El crack de las petroleras, el pacto verde y la «reconstrucción» que viene
Hoy y mañana los ministros de transición ecológica de 30 países están discutiendo «cómo organizar una recuperación económica verde cuando termine la fase aguda de la pandemia». Para entonces además, la industria petrolera habrá mudado completamente, sacudida por la caída de precios internacionales.
COP26, la UE y el pacto verde
Las reuniones y presentaciones de hoy y mañana suplen una parte del postpuesto COP26 y servirán para exponer las estrategias de partida de los distintos grupos de países. China y EEUU impulsarán un relajamiento de los objetivos de emisiones y por tanto del ritmo de transformación del sistema energético; y Europa presentará su engarce entre recuperación y «pacto verde». Frans Timmermans, el Comisario Europeo de transición ecológica ya aseguró que «cada euro» gastado en medidas de recuperación económica estará vinculado a las transiciones verde y digital.
Con todo, el Covid parece haber desinflado el encuadramiento ecologista. La «huelga climática virtual» de los «Viernes por el futuro» hace tres días, a pesar de haber sido machaconamente anunciada y promocionada por los medios de todo el mundo, fue un fiasco con tan solo unos cuantos cientos de participantes. Y en la industria alemana y francesa se oyen no pocas voces arguyendo que la «transición ecológica» es inviable en mitad de una recesión. Sin embargo, cuando añadimos a la perspectiva el conflicto imperialista, el viento de la crisis parece que impulsa más que frena las intenciones de Bruselas.
EEUU y el rescate de las petroleras
Estamos entrando en una nueva fase de la crisis de las petroleras. El 40% de las plataformas de extracción de hidrocarburos ya ha cerrado en EEUU. Los despidos se multiplican por todo el país, los estados petroleros piden ayuda a Washington y no pocas empresas grandes y medianas se disfrazan de PYMEs para acceder a los préstamos y garantías preferenciales que el gobierno lanzó ante la recesión acelerada por el confinamiento.
Trump se ha mostrado decidido a rescatar al sector... pero no acaba de decidirse por los medios. Se ha llegado a especular incluso con una restricción a las importaciones desde Arabia Saudí y con contratos masivos con grandes navieras para usar superpetroleros como reservas nacionales. Pero conforme se agrava la crisis, más claro parece que el capital financiero de EEUU y sus think tanks presionan en sentido contrario. Temen que la intervención estatal no sea suficiente y el dinero simplemente se vaya por un desagüe.
Tienen motivos. Como recordábamos la semana pasada, la producción a partir de bituminosas es intensiva en capital y la caída de precios puede convertirse fácilmente en una crisis financiera
La industria ahora debe 86 mil millones que vencen entre ahora y 2024, muchos de los cuales son deudas arriesgadas y de baja calidad. Las compañías de ductos deben hacer pagos de deuda de otros 123 mil millones durante el mismo período. Incluso antes de la crisis del coronavirus, la industria financiera no estaba contenta con esto, y muchas quiebras de compañías petroleras parecían probables. Ahora la situación parece genuinamente apocalíptica: los productores estadounidenses necesitan casi 50 dólares por barril para ser rentables. Según el informe de CNN, por debajo de 40$ por barril, el 15% de las compañías petroleras de EEUU no superarían un año y otro 24% probablemente no superarían dos. A 20$ por barril, básicamente todo el mundo está perdiendo dinero seriamente, y más de 500 productores estadounidenses tendrían que declararse en bancarrota para fines de 2021. A 10$ por barril, veremos más de 1,000 bancarrotas. Actualmente se pagan menos de 15$ por barril.
Así que las alternativas a día de hoy son fundamentalmente dos: dejar pasar y guardar la pólvora para rescatar de nuevo a los bancos si se forma una masa crítica de deudas impagas tal que ponga en peligro el sistema financiero; y nacionalizar la industria aprovechando los precios de derribo que tiene ya en las bolsas. La segunda solo tiene opciones con un gobierno demócrata que quiera emprender el «Green New Deal». La primera, a día de hoy, parece la más probable.
La gran oportunidad alemana
Con las petroleras de EEUU metidas en una crisis industrial semejante, la perdida de atractivo relativo de sus petroleras como destino de capital no puede sino acelerarse. Y ésa es la posibilidad de éxito del «pacto verde» europeo. Con mercados energéticos internos regulados para imponer energías limpias o de transición, el cambio de matriz energética en la industria pesada puede ser una oportunidad de oro para que las petroleras europeas recuperen capacidad de atracción de inversiones. El impulso de la nueva movilidad eléctrica y las nuevas infraestructuras, siempre en marcos comerciales indefectiblemente proteccionistas y con inversiones subvencionadas más o menos directamente, tendrían opciones de convertir el flujo de capitales que huyen de EEUU en la inyección que necesita la industria europea en plena recesión.
En Alemania cada vez son más los analistas que entienden que esa es la única posibilidad real de mantener el peso global de la industria alemana tras haber perdido la carrera tecnológica con EEUU y China durante la última década. Y Merkel parece compartirlo cuando insiste en que la presidencia de turno de la UE por Alemania estará centrada en la recesión... y el pacto verde.
La «Transición Ecológica» aumentaría la capacidad como concentradora de capitales de la vieja potencia. Pero no solo frente a EEUU, sino también dentro de la propia UE. El capital alemán ganaría así un tiempo precioso en plena recesión post-covid frente a China y Rusia... a costa de aumentar las tensiones en la UE aun más.
El significado para los trabajadores
Lo que los gobiernos europeos planean bajo el nombre de «reconstrucción» no es sino la recuperación de la rentabilidad de sus respectivos capitales nacionales. El objetivo es, y no puede ser de otra forma, transferir rentas del trabajo al capital con una masividad suficiente como para revivir al capital. Va a tomar la forma de bajadas de salarios reales aun más pronunciada que en 2008-2014 entre otras cosas porque vendrán acompañadas de subidas de precios en bienes de primera necesidad, empezando por la energía... en plena transición verde.
No hay elección posible entre una «reconstrucción verde» y una «reconstrucción sobre hidrocarburos». El objetivo de una y otra son los mismos: reanimar el capital. Por supuesto cambiarían las formas, las tecnologías dominantes, los precios relativos, los equilibrios entre capitales... todo lo que importa a un gestor de fondos, un directivo o a un burócrata. Pero en lo que nos importa a los trabajadores, estemos en el país que estemos, ambas son esencialmente lo mismo: un ataque integral a nuestras condiciones de vida.