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El manual Sánchez para bajar tu salario y precarizar tu trabajo

06/02/2019 | España

Visto desde el relato mediático Sánchez es un narcisista que publica libros de reflexiones sobre el poder cual emperador romano y se explaya jugando a Thatcher en Davos mientras hace equilibrios imposibles con el independentismo catalán para asegurar su propia supervivencia en Moncloa. Es solo una parte de la realidad. La otra, es la importante.

Sánchez va camino de un acuerdo con los independentistas catalanes para que le permitan aprobar los presupuestos. La idea independentista era escenificar una negociación «Cataluña-España» con una mediación internacional. La gran «jugada» del gobierno sustituye la negociación por «diálogo», la representación institucional España vs Cataluña en una «mesa de partidos» y al mediador por un «relator». Obviamente a la burguesía española no le hace ninguna gracia discutir la autodeterminación, el «fin de la vía judicial» o dar por sentado el carácter «franquista» del estado para «corregirlo» que es el discurso de los 21 puntos de Torra. Pero Sánchez cree que no hay que rasgarse las vestiduras por escuchar y poner cara de «no me cuentes marcianadas». Se da cuenta de que el independentismo, más que buscar concesiones, se conforma con legitimar su relato aun en la forma más descafeinada, en vísperas del juicio del «procés» y en una perspectiva a más largo plazo: «ganar» políticamente el juicio del «procés» en Cataluña, esperar los efectos políticos y sociales de la nueva oleada de crisis económica y concentrarse mientras en encuadrar trabajadores y despertar intereses imperialistas que le permitan, esta vez, apoyo internacional.

Para Sánchez la cosa es ganar tiempo en Moncloa para convencer a la burguesía española de que mantenerle en Moncloa es la forma menos conflictiva posible de sacar adelante el programa de fondo al que supedita la renovación del aparato político. La previsible auto-implosión de Podemos juega a su favor, mientras pone miel en los labios del capital financiero presentando los primeros pasos materiales para la privatización a la chilena del sistema de pensiones. Esa es la verdadera sustancia de su gobierno: demostrar que puede llegar mucho más lejos que Rajoy antes que él y que las nuevas derechas que se estrenaron en Andalucía, con menos conflictividad. El gran ejemplo: la subida del salario mínimo convirtiéndose en menos masa salarial total y un bocado más para el capital en la renta total.

Bajo el ruido de las alharacas sanchistas, las nueces salariales son cada vez más magras. No solo el paro despunta de nuevo, también lo hace la precarización y especialmente la temporalidad. Gracias a ello y no a un resurgir de la producción, consiguen «repartir» el empleo con la consiguiente reducción en el gasto total que los desempleados significan para el estado. Para rematar, ayudados por las políticas de Rajoy y Sánchez, los salarios tienden a polarizarse en los extremos, reduciendo la masa pagada en su conjunto a la clase trabajadora.

Sánchez ha titulado sus primeras memorias «Manual de resistencia». Y la verdad es que sus políticas estén configurando un nuevo manual del gobierno de izquierda sospechosamente parecido al del populismo italiano: retórica socializante, debates en falso y, al final, salarios más bajos, contratos más precarios y pensiones en el pasillo de la muerte.