El fin de la Unión Postal Universal
Hace ahora un año EEUU anunció su salida de la Unión Postal Universal. Era una carga de profundidad contra el comercio minorista chino online. Según los norteamericanos, Amazon paga más que Alibabá por enviar un pequeño paquete al mismo consumidor estadounidense. Pero en realidad era mucho más, suponía el fin del sistema de correos mundial. Un año es el periodo transitorio y se cumplía el próximo martes. Ayer se anunció un acuerdo de última hora que aunque permitirá mantener los servicios desbaratará los principios de universalidad del viejo sistema construido hace ahora 145 años. Lo que no consiguieron dos guerras mundiales y una guerra fría, lo ha conseguido la guerra comercial.
¿Por qué la UPU es históricamente tan importante?
La guerra franco-prusiana de 1870 no solo es el marco de la Comuna de París, también fue el empujón final de la unificación alemana. El primer gran símbolo de ésta fue el establecimiento de un sistema de correos nacional, el Reichspost, con tarifas unificadas capaz de coordinar las oficinas postales de los distintos territorios y estados alemanes. A nivel internacional habían fracasado ya varios intentos de organizar un sistema minimamente homogéneo. Los precios de franqueo variaban en función de los países, los medios de transporte y las rutas elegidas. En general, al pasar por cada país intermedio entre el origen y el destino, cada carta tenía que ser franqueada de nuevo. Von Stephan convocó en Berna un congreso internacional para proponer la aplicación universal del nuevo sistema alemán y así el 9 de octubre de 1874 nacía la Unión Postal Universal. Sus principios eran muy sencillos:
- El coste de franqueo internacional debía ser único, no variaría en función del destino.
- Los servicios de correo tratarían el correo extranjero como el propio, reconociendo los sellos del emisor como propios, estuviera de paso la carta o tuviera su territorio como destino
- Cada servicio nacional se quedaría con el total de los franqueos internacionales que él mismo realizara como forma de financiar los costes de los que repartiera en su territorio.
El resultado es el primer derecho universal garantizado materialmente en todo el globo. La fecha no es casualidad. En 1874 el capitalismo daba las primeras señales de entrada en su fase imperialista: podías mandar una carta a cualquier lugar del mundo porque prácticamente todo el territorio mundial estaba ya organizado por estados capitalistas. La UPU, que creaba la primera burocracia internacional permanente, marcaba al mismo tiempo la gran consecución de la burguesía -el mercado mundial- y el máximo de su capacidad para mundializar la producción de mercancías bajo la forma de un servicio universal, es decir, fue la primera forma de socialización de la producción bajo formas capitalistas a escala global. El momento álgido del capitalismo ascendente.
El sistema postal, el canario en la mina
El sistema se mantuvo intacto hasta otra fecha relevante: 1969. Se incorporó entonces la posibilidad de compensaciones entre estados para paliar las asimetrías «excesivas» en los volúmenes de intercambio postal. Fue el primer gran embate contra el acuerdo original. Lo que se había establecido como un automatismo universal y hecho exclamar -erróneamente- a Bebel «El socialismo es... ¡el sistema postal!», se convertía en una pieza más del sistema de comercio multilateral internacional. La modificación del sistema en 1969 expresó un fenómeno más profundo que apuntaba entonces: el capital como un todo era incapaz de sostener las estructuras básicas de su propia socialización y universalización. Las fuerzas centrífugas se hacían dominantes y las grandes potencias capturaban los sistemas internacionales como fuentes de apropiación fuera del mercado de una parte del resultado global de la explotación. En 1971 Nixon cancelaría los acuerdos de Bretton Woods, abandonaría el patrón oro e impondría el dólar como divisa internacional y fuente de rentas para el capital estadounidense.
La guerra comercial y el fin del sistema universal de correos
El sistema postal universal había sido el techo del capitalismo ascendente en su capacidad de unir a la Humanidad. Sobrevivió dos guerras y una revolución mundiales, pero no pasó intacto los primeros síntomas de la descomposición del sistema imperialista de bloques. Aun así, en lo fundamental se mantuvo intacto hasta el jaque estadounidense de hace un año. La amenaza del fin puro y simple del sistema de correos mundial se puso sobre la mesa desde el primer momento. El acuerdo de última hora salva que se puedan mandar cartas a cualquier lugar del mundo, incluido EEUU o pasando por EEUU, pero destruye la universalidad del sistema en su fondo: a partir de enero de 2021, los países que reciban más de 75.000 toneladas de correo de otro, podrán imponer unilateralmente tasas al correo recibido del país emisor. Dicho de otro modo: el sistema ya no es universal, sino el resultado de relaciones bilaterales. Hemos vuelto al mundo anterior a 1874.
Que la burguesía mundial renuncie -y con tanta facilidad- al último legado de su fase progresista, que liquide el primer y único sistema realmente universal que ha sido capaz de construir, señala hasta qué punto la guerra comercial actual va mucho más allá de «ajuste de cuentas» entre potencias. Se trata de un nuevo punto de no retorno.