalistas. El capitalismo borró las huellas de su propio pasado y aparece como el orden natural de la sociedad. Sin embargo, la solución al problema presentado por Aristóteles esta hoy mucho mas cerca que nunca antes.