El día en que se rompió el eje franco-alemán
El Nord-Stream 2 es hoy la piedra de toque de la relación entre Alemania y EEUU. Es el cimiento del sueño de un imperialismo alemán capaz de dominar Europa en solitario y la gran divisoria estratégica dentro de la UE. Hoy se vota una iniciativa de la Comisión que acabaría con el proyecto. Francia ha anunciado ya que votará a favor, hundiendo los planes ruso-alemanes y rompiendo, quizás de manera definitiva, el eje franco-alemán y con él la era «Maastricht» de dominio indiscutido del capital alemán sobre el continente.
Trazado del Nord Stream y del Nord Stream 2.[/caption]
Más que un mero gasoducto, Nord Stream 2 es un cordón umbilical entre Rusia y Alemania... que los norteamericanos ven como un peligro directo contra el que no pueden sino presionar sin pudor.
La propia burguesía alemana se divide, teme depender demasiado de Rusia y perder influencia sobre Polonia y Ucrania a los que que gasoducto literalmente «puentea». No es una consideración menor, los países del grupo de Visegrado, que incluyen a Polonia y Eslovaquia dos «víctimas» directas del Nord Stream, son de lejos los mayores compradores de exportaciones alemanas: 256.000 millones de euros frente a 170.000 de China, 167.000 de Francia y 165.000 de EEUU.
Pero la posición mayoritaria, abanderada por Merkel y la CDU es que el gasoducto cimenta los sueños imperialistas alemanes: aumentar aun más su dominio sobre Europa, aislando y ahogando a los países del Este al tiempo que ganaba una independencia energética total del eje energético mediterráneo que le llega a través de Italia y Francia.
Y ahora la UE
Mapa de gasoductos en Europa[/caption]
Una de las claves del Nord Stream 2 es que al unir directamente a Alemania con un país extra-comunitario, no aplican las reglas de competencia de la UE. Si el gasoducto se sometiera a las directivas europeas de energía, el operador y el proveedor no podrían coincidir... y el gasoducto no sería rentable. Hasta ahora, Alemania había bloqueado con éxito la reforma de la directiva de energía con el apoyo de Holanda y Austria. Polonia, los bálticos, Gran Bretaña, Dinamarca, Eslovaquia, Irlanda, Suecia, Italia, Luxemburgo y Croacia apoyaban a la Comisión. Pero la alianza con Francia aseguraba hasta ahora a Alemania una minoría de bloqueo. Eso es lo que cambió esta semana. Impulsada por la presión de EEUU, que ha impuesto sanciones a su petrolera Total y amenaza con represaliar a todas las empresas que formen parte de la construcción, Francia ha retirado su oposición a los intentos de la Comisión por someter la infraestructura a su control.
Angela Merkel entrega el premio Carlomagno a Emmanuel Macron, rodeados de simbología imperial «europeista»[/caption]
La indignación entre la burguesía alemana que mira a Rusia como un potencial aliado cuando Francia hizo oficial su cambio de postura hace una semana, es más que comprensible. Es un fracaso en toda regla de una diplomacia imperial e imperativa que no ha servido para mantener ni las alianzas básicas dentro de la UE. Frustrar todas las propuestas francesas de fusiones de capital y de reforma de la UE y al tiempo ofrecer un flanco como éste, descubren ahora, fue un grave error. Francia no solo evita un conflicto con EEUU con daño directo para sus empresas, sino que de la noche a la mañana se postula como una alternativa a Alemania en todo el Este mientras Alemania queda cada vez más aislada de toda influencia política en su principal mercado exterior.
Merkel y Macron, las caras del eje franco-alemán[/caption]
Por si faltara un detalle, toda la violencia y el chantaje norteamericano contra Alemania va acompañada de la apertura de una planta de proceso de gas líquido en la frontera entre Polonia y Alemania y de una ampliación del terminal francés desde el que llega el gas líquido desde EEUU. Dicho de otro modo: no solo hay consideraciones estratégicas bajo la posición de EEUU... ni en la de Francia y Polonia. La necesidad acuciante de exportar al mercado alemán y reducir aun más su superavit comercial, es decir, las necesidades estrictamente imperialistas de norteamericanos, polacos y franceses están mostrando a Alemania que su posición extractiva sobre Europa, asentada en el mecanismo del euro, no puede darse por sentada tan fácilmente. Con el ocaso de Merkel termina también la época en la que Alemania podía ser un «imperio avaro» y enfrentarse abiertamente a sus principales destinos de exportación. El sometimiento de las burguesías europeas a través del euro empieza a no ser suficiente para mantener el poder alemán.