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El Mediterráneo en el precipicio de la guerra

31/01/2020 | Actualidad

Aunque los medios esta semana en todo el mundo hayan compartido sobre todo titulares sobre la neumonía de Wuhan y las ceremonias parlamentarias finales del Brexit, el centro de los conflictos mundiales ha sido, una vez maś, el Mediterráneo. En sus orillas Sur y Este la guerra extendiéndose. En el Norte, la ofensiva contra las pensiones.

Turquía en el centro del conflicto imperialista en Libia, el Egeo, el Mediterráneo oriental y Siria

Tras una reunión con el primer ministro griego Mitzotakis en París, Macron anunció que enviará buques de guerra para reforzar a la marina griega frente a la amenaza turca. No solo es Francia, también EEUU manda señales a Turquía y se dispone a firmar un nuevo acuerdo de cooperación militar.

Las alianzas del lado griego no rebajan la tensión militar creciente. Además de sufrir las ya rutinarias violaciones del espacio aéreo con cazas de combate, Grecia ha recibido esta semana un adelanto de «ciberguerra», preparando probablemente ataques mayores.

Mientras, Grecia quiere poner un «muro flotante» en el Egeo para evitar la llegada de migrantes y refugiados desde Turquía. Y es que los refugiados son no solo víctimas de la extensión de la guerra, también son convertidos en armas en ella. Que cientos de ellos vayan a morir al topar con el nuevo muro marino, no importa a ninguna de los imperialismos en juego.

De hecho en este mismo momento, los bombardeos rusos y sirios sobre la región de Idlib están empujado a una población civil de más de 700.000 a huir hacia Turquía.

La situación se ha ido tensando hasta llegar al borde mismo de la entrada en guerra abierta de Turquía, que lleva toda la semana enviando tanques y artillería a la frontera, maldiciendo a Rusia y mirando con aprensión como las tropas sirias que organiza y equipa iban perdiendo posiones en lo que parece ser una reconquista en toda regla de Idlib.

Mientras, en Libia, los acuerdos de Berlín se desmoronan. Turquía ya avanzó que a pesar de no enviar sus propias tropas seguiría entrenando y formando al «ejército libio». Pero como recordaron Macron y Mitzotakis, en realidad las tropas a las que están «formando» no son sino contingentes de soldados del «Ejército Libre Sirio» enviados por Ankara y «remunerados» con la promesa de la nacionalidad turca. Y mientras Macron y Erdogan elevaban una vez más el tono de las acusaciones cruzadas, fuerzas del gobierno de Trípoli conseguían parar al avance de Haftar en Misrata.

El plan de paz de EEUU para Israel-Palestina

Esta fue también la semana en la que se presentó la propuesta de paz de EEUU para el conflicto israelo-palestino, un verdadero prodigio de ingeniería de caminos -túneles y puentes incluídos- para asegurar continuidad territorial, incremento de superficie y capitalidad en Jerusalem (afueras) a un estado palestino sin ejército ni control de fronteras. Eso sí, todo aderezado con algunos «premios» como puertos, un macro parque industrial tecnológico y 5.000 millones de dólares en ayudas directas para asegurar una cierta viabilidad al capital palestino. A cambio, consagraría la situación de hecho, incluyendo los recientes asentamientos israelíes en Cisjordania y la pérdida de territorios ya establecida desde los noventa a hoy.

Evidentemente era difícil que el gobierno palestino pudiera sentirse satisfecho con ese punto de arranque en unas negociaciones. Y desde las primeras horas no solo las respuestas de los grupos islamistas y la negativa tajante de la ANP (Autoridad Nacional Palestina) sino sobre todo la tibieza de saudíes y egipcios auguraban la irrelevancia al «plan Trump».

Por supuesto, sirvió a la diplomacia europea para hacerse presente y a Turquía para escenificar con una solemne declaración del Parlamento sus aspiraciones de tutelaje. En cambio Putin ha optado por un prudente silencio. Sabe que EEUU sigue esperando que sus aliados árabes no dejen caer, al menos completamente, la propuesta aunque solo sea porque cada vez que la OLP o sus gobiernos se negaron a negociar perdieron aun más territorios-

Lo que es cierto, es que a día de hoy para lo único que ha servido el «plan de paz» es para aumentar la tensión y la movilización de tropas.

La lucha por las pensiones

En Francia la reforma de pensiones salió del «Consejo de Estado» con serias dudas sobre su validez jurídica. Pero lo que parecía un escollo para el gobierno, ha sido ignorado sin mayor dificultad y la ley se votará en el parlamento el próximo lunes. Pero no son desde luego las leyes republicanas las que van a defender a los trabajadores por mucho que sindicatos y partidos de izquierda insistieran en crear, como siempre, falsas esperanzas. Tampoco lo serán las procesiones sindicales. En la del miércoles se notaba la familiar y fatal combinación de rabia y agotamiento de las luchas sostenidas artificialmente y aisladas entre sí. Los trabajadores tienen poco tiempo para reaccionar ya. Si no hay un giro decidido entre los trabajadores, la república agradecerá a los sindicatos haber llegado a la fecha procesal en el parlamento con los objetivos cumplidos.

En España, mientras, la maquinaria está poniéndose en marcha. El FMI azuza a la burguesía española a darse prisa. La Vicepresidenta y Ministra de Hacienda del nuevo gobierno Sánchez ha resucitado y vuelto a poner en primera línea la «mochila austriaca» a pesar de que Podemos en teoría la había retirado de la agenda gubernamental. Y los sindicatos, de momento los nacionalistas vascos, ya han escenificado una huelga general regional cuyo objetivo no es otro que territorializar el sistema de pensiones, acelerando la generalización de las EPSV, antesala de la famosa «mochila».

Entrando en un momento crítico

Estamos entrando un momento crítico. Las fuerzas y tensiones que impulsan la generalización de la guerra en el Mediterráneo y el Norte de Africa no paran de desarrollarse. El grado de implicación de las potencias europeas, EEUU, Rusia, Turquía y los países del Golfo sigue aumentando. Es decir, las apuestas imperialistas siguen subiendo. Y en paralelo, los trabajadores europeos están cerca de sufrir -gracias al encuadramiento sindical- las primeras derrotas serias en la defensa de sus pensiones. Es el momento de intervenir con más fuerza que nunca en la reflexión de nuestros compañeros de trabajo, en los barrios, en las empresas para romper el aislamiento informativo y sacar lecciones del coste directo de las ilusiones en el «progresismo» y los sindicatos, pero también para señalar que la cercanía cada vez mayor de la guerra no es una anécdota, es un horizonte que no puede desligarse de la suerte de nuestras propias luchas.